NÓMADAS - REVISTA CRÍTICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS
11-2005/1 | Universidad Complutense de Madrid | ISSN 1578-6730
Nova Prawica:
La anti-globalización en la encrucijada

[En torno a la Nueva Derecha Polaca]
Diego L. Sanromán
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Ideológicamente, el movimiento anti-globalización, alter-mundista o como se tenga a bien designarlo conforma un espacio de geometría fluida, difusa y difícil de aprehender. Sus delimitaciones internas son variables, móviles y, en ocasiones, renuentes a su inclusión en los esquemas categoriales de la teoría política tradicional; se diría además que en el movimiento de resistencia global cabe de todo: las prédicas de sacerdotes iluminados, los actos de sabotaje al estilo del quesero Bové y el ex–pro-situ René Riesel, el primitivismo hiperanarquista de John Zerzan y sus epígonos, los hijos y hasta los nietos y nietas del sesenta y ocho, y las menguadas tropas de los nuevos representantes de las viejas izquierdas marxistas-leninistas, trotskistas y anarquistas. Según las inclinaciones de los analistas implicados, tal multiplicidad tenderá a verse bien como riqueza irreductible, como la marca propia de un movimiento radicalmente democrático y plural, expresión más o menos micro de un orden político en el que los que mandan, mandan obedeciendo, bien como un desperdicio potencial y energético cuya capacidad real de intervención transformadora quedaría neutralizada por la ausencia de una dirección y unos objetivos claros y definidos, o bien (vía intermedia entre las dos anteriores) como un fenómeno magmático e inmaduro que pugnaría por dotarse de estructuras y formas de hacer política novedosas. Sea como fuere, lo cierto es que la extrema derecha populista y nacionalista también parece haber encontrado su hueco en la confusión, y la promiscuidad en lo ideológico ha dado vida a extraños híbridos que –al menos en apariencia- contienen genes procedentes de tradiciones políticas enfrentadas: habrá así quienes, a veces con unos escrúpulos semánticos más bien escasos, no duden en reconocerse como nacional-bolcheviques, nacional-ecologistas, ecologistas patrióticos o incluso nacional-anarquistas. Lo que es más: será justamente desde estas posiciones desde las que se afirme la incapacidad de los izquierdistas, internacionalistas donde los haya, para hacer frente al proceso globalizador, pues, al fin y al cabo -se dirá-, lo que la izquierda alter-mundista pretende no es poner freno a dicho proceso, sino invertir su sentido. Es el caso de Marcello Veneziani, autor de La Rivoluzione conservatrice in Italia (1), cuando pregunta: "¿Dónde están entonces los verdaderos enemigos de la Globalización?". Y responde: "Están en la derecha, queridos amigos. Allí, no sólo desde hoy, se combate el mundialismo y el internacionalismo, la muerte de las identidades locales y nacionales. Si es verdad, como sostienen muchos pensadores, que la próxima alternativa será entre el universalismo y el particularismo, entre globalidad y diferencias, entre cosmópolis y comunidad, entonces el antagonista de la globalización está en la derecha. Con los conservadores y los nacionalistas, con los tradicionalistas y los antimodernos, pero también en el ámbito de la nueva derecha de Alain de Benoist y de Guillaume Faye, y de los movimientos localistas y populistas" (2). La derecha, según Veneziani, estaría constitutivamente preparada para enfrentarse a una globalización a la que considera un mal en sí mismo, en tanto que el sector izquierdista del movimiento, más vistoso y aparentemente más radical, se empeñaría únicamente en denunciar el hecho de que los beneficios económicos de la globalización no alcancen a toda la humanidad. El frente de combate de los primeros se encontraría en la defensa de las tradiciones populares y de las identidades culturales arraigadas; el de los segundos, en la lucha por la extensión de lo Derechos Humanos (3).

Entre el otoño de 2001 (4) y la primavera de 2002 (5) tomaba forma la filial polaca de la Plataforma Internacional ATTAC (Association pour la Taxation des Transactions financières pour l’Aide aux Citoyens). El grupo no es muy numeroso –cuenta apenas con unos 200 adherentes-, pero en él se entrelazan líneas ideológicas de procedencia diversa. Junto a verdes, ácratas y antiguos militantes de Solidarnosc como Józef Pinior, Wojciech Gielzynski o Andrzej Gwiazda, hay quienes se inclinan por nuevas formas de nacionalismo, de tradicionalismo, de etnismo. En cierto modo, se reproducen a escala local los arabescos políticos a los que nos veníamos refiriendo más arriba. El hecho no deja de ser chocante por cuanto ATTAC se identifica como "un movimiento de ciudadanos del mundo" (6) que no duda en remitir a la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) como instancia de legitimación de sus acciones (7). Su objetivo último es someter al control político los flujos de capital y construir un sistema democrático de dimensiones planetarias: en el esquema de Veneziani caería, pues, del lado de la falsa resistencia y del alter-mundismo izquierdista. En principio, cabría interpretar la situación como un simple ejemplo de apropiación indebida o de entrismo desde la extrema derecha nacionalista (8), pero el fenómeno –nos tememos- resulta algo más complejo.

