NOMADAS.2 | REVISTA CRITICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS | ISSN 1578-6730

Algunas ideas sobre la coherencia
[Javier Romero Tamayo]

Coherencia df= Conexión, relación o unión de unas cosas con otras. Co- df= preposición equivalente a con y que indica unión o compañía. Así, el significado de la palabra co-herencia podría intuirse, ajenos al diccionario oficial, como herencia colectiva, relacionado con tradición y con propiedad.
1.NOMBRES
2.COHERENCIA
3.POR ESO, DIOS
4.ESENCIA
5.EL LENGUAJE
6.UNA POESIA
7.EL MURO
8.POR ESO, EL ESTADO

1
Nombres

Uno ve lo que le rodea y lo simplifica en objetos. Es fácil suponer las primeras visiones de la vida como un mosaico, un todo indiferenciado al que el niño se acerca con la boca y las manos, suponiendo que el mundo y él son la misma cosa. El mundo empieza a cambiar hacia las formas y la geometría al ritmo con que el niño puede asir distintos objetos, partes del cuadro original que van separándose para tener, en adelante, entidad propia. Los vínculos primarios entre el niño y la madre irán desapareciendo y el niño quedará alejado para siempre del mundo y sus objetos, proceso para el cuál los nombres de las cosas ayudan a manejar estas en la mente para que sea posible moverse entre ellas sin tener que explorarlas cada vez que son vistas.

Nuestro ojo manda información desordenada a esa habitación llena de códigos que es el cerebro, donde se determina si hay algún objeto no registrado entre esa información, o a qué puede este parecerse; si su forma es útil al fin de ese objeto, etc. Así hasta que la imagen vista está inventariada lo suficiente como para arrastrarnos por la realidad sin el peligro de lo nuevo. La simplificación consiste en desmembrar un fondo inaccesible y suponer un comportamiento a cada una de sus partes.

Creemos entender el mundo cuando sólo lo tenemos clasificado, descrito.

Me aterra la palabra de los hombres.
¡Lo saben expresar todo tan claro!
Y esto se llama "perro", y eso, "casa",
y el principio está aquí, y allí está el fin.
Me espanta su decir, su juego en broma;
saben todo lo que es y lo que fue:
no hay montaña para ellas asombrosa;
su hacienda y su jardín lindan con Dios.
Siempre os he de avisar: no os acerquéis.
Me encanta oír las cosas cómo cantan.
Las tocáis: y ellas son mudas y quietas.
Vosotros me matáis todas las cosas.

Rilke (1)

Rilke nos invita a jugar a algo: acercarnos a las cosas e imaginar que no tienen nombre. Todos los malditos días lo conocemos todo. Los nombres nos separan de las cosas, las anuncian ya de lejos y, después, para qué acercarnos. A nadie le gusta saber el final de una película, de un libro, pues no es el final lo que importa, sino ver la obra entera, igual que el viaje a Ítaca. Los nombres nos anuncian el final de la cosa. Sin su nombre la cosa apetece más, uno se acerca y lo mira todo, repara en todo con ansia como si quisiera beberlo, uno apoya su vista en todos los objetos y se siente más vivo, porque ha de usar su mente y registrar el mundo sin nombres utilizando todos los sentidos con los que aprehendemos los objetos.
 

2
Coherencia

La construcción intelectual que consiste en el intento de suponer que todo el Universo se ajusta a coherencia es la gran mentira del hombre, mentira inevitable que viene de muchos sitios.

Viene de mentes ilimitadas; el cerebro es un órgano que se piensa a sí mismo, es una puerta al infinito. Pero el infinito es demasiado grande, incluso a nuestro cerebro, demasiado grande a nuestro corazón.

Buscamos/suponemos la coherencia en todo. Pensemos en la evolución: Cuando habla un científico acerca de un pájaro, de una flor, de un río y sus especies, de un insecto, de todo, habla de equilibrio. Suponemos la coherencia y suponemos que el pájaro está para comer el insecto que en la flor se alimenta, para llevar sustancias de una flor a otra, para que nazcan más flores que los animales se coman. Suponemos que los animales están PARA morir y alimentar a otros animales, a la tierra; que el río está para ir al mar, para que luego el agua se evapore y vuelva a la tierra, y luego PARA que vuelva al río desde la tierra.

Suponemos la coherencia y decimos que un animal tiene así el pico PARA poder comer mejor una especie de insectos que, de otra manera, crecería demasiado y destruiría la vegetación de la que se alimenta otro animal muy grande que cuando defeca da casa y alimento al insecto del que se alimenta el primer animal.

Suponemos hasta que el orgasmo apareció en algún momento de la prehistoria en algunas hembras predecesoras de nuestras madres como premio a una actividad que permite la reproducción de una especie.

