Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales |
Coaliciones gubernamentales
(/Gobiernos de coalición) |
Josep Maria
Reniu i Vilamala
Universitat
de Vic
|
Los gobiernos de coalición han sido el principal objetivo de estudio de las teorías de las coaliciones políticas desde el trabajo seminal de Riker, si bien ello no ha impedido la persistencia de diversas interpretaciones respecto al contenido de los gobiernos de coalición, en especial dejando de lado la propia definición del concepto y centrándose casi en exclusiva en las diferentes variantes para la formación del gobierno (Reniu, 2001) (1). Ello lleva a olvidar, en especial desde la óptica formal, que «la política de la coalición puede entenderse como una serie de círculos concéntricos que pueden comenzar en el equilibrio interno entre las fracciones partidistas, la coalición electoral entre dos o más partidos, los acuerdos de investidura, presupuestarios y/o puntuales en el Parlamento, los pactos más o menos estables de legislatura y, finalmente, la coalición de gobierno propiamente dicha y que constituiría el núcleo central de esta dinámica política, con implicaciones muy distintas sobre la gobernabilidad y el funcionamiento del sistema político en su conjunto» (Llera, 1999: 31-34).
Desde Riker, la noción de gobierno de coalición se estima vinculada a la necesaria observancia de los criterios del tamaño: «in n-person, zero-sum games, where side-payments are permitted, where players are rational, and where they have perfect information, only minimum winning coalitions occur. (…) they [political parties] seek to maximize only up to the point of subjective certainty of winning. After that point they seek to minimize, that is, to maintain themselves at the size (as subjectively estimated) of a minimum winning coalition» (Riker, 1962: 32-33). Ello lleva a considerar cualquier proceso de formación de coaliciones como un juego en el que son sólo dos los jugadores: «the absolute end product of coalition-formation is, however, a two-person game. That is, when a coalition is the size at which it can render a decision, there necessarily exists one winning coalition. The remaining members of the decision-making set, whether actually joined in alliance or not, may conventionally be regarded as members of a single losing coalition. Then follows a trivial two-person game in which coalitions are substituted for persons and in which there is only one move, the rendering of a decision by the winning side» (Riker, 1962: 248). A partir de dichas consideraciones la teoría formal entiende que cualquier combinación entre partidos que resulte ganadora es válida como resultado del juego, lo que sin duda condicionó en gran medida la validez de las predicciones elaboradas por estas teorías en sus primeros estudios (Hill, 1971).
La delimitación conceptual del gobierno de coalición se encuentra de esta forma en la necesidad de definir las características que permitan identificar a un miembro del gobierno bajo dicha forma coalicional. En este sentido, según cuáles sean los objetivos identificados como motivos centrales del comportamiento de los partidos tendremos distintas conceptualizaciones de cómo y cuándo se forma parte de la coalición gubernamental. Para las teorías formales esta condición se deriva única y exclusivamente de la obtención de carteras ministeriales (2), por lo que los gobiernos de coalición deben atenerse, en primera instancia, al criterio del tamaño enunciado por Riker: «according to the standard statements of formal coalition theory, we assume that parties are self-interested, maximizers and risk-neutral, benefits for being member of a winning coalition (WC) are measurable, and side-payments are allowed in bargaining. As usual, it is also assumed that parties adopt a consistent criterion of WC formation, such as that, for instance, which leads to form minimum winning coalitions (MWC), or winning coalitions with minimum number of parties, or some specific combination of these and other criteria» (Colomer y Martínez, 1993: 2) (3).
La pertenencia a la coalición se define así a partir de que «la participación de un individuo, públicamente identificado con un partido (actor), como miembro de pleno derecho del gobierno (jefe de un departamento ministerial y con derecho a voto en el consejo de ministros) es considerada una indicación de que ese partido es miembro de la coalición, a no ser que haya claras pruebas de lo contrario, y se entiende que esta participación compromete a todos los miembros individuales de ese partido a apoyar al gobierno, siempre que su perduración esté en peligro. (…) Una coalición vencedora es una coalición de actores que controlan conjuntamente más de la mitad de los escaños del parlamento, a no ser que haya claras pruebas de que se requiere una mayoría mayor o la concurrencia de individuos o grupos específicos en el parlamento» (De Swaan, 1991: 604) (4).