Más complejo porque no se trata tan sólo de que, como testimonia Ursula Lugowska en el artículo citado, ATTAC Polonia se haya transformado en poco tiempo en un campo de batalla entre la infiltración de la derecha nacionalista y los sectores de izquierda (fundamentalmente, los trotskistas de Pracownicza Demokracja (9)) por hacerse con el poder de la organización, o de que –como denuncia Pankowski- esa misma derecha haya conseguido apropiarse de la rama polaca de la Asociación y desviarla hacia objetivos muy alejados de su internacionalismo primigenio, sino más bien de un tentativa de trascender –todo lo lograda o inoperante que se quiera (10)- las antiguas divisiones entre uno y otro bando, generalmente desde posiciones que se asemejan a las de las corrientes ecologistas antimodernas y ninistas que ya hemos estudiado en otros textos (11). Ese nuevo ecologismo, conservador hasta el tradicionalismo, nacionalista hasta el localismo, se habría convertido, de hecho, en el punto ideológico de intersección de trayectorias políticas en principio opuestas: el lugar en el que se encuentran singladuras militantes tan diversas como las del economista verde Maciej Muskat, el joven libertario Remigiusz Okraska o el ex-fascista Jaroslaw Tomasiewicz.

Esta estrategia transversal ha alcanzado un medio de expresión privilegiado a través de la revista Obywatel Magazyn (El Ciudadano), casa editorial fundada sobre la base de la organización de igual nombre –no partidista y sin ánimo de lucro, según sus promotores- e interesada fundamentalmente "en las amenazas contra el ambiente (en términos muy amplios), la globalización y los modelos económicos alternativos" (12), que además vendría a ser una suerte de órgano semi-oficial de ATTAC Polska (13). Obywatel es un foro de discusión en el que se reúnen firmas que van desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, marcadas por una común repulsa hacia la ortodoxia neoliberal y una fuerte impronta ecologista. Entre los miembros de su equipo de redacción se encuentran el susomentado Maciej Muskat y Stefan J. Adamski, ambos dirigentes de ATTAC, Olaf Swolkien, Rafal Gorski, Carolina Bielenin y, como ya se dijo, Remigiusz Okraska y Jaroslaw Tomasiewicz. Muskat es profesor de Economía en la Universidad de Gdansk y está vinculado a la International Society for Ecological Economics (14) y a la filial polaca de Greenpeace; Swolkien, profesor de Historia de la Civilización en la de Cracovia, es uno de los principales promotores de la campaña contra la autopista A-4 (Berlín-Cracovia), dirigente de la Federacji Zielonych (Federación Verde) y Presidente del Club Político Józef Mackiewicz; Gorski, también activo en el movimiento anti-autopista, y Okraska militan en la Federación Anarquista de la misma ciudad, organización impulsora, junto al Club Józef Mackiewicz, de la Asociación Académica para una Chechenia Libre; Okraska es, además de Editor-jefe de la revista, editor de la publicación mensual Dzikie Zycie (Naturaleza Salvaje) (15), principal órgano de expresión de Pracownia na Rzecz Wszystkich Istot (Taller para la Defensa de Todos los Seres?), organización comprometida con la protección de las últimas tierras vírgenes en Polonia; por su parte, la antropóloga Carolina Bielenin, desempeña también funciones de redactora en Naturaleza Salvaje y se encuentra al frente, al igual que Tomasiewicz, de la revista etno-pluralista ZaKORZENIEnie. Pero en las páginas de Obywatel pueden leerse igualmente colaboraciones de notables de la derecha radical polonesa como Tomasz Gabis, editor de la revista revolucionario-conservadora y negacionista Stanczyk (16), o Marek Glogoczowski, miembro de la redacción de Wspolnota (Comunidad), vocero de la neofascista Polska Wspolnota Narodowa (PWN, Comunidad Nacional Polaca) de Boleslaw Tejkowski (17). Como se ve, todo un ensayo de frente único contra los desmanes de la Modernidad y el Nuevo Orden Mundial.

La propuesta de un frente semejante forma parte, como sabemos, del programa de la Nueva derecha actual (18) y se halla entre las inquietudes de quien puede pasar por el más destacado representante de un neoderechismo a la polaca: Jaroslaw Tomasiewicz. Tomasiewicz niega la validez del hegelianismo vulgar de Fukuyama y sus tesis sobre el fin de la historia y acepta implícitamente la distinción de Inglehart (19) entre valores materialistas y valores postmaterialistas para explicar los cambios sociales fundamentales en las sociedades desarrolladas contemporáneas: "[...] los días de agosto de 1991 –afirma-, aunque no significaron el fin de la historia de la humanidad, culminaron una época peculiar de esa historia. Concluía la época en la que el mayor de los problemas era procurar la felicidad de la gente satisfaciendo sus necesidades materiales y el más importante de los conflictos (cuya expresión era la rivalidad ideológica entre los igualitarios y los liberales) se relacionaba con la distribución de los bienes de consumo" (20). Y tales transformaciones habrían encontrado precisamente su traducción política en la conocida teoría neoderechista de la recomposición de los frentes ideológicos: "En los escenarios de la política interna, el conflicto entre los globalistas y los defensores de la autonomía política y la identidad cultural comienza a agudizarse. Aparece una resistencia creciente frente a un crecimiento económico autodirigido que, al tiempo que destruye el entorno natural, se transforma en una amenaza para la existencia futura de la especie humana. Tarde o temprano, estos conflictos encontrarán su expresión ideológica y tomarán el lugar de la vieja división entre la derecha y la izquierda" (21).