Suponemos la coherencia y creemos cosas tan extrañas como la teoría del gen egoísta, según la cual, la función primordial de un organismo es siempre reproducirse.

Ciertamente, puede haber equilibrio entre algunas cosas: un equilibrio (aunque dinámico) en el cual, la actividad desarrollada por un organismo conviene a la existencia de otros; pero es estúpido pensar que unos organismos están PARA los otros.

Una especie no tiene unas características biológicas determinadas PARA hacer frente al medio que le rodea, sino que existe en el medio que le rodea PORQUE sus características (adquiridas por culpa de mutaciones genéticas) han sido compatibles con la existencia. Dicho de otra forma, una especie existe, simplemente, porque no ha desaparecido.

No hay un equilibrio en la naturaleza en el sentido de que exista una relación causal entre los diferentes hechos. Si hay un equilibrio, no es más que una combinación casual de hechos, combinación de elementos que azarosamente se relacionan. Las especies se encuentran y algunas sobreviven, otras desaparecen, así se configura un medio natural.

Cualquier científico sabe que una mutación es un hecho casual que si conviene a la especie, fortalecerá al individuo afectado y su reproducción se asegurará mejor que la de los otros, "asentándose" la mutación en la especie. Si dicha mutación da una ventaja comparativa al individuo que la sufre respecto a los otros, es fácil que este sobreviva mejor, y, por tanto aparezca la especie más integrada en el medio. De manera que la naturaleza es un campo de validación de hechos caprichosos y totalmente azarosos. Cualquiera sabe esto, pero a nuestra mente se le escapa pensar en una combinación de hechos casuales que dure millones de años; pensar en algo imprevisto, desordenado y caótico; en algo que no ha sido proyectado. Vemos el resultado final, nosotros mismos, la naturaleza, todo el universo, un montón de elementos que se sirven unos a otros (yo más bien diría que se soportan unos a otros) y no podemos pensar sino que es un resultado final, un fin. Vemos una infinita combinación de cosas y entendemos que estaban pensadas (dado que se relacionan tan bien que casi parece que hablaran entre ellas y que se ayudaran unas a otras). Suponemos coherencia, que somos un resultado y, por supuesto, se le escapa a nuestra mente que no somos un fin, sino un momento más en una evolución infinita. Si creemos que somos un fin, creemos que estabamos pensados, y que el camino de la naturaleza hasta todo lo que vemos ha debido ser proyectado por algo superior.

Si somos un resultado, cómo entender que se ha llegado a él por casualidad; en el fondo de nosotros suponemos coherencia y no casualidad, lógica frente al azar. Suponemos algo superior a nosotros para limitar así ese infinito al que se llega desde el momento en que nuestro cerebro se empieza a pensar a sí mismo. Por eso... Dios.
 

3
Por eso, Dios

"Suponemos la coherencia y, por eso, Dios". Así de sencillo. Detrás de un proyecto ha de haber alguien decidiendo, alguien que por algún motivo nos ponga en nuestro sitio. Nadie duda hoy (ni los católicos) que la religión sirve como incógnita en la ecuación infinita del Universo, es un sustituto de lo que no vemos para que podamos manejarlo intelectualmente hasta que vayamos despejando la incógnita.

Pero lo más importante a decir sobre la religión (católica) son las ideas que sedimentadas han quedado en todas las gentes: la naturaleza pecadora del hombre, de la carne; la idea de que el hombre no sabe manejarse solo, que es pecador por el simple hecho de nacer. Lo vemos en la carta de Pablo de Tarso a los Romanos.

La única forma de justificar la obediencia sistemática es convencernos de nuestra total incapacidad para decidir sobre nosotros mismos. Suponernos sujetos a un designio superior al que debemos esa obediencia da coherencia a las cosas.

El simple hecho de suponer que el hombre posee tal o cual naturaleza ya me parece ridículo, pero es una construcción necesaria. Nuestra mente tiende a simplificar el mundo y no podemos aceptar que un ser humano no es un programa, sino que es capaz de diferentes actitudes, posturas o comportamientos. Es cada hombre como un fuego capaz de incendiarlo todo, mas nuestra mente debe inventariarlo, catalogarlo: "un hombre bueno, noble holgazán, voluntarioso, trabajador... Simplificamos constantemente las cosas sin comprender que muchas veces comprender consiste más en tener en cuenta los matices diferentes que en hacer un completo registro de la realidad. Llegamos al absurdo cuando el registro es más importante que lo registrado y antes que simplificar, nos deforma la realidad.

