Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Ikastola  
 
Adolfo Rodríguez Bornaetxea
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

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IKASTOLA: Neologismo en euskara acuñado por Sabino Arana para referirse a las escuelas vascas
 

1. Desarrollo y popularización de las escuelas vascas según sus posibilidades legales y/o lingüìsticas.

Antes incluso de la unificación de la lengua vasca en el llamado euskara batua existía, lógicamente, la literatura en esta lengua y, dentro de ella, lo que podríamos denominar literatura pedagógica. Podríamos incluso, sin pecar de exageración, afirmar que, directamente o de un modo transversal, prácticamente toda la literatura en euskara ha sido, de alguna manera, literatura pedagógica.

El propio Koldo Mitxelena designó como literatura oral popular a estas formas de prescripción social (moralejas didácticas) que impregnan todo el acervo literario clásico en euskara.: La literatura popular vasca, fundamentalmente oral, es seguramente tan rica y abundante como la de cualquier otra lengua. La llamada literatura culta, por el contrario, es escasa tardía y en general de un nivel de calidad no muy alto.

Pero, aun siendo una de las características fundamentales de este tipo de literatura su carácter oral, no debemos olvidar que en su mayor parte la encontramos bajo los auspicios de la Iglesia. Aparecerán así, en euskara, libros doctrinales, catecismos o vidas de personajes ejemplares expresadas siempre con un contenido didáctico y escritas para ser leídas en voz alta y, en definitiva, con un objetivo fundamentalmente educativo. Este tipo de literatura analizada hasta ahora sobre todo desde la prespectiva de la oralidad, supone un verdadero tesoro para los investigadores de este ámbito.

De todas formas, aunque, como venimos diciendo, cualquier tipo de literatura clásica en euskara tenga un contenido que nos haga poder considerarla como literatura pedagógica, existe una producción de libros de texto y manuales escolares que entroncan más directamente con el objeto de nuestro trabajo.

En este conjunto encontraríamos por una parte los manuales que a partir del XIX fueron utilizados tanto en las escuelas del Reino de España como en las de la República francesa para enseñar respectivamente español y/o francés a los niños de origen vasco y lengua euskérika. Además de estos libros encontraremos, normalmente a la sombra del naciente nacionalismo y a partir de los inicios del siglo XX, métodos especialmente pensados y diseñados para el euskara y la escuela vasca y no, como los anteriormente citados, para ser meros vehículos de introducción de la lengua del estado dominante.

De entre los de este último tipo deberíamos citar irremediablemente el trabajo editado por el hernaniarra A.P. Iturriaga en 1842, es decir,, su conocido Diálogos basco-castellanos para las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa, donde, en la introducción, se nos apercibe de que siendo el romance la lengua de nuestro gobierno, y estando los señores maestros de primeras letras encargados de enseñárselo a sus discípulos, por sernos a los bascongados necesario e imprescindible a unos, útil a otros y conveniente a todos, no se hayan propiciado medios auxiliares que faciliten su enseñanza. En la misma línea encontraremos la edición de 1825 del Diccionario manual vascongado y castellano de L. Astigarraga, que era fundamentalmente un método escolar para enseñar español a los vascos. Ambos autores eran maestros. Iturriaga. muy identificado con los movimientos de renovación pedagógica de la época, se opuso a lo largo de su carrera a los castigos corporales, tanto dentro como fuera de las aulas. El método de Astigarraga, por su parte, fue muy utilizado; de hecho, en la época de la República tuvo más de veinte reediciones, pero, no debemos olvidar que, aunque se tratase de libros vascos y pedagógicos, tenían como función españolizar al alumnado de la época. Este y no otro era el objetivo de los pedagogos vascos que hoy conocemos. Por ejemplo, el inspector J.M. Eguren, autor así mismo del Método práctico para enseñar el castellano en las escuelas vascongadas, que vio la luz en 1867, explica claramente su propósito: Cuando empiezan a asistir a la escuela no entienden bien el castellano, y como en este idioma aprenden a leer, escribir y todos los demás ramos de la enseñanza, excepto la doctrina cristiana, no comprenden lo que leen y estudian.