La Resistencia al Nuevo Orden Mundial que se está gestando procederá necesariamente –continúa Tomasiewicz- de aquellos sectores de la oposición de izquierdas y de derechas que logren replantearse sus antiguos presupuestos y sean capaces de construir una síntesis superadora de los viejos clivages. El resto irá a parar a las vitrinas de un museo etnográfico para el folklore político. Es de esperar, en consecuencia, un quiebra de la extrema derecha, que acabará por dividirse "entre los totalitarios, fascinados con la visión del imperio global, y los etnocentristas, en los que se impondrá la devoción por las tradiciones nacionales, la autonomía y las libertades". Y a la izquierda le aguarda un proceso diferenciador similar. Sin embargo y aunque no lo afirme explícitamente, Tomasiewicz -del mismo modo que Veneziani- ve a esa segunda derecha, a la derecha etno-pluralista, mucho mejor dispuesta para constituir el nuevo sujeto revolucionario que a la izquierda, pues es muy probable que esta última no sea capaz de liberarse de la enfermedad congénita del internacionalismo y busque ciegamente aliados en su lucha contra el Estado, la Iglesia y la familia "en las estructuras supranacionales del Imperio Invisible" (22).

La alternativa hay que ir a buscarla, en su opinión, en una relectura de Proudhon en clave conservadora. Tomando la obra del anarquista francés como guía, podrían fijarse los requisitos mínimos para construir esa Nueva Resistencia:

  1. En primer lugar, es preciso rehabilitar los valores fundados en la familia, la etnia o los grupos religiosos (o cuando menos –añade- debe firmarse un pacto de no agresión con los defensores de dichas comunidades naturales). En términos operativos: hay que establecer alianzas con las fuerzas tradicionalistas.
  2. En segundo lugar, hay que definir una suerte de principio de auto-contención que limite las necesidades de las poblaciones en beneficio del medio natural (23) y las libertades individuales en favor de las comunidades étnicas de acogida.
  3. El tercer punto es el más importante, aquello que, según el Alain de Benoist de finales de los setenta, conformaba la esencia de la sensibilidad derechista: la defensa de una visión pluralista del mundo que sitúe al pensamiento inconformista en posición de igualdad con respecto a la corrección política. "Sólo una sociedad pluralista y descentralizada –sentencia Tomasiewicz- puede erigirse en la alternativa a un Nuevo Orden Mundial unificado y centralizado, ese plasma informe que se alimenta de la cultura pop".
Sin embargo, la propuesta pluralista de Tomasiewicz parece ir mucho más lejos que el simple federalismo proudhoniano y se aproxima a un comunitarismo absoluto que raya en el absurdo. Pues la Nueva Resistencia diseña un nuevo espacio social en el que, en virtud de una armonía preestablecida injustificada, pueden convivir pacíficamente la familia patriarcal tradicional y las parejas homosexuales, los fundamentalistas religiosos y los movimientos contraculturales, e incluso comunidades militaristas y racistas de corte neofascista con grupos de orientación anarquista o comunista (24). Como si se tratase de líneas ideológicas divergentes que evolucionasen sin más en planos socio-políticos paralelos, sin jamás llegar a estorbarse ni enfrentarse, y no –como es el caso- de posiciones políticas cuya identidad se construye necesariamente en negación belicosa de las unas con respecto a las otras. Ni siquiera el Alain de Benoist de los últimos años lleva la lógica comunitarista hasta tales extremos.

La propia trayectoria de Tomasiewicz se diría guiada por esa voluntad de transversalidad y por la estrategia de construcción de un frente anti-sistema capaz de reunir las energías tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda revolucionarias. Tomasiewicz comparte con la mayoría de notables de las Nuevas derechas europeas una primera socialización política en el campo de la derecha neofascista. Fundador de la organización Przelom Narodowy (Ruptura Nacional) y muy activo entre los skinheads nacionalsocialistas a comienzos de los años noventa, colabora de forma habitual en órganos como la revista antisemita Mysl Narodowa Polska (Idea Nacional Polaca), publicada por el citado Tejkowski, Krzyzowiec (Cruzado) o –más recientemente- Templum, vinculada al Narodowe Odrodzenie Polski (NOP, Renacimiento Nacional Polaco) (25). Su firma es reclamada también por publicaciones neoderechistas de todo el continente: la británica Perspectives, las alemanas DESG-Inform y Junges Forum o la belga Vouloir acogen varias de sus intervenciones meta-políticas. Pero al propio tiempo, Tomasiewicz procura no descuidar a los rebeldes de la otra orilla y difunde sus propuestas de Tercera Vía entre organizaciones y revistas de tendencia ácrata (26) y ecologista. Finalmente, la estrategia transversal adquiere forma organizativa en la Stowarzyszenie Wspierania Kultur Etnicznych (Asociación para el Mantenimiento de las Culturas Étnicas), que se expresa a través del boletín etno-pluralista Zakorzenienie (27)(Enraízamiento o Arraigo), en la que también se hayan implicados muchos de los redactores del Obywatel Magazyn. La Asociación enarbola los estandartes de la Ecología patriótica, el patriotismo ecológico (Jacek Kolbuszewski) (28) o el etno-pluralismo, y se dice defensora de una democracia de base, orgánica y arraigada y de la revitalización de las culturas tradicionales y los dialectos locales.

