El
tsunami
del Golfo de México
Las catástrofes naturales parecen ser ya
una noticia, que como los atascos de las operaciones salida y las
competiciones deportivas vuelven cada cierto tiempo. Pero en este caso
aún no sabemos si se trata de una simple casualidad o de un subproducto
seguro del efecto invernadero. No faltará quien se apunte a la primera
opción con tal de asegurar que las cosas importantes sigan como
siempre.
Pero hasta ahora los grandes desastres
ocurrían en espacios habitados por los pobres del planeta, o en países
asiáticos, que para la dominante población blanca, preferentemente de
habla inglesa, viene a ser lo mismo. Lo verdaderamente espectacular es
que ahora la tromba de agua ha arrasado una parte del centro del
imperio, poniendo de manifiesto sus miserias. Las imágenes que estos
días vemos en televisión son impactantes no tanto por la destrucción que
muestran (guerras y desastres naturales nos las han hecho habituales),
sino por el grado de tensión social y desconcierto que se advierten
precisamente allí donde en teoría reina la eficiencia
tecnocrática.
Lo fácil es pensar que los americanos son
estúpidos, o al menos que lo es su casta dirigente. Y su actuación de
estos días da pistas para ello. Con un presidente capaz de movilizar a
miles de soldados a miles de kilómetros para destruir y ocupar un país
con un pretexto mentiroso, pero inepto a la hora de organizar un buen
servicio de emergencia civil o de movilizar a este mismo ejército para
una función real de seguridad al lado de casa. O un histérico gobernador
más preocupado en evitar el pillaje de unos cuantos supermercados que en
montar un servicio de evacuación y socorro eficaz. A quienes ven en cada
estadounidense un paranoico peligroso, posiblemente las imágenes de
estos individuos armados dispuestos a disparar a la primera de cambio le
reforzarán sus prejuicios. Pero debemos estar alerta sobre esta visión
simplista que al fin y al cabo nos viene filtrada por unos medios que
tienden a magnificar la importancia de ciertos comportamientos, creando
mayor histeria (no podemos olvidar que es esta visión la que ha
producido un sistema penal generador de un aumento brutal de la
población reclusa precisamente en un período de retroceso de los
delitos): mientras se criminaliza a los asaltantes de tiendas, en su
mayoría pobres y hambrientos, simplemente se nos habla de los hábiles
comerciantes que estos días han triplicado el precio de los generadores
eléctricos. A uno le queda la duda de saber si realmente había violencia
por doquier (incluidos disparos a helicópteros), o sólo acciones
puntuales que se magnifican porque las estructuras político-mediáticas
hace tiempo que traducen todo a cuestiones de "orden" o simplemente las
utilizan como una excusa para tapar su ineficacia a la hora de responder
a las necesidades reales de la población.
Pero hay también que preguntarse qué
pasaría aquí si tuviéramos que hacer frente a un desastre de estas
características (a veces hemos estado cerca, por ejemplo en 1989 cuando
Vandellós estuvo a punto de explotar). Y es que nuestras sociedades
constituyen mecanismos muy complejos y voluminosos siempre expuestos a
un colapso súbito para el que a menudo no hay ni organización, ni
medios, ni culturas sociales de respuesta. El desprecio real de estos
problemas en el que se ha instalado la clase dominante y sus élites
asociadas (grandes y pequeños empresarios, dirigentes políticos, una
buena parte de la "intelligentsia" tecnocrática y mediática) ha calado
en el conjunto de la sociedad haciéndola creer que todo tiene una
respuesta tecnológica y que cuando ésta no se aplica es por mera mala fe
de los que mandan (habitualmente los políticos) hasta dejarla
incapacitada para la acción colectiva y la respuesta razonable. Los
colapsos automovilísticos, la angustia y la desesperación, la respuesta
violentamente individualista de individuos armados para defender su
propiedad que presenciamos estos días son las respuestas esperables de
una población que se ha desarrollado en este medio ambiente. Y sigo
pensando que los norteamericanos tampoco son tan diferentes de nosotros
cuando analizamos todos los procesos sociales que se han desarrollado,
por ejemplo, en torno a los planes hidrológicos, los incendios
forestales o los problemas de tráfico y consumo de drogas. Como mucho
Estados Unidos representa el caso extremo de una tendencia general, que
su clase dirigente se ha propuesto promover, de predominio de los
intereses crematísticos privados, de desprecio medioambiental, de
clasismo.