Deberíamos contextualizar la situación sociolingüística de la época citando la encuesta sobre uso de las lenguas que realizó Ladislao Velasco en 1868. En ella queda reflejado que, en la época a la que nos estamos refiriendo, más de la mitad de la población de los siete territorios vascos era monolingüe en vascuence y, en consecuencia, para desarrollar la enseñanza en castellano y/o francés con un mínimo éxito la referencia a la lengua de origen era inexcusable.

No parece que la distribución lingüística variase mucho de la hasta ahora descrita en la parte norte de los Pirineos. De hecho, la gramática del inspector J.B. Archu, publicada en 1852 (Uskara eta Franzes gramatika uskalerrietako haurrentzat eguina), se plantea este mismo problema con respecto a la enseñanza francesa: "Esta gramática bilingüe que hemos escrito tiene como objetivo ayudar a los profesores del País Vasco y dotarlos de un medio de iniciación para que sus alumnos puedan conocer la lengua francesa".

Otro tipo de libros de texto eran los que en la misma época pretendieron alfabetizaren la lengua propia de los hablantes vascófonos. Siendo el objetivo de estos materiales pedagógicos conseguir una cierta normalización dentro del ámito lingüístico del euskara, y, por lo tanto, obviando la necesidad de un apoyo textual bilingüe, los autores aparecen escondidos bajo seudónimos y/o siglas, sin que podamos llegar a saber, como en el caso de los anteriormente citados, su verdadera identidad. Así nos sucede, por ejemplo, con el autor de Iracurtzaren asierac edo lenasteac euscalerrico aurrentzat editado en 1875 por un autor que firma con las letras G.Z. La mayor parte de estos textos fueron realizados durante las carlistadas, y su función era desarrollar la alfabetización normalizada en la lengua del País. Al contrario de los que pretendían enseñar español o francés por medio del euskara, estos métodos iniciaban el aprendizaje del silabario directamente en euskara. De cualquier manera, la dificultad actual para reconocer a los autores de entonces ya constituye por sí misma un dato de especial relevancia sobre la situación de depresión lingüística.

Aunque no es una situación desconocida en la actualidad (escribir en euskara no hace a nadie famoso), parece que la aportación didáctica a la normalización de autores como G.Z., al quedar en el anonimato refleja la situación de dominación de la época. Sin necesidad de ser investigadores en este área de teoría e historia de la educación, nombres como los de Iturriaga, Astigarraga o Eguren son de sobra conocidos por el interesado. Eran maestros e inspectores de enseñanza. De alguna manera, hombres del "sistema" preocupados por introducir el español. De la misma manera, precisamente, que J.B. Archu lo estaba por la introducción del francés en el País Vasco Norte. Sin embargo, aquellos que trabajaron por una enseñanza normalizada en vasco para los vascos nos son hoy desconocidos. Como hemos dicho, cuando menos este desconocimiento es, hoy en día, en sí mismo, un dato del que sacar consecuencias.

Deberíamos recordar, para contextualizar la situación de la época, que el método elegido para enseñar la lecto-escritura en todo el Reino de España (el llamado método Torio, de 1798), fue aprobado para su utilización en Gipuzkoa en 1825. Sin embargo, y a la sombra de las carlistadas, se editó en Azpeitia, en 1870, una normativa educativa que difería en elementos fundamentales de los dictados de la Corte de Madrid.

Bajo los auspicios de la Diputación Foral de Gipuzkoa se editaron distintos manuales, en su mayoría dirigidos por J.J. Arana, para desarrollar lo que hoy llamaríamos el curriculum de los niños vascongados. Este "desarrollo curricular" comprendía Doctrina Cristiana y Principios de Historia Sagrada en bascuence. Lectura y escritura, primero en bascuence y después en castellano. Nociones de Gramática bascongada, y después la castellana. Las cuatro reglas de la Aritmética por números abstractos y denominados, y sistema legal de pesos y medidas. Se recomienda el estudio de los rudimentos de Historia de España. Como puede apreciarse, la preeminencia lingüística se le otorga al euskara, mientras que los contenidos de la enseñanza, desarrollados con una perspectiva más política que propiamente pedagógica, corresponden a la visión tradicionalista que caracterizaba a las diputaciones de la época.