La idea del patriotismo ecológico se inspira probablemente en el patriotismo del paisaje de Józef Mackiewicz (29) –junto a Stoigniew Jan Stachniuk, uno de los principales referentes intelectuales de la Nueva derecha polaca-, cuya definición aparece esbozada en su obra Lewa wolna (30). Allí Mackiewicz traza la distinción entre tres tipos de patriotismo: el Patriotismo Nacional, el patriotismo doctrinario y, en fin, el patriotismo del paisaje, del que se declara valedor. El primero –afirma- se interesa tan sólo por la gente que puebla el paisaje, pero no por el paisaje en sí mismo; el patriotismo doctrinario, sin embargo, no se preocupa ni por los pueblos ni por los paisajes; en tanto que el último es el único capacitado para hacerse cargo de lo uno y de lo otro y para reconocer cómo paisaje y cultura se hayan inextricablemente entrelazados (31). En cierto modo, el patriotismo del paisaje de Mackiewicz se adelanta a la visión integral de la deep ecology que ya hemos tratado en otro lugar (32).

Por su parte, los principios fundamentales del etnopluralismo quedan fijados en el llamado Manifiesto Etnopluralista (33), redactado por Tomasiewicz y que recogemos al final de este artículo en forma de apéndice, y sintetizados en un breve documento intitulado Algunas palabras para el bio-regionalista (34). Etnopluralismo –se dice- no es fascismo. "Nosotros no discriminamos el territorio (place) de la cultura (etnicidad). Un territorio, un entorno constituyen obviamente la base. Pero si la gente vive junta en unas condiciones específicas (diferentes de las de otros lugares), también crea una cultura específica: una cultura étnica. Aquí, en Europa, las regiones están inseparablemente ligadas a sus culturas particulares. Probablemente en Norteamérica no existen vínculos tan fuertes entre cultura y territorio: su sociedad es más homogénea. No somos en absoluto unos entusiastas del Estado (algunos de nosotros somos anarquistas) ni de la nación-Estado. Sabemos que el Estado nacional extermina las identidades regionales y las autonomías de manera similar al modo en que el Super-Estado global extermina la identidad nacional y la soberanía. Por eso apoyamos tanto la resistencia nacional como la resistencia regional contra el globalismo. En nuestra opinión, la línea del frente se encuentra hoy en la nación-Estado, pero mañana estará en la región. La nación-Estado está agonizando y, en consecuencia, no consideramos que, en las actuales circunstancias, sea nuestro principal enemigo. Nuestro apoyo a las culturas étnicas –TODAS las culturas étnicas- es no sólo un apoyo a las identidades regionales (en Polonia, por ejemplo, la Alta Silesia) y de las minorías (por ejemplo, los ucranios), sino también a las identidades nacionales (polaca). Aquí, en la Europa del Este, el término nación tiene un sentido diferente al que tiene en Europa occidental. Una nación europeo-oriental no es una comunidad política (Estado), sino cultural (lenguaje, conciencia, etc.)." Este breve fragmento recoge en pocas palabras las tesis neoderechistas básicas sobre la diversidad cultural, las patrias carnales (Jean Mabire) y los vínculos esenciales entre la tierra y el pueblo (Pierre Vial), posiciones que la Nouvelle droite ha defendido, con ciertas diferencias de matiz, desde sus comienzos, y que se han ido acendrando y perfilando con las incorporaciones de elementos ecologistas, comunitaristas e incluso procedentes de cierta tradición anarquizante francesa (de ahí la referencia a Proudhon) desde finales de los años ochenta y, sobre todo, durante la década de los noventa y los primeros pasos del siglo XXI. E incluye las mismas insuficiencias y contradicciones que cabe achacarle a la producción literaria de aquélla: verbigracia, la inconsistente redundancia contenida en la expresión cultura étnica, cuya única función parece ser subrayar la diferencia entre las culturas arraigadas de las comunidades naturales citadas más arriba y la cultura cosmopolita y sin raíces, a la americana, más propia de la Modernidad, a la que le convendría mejor el nombre de anti-cultura. Esencialismo o integrismo étnico que además deja sin esclarecer –como ocurre con el imperio-federalismo de Alain de Benoist, por otro lado, y como ya hemos mencionado al analizar otros textos de Tomasiewicz- cómo es posible armonizar identidades culturales virtualmente incompatibles.

Una organización cercana a Zakorzenienie es la Agrupación para la Tradición y la Cultura Niklot (35). La Agrupación, fundada en la ciudad de Varsovia en 1997, debe su nombre a cierto héroe de la resistencia eslava contra la germanización y la cristianización en el Meklenburgo del siglo XII. Su principal dirigente es Tomasz Szczepanski, que parece haber seguido un trayectoria política inversa a la de Tomasiewicz: pasa por el Partido Socialista Polaco en los años ochenta, por el KPN (36) en los noventa y termina por militar en el nacionalismo neo-pagano a finales de la década. Sin embargo, el grueso de sus miembros más jóvenes procede de los ambientes skinhead y black metal, y entre sus dirigentes se encuentran activistas del Front Polski (Frente Polaco), un pequeño partido ultra-nacionalista dirigido por el escritor y laureado traductor de Ciencia Ficción Lech Jeczmyk y por el almirante retirado Marek Toczek (37). Su orientación ideológica fundamental remite al pensamiento nietzscheano, a la Nueva derecha europea y a Stachniuk (38) y el grupo Zadruga (39). Niklot combina a partes iguales la militancia política y la actividad metapolítica y publica las revistas Tryglaw y Odala, de la que es responsable la sección de la ciudad de Stettin y en la que se hace notar el influjo de Julius Evola.