Por otro lado, sin embargo, la definición y tipología de los gobiernos de coalición toma en consideración otras dimensiones que afectan al proceso negociador. En una primera aproximación, Bogdanor identifica tres tipos principales de gobiernos de coalición (5): el gobierno de unidad nacional, el gobierno de coalición previo a la fusión entre los partidos integrantes y, finalmente, la coalición basada en el principio del poder compartido (Bogdanor, 1983: 10-12). Si bien Bogdanor considera necesario el enfrentamiento electoral entre los socios de la coalición, éste no se presupone como condición indispensable para la identificación de un gobierno de coalición desde nuestro punto de vista. La principal característica que nos permitirá su identificación estriba en la plasmación de ese principio del poder compartido mediante la distribución entre los socios de gobierno de las carteras ministeriales. En este sentido la principal diferenciación a realizar en el proceso de identificación de un gobierno de coalición es la que se establece entre «the legislative coalition which sustains the government in office. And there is the executive coalition -the collection of parties which between them make up the cabinet» (Budge y Laver, 1992: 5). Únicamente asumiendo que el gobierno de coalición es aquél en el que participan dos o más partidos mediante la titularidad de carteras ministeriales, podremos considerar las diversas formas que pueden adoptar las estrategias de apoyo parlamentario a los gobiernos, sean éstos de coalición o no, minoritarios o mayoritarios.
Este criterio es el apuntado, entre otros (6), por Jordi Matas al considerar que «un gobierno de coalición puede definirse como un gobierno en donde participan distintas formaciones políticas, es decir, un gobierno en el cual hay ministros o consejeros que pertenecen a distintos partidos políticos» (Matas, 2000: 11). A este respecto es innecesario establecer requisitos adicionales tales como la necesidad de contar con un determinado apoyo del parlamento, que los partidos hayan tenido que enfrentarse electoralmente, o la presencia de una determinada motivación coalicional. Ello significa optar por una definición que simplemente permita incluir todos aquellos gobiernos en los cuales hay una dinámica inherente al comportamiento coalicional (distribución de las parcelas de poder, negociación cotidiana de la acción gubernamental, garantía de un determinado apoyo parlamentario, etc., entre distintos partidos políticos) y excluir aquellos gobiernos que no posean esta dinámica (7).
Debe tenerse presente que nuestro
objetivo es la delimitación conceptual de las coaliciones gubernamentales,
no los diferentes criterios predictivos o las tipologías que puedan
hacerse de las mismas. Así cualquier consideración respecto
del tamaño necesario, de la ubicación el espacio político
por parte de sus socios así como cualquier otra variable más
allá de la pertenencia a la coalición, en los términos
aquí definidos, carece de utilidad. Ello no impide, sin embargo,
posteriores consideraciones respecto a la dinámica que se establece
entre lo socios de la coalición (la plasmación de la negociación
en un acuerdo (8) o la distribución de las
responsabilidades ministeriales (9)) así como
entre éstos y el resto de partidos presentes en la arena parlamentaria
(10). En este sentido, entran a formar parte del
análisis la valoración de las diferentes políticas a
desarrollar (11) así como las motivaciones,
percepciones y cálculos efectuados por los partidos ante la posibilidades
coalicionales (12). En resumen, la caracterización
de las coaliciones gubernamentales como aquellos gobiernos en el que más
de un partido se encuentra presente en él mediante la titularidad de,
como mínimo, una cartera ministerial.
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(1) «El gobierno
de coalición, por tanto, ha de ser entendido como un tipo especifico
de gobierno, con sus propias reglas y convenciones, que fluyen del principio
fundamental de la coalición: el del poder compartido» (Robles,
1999: 280).
(2) «The
process of forming governments involves a relatively small number of actors
(the individual parties) competing in a largely closed and rule-bound enviroment
(the national parliament) for clearly defined goals (membership in the cabinet
primarily, but also the quantity and quality of portfolios). These features
suggest an activity where one would expect strictly maximizing behaviour to
predominate and game theory to generate valuable insights» (Warwick,
1996: 471).