Hay estos días muchas experiencias a
valorar. Cómo las políticas neoliberales de reducción de las inversiones
y servicios básicos puede acabar generando graves problemas. Cómo el
minusvalorar amenazas naturales y despreciar el posible impacto del
efecto invernadero puede conducir al suicidio colectivo. Y sobre todo
cómo funciona el mercado y la iniciativa privada cuando se trata de dar
respuesta a cuestiones globales que afectan a un gran número de
población. La información que recibimos estos días da muchísimas pistas
para ello: unos diques que se rompen posiblemente porque no habían sido
bien condicionados (en los EE.UU. hace años que los economistas de
izquierdas denuncian la sistemática infradotación en equipamientos
básicos y ahora se sabe que Bush regateó presupuesto a Nueva Orleans),
un sistema de transporte público casi inexistente que impide la
evacuación del que no tiene coche (incluidos los turistas atrapados en
los hoteles), la ausencia total de planes de evacuación y socorro (las
veinte mil personas recluidas en el "Dome" recordaban más a los presos
del Estadio Nacional de Santiago que a otra cosa), la endeblez de unas
viviendas situadas en zonas donde los ciclones son habituales... La
naturaleza provoca desastres, pero parece bastante claro que en sus
efectos tiene mucho que ver la actuación humana.
Tenemos argumentos para dar en los morros
a estos neoliberales de salón que propugnan con altivez la prevalencia
del mercado y la demolición de los sistemas públicos. Y para empezar a
discutir en serio con la larga caterva de tecnócratas que siguen atados
al discurso del crecimiento tecnológico hacia el desastre. Pero también
para empezar en serio a desarrollar una tarea cultural entre nuestra
gente, seducida por unos modelos de vida y consumo insostenibles que se
ponen en evidencia a cada paso. (por esto una de las cosas más tristes
del verano fue leer que el Secretario General de CC.OO. había comentado
en una conferencia la necesidad de contar con la energía nuclear para
garantizar la competitividad, mostrando un completo despiste en las
cuestiones fundamentales). Porque si no conseguimos desarrollar una
potente presión social que ponga las necesidades básicas como eje
prioritario de las políticas económicas simplemente nos queda esperar el
próximo desastre y confiar que le toque a otro. Los males que el Katrina
ha puesto al descubierto tienen unos responsables concretos, pero para
descabalgarlos se requiere un amplio movimiento que aspire a otro modelo
social. Y construirlo es tarea de todas aquellas personas que nos
horrorizamos y compadecemos del sufrimiento ajeno y no queremos que
vuelva a repetirse. [Albert Recio]
Dos
lunas: Lectura del verano
Atentados en Londres: una guerra
interminable La gente corriente paga el pato. En esta guerra «asimétrica» de
Al Quaeda contra la política del capitalismo neoliberal contemporáneo,
sobre todo el anglosajón, son personas corrientes, trabajadoras, las que
mueren o resultan heridas. El terror puede alcanzar a cualquiera; como
bien sabía Hobbes, nadie está seguro si no hay normas que obliguen a
todos.
----Esos atentados son
intrínsecamente repugnantes: las víctimas de Londres, o de Madrid, o los
desgraciados que optaban por lanzarse desde las ventanas de los
rascacielos de Nueva York para no morir abrasados, son utilizados como
meros medios, como si fueran cosas. Eso es la enseñanza «moral» de las
guerras anteriores: de los bombardeos sobre civiles en Vietnam, en
Hiroshima y Nagasaki, en Tokio, Hamburgo, Colonia, Londres, Guernika.
También en Iraq y Afganistán.