De cualquier manera, ése no era el curriculum que se aplicaba en el resto del Estado español. Además, al hablar de marco de la territorialidad, era todo el País Vasco Sur el que se tomaba como referencia para la educación. La propia Diputación de Gipuzkoa, en su revista Sirimiri del 11-1O-1896, rezaba: Tiempo hace que la Diputación de Guipúzcoa tomó el patriótico acuerdo de gestionar el que se obligara a los maestros de primera enseñanza de las escuelas de Euskalerria el que se poseyeran el idioma vascongado. Como era natural, para dar a este acuerdo mayor solemnidad y prestigio, solicitó de las demás diputaciones hermanas que lo hicieran suyo, y todas juntas emprendieran los trabajos conducentes a la realización de sus deseos.

Nabarra, fiel a sus gloriosas tradiciones, acogió con entusiasmo este acuerdo. Creemos que también Alaba se mostró propicia a la idea. Solamente era necesaria la conformidad de Vizcaya...

En esta misma base cultural pero con características políticas mucho más decantadas por el incipiente nacionalismo, surgirán nuevos textos escolares para el aprendizaje de la lecto-escritura en euskara. Merece la pena reseñar el Agakia euskaras irakurtzen ikastekoa, escrito por K.A. Ormaetxea ese mismo año (1896) y el Umiaren lenengo aizkidea euskeraz irakurtzen ikasteko, del propio Sabino Arana. Ambos pertenecen a los métodos que pretenden no la enseñanza del español ni del francés, sino la de la propia lengua vasca. Tal como hemos expresado anteriormente, los autores no aparecían en la época con su auténtica identidad. De hecho, Arana firmó su libro bajo el seudónimo Bizkaitar batek, mientras que Ormaetxea lo hizo con la frase Bizkaiko elexgizon batek iratziya. Con todo, la aparición del incipiente nacionalismo supuso un revulsivo que tuvo como consecuencia la edición de cada vez más abundantes libros escolares en euskara. Hoy en día contamos, gracias al trabajo de Gregorio Arrien, de un catálogo de libros didácticos de la época: Haur liburu didaktikoen errolda 1800-1976. Junto a los volúmenes dedicados propiamente a la educación infantil y primaria surgieron numerosas gramáticas para el aprendizaje por adultos de la lengua vasca. Son conocidas Euskal-iztiya, editada por J.M. Lertxundi en 1913, y el Método para aprender vascuence de M. Arruza publicado en 1925. Por fin daba fruto la denuncia de Juan Ignacio Iztueta (1767-1845) en su Vocabulario del vascuence : No sólo es vergonzoso, sino sobre todo doloroso, que la juventud de los leales pueblos de Gipuzkoa tenga necesariamente maestros erdaldunes que no saben ni una sola palabra en euskara, y todavía es más tenebroso que cuando los pobres niños dicen una palabra en su lengua, esos hombres venidos de fuera se dediquen a castigarlos. ¿Es que es pecado hablar a los vascos en vasco? ¡Ay euskara, qué vida tan dura la tuya! Por desgracia, no son sólo los de fuera los que no quieren verte!

A partir pues, de principios de este siglo, los métodos escolares y libros de texto empezaron a florecer en las escuelas vascas. Las preocupaciones de Iztueta habían germinado convenientemente. De la misma manera, otros euskalzales habían anteriormente procurado métodos para el aprendizaje del euskara. Por lo general, diccionarios y glosarios dedicados a un público adulto que quería acercarse a la lengua. Deberíamos recordar el Modo breve de aprender la lengua vizcaína de Rafael Mikoleta , publicado en 1653; la Gramatica eskuaraz eta francesez de M. Harriet, publicada en Baiona en 1714, o Eusqueraren Berri Onac eta ondo escribitceco, ondo iracurteco, ta ondo itzeguiteco erreglac, editado por el hernaniarra J.A. Cardaberaz en Iruñea en 1761. Todos ellos eran, de alguna manera, gramáticas.

