Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Ciencia (Filosofía -Teoría- de la)  
 
Andrés Rivadulla
Universidad Complutense de Madrid

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La dedicación cada vez más intensa en nuestros días a la ciencia, y la diversidad y especialización crecientes de las disciplinas científicas, nos proporcionan un conocimiento cada vez más profundo del mundo que, aparte de la satisfacción intelectual que ello supone, nos permite un aprovechamiento práctico de indudable importancia para la vida humana, para nuestra felicidad. Los avances en medicina, agricultura, prevención de catástrofes, medios de comunicación, etc, son una referencia cotidiana de cómo una investigación -más o menos orientada, más o menos condicionada- produce beneficios para la humanidad (desgraciadamente también peligros gravísimos de holocausto nuclear y ecológico que, ¡ojalá!, el triunfo de la razón y la solidaridad puedan algún día hacer desaparecer). Al margen de estos riesgos, demasiado presentes para ser obviados, podemos convenir que la ciencia investiga el mundo por el afán de conocimiento, por la necesidad de satisfacer la curiosidad que suscita lo que nos rodea y lo que no vemos, pero intuimos, y con el objeto de sacar provecho práctico para la vida de nuestra especie y entorno.

 Desde un punto de vista filosófico, y en un nivel que nada tiene que ver con la divulgación o el periodismo científicos, la actividad científica misma y sus productos plantean un número considerable de interrogantes que no interesan primariamente al hombre de ciencia, porque no son preguntas propias de la ciencia real sino de la metaciencia, a saber: las cuestiones que conciernen la definición y clasificación de los conceptos científicos; el problema de los términos teóricos de la ciencia; la naturaleza de las leyes científicas; la estructura lógica, evolución y sustitución de las teorías científicas; la contrastación empírica de la hipótesis y teorías; la lógica de la inferencia científica; la explicación científica; el progreso científico; la fundamentación del conocimiento; el sentido y la referencia de los términos de la ciencia; la verdad, etc. Estas cuestiones, y muchas más, que son las que interesan al filósofo o teórico de la ciencia, constituyen las preguntas de carácter metodológico, lógico, epistemológico y semántico que agotan el objeto de la filosofía o teoría de la ciencia, la cual se conforma así como una disciplina de rango metacientífico: mientras la ciencia investiga el mundo, la filosofía (teoría) de la ciencia analiza la ciencia misma.

 La filosofía de la ciencia da cuenta pues tanto de cuestiones sistemáticas (o sincrónicas) de la actividad científica, como de aspectos históricos (o diacrónicos) de la misma, e.d. del cambio científico. Mas, sobre la naturaleza de la teoría de la ciencia, cabe preguntarse también si ésta es una disciplina empírica dedicada exclusivamente a describir e indentificar la estructura lógica de los productos proporcionados por la ciencia y su forma de aplicación a la realidad, o si por el contrario (o también), se encarga de dictar las normas por las que se debe guiar la actividad científica real.

 El recurso a la afirmación de que la tarea de la filosofía de la ciencia es la de llevar a cabo una reconstrucción racional de la ciencia, o sea, una explicación del conocimiento científico por medio de conceptos lógicos, epistemológicos y pragmáticos, según opina Wolfgang Stegmüller, no evita la cuestión, ya que toda reconstrucción racional de la ciencia -y lo que se viene haciendo en teoría de la ciencia desde sus orígenes no es sino plantear propuestas de reconstrucción racional del conocimiento científico- o bien se hace desde una perspectiva filosófica determinada, o bien es susceptible de recibir una interpretación filosófica particular. Luego parece difícilmente discutible que, además de descriptiva, la filosofía o teoría de la ciencia haya de ser también una empresa normativa o prescriptiva.

 El origen oficial o público de la filosofía actual de la ciencia puede situarse en el Primer Congreso sobre Epistemología de las Ciencias Exactas, celebrado en Praga del 15 al 17 de septiembre de 1929. La propuesta de su celebración fue sugerida por Hans Reichenbach y su organización corrió a cargo de la sociedad Ernst Mach de Viena en colaboración con la Sociedad de Filosofía Empírica de Berlin. La invitación a participar en el mismo fue incluida en la invitación a asistir al Quinto Congreso de Físicos y Matemáticos Alemanes, una vez que la Sociedad Alemana de Físicos aceptase la conexión del citado Primer Congreso con el de físicos y matemáticos. Algunas ponencias, como la de Philipp Frank, que también leyó el discurso de apertura: «¿Qué representan las teorías físicas actuales para la teoría general del conocimiento?» y la de Richard von Mises: «Sobre regularidad causal y estadística en la física», fueron presentadas en el Congreso de Físicos y Matemáticos. El hecho pues, por una parte, de la concurrencia de físicos, matemáticos y filósofos en un congreso en el que se discutió sobre la concepción científica del mundo (del Círculo de Viena), sobre probabilidad y causalidad, y sobre cuestiones fundamentales de lógica y matemáticas -lo que demostraba que en filosofía se estaba produciendo un auténtico cambio de rumbo-, y la circunstancia, por otra parte, de que en sucesivos congresos y publicaciones se fuera desarrollando la temática discutida en el Primer Congreso mencionado, hasta formar parte del cuerpo de cuestiones que hoy constituye -académicamente hablando- la filosofía o teoría de la ciencia, autorizan a considerar justamente situado el origen de esta moderna disciplina. Este hecho no debe hacernos olvidar sin embargo la existencia de una filosofía de la ciencia precedente con concepciones tales como el pragmatismo de Ch.S. Peirce y W. James, el convencionalismo de H. Poincaré, el instrumentalismo de P. Duhem, el operacionalismo de P.W. Bridgmann, así como la moderna filosofía de la naturaleza de W. Ostwald y H. Dingler, el atomismo lógico de Russell y el empiriocriticismo de Mach y Avenarius.