----Blair sostiene cínicamente
que los atentados de Londres no tienen que ver con la guerra de Iraq,
tratando de invisibilizar su parte de responsabilidad, que en su
totalidad, como fácilmente comprende cualquier observador que no sea un
maniqueo o un gorila, es compleja y laberíntica. Pero los atentados
tienen que ver con Iraq y no sólo con Iraq. El telón de fondo es la
absoluta ausencia de motivos para la esperanza en casi todos los países
árabes: en unos, a falta de inversiones, la población ha de emigrar; y
el petróleo o el gas, donde los hay, puede atraer las bombas o las bases
norteamericanas. A eso hay que añadir la irresolución de la cuestión
palestina y el apoyo del «Norte» a regímenes políticos abominables. La
descentralizada Al Quaeda, relativamente inmune a las decapitaciones, no
puede «ganar» su guerra, pero puede mantenerla indefinidamente con unos
costes que desde su punto de vista, que ignora el valor de las vidas
humanas, parecen bajos.
----Es fácil captar suicidas
que creen librar una «guerra santa». En su nicho ecológico brotan como
hongos. No es cuestión del Corán; también se han librado «guerras
santas» en nombre del Evangelio (la «Cruzada», por ejemplo). Los Libros
pueden ser leídos del derecho y del revés. Y si personas jóvenes ven
hervir la injusticia y se insertan en círculos cerrados, donde la
disidencia está proscrita, donde un deus ex machina ideológico
justifica la inmolación (piénsese, mirando hacia atrás, en los
kamikazes japoneses), pues habrá inmolaciones que extenderán la
injusticia como mancha de aceite. El mercado global, apoyado por la
máquina de guerra norteamericana global, no es apto para buscar agujas
en los pajares. Para eso se está formando un instrumento menos
ostensible: un Gran Madero Global (GMG).
----Desde el
cambio de siglo han saltado por los aires numerosas piezas de la
legalidad «republicana» y de la decencia político-moral. En todas
direcciones, incluyendo a los políticos locales, que entierran la cabeza
en la política local, y a quienes no se hacen preguntas. Ahora se
intensificará el control sobre las comunicaciones particulares, ya
heridas desde hace años por la red de escuchas Echelon. La
tortura sistemática de sospechosos tiene hasta nuevo nombre
eufemístico. La CIA ha llegado a secuestrar a personas en Italia
exportándolas «irregularmente» a Egipto para ser torturadas sin límites
allí. Guantánamo es en realidad un laboratorio experimental de la
especialidad inquisitorial contemporánea. Culpables e inocentes podemos
caer en la red de los servicios secretos y padecer las consecuencias.
(De la eficacia burocrática del Gran Madero Global no está prohibido
dudar, como tampoco de la neutralidad de los jueces, que cuanto
más «estrella» son más dependen de los policías a sus órdenes.)
Mientras, el gobierno norteamericano (al menos éste) paga a periodistas
en todos los países para que legitimen su política.
----Es la «democracia» de la Barbarie.
----¿Qué pintan
en Afganistán las tropas españolas? Los ciudadanos, ¿le consentirán al
gobierno seguir participando a hurtadillas en la gestión militar de este
desastre globalizado?
Flores en el Minigabinete de
Crisis Que en los despachos de la Generalitat de Pujol no faltaran
jamás los ramos de flores se comprendía hasta demasiado bien: a fin de
cuentas, la esposa del President tenía floristerías. Ahora la
mesa del Minigabinete de Crisis antibarbacoas presidido por la elegante
señora Fernández de la Vega (foto de El País, 19 de julio, p. 22)
ostenta un rutilante centro floral. Las metamorfosis se extienden: ya no
son sólo las Visa, los catering, los almuerzos, los regalos, los
viajes: ahora el iva y el irpf se convierten también en
flores.
Un lector amigo se
quejaba de una afirmación del "De
Luna a Luna" de mt.e, n.º 27, según la cual Euskadi no tiene
ningún Luther King. Decía nuestro amigo que el Luther King de Euskadi es
Jonan Fernández, aunque añadía que ningún dirigente sectorial es capaz
de integrar esa sociedad muy plural y fragmentada. Y estamos de acuerdo
con nuestro amigo: ése es el problema, al que, tal vez con torpeza, se
quiso aludir en el n.º 27 de mt.e.