Pero el que una lengua pudiese ser reducida a un conjunto de normas de funcionamiento denominadas gramática era algo nuevo en esas épocas. De hecho, cuando Antonio de Nebrija mostró a la reina Isabel de Castilla su Gramática del Castellano le tuvo que explicar el valor no sólo científico sino fundamentalmente sociolingüístico de las gramáticas: Después que Vuestra Alteza meta debajo de su yugo muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas, y con el vencimiento aquéllos tengan la necesidad de recibir las leyes que el vencedor pone al vencido y con ellas nuestra lengua, entonces por este arte gramatical podrán venir en el conocimiento de ella, como agora nosotros desprendemos el arte de la lengua latina para desprender el latín. Esto es, tal como se ha explicado en numerosas ocasiones y foros, la lengua puede ser una de las armas para conquistar un pueblo, e incluso, siendo más concreto, después de una conquista militar puede constituir la forma de prolongar la dominación.

Las lenguas que tenían una gramática eran presentadas como lenguas dominantes, mientras que las que carecían de ella no eran consideradas mas que una característica de incivilidad. Por eso, los llamados apologistas del euskara se preocuparon en gran manera para conseguir una gramática que hiciese llegar al vascuence al nivel de las otras lenguas que estaban en contacto con él. Esa fue la labor a la que se dedicó el P. Larramendi, y que concluyó con la publicación, en 1729, de El imposible vencido, Arte de la lengua bascongada .

Por una parte, las gramáticas arriba citadas constituyen más una reivindicación lingüística y a menudo política que unos métodos didácticos para el aprendizaje. Por otra parte, los libros escolares en euskara dedicados al aprendizaje lo son con el objetivo de españolizar y/o afrancesar, es decir, de aculturizar a la población vascófona. En definitiva, habremos de esperar hasta el presente siglo para poder encontrar en lengua vasca métodos y manuales escolares redactados y utilizados con una perspectiva normalizadora.

En esta línea, suponen una aportación de modernidad y renovación pedagógica los manuales de B. Estornés Sabin euskalduna; el Umearen Laguna, de López de Mendizabal, o los más conocidos Irakurtzen ikasteko biderik errezena, Martin Txilibitu y Txomiñ-Ikasle, en sus versiones de dialecto vizcaíno y guipuzcoano.

La somera aparición de textos escolares a principios de siglo chocó con el ambiente político del momento, sobre todo a partir de la dictadura de Primo de Rivera, de forma que los autores debían hacer declaración expresa de su españolidad para poder acceder a la publicación y edición de sus obras.

En el caso de la gramática de Arruza, antes citada, encontramos en su primera página: Esta obra no contiene materia alguna que pueda considerarse atentatoria a la unidad de la patria. (1925). La situación resulta conocida por cuanto que la más cercana dictadura del general Franco trajo consigo parecidas proclamas. El obispo de Vitoria, por ejemplo, afirmaba en 1937: En la Iglesia española y en la Patria deben estar concentrados todos los amores. Al decir España, digo Iglesia. En el amor a nuestra patria residen los amores a la Iglesia. Amar a España es amar lo más grande, lo más sublime. Despreciarla, es despreciar lo más sagrado.

El que ame de verdad a España y a su Iglesia es el que obtendrá el galardón en esta tierra y en el cielo..

Escolares: Amad a España y amaréis a Dios, y España os dará la felicidad en la tierra y Nuestro Señor, la gloria en el Reino de los Cielos.

Este tipo de situaciones, pues, responden a los parámetros de dominación cultural autoritaria característicos de la colonización. Hablando precisamente de la cultura vasca, J.P. Sartre planteó, en su prólogo al famoso libro El Proceso de Burgos, los parámetros que obligan a definir la situación del País Vasco en función de los criterios de la colonización: Esta es la paradoja, que el país colonizador sea pobre y sobre todo agrícola, y que el país colonizado sea rico y que ofrezca un perfil demográfico de sociedad altamente industrializada... Sin embargo, la mayor parte de los millones recogidos gracias a los órganos de opresión (Administración española o españolizada, Ejército de ocupación, Policía, Tribunales, etc.) se utilizan en la desvasquización y en la enseñanza de la lengua y la cultura españolas.

