Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Método comparativo  
 
Iván Llamazares Valdueco
Universidad de Salamanca

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Una de las peculiaridades más importantes de las ciencias sociales consiste en la imposibilidad de resolver experimentalmente los problemas más importantes planteados en esta área de conocimiento (Nohlen, 1988). Esta característica, hace imprescindible el recurso los métodos estadístico y comparativo. Por otra parte, el método estadístico, en el cual las relaciones entre los distentos elementos considerados intentan ser definidas con precisión cuantitativa, presenta dificultades considerables a la hora de ser aplicado a ciertos objetos de estudio. Esto es así debido fundamentalmente a que los problemas estudiados por las ciencias sociales se caracterizan a menudo por la escasez del número de casos y por lo elevado del número de variables intervinientes (Lijphart, 1971). En particular, los fenómenos políticos para los cuales los Estados-nacionales son las unidades básicas de análisis dificultan, aunque no imposibilitan, la utilización de análisis estadísticos. Además, en numerosos estudios, a la difícil operacionalización de ciertas variables y a su número elevado hay que añadir el hecho de que éstas actúan de formas diferentes dependiendo de la presencia o ausencia de otros elementos contextuales. De ahí que el método estadístico confronte dificultades especiales en el análisis de los fenómenos políticos. De ahí también que a menudo resulte imprescindible recurrir al método comparativo para sopesar la influencia de unos y otros factores sobre lo que se considera variable dependiente.

Desde una perspectiva "positivista" se ha considerado que la finalidad del análisis comparativo consiste en la producción de generalizaciones de orden causal referidas a las relaciones entre las variables observadas en el marco de la investigación. Las comparaciones son diseñadas a fin de evaluar el carácter de tales relaciones causales. Por tanto, las comparaciones pueden dar lugar a la comprobación temporal o a la refutación de generalizaciones de orden causal. Se comprende igualmente que el diseño de este tipo de investigación esté motivado por la definición de problemas específicos: como se relacionan unas y otras variables cuando las variables de control se mantienen constantes.

La debilidad de esta aproximación al análisis comparativo se basa, en primer lugar, en las limitaciones de las generalizaciones de orden causal en las ciencias sociales. La dificultad de establecer de generalizaciones válidas de este tipo en las ciencias sociales ha sido subrayada en numerosas ocasiones, y se relaciona básicamente con la centralidad de los aspectos cognitivos en las interacciones humanas. Tal centralidad ha sido subrayada en las reflexiones que sobre las ciencias sociales han realizado autores con perspectivas tan diversas como Karl Popper y Alasdair MacIntyre, La misma tiene que ver con los caracteres estratégicos de las interacciones humanas analizados por la teoría de juegos, y con lo que Popper ha denominado la influencia del "universo de los significados abstractos" (promesas, demostraciones, mitos, etc.) en la vida social (Popper, 1972: 230; MacIntyre, 1984: 88-108). A causa de tales factores, la revisión de las concomitancias y diferencias con que se presentan determinados fenómenos políticos sólo proporcionará información valiosa sobre las conexiones causales existentes entre estos últimos en el caso de que integre los factores intelectivos que condicionan la acción social. Por estos motivos, un análisis satisfactorio de las realidades políticas no puede agotarse en los vínculos denotados por la expresión a causa de, y exige plantear los fenómenos políticos en los términos definidos por la expresión a fin de (Bernstein, 1976: 152-167). Este hecho limita claramente las posibilidades de encontrar conexiones regulares y necesarias entre los fenómenos políticos.

Y se comprende que sea así, si se tiene en cuenta que las respuestas de individuos y actores sociales ante situaciones aparentemente similares variarán muy significativamente. De hecho, la misma enunciación de generalizaciones sobre los fenómenos sociales permitirá a los actores que sean conscientes de las mismas modificar inmediatamente su comportamiento y, por tanto, eliminar, restringir o reforzar la validez de tales generalizaciones (MacIntyre, 1984: 88-108).