Filibusterismo judicial Aludía días atrás a la
neutralidad de los jueces y, mira por dónde, hoy me entero de que
la juez encargada del Registro Civil de Denia ha planteado un recurso de
inconstitucionalidad contra la ley que permite casarse a las personas
del mismo sexo. Beneficio objetivo para el PP. Como para inscribir un
matrimonio ningún juez ha de sentenciar, a Su Señoría (si se puede decir
así) le falta legitimación para interponer el recurso, que no prosperará
en este caso. Por supuesto, jurídicamente interponer un recurso una juez
nunca se ha contemplado como dictar resolución manifiestamente
injusta (o sea, prevaricar), por lo que la juez seguirá en su cargo
tan campante. Yo, sin embargo, me quedo con el deseo íntimo de poder
mandarla a escribir mil veces «No debo hacer filibusterismo
judicial».
Camiseta revolucionaria En estos tiempos en que
la actualidad lo digiere todo un amigo ha visto una camiseta con
una inscripción aún capaz de desperezar alguna consciencia. ¿La
inscripción? Ésta: «Ni Dios, ni Patria, ni Barça». Todavía hay
inadaptados que no se suman al universal ¡Oe, oe oe
oe!
No perder el hilo Nuevamente atentados:
otra vez en Londres, y en el Egipto de las torturas, por no hablar de
los atentados de la resistencia iraquí y de las represalias
norteamericanas. En Londres la policía ya ha disparado a matar contra un
sospechoso (para la policía) inocente. En varios países se registran los
bolsos y mochilas de los viajeros del metro. Estados Unidos ha
prorrogado la vigencia de la «Patriotic Act», que legaliza prácticamente
todo lo que se le puede hacer a una persona.
----No sale en los diarios, pero en el mundo, además, cada día
mueren veinticinco mil niños de hambre o de las secuelas de la
desnutrición. No hay relación directa causa-efecto, pero es manifiesto
que en un mundo donde ningún niño muriera de hambre el número de
atentados sería residual. Cuando los políticos inteligentes hablan de la
necesidad de eliminar los elementos de legitimación de los terroristas
no se dan cuenta, probablemente, de las dimensiones de esa tarea. El
hambre y la miseria no han nacido de la nada, sino del contacto de
grupos sociales antes autárquicos, quizá pobres pero no miserables, con
el capitalismo globalizado, que instaura en esas sociedades débiles la
violencia del mercado cuando carecen de los más elementales mecanismos
de protección. Por ejemplo: los medicamentos son ante todo mercancías, y
no se producen mercancías para gente que no las puede pagar.
Pide ayuda a la Guardia Civil y le
matan a porrazos Silencios de goma oscura con resultado de muerte en Roquetas de
Mar.
Televisión En verano la televisión
realmente existente da lo mejor de sí misma. Seriales y películas más
abominables y vomitivas que nunca, novelones sólo aptos para personas
que han abandonado al menos temporalmente las funciones cerebrales
superiores. ¿La publicidad? Muy bien, gracias: las voces escogidas, las
entonaciones estudiadas, las frases estereotipadas de los anuncios hay
que escucharlas sobre el telón de fondo del dolor cotidiano del mundo:
del hambre de los miserables, de las enfermedades para las que no hay
medicamentos, de las gentes descuartizadas por las guerras y los
atentados. Pero los intelectuales de los medios de masas insisten: ¿Te
gusta conducir? Lavadoras de acero inoxidable. Crema para tus manos
siempre jóvenes. KY para tus relaciones íntimas. Este detergente lava
más blanco. Los estudios americanos producen incesantemente películas de
terror, de horror y de valores americanos (lo que viene a ser lo mismo);
y hasta parece que podemos escapar a ellos al apagar el
televisor.