Stoigniew Jan Stachniuk (1905-1963) y Zadruga son, precisamente y como hemos señalado más arriba, otro de los antecedentes o referentes doctrinales básicos de esta Nueva derecha polaca. El grupo y la revista del mismo nombre se fundan en 1937 y se mantienen activos hasta el año 1949, en que son disueltos por los comunistas. El economista Stachniuk es uno de sus fundadores y su principal guía espiritual. Muy marcado por la obra de Nietzsche, su pensamiento influirá en organizaciones pro-nacionalsocialistas polacas del estilo de Miecz i Plug (Espada y Arado) o el RONS de Eryk Skowron (40). Robert Steuckers valora así el legado de Stachniuk: "El fanatismo del mesianismo católico polaco no habría provocado las divisiones sucesivas de Polonia entre rusos, austriacos y alemanes si hubiese triunfado una ideología como la del movimiento Zadruga y el filósofo Jan Stachniuk. Stachniuk quería un mundo regido por un principio comunitario (Comunidad = Zadruga, en eslavo antiguo), que permitiese a las etnias del territorio polaco convivir las unas con las otras. Stachniuk se declaraba pagano y socialista etnista; una posición que resolvía dos problemas. Por un lado, conducía a una deconstrucción de los antagonismos suscitados por la Iglesia y el mesianismo polaco. Por otro, "autarquizaba" a las comunidades y las ponía al abrigo de los grandes circuitos financieros cosmopolitas" (41). Baste comparar lo trascrito aquí con los textos citados supra para certificar la cercanía de empresas como Niklot y Zakorzenienie a movimientos de clara coloración fascista del período de entreguerras como Zadruga.

La herencia de Zadruga se hace notar de hecho en la mayoría de los grupos y personalidades ligados a la Nueva derecha polaca. Se produce también aquí –como en el caso francés o alemán- una tentativa de recomponer una tradición de derecha radical, negada en primer lugar por las corrientes fascistas triunfantes y más tarde silenciada por la victoria de los aliados, a la que se considera (emic) al margen o más allá de las oposiciones políticas típicas de la Modernidad. En este sentido destaca la casa editorial Toporzel (42), que hasta hace poco tiempo aún mantenía lazos personales con la Zadruga de entreguerras. Entre los miembros de su equipo dirigente se encontraba, por ejemplo, Antoni Wacyk (1905-2000), coetáneo de Stachniuk y parte activa del comité editorial de la revista de la organización. En la obra de Wacyk domina también la vena nietzscheana, neopagana y ácidamente crítica con el influjo del cristianismo católico en el espíritu nacional polaco. Así, en su libro Sobre el carácter nacional polaco (43), se culpa al cristianismo y a la Iglesia por sus falsos valores (culto a la sumisión, la debilidad y la muerte) y por su empeño en destruir la filosofía, las tradiciones y la religión de los pueblos eslavos, un empeño que sería –a su ver- el principal causante de la debilidad de Polonia y de su dependencia con respecto a las grandes potencias económicas; mientras que en Filosofía polaca (44) Wacyk ofrece los lineamientos básicos de una alternativa pagana al dominio católico: la religión pagana debe centrarse –en su opinión- en la experiencia mística y excluir cualquier tipo de pompa ceremonial y, desde luego, la mediación de profesionales en la relación del pueblo con lo sagrado (45). Con el fin de traducir a la práctica las propuestas teológicas de los zadrugistas, Toporzel crea en los ochenta la Sociedad de Amigos de la Cultura Eslava (Towarzystwo Milosnikow Kultury Slowianskiej), que a finales de la década realiza algunos rituales paganos, y en los noventa la llamada Unión por la Escuela Mundial (Stowarzyszenie na rzecz Swieckosci Szkoly) (46).

Pero la influencia de Zadruga ha transcendido, como ya insinuamos, la existencia de sus componentes originarios. Otra organización que se reconoce en el proyecto zadrugista de los años treinta es la Sociedad para la Religión Autóctona (Zrzeszenie Rodzimej Wiary, ZRW). Fundada -al igual que Toporzel- en la ciudad de Wroclaw en 1994 por Stanislaw Potrzebowski, miembro del Movimiento mundial en favor del Apartheid y autor de una obra sobre Zadruga publicada en Alemania a comienzos de la década de 1980 (47), y Stanislaw Czarnowski, colaborador habitual del skinzine neonazi Blyskawice, cuenta con alrededor de un centenar de adherentes y se caracteriza por su orientación racialista (defensa y exaltación de lo ario) (48). La ZRW está asimismo integrada en el World Congress of Ethnic Religions, que trata de reunir a organizaciones afines de los cinco continentes (49).

Revistas como Zywiol (Varsovia) (50)y partidos como la Unia Spleczno-Narodowa (Unión Social-Nacional, USN) recogen igualmente ese legado. El eslabón que une ambos proyectos es la figura de Andrzej Wylotek, director de la publicación y uno de los dirigentes del partido. La USN fue fundada en 1992 por el empresario germano-polaco Antoni Feldon, junto a B. Bujalski, A. Roehm y el propio Wylotek. Su programa político se mostraba partidario de la implantación del capitalismo en suelo polaco y de la democracia, muy influido por el pensamiento de Stachniuk, crítico con respecto al catolicismo y defensor de un nacionalismo moderado. Durante su breve existencia (se disuelve en el año 1997), el USN trabajó codo con codo con el pilsudskiano KPN y con la organización populista Samoobrona (Autodefensa) de Andrzej Lepper. Publicaba además el Magazyn Militaria, que también se hacía cargo de la cuestión ecologista (51).
 