Fromm aclara muy bien la importancia de la teoría de Weber sobre la relación entre el protestantismo y el capitalismo: la idea de que el éxito en la vida indica que se está entre los elegidos de Dios (dirá dicha teoría), favorece la acumulación y otras actitudes como la competitividad y la búsqueda de riqueza a toda costa, lo cual, sin duda, permitió el desarrollo inicial del capitalismo. Por supuesto, no se puede limitar todo a una sola causa, pero esta, desde luego es una causa más importante de lo que en principio parece. Fromm indica que no es que enriqueciéndose uno, a cambio, Dios te conceda salvarte (lo cual incentivaría de alguna forma la obtención de riqueza), sino que el protestantismo hacía pensar al hombre del siglo XVI que Dios ya había decidido sobre su destino y la búsqueda de un signo sobre el destino deseado se convertía en una obsesión neurótica. El deseo de salvación puede ser tan fuerte que a toda costa hay que encontrar esos símbolos positivos que nos digan que somos los elegidos:

"Un camino posible para escapar a este insoportable estado de incertidumbre es justamente ese rasgo que llegó a ser tan prominente en el calvinismo: el desarrollo de una actividad frenética y la tendencia impulsiva a hacer algo. La actividad en este caso asume un carácter compulsivo: el individuo debe estar activo para poder superar su sentimiento de duda y de impotencia. Este tipo de esfuerzo y de actividad no es el resultado de una fuerza íntima y de la confianza en sí mismo; es, por el contrario, una manera desesperada de evadirse de la angustia.

Este mecanismo puede ser observado fácilmente en los accesos de angustia pánica en ciertos individuos. Una persona que espera recibir dentro de pocas horas un diagnóstico de su enfermedad -que puede ser fatal- se halla naturalmente en un estado de angustia. Por lo general no se estará tranquilamente sentada, esperando. Con más frecuencia su angustia, si es que no la paraliza la conducirá hacia una especie de actividad más o menos frenética. Caminará de un lado a otro, hará preguntas y tratará de hablar a todos los que pueda, limpiará su escritorio o escribirá cartas. Puede continuar haciendo su trabajo acostumbrado, pero con una actividad mayor y más febril. Cualquiera que sea la forma que asuma su esfuerzo, se hallará impulsada por la angustia y tenderá s superar el sentimiento de impotencia por medio de esa actividad frenética.

La actividad intensa, en la doctrina de Calvino, poseía además otro significado psicológico. El hecho de no fatigarse en tan incesante esfuerzo y el de tener éxito, tanto en las obras morales como en las seculares, constituía un signo más o menos distintivo de ser uno de los elegidos. La irracionalidad de tal esfuerzo compulsivo está en que la actividad no se dirige a crear un fin deseado, sino que sirve para indicar si ocurrirá o no algo que ha sido predeterminado con independencia de la propia a actividad o fiscalización. Este mecanismo es una característica bien conocida en los neuróticos obsesivos. Tales personas cuando temen el resultado de algún importante asunto, mientras tanto aguardan la respuesta pueden dedicarse a contar las ventanas de las casas o los árboles de la calle: si su número es par creerán que todo irá bien, y lo contrario si es impar. A menudo esta duda no se refiere a un caso específico, sino a toda la vida de la persona, y, de acuerdo con ello, habrá una tendencia compulsiva a buscar signos" (2).

No me interesa analizar aquí nada sobre el capitalismo. Además, no procedería, sería incoherente. Lo que me interesa es que el residuo de toda la idea de la predestinación es la consideración de un motivo superior a nosotros como pieza clave para dar sentido a la vida. Volviendo a Fromm, este decía que es en ese período de comienzos del capitalismo cuando el trabajo deja de entenderse como un medio para sobrevivir, pasando a ser un fin en sí mismo.

Constantemente vemos lo mismo, en todo búsqueda de motivos, motivos para vivir; motivos, designio, mandatos.

El catolicismo, por supuesto, no se queda atrás. Ya he mencionado a Pablo de Tarso: el hombre y el pecado van unidos, por eso se necesita a Dios. Solo la fe salva al hombre pero sólo por la Gracia de Dios se alcanza la fe:

"Dios es libre de distribuir su gracia a quien le place". "Pues dice a Moisés: Usaré de misericordia con quien me pluguiere usarla: y tendré compasión de quien querré tenerla". "Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que usa la misericordia" (3).

A poco que se hable con cualquier católico, se notará que esto de la predestinación no lo sabe todo el mundo. Más bien. El catolicismo ha optado por dar el mensaje de que las buenas obras salvan al hombre (sobre todo las buenas obras con el clero y por la autoridad). La idea de la Biblia es otra, aunque no sé si en alguna ocasión tuvo entidad o llegó al pueblo creyente: se trata de que Dios decide si la fe nos alcanza o no, de manera que, si creemos, significa que somos elegidos. La fe no es cuestión de voluntad, uno cree o no cree. Aunque si creer nos salva es fácil que aparezca, de nuevo, el comportamiento neurótico, buscar el signo de algo que deseamos hasta el punto de hacer una complicada racionalización y convencernos a nosotros mismos de lo mucho que creemos en Dios, y cuanto más nos convencemos, más creemos en nuestra propia fe, y así hasta que en algún momento no dudamos de ser los más creyentes, pero, curiosamente, la duda de si Dios nos habrá elegido no nos abandonará nunca (ningún católico conocí que realmente no sospechara ni un solo momento que después del cementerio no hay nada).