Este punto de vista sartriano nos lleva a comprender la lucha por la lengua y la cultura vasca como una lucha de descolonización. Tanto es así que los pasos necesarios para la normalización de dicha cultura han tenido que recorrer el camino que otras culturas han necesitado para consolidarse como libres e independientes. Quizás el camino más cercano, todavía incluso inacabado, haya sido el de la unificación lingüística.

En cualquier lengua, la estandarización de las distintas variables del habla y la elección de un determinado modelo de escritura ha condicionado el camino cultural a emprender y el tipo de escuela y libro de texto a desarrollar.

En esta línea analítica, parece bastante admitido entre los investigadores que fue el protestantismo el impulsor fundamental de la alfabetización y la lecto-escritura. De hecho, la necesidad consecuente a la opción religiosa de leer y meditar las Sagradas Escrituras en privado orientó necesariamente a la población hacia la adquisición de habilidades de lectura en la modernidad. En el caso del País Vasco, políticamente llamado en esa época Reino de Navarra, la preeminencia de una dinastía protestante situaba históricamente al euskara ante la posibilidad real de avanzar con el ritmo de la Historia por los caminos de la alfabetización.

En contra de lo que cabía esperar, la invasión castellana del Reino de Navarra cercenó, entre otras cosas, las posibilidades culturales de nuestra lengua. Valiéndose de una falsa bula papal e imponiendo un catolicismo reaccionario, los hábitos culturales de la Corte navarra fueron sustituidos por distintas formas de transmisión educativa, fundamentalmente ligadas a la actividad clerical y a la oralidad.

Este proceso de sustitución no fue, sin embargo, rápido, ya que el Reino de Navarra se mantuvo en los territorios de ultrapuertos hasta 1610, en que Luis II de Navarra y XIII de Francia recibe por separado la Corona real de Francia y la del Reino vascón. Así pues, a partir de la invasión de Navarra por Fernando II de Aragón, rey de Castilla, entre 1512 y 1521, y de la unión de la Corona de Francia y Navarra en torno a 1620, tanto las dinastías reales correspondientes a los Reinos de España como a los de Francia se llamarán a sí mismos Reyes de Navarra. Por lo tanto, durante el proceso de casi cien años en el que convivieron una Corte con hábitos culturales marcados por el protestantismo y otra muy condicionada por la versión más clásica del catolicismo social, encontraremos en el territorio navarro formas bien distintas de acercarse a la lecto-escritura.

En la zona Norte, el pastor protestante J. Leiçarraga realizó una traducción al euskara del Nuevo Testamento con la característica rigurosidad con la que operaban en estos casos los calvinistas. Puede decirse que este texto es la versión primigenia de lo que posteriormente dio en llamarse Euskara batua.

Sin embargo, ni el euskara ni el Reino Navarro en trance de disolución política pudieron escapar de la contrarreforma católica, que, a pesar de todo, produjo una serie de escritores vascos que, a ambos lados de los Pirineos, nos legaron distintas obras literarias, como hemos dicho, de contenido religioso y didáctico en su mayoría. En el siglo XVII, Axular y Tartas; en el XVIII, Joannes D'Etcheberri, Larramendi, Cardaberaz y Mogel. En el siglo XIX, bajo la influencia de los anteriormente citados "apologistas del euskara", a los que habría que añadir el trabajo de Añibarro, surge la aceptación implícita de cuatro corpus formales de normativización a la hora de reflejar de forma escrita las distintas formas dialectales o euskalkis. Los trabajos sobre dialectología del príncipe Bonaparte profundizaron esta división entre dialectos.

A mediados del siglo XIX, los esfuerzos de M. D'Abbadie, a la sazón presidente de la Academia de Ciencias de París, en la creación y socialización de concursos literarios desde 1853, hizo aparecer de nuevo la necesidad de una unificación lingüística. A partir de 1873 se introdujo la prosa, además de la poesía, como disciplina, y desde 1879 dichos concursos pasaron a celebrarse al Sur del Bidasoa (en Elizondo).

La reunión de distintos dialectos y la necesidad de reflejar por escrito la poesía hablada fueron limando las distancias entre las distintas variables lingüístico-culturales aglutinadas en torno a la iniciativa de los juegos florales. La necesidad de la estandarización recibió con ello un mayor acicate.