Concluyendo

Ahora bien, el caso de Polonia no es único. Ha de tomarse, más bien, como muestra de una recomposición estratégica de mucho mayor alcance (52) o, si se quiere, como un laboratorio en el que la otra Europa ensaya las posibilidades de una nueva síntesis antisistémica. La cuestiones que han de plantearse a partir de aquí son si esa síntesis es realmente tan novedosa, cuál es su sentido último y si, en verdad, se trata de una auténtica superación de las viejas divisiones ideológicas paridas por la Modernidad. Respecto a lo primero, se hace preciso recordar –una vez más- que tales tentativas de superación ya se produjeron en el pasado: el Fascismo en Italia, el Nacional-socialismo en Alemania o el Falangismo en España, por citar tres ejemplos conocidos, se autopercibían como movimientos políticos que se encontraban al margen y más allá de los modelos alternativos del capitalismo y el comunismo; "ni de izquierdas, ni de derechas", como había afirmado Valois allá por el año 1927. Sin embargo, se hace también necesario dejar de pensar en la extrema derecha actual, de inspiración neofascista o no, como una tendencia política sencillamente reaccionaria que habría quedado atrapada en la repetición ritual y folklórica de los gestos y lemas de antaño. Nazis, rexistas, franquistas o arrebatados seguidores de Codreanu los sigue habiendo, desde luego, pero son muy minoritarios en términos demográficos y completamente estériles desde un punto de vista teórico o doctrinal. La situación de las Nuevas derechas europeas parece ser justamente la contraria: no sólo han sido capaces de expandirse por todo el continente e incluso fuera de él, sino que además han sabido ir transformando su discurso al ritmo que marcan los tiempos y de dar respuestas alternativas a las propuestas de los neoliberales o de las izquierdas. Respuestas que no dejan de mirar al pasado, sin duda, pero siempre con la intención de reconstruir una tradición de derecha revolucionaria o tercerista, como se dirá en ocasiones, que –según sus valedores- habría logrado escapar de las insuficiencias y las histerias de los fascismos triunfantes, de ahí que –por no alejarnos del caso que nos ocupa- los neoderechistas polacos no duden en reconocerse en figuras como Mackiewicz o Stachniuk o en el movimiento Zadruga. Esta tensión entre las exigencias del presente y la apelación a las autoridades de otros tiempos se da en cualesquiera corrientes ideológicas, y no vemos por qué la derecha radical debería ser una excepción.

Pero, entonces, ¿es posible seguir hablando de fascismo? ¿Las transformaciones doctrinales sucesivas no habrán alejado definitivamente a la Nueva derecha de sus orígenes en el neofascismo de posguerra? Los propios neoderechistas lo perciben así: el fascismo al que cierta izquierda se refiere de continuo no sería más que un monigote para espantar a los más cándidos e incautos. ¿Puede darse un nuevo fascismo resistente, rebelde y reactivo en lugar de imperialista y expansivo? ¿Un fascismo ecologista y más preocupado por la crítica cultural que por la acción política pura? ¿Un fascismo al que incluso repugnase la antigua veneración por el Estado? Sí, si se acepta el criterio definitorio mínimo que establece, por ejemplo, Roger Griffin: fascismo equivale a ultranacionalismo palingénetico populista (53), y es un género ideológico-político en el que se subsumen varias especies distintas. Este fascismo posmoderno es un fascismo micro-político, que fía en el retorno a los dioses antiguos de la comunidad étnica (palingénesis) y a la calidez del terruño, por lo que no extrañará que apele a cierta tradición socialista anarquizante que nace en Proudhon y Sorel (54). En este sentido, pueden también reclamarse defensores de la democracia (populismo), ahora bien, de una democracia previa y más profunda (en el sentido de más arraigada en el espíritu de la Etnia) que la falsa y decadente democracia liberal del modelo dominante. Aunque en esencia, los objetivos sigan siendo los de antaño: la salvaguarda de la pureza incólume del Volksgeist. Y es imprescindible establecer los referentes intelectuales y las fronteras ideológicas de estas nuevas derechas por cuanto lo que parece hallarse en juego es la hegemonía en el seno del movimiento de resistencia global. Veneziani lo deja claro en el fragmento ya citado y Alain de Benoist no duda en presentar el etno-pluralismo neoderechista como la única respuesta antropológicamente veraz –o fundada- a la globalización capitalista (55). Frente a la multitudo espinosiano-negriana, los pueblos; contra la dispersión informe del bougisme (56), el firme asentamiento en las propias raíces culturales.


Apéndice: El Manifiesto Etnopluralista

(Jaroslaw Tomasiewicz)

I

Todo hombre tiene una necesidad natural de identificarse con un grupo. Sólo una parte de nuestra personalidad puede ser creada por nosotros mismos. El resto procede de otra gente en forma de cultura.

II

Las personas desarraigadas –es decir, arrancadas de la cultura que es típica de su comunidad- están perdidas en el mundo. Tal situación empobrece su personalidad. Sin el sostén de la cultura –identidad de grupo- el hombre puede ser fácilmente manipulado por la autoridad, y sigue de manera inconsciente las imposiciones de la moda.

III

La libertad del hombre se expresa en su derecho a preservar su identidad y su diferencia. De este modo, el derecho de un grupo a preservar su identidad cultural es resultado (en cierto modo) del derecho de todo individuo a preservar su identidad individual.