Tampoco voy a profundizar en un análisis del catolicismo: me interesa tan solo repasar cómo aparece siempre la búsqueda de sentido a la vida, más allá de lo puramente biológico o casual.

Resta ya sólo decir, para zanjar aquí el asunto de la religión, que lo más interesante es comprobar que esta no se trata de algo tan irracional como pudiera parecer, al contrario, es la religión una construcción que busca dar lógica a un Universo que se nos aparece incomprensible.
 

4
Esencia

Sobre la religión, he mencionado un montón de vaguedades que todo el mundo conoce. Ahora me importa ver que donde unos ponen a Dios, otros ponen a la Ciencia o a la Filosofía.

No hay autor que adquiera relevancia que no abrace una moda. El reconocimiento se obtiene si uno mantiene de algún modo la herencia intelectual que le es dada. Un argumento o hipótesis han de estar justificados. Justificar viene, no gratuitamente, de justicia (ajustarse a derecho, a ley). La tabla de medir el argumento es la verdad y la verdad es el consenso social. El consenso es la moda. Ninguna teoría puede alterar los esquemas mentales de la Sociedad en que nace. Por lo que nacerá muerta siempre.

Si la coherencia es necesaria, si la sociedad niega el azar de la existencia, no habrá de nacer teoría nunca que no esté sujeta a principios de moda.

Si la moda era Darwin, necesariamente el liberalismo era lo más "lógico" en su día.

Si el hombre es corrupto, lógicamente tendremos a Dios o a Leviatán.

Se busca/inventa coherencia y se coge a un niño, y hay que explicarle lo que él es, quien es, y entonces se le dice: Tú eres español, o francés, o chino, y además es estupendo que lo seas. Hay que enseñarle lo buenas que son esas cosas. Se le dice que se apellida X o Y, y también eso es bueno, porque los X, o los Y "somos una familia muy de una forma o muy de otra". Y hasta de adulto uno puede repasar listas infinitas de apellidos para encajar los suyos en alguna parte, en algún escudo. Y cuán grande es uno si ve que su apellido es el mismo, que él debe ser en algo parecido que un caballero que fue orgullo de la patria de nuestro orgullo y de nuestro amor. Coherente construcción hecha, que puede quedarse en poco porque uno nunca puede comprobar que viene su apellido y esencia del principio de los tiempos, lo que haría del sentido de uno mismo acercarse a lo divino, que es una de las mayores construcciones lógicas.

Si uno hace ciencia, ha de respetar la búsqueda de la esencia también.

Los físicos intentan ahora aunar las leyes de todos los campos de estudio. Era previsible: si deseamos que haya coherencia en las cosas, algún principio unificador ha de darse entre las leyes naturales.

También se investiga "hacia dentro", dividiendo en partículas la realidad, y preguntando de qué estarán hechas esas partículas, qué hay más abajo, y más abajo, ¿qué habrá?, ¿en cuántas otras partes estará dividida la partícula de la partícula,?, y, con ello, lo que se quiere es llegar a la esencia última, a la ley última, a algún elemento que lo componga todo y que, combinado de diferentes formas, dé lugar a diferentes sustancias de las que están hechas todas las cosas.

Se intenta unificar y se llega más lejos aún, porque si domina un paradigma (modelo/moda) en las ciencias físicas, hay que respetarlo, y quien quiera reconocimiento debe guiar la ciencia al paradigma y al consenso. Dado que mirar también influye en ciencia (determina las "verdades") caminar hacia un paradigma es inventar la coherencia, y el absurdo llega cuando una teoría se invalida porque no respeta la unidad que suponemos al Universo.

Nos domina esa necesidad de buscar unidad y coherencia cuando hablamos de ley natural, porque la ley, si algo la caracteriza es la artificialidad. Suponer una ley en las cosas, necesariamente es suponerlas dotadas de sentido, hechas, como la ley, con algún fín, suponerlas ordenadas por algo o alguien, por la esencia (4) o por la unidad.