(3) Los ejemplos
son múltiples y variados, si bien todos comparten la importancia otorgada
al carácter ganador del gobierno de coalición: «adoptaremos
como hipótesis de trabajo los siguientes supuestos habituales: (…)
4) Los partidos tienden a formar coaliciones ganadoras minimales en caso
de que ninguno de ellos alcance la mayoría exigida» (Carreras
y Owen, 1995: 159); «Several party criteria used in forming parliamentarian
(sic) coalitions have been formalized. In particular, it has been
assumed that office-seeking parties use some criterion of ‘size’, such as
that which leads them to form minimal winning coalitions (MWC) -coalitions
in which no superfluos partner is included. It has also been assumed that
more policy-seeking parties use some ‘policy-ideological’ criterion, such
as that which leads them to form minimal connected winning coalitions (MCWC)
-coalitions between parties that are adjacent in one-dimensional policy space.
These two criteria, MWC and MCWC, have proved to perform relatively well
for explaining the actual formation of coalition governments in parliamentary
regimes after the Second World War» (Colomer, 1996: 88-89); «en
general, puede decirse que no se forman coaliciones con un número
superfluo de miembros. Es decir, que los partidos tienden a constituir mayorías
parlamentarias ajustadas, de modo que el reparto de leyes y políticas,
cargos y otras recompensas sea lo más favorable posible a cada uno
de ellos y toque a más por cabeza. Esto permite prever con cierta
probabilidad al menos dos cosas. Primera, que cuando un partido obtenga una
mayoría parlamentaria absoluta, aunque ésta se base en una
minoría de los votos, no formará coalición con ningún
otro partido y gobernará en solitario. Segunda, que en los casos en
que ningún partido tenga la mayoría absoluta en un parlamento,
se formará una "coalición vencedora mínima", definible
como aquella coalición en la que la deserción de un partido
la convertiría en minoritaria. Es decir, no es previsible que en ningún
caso se forme una coalición de gobierno más amplia que la que
los interesados crean que vaya a ser suficiente para asegurarles la mayoría»
(Colomer, 1990: 251-252) así como «en todas estas decisiones
el nombre de la cosa "coalición" puede recibir otros nombres (pactos,
acuerdos, intercambio, alianzas…), pero el contenido gira en torno a la denominación
que introdujo el pionero en estos temas: "coalición vencedora mínima".
Este contenido, y sus posteriores matizaciones hasta la síntesis
teórica de Taylor y otras aportaciones posteriores, identifica la
coalición con una mayoría mínima en el sentido de no
incluir ningún miembro excedentario, es decir, que en su ausencia
la coalición no seguiría siendo vencedora. Se suponen dos cosas
sobre dicho contenido. Primera, los partidos se mostrarán indiferentes
ante las coaliciones no-vencedoras y preferirán aquella o aquellas
coaliciones vencedoras en las que se encuentren ellos, antes que a aquellas
en que no se encuentren. Segundo, que estar en coalición aparece identificado
con estar en el gobierno. Si no se hace así, se genera un problema
de definición, como diría Lijphart, o una serie de supuestos
irrealistas, como diría Taylor, que habría que integrar con
la introducción de supuestos ad hoc, como, por ejemplo, entender por
mayoría la cantidad superior al 40%» (Baonza, 1994: 9).
(4) Si bien es ésta
una definición aceptada por un buen numero de estudiosos, («we
say that a party is a member of a government when one or more individuals
identified with that party participate in the cabinet, this participation
being understood to commit individual members of that party to the support
of the government whenever its continued existence is at stake»
(Budge y Keman, 1990: 73) o «following de Swaan, we say that a party
is a member of a government when...» (Herman y Pope, 1973: 192),
Abraham de Swaan también incurre en una contradicción importante
al señalar que también pueden calificarse como miembros de la
coalición a los partidos que externamente apoyan al gobierno: «when
an actor is not represented in the cabinet but when he is nevertheless known
to have supportered the government consistently, and when tere are grounds
to believe that this support was based on some sort of an agreement with the
leaders of the government parties, this actor will be counted as a member
of the coalition» (de Swaan, 1973: 143).