IV

Puesto que se trata de un vínculo necesario en la solidaridad social, la identidad del grupo es un valor autónomo. La libertad ilimitada para cambiar la identidad de alguien conlleva el caos en la existencia del grupo, debilita su unidad y facilita la asimilación de las comunidades pequeñas por las grandes. La elección de la identidad no debe sólo depender del individuo, sino que tiene que ser aceptada por los otros miembros de su grupo.

V

Las identidades grupales –culturas- pueden generarse a partir de diferentes fundamentos, pero la forma más común de identidad grupal es la identidad étnica (nacional, regional, tribal). En consecuencia, tales identidades no son imaginarias ni hipotéticas, sino reales.

VI

Las culturas que surgieron a través de las transformaciones históricas de las comunidades naturales se basan en la tradición. Romper con la tradición conduce siempre a la pérdida de la propia identidad cultural, lo que equivale a la alienación de los individuos y la desintegración de la comunidad. Esta es la razón por la que, a pesar de que no deseamos el estancamiento o la petrificación del status quo, exigimos que se reconsidere nuestra idolátrica relación con el progreso, que no es bueno por sí mismo. Las formas probadas, tradicionales, son mejores que los experimentos realizados con organismos vivos. La sociedad debe desarrollarse, pero los cambios deben adoptar la forma de transformaciones evolutivas y no forzadas. No deben conducir a la interrupción de la continuidad cultural.

VII

La diversidad del ser humano es un hecho fuera de toda discusión. Se manifiesta en todas las áreas de la existencia humana. La abundancia del ser es un valor crucial que debemos defender. Al proteger dicha abundancia, defendemos al mismo tiempo tanto la riqueza y la diversidad del mundo que nos rodea como la libertad auténtica del grupo (la comunidad no puede ser libre si no es consciente de su independencia). Y lo que es más: al estar enraizados en una cultura específica, somos más sensibles a la unicidad de las demás culturas. Todas las culturas resultan igualmente extrañas e indiferentes para los desarraigados. En tales situaciones, no podemos hablar de tolerancia, sino tan sólo de ausencia de una identidad propia.
 