Pregunto a los autores muertos, y a los que viven muertos en los libros de teoría sobre teoría sobre historia de la teoría, por qué he de suponerme como ser humano (si es que eso significa ser algo), sujeto al mismo principio que guíe la vida de un árbol, o el movimiento de un planeta, o una reacción química; ¿por qué pretender que los actos se orientan parecido a la evolución biológica?; ¿por qué suponer que un principio guía todas estas cosas?, y ¿por qué no suponer un caos; un azar completo o parcial cuya grandeza es no haber sido planeado y que nos convierte en dioses desde el momento en que nos pensamos a nosotros mismos, como nacidos de la nada, como de la nada vienen, casi seguro, todas las cosas?. A mi, personalmente, la vida se me antoja como subida a soportes defectuosos, la vida es un milagro diario, y precisamente es para mí lo impresionante: el milagro rompe la rutina para incomprensible reanudarse el tiempo por caminos imprevistos.

No quisiera negar principios de unidad en determinados campos cualquiera de las ciencias o de cualquier aspecto de la vida. Lo más sorprendente de que la totalidad de las cosas se guíe, como pienso, de modo caótico, es que la interacción de los elementos lleva inevitablemente a ámbitos de orden, con mayor o menor margen de error. El azar quizás consista en eso: los elementos se cruzan, interactúan y eso trae resultados: la transformación o la continuidad de todas o de algunas partes que, si se toleran, lo harán siempre, aproximadamente, de manera parecida, entonces el orden. Quizás esto pudiera considerarse un principio, el principio del azar universal, o algo así, aunque para hacerlo transcendente debería ajustarlo a algún paradigma ya existente, como la teoría del caos o cualquier otra, pero eso me haría parecer incoherente, y no se debe ser incoherente.
 

5
El lenguaje

Un autor norteamericano, Marshall McLuhan (5), señalaba hace años como diferencia principal entre el modo de pensar oriental y el occidental, que en el primero, operaba mayormente o se favorecía el razonamiento propio del lado izquierdo o creativo del cerebro, frente al lado derecho o racional, propio de Occidente. Sin tener en cuenta los prejuicios e ideas que puede encerrar una afirmación semejante, de ella se derivaban diferencias, según el autor, a la hora de entender, entre otras cosas, la cultura. La introducción del alfabeto griego en occidente tiene para, McLuhan, como consecuencia, que en Occidente se desarrolle un modo de pensar lineal (que creo recordar que el autor asociaba con la lógica). Llevado al dibujo, supondría una mayor capacidad para la perspectiva geométrica, y tanto en el arte como en otros campos, da lugar a que predomine la importancia de la figura o figuras (del motivo) sobre el fondo. En lugar de esto, para la cultura oriental, según el autor, no hay diferencia jerárquica entre figura/s y fondo, sino que todos los elementos tienen la misma importancia: según esto, el modo de pensar occidental es lo que vulgarmente se entiende como coherente. Cuando aprendemos un idioma, cometemos el error de pisar con pies de plomo, ingenuos, pensando que todo tiene su traducción "total". Pretendemos que palabra por palabra podemos traducir un código a otro, pero cuando los códigos evolucionan independientes unos de otros adquieren particularidades difíciles de traducir. Una parte importante del significado de las cosas reside en la manera de percibir, propia e individual de cada uno, e incluso, dentro del mismo idioma, uno no puede explicarlas o traducirlas a los otros; es como el sentimiento, su principal característica es la individualidad y uno puede explicarlo, hablar de ello, pero no puede compartirlo.

La lengua, como cualquier código, en lucha contra la incoherencia, no puede asentar lógicamente todos los significados, toda la realidad, porque esta depende, sobre todo, de la percepción de cada hablante.

La realidad es lo que cada uno siente, mas la lengua es lo que todos hablan.

A veces, cuando se pretende hacer creer que esto es superable; cuando, a veces se pretende la coherencia, se cae le la mentira, se alejan la realidad y las palabras.

A veces, el idioma que nace, en parte, al otro extremo de la lógica, la poesía, es la única manera lógica o, por lo menos, buena de decir las cosas. La poesía se acerca al individuo sin el rango de superioridad de la ley (pues ley es también la lengua), se acerca a él y le reconoce su importancia.

Imaginemos un texto en el que al igual que el pensamiento oriental (según McLuhan) no hubiera más que fondo. Sus partes, simplemente fueran leídas, miradas, sentidas sin someterlas a una jerarquía; que fueran tenidas en cuenta, sin más. Entonces, uno no podría reducir el texto a una sentencia y colocar al autor en una categoría relacionada con el significado. El texto valdría todo en el momento de leerlo, valdría en sí y no por su relación con las otras cosas, con los otros textos; no se podría resumir a una conclusión que nos defendiera de él, de manera que el significado quedaría como suspendido en un ámbito indeterminado, como escapado del papel al leerse, pero no encarcelado en el lector; quedaría como movido mucho por el corazón particular de cada uno. Hay un libro de reflexiones sobre la escritura, hecho, como todos los de este tipo, por un autor de segunda: Natalie Goldberg. Esta dice algo hermoso sobre la poesía:

"El aspecto más trágico ce nuestro sistema escolar es que coge a los niños, poetas y narradores naturales, y los obliga a leer poesías y cuentos para distanciarse luego de lo que han leído y hablar sobre ello. [...]. En la escuela, se presenta la poesía como si el poeta hubiese ocultado en sus propias palabras una clave secreta, y fuese un deber del lector encontrarla, sin embargo, la poesía no es una novela de intriga, Tenemos, en cambio, que acercarnos a la obra poética tal como es. Aprended a evocar en la memoria las imágenes y los versos exactamente como el poeta los ha creado. No os alejéis de aquel calor, de aquel fuego para hablar sobre ello. Quedaos cerca. Es así como aprenderéis a escribir. Quedaos cerca de la obra original. Quedaos cerca de vuestra mente original, y escribid arrancando desde allí" (6).

La poesía tuerce la lengua, la astilla, la fractura, la hace dudar de sí misma. Para construir imágenes es bueno rimar palabras de campos semánticos diferentes, en la búsqueda, el autor convoca significados ocultos del subconsciente; crea como de casualidad y, sobre todo, sugiere. De la rima, el resultado es mayor que el número de palabras que se suman en ella, y la evocación es cosa sólo del lector, como si los versos hablaran, como si pudieran dialogar, independientes del escritor, con cualquiera que se acerque, libres y vivos.

Intentar traducir una poesía es un engaño, la coherencia es más que nunca aquí un tremendo pecado, nada original.

Hace años, leí Así Hablaba Zaratustra. Intenté comprender al sifilítico autor, traducirlo para poder usarlo, pero no pude, ni la vez siguiente, cuando siendo persona más instruida, creí estar preparado. Además, ya he oído comentarios de profesores, iniciados unos, expertos otros, sobre el significado de la obra de Nietzsche, y podría citarlo y demostrarme yo mismo iniciado. Y ahora, más que nunca, lo tengo al autor. Leyendo para acercarme a él, sintiéndolo más que interpretado, como el que se acerca a un poeta. Poseo ahora al autor más que nunca, libre de la coherencia.

Hay que proponer y propongo la libertad contra el despotismo de la coherencia, que no hace sino construir un código muerto cada vez que uno lee un poema o levanta una idea, y que no nos deja cumplir con nuestro papel de dioses nacidos del azar y de la nada.
 