La pérdida de los Fueros influyó negativamente en este proceso de unificación lingüística, ya que las versiones dialectales tomaron de nuevo una inusitada fuerza. Es en este contexto cuando Sabino Arana, formulador del nacionalismo vasco político (no deben olvidarse otras concepciones teóricas de la época, como la del el zuberotarra A. Chaho por ejemplo), publicó sus Lecciones de ortografía del Euskara Bizkaino (1886), intentando plantear (casi imponer) una manera unificada y común de escritura.

De hecho, en el congreso de Hendaia del Euskaltzaleen Biltzarra (antecedente de la Academia Vasca de la Lengua atual) de 6 de setiembre de 1901, Arana intentó, utilizando el mayor número de partidarios de que disponía en ese foro, que su concepción lingüística bizkaitarra, cantabrista y etnocéntrica fuese adoptada como referencia básica para la estandarización. En ella se subrayaba la limpieza de los elementos léxicográficos, obviando intencionadamente otros componentes sintácticos y morfológicos. Así, al congreso de Hondarribia de 2 de setiembre de 1902 se presentaron 293 vizcaínos (la gran mayoría de los reunidos) para posicionarse a favor de las tesis ortográficas sabinianas. No obstante, la reacción del resto de los reunidos, representantes a su vez de otros dialectos, obligó a aparcar el tema de la unificación por una real falta de consenso.

En 1918, la Sociedad de Estudios Vascos Eusko Ikaskuntza, reunida en Oñati, decidió estructurar, a partir de su departamento de Lengua, Euskaltzaindia, lo que hoy conocemos como Academia de la Lengua Vasca. Este organismo, reunido en Donostia el 2 de Enero de 1920, acordó en su décima asamblea aceptar y promover los criterios empleados por Sabino Arana para la unificación lingüística. De todas las maneras, a finales del mismo año (en la asamblea celebrada en Bilbao el 29 de Diciembre para ser más exactos) se cambió el criterio, y, aunque sólo fuese para uso interno, se propuso aceptar como base para la estandarización el euskara guipuzcoano.

El asunto, como puede verse, no estaba exento de dificultades, y las soluciones que se ofrecían estaban marcadas por opciones muy distintas. Unos apelaban a la tradición literaria para tomar como base el euskara de Lapurdi y/o el utilizado en la Baja Navarra; otros optaban por criterios más sincrónicos; otros, en fin, simplemente estaban en contra de la unificación. Así fueron sucediéndose, una tras otra, las reuniones de Bilbao, Donostia, Lekaroz, Azparne, etc., donde llegaron a presentarse, por escrito, dieciocho propuestas distintas para abordar el tema de la unificación del euskara literario. Es de subrayar, de entre todas ellas, el trabajo realizado por Resurrección María de Azkue, quien llegaría a ser presidente de la propia Euskaltzaidia, reuniendo literatura popular y teorizando sobre sus investigaciones de campo. Aquel que fue oponente y vencedor de la cátedra de Euskara vizcaína frente a Miguel de Unamuno y Sabino Arana, consiguió que lo que a partir de 1968 hemos dado en llamar Euskara batua estuviese ya recogido en una rica base documental desde casi treinta años antes.

Las consecuencias del golpe militar que lideró el general Franco y que dieron origen a la implantación de una sórdida dictadura política con bases ideológicas de tendencias "imperiales", hicieron muy difícil seguir caminando desde la legalidad por la senda de la "unificación lingüística del euskara" abierta antes de dicho golpe. Es por esto que debemos encontrar la continuidad de este proceso en torno a pensadores y/o colectivos afianzados en el exilio.

A partir de 1936, la revista Euzko Deya, publicada en París, mantuvo hasta bien finalizada la II Guerra Mundial el estilo literario unificado que posteriormente sería la base del llamado euskara batua. Dos escritores de origen vasco nacidos en París (Mirande y Peillen) serán en aquella época referenciales para comprender este proceso, que si bien es resultado de un continuum previo, a partir de entonces entrará en un punto de inflexión que lo situará en las características de "la modernidad", es decir, secularización, bases literarias modernas de socialiación, etc.