No hay novedad, señora
baronesa El crimen de Roquetas de Mar, como era de prever, ha entrado en
seguida en la fase sainetesco-esperpéntica: el teniente que mató a su
víctima hizo todo lo posible por salvarle la vida. Y el muerto,
un agricultor, había tomado coca, que es como decir que se lo había
buscado. Fase judicial a su ritmo. Fase parlamentaria: bronca atenuada,
no sea que el abnegado «instituto armado» se vaya a rebotar.
Nadie va a la cárcel y los encrespados vecinos de Roquetas de Mar (en la
Almería del caso Almería) son reprimidos a porrazos por la misma
Guardia Civil. Con el tiempo, mucho tiempo, por delante, verán los
lectores que al final todo queda en papeleo administrativo. España y
yo somos así, señora.
Próxima guerra: Irán Antes es preciso digerir
el indigesto Iraq. Pero Bush Segundo ya ha dicho que está dispuesto a
emplear todos los medios contra Irán si el gobierno de este país
prosigue con sus planes de enriquecimiento de uranio.
----El uranio es mejor pretexto que las famosas «armas de
destrucción masiva» de Iraq. Al parecer, los ayatollahs son casi tan
pro-nucleares como los norteamericanos. Pero ésa no es la cuestión: el
asunto es el petróleo de Irán. Por eso está el país en la agenda de las
administraciones norteamericanas, cualquiera que sea el color político
que las gobierne. Los manuales de historia del futuro, si es que hay
futuro y quedan manuales, calificarán este período como el de «las
guerras del petróleo» o las guerras de la energía. El petróleo se
acabará a lo largo de la vida de las generaciones jóvenes actuales, y
los gobiernos USA tratan de asegurarse militarmente el control de las
principales zonas donde existe este recurso. Una franja que va de
Oriente Medio a Afganistán. América latina queda para más adelante
porque está más a mano.
----Las políticas
norteamericanas del petróleo se instrumentan según conviene. Con Reagan,
los americanos armaron hasta los dientes a su aliado Saddam Hussein y le
lanzaron a la guerra contra Irán. Le armaron tanto que se les fue de las
manos y quiso anexionarse Kuwait y su petróleo. Entonces el Primer Bush
hubo de frenarle en la primera guerra del Golfo. Irán e Iraq quedaron
agotados por las guerras. Entretanto, los americanos habían trufado la
región de bases militares propias. Clinton, juguete de los servicios
secretos que le programaban y publicitaban las mamadas, lanzó la guerra
contra Serbia para desplazar hacia Oriente las fronteras de la Otan. El
Segundo Bush inició su mandato liquidando las posibilidades de paz en
Palestina con la ayuda de Sharon; luego, tras los atentados de Al Quaeda
en territorio norteamericano, hizo pública su propia agenda bélica. Los
objetivos eran Irak e Irán, con avisos a Siria y Corea del Norte. El
resto, hasta la segunda guerra contra Iraq, fue la zarzuela representada
en la ONU, que probablemente se repondrá dentro de poco.
----La pregunta no es: ¿cuánto tiempo pasará antes de que las gentes
de los países ricos comprendan que la gasolina lleva como aditivo sangre
humana? Es: cuando lo comprendan, ¿apoyarán las guerras? ¿Cargarán
contra los recalcitrantes pacifistas?
Nucleares, nucleares Lo dijo el jubilado
Gorbachov este invierno y lo ha repetido el ministro Montilla este
verano: las centrales nucleares son necesarias. El tiempo en que había
una aguda consciencia social acerca de los riesgos de este tipo de
energía ha pasado. En todos los países el llamado crecimiento económico
sigue firmemente asociado al incremento del consumo de
energía.
Lo que tenía que pasar Diecisiete militares
españoles han tenido la desgracia de morir en
Afganistán.
----Unos pocos de ellos eran
oficiales; la mayoría, soldados, esto es, personas pertenecientes a
grupos sociales capaces de buscar en el alistamiento un modo de ganarse
el pan.
----El presidente Zapatero ha
tenido que decir que han muerto en defensa de la democracia y de la
libertad.