6
Una poesía(7)

Me canso.
Me canso de ser un continuo proyecto,
una historia que se apaga como hoguera,
una cerilla mojada,
una nube sobre una copa (8)
un rayo en una foto
un bolígrafo enterrado en la tumba del escritor descompuesto,
un libro en un armario, en el sótano con los demás armarios, en una casa con las demás casas,
un cuadro en el despacho del notario
esperando ser heredado
un perro que no sabe orinar,
una farola sin perro,
una bombilla sin perro
un perro sin farola
una imagen frente a un ciego
una pelota con esquinas
una grapadora, como la que desde mi mesa me mira
sin saliva para pegar los sobres,
sin sus grapas de cobre
me canso,
como se cansan los hombres
de cansarse tanto
me canso de sentir que soy el único que se muerde
me canso de ser un arcén sin asfalto,
me canso de sentir que soy el único que se duerme
me canso, me canso
como la piedra de un río seco
como una puerta de esas que giran
sobre un eje
en los edificios de oficinas
me canso de ser una historia que se enciende como hoguera,
un tocadiscos,
sin amplificador
sin jabón de por las mañanas
un tocador,
una telaraña, una tela de araña
sobre un televisor
un bicho en mi huevo
una linterna en un cajón
un esperma entre las piernas de alguien avergonzado
un diablo en una novena
un poema sin calor
un poema copiado
un poema hablando sobre un poema
hablando sobre mi cansancio, sobre mi entusiasmo insatisfecho, sobre mi frío y sobre mi calor
una mujer desagradecida
una estrella lejana que no alumbra nada
una fuerza tan pequeña
un pensamiento tan débil
tan pequeño y tan débil
un cortometraje de lo que quisiera mi vida
un idioma
un zapato
un colgante
una mujer insatisfecha, un amor insatisfecho
un año,
detrás de otro año
un pájaro que se golpea contra el viento
un camino sobre un atajo
sobre una mina, sobre un subterráneo
una voz grave
una cena copiosa, un desayuno resumido,
una voz muy grave
un pensamiento, sobre otro pensamiento, sobre lo que pensaba
y no poder envolverlo y cambiarlo por algo útil
la ilusión de un rebelde, de un comunista, de un ácrata, de un soñador,
mojada en un vaso de leche caliente
quebrada en la voz de una llamada
que nos tiende una mano para que la saquemos de donde estamos
los que no nos enteramos de casi nada
de querer ser algo trágico cuando no lo soy,
tomador de libros, cuando soy trágico
mágico en lugar de práctico
funcionario cuando puedo ser mágico
golpe de suerte que nunca llega
casi
en todo lo que no bien llego a anhelar
decisión indecisa que me deja sólo
casi, siempre un casi
y un regular.
Me canso
De no saber dónde está cada palabra que dije para poder revisarla
Me cansa la incertidumbre,
y la certidumbre de la incertidumbre
me cansa ser un ser racional
y pasión pensada, meditada
y racional
Me canso de las consecuencias,
y de las causas
de ser una hoguera que se apaga como una historia
una falta de ortografía que se escapa al maestro de escuela
una pistola pensada para la temporada que viene
una muralla con roturas
de los nombres propios me canso
y de los nombres impropios
de la memoria y de los recuerdos
de la gente del pueblo,
y de la gente que dispara sobre el pueblo,
y de los noticiarios sobre el pueblo,
y de los concursos con el pueblo lacrimógeno
sin que nadie le pregunte al pueblo, sin que exista el pueblo
me canso de la historia
de la historia de siempre, y de la de ahora
de hacer todos los años lo mismo, más o menos, menos o más
eucaristía repetida todos los jueves,
de lunes a viernes,
me canso del "lunes a viernes",
del sábado y del domingo
de la madrugada,
de tener que levantarme,
de sonreír
de saludar
como un semáforo al semáforo de la acera de enfrente,
todo el día guiñándose los ojos
y lanzándose viandantes de un lado para otro
de saludar como los ácaros a los otros ácaros
me canso de ser un enano
un vaso de madera
un botijo poroso
un labio de un leproso
una cazuela guisando el aire
una valla en el campo
un refrán en un diccionario
un cojo en un baile
una partitura detrás de un mueble
junto al polvo,
sin que nadie la encuentre
una reflexión sobre un reflejo,
un paseo de un bar a otro bar
de un día a otro día
un hombre, un niño, un hombre, una mujer, un hombre
un hombro sin brazo
un pañuelo sin hilo
una aguja de paja
un nivel torcido
una burra de carga
vieja con los ojos cocidos
una noche de nochebuena
un coche de caramelo
una enhorabuena
una uva caliente
un olor luminoso
un juguete rencoroso
un amante mal recibido
una llave en el cuello de un ahogado
un tesoro en una casa de un persa
una pluma de un indio
estoy cansado y me duermo, me quedo dormido.

[javi rimero, mayo del dosmil]
 

7
El muro

Entendemos a las personas como conjuntos coherentes, Creo que la identidad se forma a dos bandas: uno se inventa a sí por oposición o por imitación de unos y de otros. Son las personas dadas a cualquier cosa; son un montón de cosas; son cada momento; son las personas aquello que dicen, y lo que dicen que son; son aquello que les gusta y lo que les gustaría haber sido; son lo que piensan; lo que les duele; lo que ven y lo que no ven; son un millón de facetas en un millón de momentos, un espejo frente a otro espejo reflejado hasta el fondo del alma; son distintos del que ven en el espejo todas las mañanas.

No se sabe lo que son las personas, La coherencia, sin embargo, las limita y etiqueta, en general, a dos o tres cosas:

Una persona que se levanta pronto todos los días, no es que tenga fuerza de voluntad, es una persona que se levanta pronto todos los días.

Una persona que trabaja mucho, no es trabajadora, es sólo alguien que todos los días obtiene resultados aceptados.

Alguien que mata a alguien, no es un asesino, sino, simplemente es alguien que ha matado a alguien, y así con todo...

Pero suponemos una naturaleza casi inalterable y previsible en las personas, cono en todo y las personas se creen sus propias etiquetas y las que los otros les ponen; y eso, como todo lo anterior, da sentido a las cosas, da transcendencia a uno porque parece que ha sido escrito un programa de cosas para que uno sea de una manera planeada: creernos en coherencia es el principal papel nuestro, es nuestro rol favorito. Dejo espacio para que, sobre esto hable un personaje de Unamuno:

"-Extravaga, hijo mío, extravaga cuanto puedas, que más vale eso que vagar a secas. Los memos que llaman extravagante al prójimo, ¡cuánto darían por serlo! Que no te clasifiquen; haz como el zorro que con el jopo borra sus huellas; despístales, Sé ilógico a sus ojos hasta que renunciando a clasificarte se digan; es él, Apolodoro Carrascal, especie única, Sé tú, tú mismo, único e insustituible, No haya entre tus diversos actos y palabras más que un solo principio de unidad: tú mismo. Devuelve cualquier sonido que a ti venga, sea el que fuere, reforzándolo y prestándole tu timbre. El timbre será lo tuyo. Que digan: suena a Apolodoro, como se dice: suena a flauta, o a caramillo, o a oboe, o a fagot. Y en esto aspira a ser órgano, a tener los registros todos" (9).