Por otra parte, como han señalado distintos autores (Weber, 1990; Ragin, 1987), un fin presente en cualquier investigación desarrollada en esta disciplina consiste en la explicación de fenómenos específicos, de las causas por las que estos últimos tuvieron unas y no otras características. Por ejemplo, no sólo nos interesa establecer si existe una relación de carácter general entre determinados aspectos de la estructura social y los regímenes políticos imperantes en cada sociedad, sino también averiguar por qué ciertas sociedades específicas tienen o han tenido unos regímenes y no otros, así como entender las características singulares de las acontecimientos políticos que han tenido lugar en las mismas. El análisis comparativo de todos los casos pertinentes (aquellos en los que están presentes los factores causales que se consideran relevantes y/o los tipos de proceso o resultado político que se pretende explicar) resulta imprescindible para establecer inferencias causales de carácter general y para facilitar la comprensión de los casos específicos analizados. Sin embargo, por diversos motivos, algunos de ellos característicos de toda práctica científica (Hempel, 1960) y otros propios exclusivamente de las ciencias sociales (ver arriba), es a menudo imposible predecir el desarrollo de acontecimientos y procesos políticos específicos a partir de leyes causales de rango universal. Puesto que nuestra disposición a comprender los hechos sociales se orienta en buena medida hacia acontecimientos, objetos y procesos singulares por los que sentimos un interés especial, es claro que, en el ámbito de las ciencias sociales, la actividad investigadora no puede limitarse a la producción de normas generales y pretendidament universales.

Por estos motivos, más que como un mecanismo destinado a la producción de normas causales de vocación universal, parece conveniente concebir la comparación como un proceso orientado a la explicación de fenómenos y procesos específicos a partir del conocimiento de la existencia de vínculos (probables, más que necesarios) entre los distintos factores relevantes que configuran los fenómenos políticos. A diferencia de los análisis históricos clásicos, un análisis comparado de las características antes mencionadas se interesará por trazar vínculos generales entre los distintos fenómenos políticos a partir del análisis de los casos relevantes para nuestra investigación y a la luz de los argumentos teóricos más sólidos y coherentes con los casos analizados. Es mediante la explicitación de tales vínculos generales que los caracteres de los procesos políticos singulares que interesan a los investigadores se hacen inteligibles. Al mismo tiempo, esos mismos vínculos generales sirven para definir las aristas singulares de cada proceso político específico. En este punto confluyen las dimensiones explicativas e interpretativas del análisis de los fenómenos políticos.

En este sentido, el uso de este método en las ciencias sociales no está subordinado al propósito último de establecer generalizaciones causales de rango pretendidamente universal. Más bien, el método comparativo puede servir al fin de esclarecer procesos históricos singulares a partir de la comprobación de ciertas conexiones probables entre determinados fenómenos políticos. Es por estos motivos que la aplicación de este método de análisis debe asentarse en una comprensión crítica del estudio de la sociedad, una comprensión que eluda tanto la reificación idealista de las categorías espirituales como los riesgos inherentes a una visión puramente objetivista de los fenómenos políticos (Habermas, 1988: 20-21).


REFERENCIAS

BERNSTEIN, Richard J. (1976): The Restructuring of Social and Political Theory (Phildadelphia: University of Pennsylvania Press).
HABERMAS, Jurgen (1988): On the Logic of the Social Sciences (Cambridge, Massachusetts: The MIT Press).
HEMPEL, Carl G. (1960): "The Function of Genral Laws in History", en Patrick GARDINER (edit.): Theories of History (Glencoe, Illinois: The Free Press).
LIJPHART, Arend (1971): "Comparative Politics and the Comparative Method", en American Political Science Review, vol.65, septiembre.
MACINTYRE, Alasdair (1984): After Virtue (Notre Dame, Indiana: University of Notre Dame Press).
NOHLEN, Dieter (1988): "Método comparativo", en Román Reyes (edit.): Terminología Científico-Social (Madrid: Anthropos).
POPPER, Karl (1972): Objective Knowledge (Oxford: Clarendon Press).
RAGIN, Charles C. (1987): The Comparative Method (Berkeley: University of California Press).
WEBER, Max (1990): "La objetividad cognoscitiva de la ciencia social y de la política social" (1904), en Max WEBER, Ensayos sobre metodología sociológica (Buenos Aires: Amorrortu).


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