----Sabe perfectamente que eso
no es verdad. A la tragedia de esas muertes se añade en realidad la
falta de justificación de sus misiones. En Afganistán las caritativas
fuerzas de la Otan son una prolongación de conveniencia del ejército
norteamericano; un apaño político avalado por la Onu para prestar una
apariencia de «legitimidad democrática» (en un país donde ni siquiera
hay censo) al gobierno títere instalado allí por los Estados
Unidos.
----Si las fuerzas españolas
no abandonan Afganistán ni el compromiso militar con la Otan estos
pobres muertos no serán los últimos.
----Hay que
desconfiar de los políticos que envían gente a morir y luego decretan
compungidos un luto oficial.
Gaza
Los autodenominados «colonos»
israelíes se instalaron en Gaza manu militari y manu
militari les han sacado de allí. En su rabia no han dejada intacta
ni una col. Pero eso no resuelve el problema del pueblo
palestino.
Ratzinger en Colonia Se manifiestan a su
favor cientos de miles de jóvenes turistas; en esta ocasión las hostias
no las ha repartido la policía.
Hiroshima
No olvidar. Medio millón de personas
corrientes, no combatientes, muertas de un solo golpe.
---¿Por qué necesitamos esperar que la desgracia alcance sólo a los
demás?
---Siguen almacenadas diez mil
bombas nucleares. Quienes las almacenan, piensan que pueden necesitar
diez mil. «Por la libertad», dicen. Si eso es libertad, vivan las
caenas.
Vacaciones ¡Vacaciones, qué dicha!
Pero cedería gustosamente las mías si hicieran vacaciones las hambrunas,
o los uniformados, o el ánimo de lucro. Eso serían vacaciones
verdaderas.
[JRC,
28 de agosto de 2005]
La
biblioteca de Babel
Pere Madroño "Román", l'home que va
organitzar el PSUC Fundació Pere Ardiaca, Barcelona, 2005 |
Es ésta una biografía imposible,
condenada desde un principio al fracaso. El personaje huye, se
escapa, permaneciendo siempre en una semiobscuridad. Josep
Serradell (Román) dijo que no pensaba dejar unas memorias, "porque
no las entenderían". Enseguida, acude a la memoria el verso de
Pasolini: no poder comunicar es la muerte. Esto Serradell
lo dejó dicho con una contundencia (y un dolor atroz) que no hay
que olvidar. ¿El personaje se define por sus opiniones sobre
Andreu Nin, sobre el POUM, sobre Togliatti, sobre Claudín y
Semprún, sobre Checoslovaquia, sobre Afganistán? No. De ser eso
cierto, lo más seguro es que no hubiésemos comprado el libro. ¿Por
su cálida y nostálgica rememoración de Manuel Sacristán? Tampoco
ahí hay nada nuevo: ambos eran compañeros y se apreciaban, a pesar
de que sus convicciones les llevaran por caminos distintos. El
valor de Serradell -y de un libro sobre él- está en otro sitio: en
esa zona obscura, hacia la que él tiende a escaparse. El valor
está en el título del libro: en cómo se organizó el PSUC, un
partido básicamente obrero, bajo el franquismo.
Negándose a hablar en primera
persona, Serradell derivaba su biografía hacia lo exclusivamente
político. Hacia los resultados. El biógrafo no ha podido evitar el
dilema que eso planteaba, y el libro es un compendio de la
historia del PSUC y después del PCC. Serradell así lo habría
querido.