Ese papel de cada uno, el programa que a cada uno se supone es la base del consenso. Si se reconoce nuestra naturaleza azarosa y fragmentaria, nadie tiene que obedecer a nadie. Por eso, los guardianes han de inventar a los malos y a los buenos, han de imaginar certidumbre por todas partes, para que la sociedad no sucumba a la libertad. No importa que alguien castigado haya cometido o no un delito, no importa que los buenos y malos sean buenos o malos, los que importa es que nos creamos que existen. Lo peor de todo es que nosotros mismos somos los malditos guardianes de los ladrillos del muro, que madre a madre van pasando al correr de los años:

Madre

Madre, ¿crees que tirarán la bomba?
Madre, ¿crees que les gustará mi canción?
Madre, ¿crees que intentarán romperme las pelotas?
Madre, ¿debo construir el muro?
Madre, ¿me pondrán en la línea de fuego?
Madre, ¿estoy realmente enfermo?
Tranquilo, no llores
Mamá hará que todas tus pesadillas se conviertan en realidad
Mamá va a poner todos sus miedos dentro de ti
Mamá te mantendrá derecho aquí, bajo su ala
Ella no quiere dejarte volar, pero ella te dejará cantar
Mamá mantendrá a su bebé caliente
Mami ayudará a construir el muro
Tranquilo, no llores.
Mamá revisará a todas tus novias para ti
Mamá no dejará que nadie sucio se te acerque
Mamá esperará despierta hasta que llegues
Mamá siempre sabrá donde has estado
Mamá te va a mantener saludable y limpio
Tú siempre serás un bebé para mí
Madre, ¿tenía que ser tan alto el muro?

[Pink Floyd]
 

8
Por eso, el Estado

Suponemos la coherencia y por eso, en definitiva, el Estado. El Estado es el "nuevo ídolo" (aunque ya no tan nuevo como cuando Nietzsche), que ha sustituido a viejos dioses; es otro artificio en busca de lógica y coherencia a las vidas de gentes a las que supera acercarse al abismo y ver que no hay nada, montarse en la razón y temer el vacío:

"Cuanto más grande os pareciere vuestra patria, más debéis pensar en que hubo hombres magnánimos y osados que, conociendo y entendiendo lo bueno y teniendo vergüenza de lo malo, por su esfuerzo y virtud la ganaron y adquirieron. Y cuantas veces las cosas no sucedían como deseaban, no por eso quisieron defraudar a la ciudad de su virtud, antes le ofrecieron el mejor premio y tributo que podían pagar, cual fue sus cuerpos en común, y cobraron en particular por ellos gloria y honra eterna, que siempre será nueva y muy honrosa esta sepultura" (Pericles).

Lo más importante del Estado es que no existe, por eso es eficaz contra sus detractores, porque lo que no existe no puede derribarse.

Contra la voluntad de imponer una coherencia que se torna despótica sólo cabe la anarquía, mas esta no es una propuesta válida de sistema político, porque entonces caería, como los otros, en el error de someter al hombre a un esquema cualquiera, justificado en una coherencia que no existe y que, por lo tanto, sería arbitraria. Ser militante anarquista se contradice con el anarquismo, que es la idea de la poesía y el individuo cantado hasta sus últimas consecuencias.

El anarquismo está destinado no a luchar contra estados, sino a ser cada individuo contra sí mismo, en cada momento, sin poder ofrecer alternativa válida a la sociedad, pero marcando siempre el horizonte utópico de la libertad, exaltando el carácter imperfecto de la naturaleza azarosa del hombre.


NOTAS

(1) de Cartas de un joven Poeta.
(2) de El Miedo a la Libertad, de Erich Fromm.
(3) Pablo de Tarso, de Epistola a los Romanos, dentro de la Biblia. También Fromm lo menciona en El Miedo a la Libertad.
(4) Esencia: que viene definido como lo permanente e invariable, lo que el ser es.
(5) Marshall McLuhan es el autor de La Aldea Global, libro interesante pero que peca de ser un elemento promocional del invento de la globalización.
(6) de El Goce de Escribir, de Natalie Goldberg.
(7) Este texto, más que una poesía es un ejercicio literario, consistente en la construcción de imágenes sin una profunda reflexión y en la escritura por la escritura, como preparación previa al sometimiento a la gramática y la estética.
(8) (Magritte)
(9) de Amor y Pedagogía, de Miguel de Unamuno.


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