NOTAS

(1) SugarCo Edizioni, Milano, 1987.
(2) Marcello VENEZIANI, El antiglobalismo de derecha, disponible en Internet: http://foster.20megsfree.com/56.htm [Cit. 02/05/04].
(3) Ib.
(4) Ursula LUGOWSKA, Pologne: Le mouvement anti-mondialisation, 02-09-2004, disponible en Internet: http://www.forumcivique.org/.
(5) Rafal PANKOWSKI, Poland: Far right hijacks anti-capitalist group, Searchlight magazine, Julio de 2002, P. 30-1, disponible en Internet: http://www.projektwerkstatt.de/debatte/rechts/querfront_global.html.
(6) Así lo define Luis EDO, Presidente de ATTAC Cataluña, en su Presentación al volumen colectivo ATTAC. Contra la dictadura de los mercados: Alternativas a la mundialización neoliberal, Icaria / Más Madera, Barcelona, 2001, P. 11.
(7) Otro Mundo es Posible: manifiesto de ATTAC España, Ib., P. 159.
(8) Así lo hace Rafal Pankowski, dirigente de la organización anti-fascista Nigdy Wiecej (Nunca Más), en el artículo citado.
(9) Democracia Obrera.
(10) Ursula LUGOWSKA, Loc. Cit.
(11) Ver La Nueva derecha y los nuevos movimientos sociales: Anti-globalización, liberación homosexual y ecología. También la sección dedicada al eco-fascismo en. Alemania. Las bases culturales de una nueva Revolución conservadora, en Diego L. SANROMÁN, La Nueva Derecha. ¿Reconstrucción del ideario fascista en la vieja Europa o alumbramiento de un nuevo paradigma político? (aún inédito).
(12) http://www.obywatel.org.pl/index.php?menu=26&tworca=1.
(13) Rafal PANKOWSKI, Loc. Cit.
(14) Remigiusz OKRASKA, At the service of Neo-liberals, disponible en Internet: http://lists.village.virginia.edu/cgi-bin/spoons/archive_msg.pl?file=aut-op-sy.archive/aut-op-sy.0307&msgnum=54&start=8142&end=8528 [Cit. 21/02/04].
(15) http://www.pracownia.org.pl/dzikiezycie/index.php.
(16) Sobre Stanczyk: An Iconoclastic Polish Journal, Institute for Historical Review, http://www.ihr.org/jhr/v16/v16n4p37_Weber.html.
(17) Rafal PANKOWSKI, Ib.
(18) Ver Izquierda, derecha y más allá. La cuestión del Nuevo Paradigma, en Diego L. SANROMÁN, Op. Cit. También: Alain DE BENOIST, Dernière année, L’Age d’Homme, París, 2000.
(19) Vid. Ronald INGLEHART, El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas, CIS / Siglo XXI, Madrid, 1991. Traducción de Sandra Chaparro Martínez.
(20) Jaroslaw TOMASIEWICZ, An Alternative to the American Empire of the New World Order  http://www.attackthesystem.com/alternative.html.
(21) Loc. Cit.
(22) Ib.
(23) Esta es una reivindicación recurrente también en el movimiento ecologista de izquierdas. Ver Jorge RIECHMANN, Todo tiene un límite: Ecología y transformación social, Editorial Debate, Madrid, 2001.
(24) Loc. Cit.
(25) El NOP, fundado en el año 1981, es una de las organizaciones neofascistas más activas y la más antigua en la Polonia post-bélica. Está integrada en la Tercera Posición Internacional, a cuyo frente se encuentra el terrorista negro italiano Roberto Fiore. Dirección URL: http://www.nop.org.pl/.
(26) Por ejemplo, el fanzineInny Swiat, Otro Mundo.
(27) http://www.zakorzenienie.most.org.pl/.
(28) J. KOLBUSZEWSKI, Ekologia patriotyczna – Patriotyzm ekologiczny, http://www.zakorzenienie.most.org.pl/ns_eie/index.htm.
(29) Józef MACKIEWICZ (1902-1985), periodista y novelista polaco cuya producción literaria está marcada por una fuerte impronta anti-comunista y ecologista avant la lettre. Acusado de colaboracionista nazi por los soviéticos y criticado por ciertos sectores de la derecha polaca, puede ser considerado también como un pionero del tercerismo y el etnopluralismo neoderechistas. Nace en San Petersburgo, pero en 1907 –cuando sólo cuenta cinco años- su familia se traslada a Wilno (Polonia). Estudia en la Universidad de Varsovia y participa como voluntario polaco en la guerra polaco-soviética de 1920. En 1922 comienza a colaborar con el periódico Slowo (La Espada) y continúa trabajando como periodista hasta que, tras la guerra, se ve obligado a emigrar: primero a Roma, después a Londres y, finalmente, a Munich, donde fallece en 1985.
(30) Józef MACKIEWICZ, Lewa wolna, Kontra, Londres, 1981.
(31) Olaf Swolkien, Józef Mackiewicz – Patriot of the Landscape, Zielone Brygady Sep. ’95. Disponible en Internet: http://www.zb.eco.pl/gb/22/mackiewi.htm [Cit. 02/05/04].
(32) Ver La Nueva derecha y los nuevos movimientos sociales: Anti-globalización, liberación homosexual y ecología, Op. Cit.
(33) http://www.zakorzenienie.most.org.pl/english/index.htm.
(34) http://www.zakorzenienie.most.org.pl/english/index.htm.
(35) http://www.niklot.org/.
(36) Konfederacja Polski Niepodleglej: Confederación para una Polonia Independiente.
(37) Piotr WIENCH, Neopaganism in Central-Eastern Europe, http://vinland.org/heathen/pagancee/[Cit. 02/05/04].
(38) Sobre Stachniuk: Jaroslaw TOMASIEWICZ, Jan Stachniuk - nazista czy "narodowy bolszewik"?, http://www.republika.pl/adnikiel/stachniuk.html [Cit. 22/01/04].
(39) J. TOMASIEWICZ, El neopaganismo polaco, DSEG-Inform, Hamburgo, Nº 3-5 / 2001. [Traducción italiana en http://it.groups.yahoo.com/group/witchforever/message/1457].
(40) Por más que, como indica Tomasiewicz, el propio Stachniuk participase en el movimiento de resistencia contra el nazismo. Loc. Cit.
(41) Robert STEUCKERS, Le christianisme, facteur de division en Europe, Synergies Européennes, Espace Nouveau, mayo de 1990. Disponible en Internet: http://foster.20megsfree.com/144.htm [Cit. 21/01/04].
(42) http://www.toporzel.gower.pl/.
(43) Antony WACYK, O polski charakter narodowy, Wydawnictwo TOPORZEL, Wroclaw.
(44) Antony WACYK, Filozofia polska. Zadruga, Wydawnictwo TOPORZEL, Wroclaw.
(45) Piotr WIENCH, Loc. Cit.
(46) J. TOMASIEWICZ, Loc. Cit.
(47) S. Potrzebowski, Zadruga. Eine völkische Bewegung in Polen, Institut für Angewandte Sozialgeschichte, 1982.
(48) Ib.
(49) El WCER fue creado en la ciudad lituana de Vilnius en el año 1998 por iniciativa de delegados procedentes de 16 países. Además de por el ZRW, el Congreso está formado por las belgas Traditie y La Société d’Études Polythéistes, que publica la revista Antaios (Ver, más arriba, La Nueva derecha belga. Hacia una Internacional neoderechista), la alemana Der Eldaring, la lituana Romuva, la noruega Foreningen Forn Sed, la ucraniana Pravoslavya, la Unión de Comunidades Eslavas de Rusia y la estadounidense The Troth.
(50) Piotr WIENCH, Loc. Cit.
(51) J. TOMASIEWICZ, Loc. Cit.
(52) Recomposición cuya génesis puede rastrearse en algunos textos del Dominique Venner de comienzos de los años sesenta: véase Dominique VENNER, Sur un nouveau phénomene révolutionnaire, en Défense de l’Occident, 26-11-1962, P. 46-52. También Pierre MILZA, Fascisme français. Passé et Présent, Champs / Flammarion, París, 1987.
(53) The Palingenetic Core of Generic Fascist Ideology. En Alessandro Campi (Ed.), Il fascismo e i suoi interpreti, Antonio Pellicani, Roma, 2000.
(54) Apelación, como es bien sabido, que tampoco resulta nada novedosa.
(55) Alain DE BENOIST (Robert DE HERTE), L’altermonde, editorial del Nº 111 (enero de 2004) de la revista Éléments (Le retour d’Orphée).
(56) Paul Masquelier, Résister au bougisme avec Pierre-André Taguieff, Éléments Nº 111.

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