 Más precisamente, la filosofía de la ciencia nace sobre el trasfondo de una disputa que concierne la esencia misma de la metodología científica: frente a la cuestión central del positivismo o empirismo lógico, o neopositivismo: «¿cuál es la base de certeza a la que es reducible el conocimiento?», Karl Popper planteó la siguiente, característica de su posición denominada posteriormente racionalismo crítico: «¿cómo podemos criticar óptimamente nuestras teorías?». Esta divergencia básica determinó también dos actitudes radicalmente opuestas acerca tanto del criterio de demarcación entre ciencia y pseudociencia -el de falsabilidad en sentido lógico de Popper frente al criterio neopositivista de verificabilidad en principio-, como principalmente sobre la posibilidad de una lógica o teoría del aprendizaje inductivo a partir de la experiencia.

 El título del primer libro de Karl Popper, aún inédito en España, Los dos problemas fundamentales de la epistemología, que presuntamente constituye la versión originaria de su Lógica de la investigación científica, refiere el hecho de que para él las dos cuestiones candentes de la teoría de la ciencia eran: el problema de la demarcación entre ciencia y pseudociencia, y el problema de la inducción. Por su parte la primera idea que Rudolf Carnap defiende en "Testability and Meaning" en 1936 es la de que los temas principales de la teoría del conocimiento son el del significado y el de la verificación. En todo caso, considerando técnicamente el problema de la demarcación un mero aspecto del de la inducción, la historia de la filosofía de la ciencia enseña que los dos problemas principales de la teoría de la ciencia empírica son realmente: el problema del método científico y el problema del realismo. El primero de ellos engloba al problema de la inducción, al problema de la demarcación y al problema de la fundamentación del conocimiento; el segundo consiste por su parte en la pregunta acerca de cómo cumple la ciencia la tarea de descripción y explicación de los fenómenos del mundo. Ambos son en definitiva simples facetas, sancionadas por la historia más que bimilenaria del pensamiento científico occidental, de la pregunta acerca de las posibilidades, formas y límites del conocimiento humano. Su solución intenta ofrecer una explicación cabal de la racionalidad de la ciencia. Constituye en efecto una curiosa circunstancia histórica que los problemas del método y del realismo tengan un origen casi común: éste echa sus raíces en la polémica provocada por el llamado problema de los planetas de Platón, cuya disolución definitiva correría a cargo de Johannes Kepler; el problema del método científico por su parte tiene su origen en Aristóteles. Así, mientras la disputa realismo vs. instrumentalismo abre en la filosofía occidental el curso de los debates epistemológicos acerca de las posibilidades de una teoría del conocimiento científico, el problema de la inducción, llevado de la mano de Aristóteles a la escena metodológica, abre cauce a las discusiones en torno a la teoría de la inferencia científica.

 La filosofía actual de la ciencia no se asienta empero sólo sobre la base del positivismo lógico del Círculo de Viena y del racionalismo crítico de Popper. Coincidiendo con ambos, el médico polaco Ludwik Fleck, anticipándose en treinta años al sociólogo norteamericano de la ciencia Thomas S. Kuhn, completará la orientación histórica o dinámica de la ciencia, que ya propugnaba Karl Popper por aquellas fechas, poniendo especial énfasis en los condicionamientos sociales del conocer.

 A partir de los años sesenta la orientación histórica de la filosofía de la ciencia ha dado paso a grandes controversias sobre las formas, métodos y metas del progreso científico. El coloquio internacional sobre Filosofía de la Ciencia, celebrado en Londres en 1965, cuyas ponencias fueron recogidas por Imre Lakatos en 1970 en La crítica y el desarrollo del conocimiento; la publicación por Paul K. Feyerabend en 1970 y 1975 de su Contra el método y Tratado contra el método, respectivamente; la aparición en 1971 de la obra de Joseph D. Sneed: The Logical Structure of Mathematical Physics; el Coloquio sobre la Lógica y Epistemología del Cambio Científico, organizado en Helsinki por la Sociedad Folosófica de Finlandia en 1977, y cuyas ponencias aparecen recogidas en Acta Philosophica Fennica, 1978, pusieron de manifiesto durante los años setenta y ochenta la existencia de la polémica Popper-Kuhn-Lakatos acerca del desarrollo científico, del enfrentamiento del anarquismo epistemológico de Feyerabend con Popper, Kuhn y Lakatos, y de la rivalidad de las concepciones realista y estructuralista acerca del progreso científico. La aparición de versiones sofisticadas del realismo, en particular a partir de la propuesta de Hilary Putnam del realismo interno en Razón, verdad e historia, 1981, ha reavivado las discusiones epistemológicas, que se centran fundamentalmente en la actualidad en las polémicas entre el relativismo epistemológico y las versiones no ingenuas del realismo científico.


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