(5) «Coalition
governments can be of three main types. The first is the Government of National
Unity, whereby most, if not all, of the main parties join together to meet
a national emergency, whether war or economic crisis.(…) The second type of
coalition is that which is a prelude to the fusion of parties. (…) The third
type may be called a power-sharing coalition» (Bogdanor, 1983: 10-12).
(6) Una de las tempranas,
y nada desencaminadas, referencias a los gobiernos de coalición en
la literatura española corresponde al diccionario elaborado por Gil-Robles
y Pérez-Serrano, en el que definen al gobierno de coalición
como «es un gobierno surgido en virtud de un pacto entre fuerzas políticas
y por el que éstas, generalmente en proporción a su importancia,
concurren a la formación del Gabinete. La coalición puede ser
fruto de un acuerdo electoral o bien producirse tras las elecciones, en el
seno del Parlamento. Normalmente se recurre a esta fórmula de gobierno
de coalición en los supuestos en que una sola fuerza política
carece del número suficiente de diputados para ver asegurada su política
dentro de la cámara» (Gil-Robles y Pérez-Serrano, 1977:
120).
(7) «...hay
que distinguir claramente entre gobiernos de coalición, gobiernos
monocolores con un pacto de legislatura y gobiernos monocolores con pactos
coyunturales. Y si bien podemos considerar que lo más importante para
un gobierno es asegurar el apoyo mayoritario del parlamento, con independencia
de si el partido o partidos que le dan apoyo están o no en el gobierno
y de si este apoyo es estable o coyuntural, lo cierto es que si no están
en el gobierno no se activa toda la lógica de actuación de
los gobiernos de coalición» (Matas, 2000: 12).
(8) «Habitualmente,
al formarse un gobierno de coalición hay una declaración conjunta
de formación de algún tipo de plataforma, junto con una profesión
de compromiso mutuo entre dichos partidos con el fin de trabajar para la ejecución
de su programa de gobierno» (Lane y Ersson, 1998: 203).
(9) «Although
all parties in a ruling coalition have some responsability for formulating
policy in all areas, some parties, by virtue of the cabinet portfolios they
control, have greater responsability in some ares than do other parties.
The distribution of that responsability, measured in terms of proportion
of cabinet portfolios controlled by a political party, is the most commonly
used indicator of the payoff received by a party in a coalition government»
(Bueno de Mesquita, 1979: 62).
(10) «If
a government can be characterized by an allocation of cabinet portfolios
between political parties, then it needs to pass an additional test, over
and above achieving majority support in the legislatures, before it can be
installed and remain in office. This test arises because political parties
cannot be forced to accept cabinet positions against their will. The consequence
of this is that a prospective cabinet also needs the assent of each of the
parties who will control at least one portfolio» (Laver y Schepsle,
1996: 50).
(11) «In
this new approach to government coalition formation we assume that only
credible proposals are taken seriously by rational political actors. Credible
proposals comprise both a set of policy promises and a portfolio allocation.
Credible policy promises, however, are constrained by the allocation of ministerial
responsabilities, since this allocation is the primary mechanism by which
policy promises are actually implemented» (Laver y Shepsle, 1990:
491) así como tambien que «a striking conclusion is that nearly
all of the real-world coalitions that form do in practice include the party
controlling the median legislator on the left-right dimension or the most
‘central’ party in a multidimensional policy space. This is a vindication
of the importance of immediate policy considerations in the formation of government
coalitions» (Budge y Laver, 1993:508).
(12) «The
parties’ perception of ‘natual’ coalition alternatives is a result of three
different -yet connected- factors. The first is their numerical size. The
second concerns their placement in the policy space, whereas the third is
their concern for electoral competitors» (Narud, 1996: 517); «I
argue that the size and position of parties in policy space, the distribution
of voters’ preferences in policy space, and political institutions (in particular,
electoral laws, legislative rules, and links between the executive and the
legislature) affect how costly it is to break, make, and maintain coalitions
and affect which cost-reduction strategies actors are likely to see as available
and potentially successful» (Mershon, 1996: 538); «Parties
can be expected to try to maneuver around or modify any costs that governing
coalitions might entail. We posit four types of costs (and benefits) of coalition:
office, policy, electoral, and bargaining payoffs» (Mershon y Hamann,
1999: 3).
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