Pero entonces, ¿qué esperábamos del
libro?, ¿cuál es la fuente de nuestro desasosiego? La pregunta se
desplaza de Serradell a nosotros. La pregunta es simplemente la
desesperación, el desánimo, los momentos oscuros de nuestra propia
vida. En el libro no hay ni una mención |
a la derrota de la guerra civil, y
tantas derrotas que han venido después, hasta la caída del muro de
Berlín. Nos las hay, porque quizás no las hubo. Es decir, no
fueron vividas como tales (y aquí hay que dar un sentido fuerte a
la noción de vivir). Quizás -siempre quizás, sin ninguna
certeza-, la derrota de la guerra civil instituyó un mecanismo de
relojería que marcaba dos tiempos distintos. Por un lado, marcaba
las horas del desánimo y la supervivencia, marcaba ese tiempo que
late en toda la obra novelística de Manuel Vázquez Montalbán, que
en Milenio Carvalho dejó escrito esta tesitura pesimista
que hermana a toda una generación: "convocar recuerdos, temer
futuros". Por el otro lado, marcaba las horas de los exilados,
interiormente animados por un espíritu de lucha, que ven en la
clandestinidad un paso más hacía la consecución de sus objetivos,
que les fueron arrancados en la guerra civil. Serradell llevaba el
reloj del exilio, aunque ayudó a organizar el partido en la
clandestinidad.
¿Cómo? Esto es lo que no cuenta, lo
que queda no dicho o velado por los aspectos más exteriores. En lo
poco que le conocí, algunas reuniones en la transición, había en
él algo desacostumbrado. Había en Serradell algo que hacía que el
otro se sintiera un ser humano. Tuvo siempre el tono
extremadamente delicado ante todos sus compañeros de partido -tan
distinto de la displicencia de los que vinieron detrás-, de
tratarles como lo que en realidad eran: militantes comunistas,
gentes que sacrificaron muchas cosas para estar ahí con él. Esto,
sin embargo, no suele aparecer en las biografías. [Josep Torrell]
|
Boaventura de Sousa Santos
El milenio
huérfano. Ensayos para una nueva cultura
política Madrid-Bogotá, Trotta/ILSA, 2005 |
Transgresor de fronteras geográficas, culturales y
disciplinares, Boaventura de Sousa Santos es el autor de una vasta
y variada obra que debería suscitar el interés de todas aquellas
personas que hacen suya la consigna «otro mundo es posible».
Equidistante de lo que denomina «el modernismo arrogante» y «el
posmodernismo entreguista», apuesta por un «posmodernismo de
oposición», convencido de que «vivimos en un tiempo caracterizado
por la circunstancia de eternos problemas modernos las
promesas incumplidas de la modernidad: libertad, igualdad,
solidaridad y paz para los cuales parece no haber respuestas
modernas». Frente a este diagnóstico, la tarea prioritaria es la
renovación teórica de las ciencias sociales: las concepciones
modernas de la historia y de la racionalidad, la desatención a la
diferencia |
y a la Naturaleza, son algunos de los nudos problemáticos
que el profesor portugués afronta, con rigor analítico y gran
creatividad, en la primera parte de este libro. En su segunda
parte, los esfuerzos de reconstrucción teórica se centran en
ámbitos más concretos: los principios de igualdad y diferencia, el
estado, la democracia y la globalización. En ella, se hallan
valiosas ideas y propuestas para la construcción de una
globalización contrahegemónica, impulsada desde abajo. En
definitiva, se trata, como escribe Juan Carlos Monedero en su
estudio introductorio más que presentación a la obra de
Sousa Santos, de «una de las apuestas más originales, frescas y
valientes del panorama de la ciencia social mundial». Y no
exagera. [Xavier Pedrol] |
Revista mientras tanto
Contenido del número
95
Notas
editoriales. Artículos J. Sempere, Razones y contexto del 'no' francés al
Tratado Constitucional europeo. Una crónica de urgencia; M.R. Borrás,
Redefinir el proyecto de la ciudad de Barcelona; M.R. Borrás y A.
Madrid, La Reforma del sistema educativo español; A. Recio, Empleo y
medio ambiente. Necesidad y dificultad de un proyecto alternativo; R.
Campderrich, La influencia de Leo Strauss sobre los neocons.
Reflexiones en torno al conocimiento científico: A. Durán, Conocimiento
científico y desarrollo tecnológico para un mundo sostenible; J.
Torrents y P. Freixas, Experiencias de socialización del conocimiento.
Del software libre a las licencias Creative Commons. Juan
A. Aguilera Mochón, La ciencia frente a las creencias religiosas.
Reseña.
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