En el Estado español, sin embargo, veinte años después de la llamada "guerra civil", los planteamientos de la Academia de la Lengua Vasca (reunión de Arantzazu de 1956) distaban mucho de plantear la necesidad de la unificación lingüística. Entre todos los informes allí presentados solamente uno abordó este tema. Precisamente el realizado por Txillardegi, escritor y lingüista que en esas fechas tuvo que exiliarse y que posteriormente, como veremos, tendrá una importancia capital en la solución a este problema.

La producción literaria moderna, sin embargo, tenía cada vez más necesidad de la unificación. Por eso el escritor y poeta Gabriel Aresti, en 1958, realizó, a modo de provocación, una sonada intervención pública en dialecto vizcaíno, de forma que quedasen a la luz las contradicciones derivadas del uso público e indiscriminado de los registros dialectales. En 1959, por el contrario, publicó su poema Maldan behera, donde encontramos el euskara tipo que nueve años después será acordado como euskara unificado o batua.

El punto de inflexión antes aludido es el que proviene de la ruptura entre planteamientos culturales tradicionales, literariamente bajo la hégida de la religión católica, liderados historicamente por el Partido Nacionalista Vasco; y los planteamientos tanto de liberación nacional como de modernización cultural, que aparecen en estas fechas en torno al fenómeno del nuevo nacionalismo de ETA.

Aunque, ciertamente, existen otros elementos en este proceso, puede decirse, sin lugar a dudas, que aquí puede encontrarse la contradicción fundamental desde la que llegar a la comprensión de tan complejo fenómeno.
 

2. Las escuelas vascas bajo el franquismo: origen y desarrollo.

Paralelamente al proceso de unificación lingüística correspondiente al corpus gramatical, el estatus de la lengua vasca fue logrando una socialización progresiva por medio de las llamadas "escuelas vascas" (ikastolas de entonces) que comenzaron a surgir a la sombra de la Iglesia Católica, saliendo de la absoluta clandestinidad en que se mantuvieron hasta 1945. Así, Elvira Zipitria en Donostia, y X. Peña y M.A. Garay respectivamente en la parroquia de San Nicolás y los Agustinos de Iralabarri en Bizkaia, crearon y desarrollaron unas alternativas pedagógicas en vasco que durante la década de los años 1945 al 1955 no dejaron de crecer. Sin embargo, este constante crecimiento se convirtió en su peor enemigo, ya que, como en el caso de las escuelas creadas por Julia Berrojalbiz en Bilbo, se llegó a provocar una verdadera saturación, teniendo en cuenta las limitadas condiciones físicas a las que estaban sometidas.

El problema se agravó sobremanera a raíz de la obligatoriedad del "libro de escolaridad" del alumnado (1965), lo que obligó a optar por la necesaria legalización de todos estos centros de enseñanza en vasco. Fueron pioneros en dar este paso el Liceo Santo Tomás en Donostia y el Resurrección María de Azkue en Bilbo. Cuatro años más tarde, en 1969, el crecimiento constante obligó a oficializar la coordinación entre todos estos centros educativos y se creó la Federación de Ikastolas.

En 1970, de la mano de la Ley General de Educación de Villar Palasí, los establecimientos educativos debieron de hacer frente a una serie de exigencias de equipamiento que propiciaron la aparición de distintas iniciativas de movilización popular con el fin de poder recaudar los fondos necesarios. Así, surgieron sucesivamente los Kilometroak en Gipuzkoa, el Ibilaldia en Bizkaia, el Nafarroa Oinez en Nafarroa, el Araba Euskaraz en la provincia alavesa y el Herri Urrats en el País Vasco Norte. Todas estas macro-movilizaciones de masas en torno a la defensa de un modelo educativo tenido como propio son, ciertamente, un hecho singular que por sí solo merecería una investigación adecuada que, por desgracia, todavía está por hacer.

La remodelación del Estado español y su legitimación constitucional (1978) no recogerá las posibilidades de desarrollar modelos educativos públicos diferenciales (1979). Aunque el Estatuto de Autonomía del País Vasco otorga plena capacidad de gestión en el ámbito educativo (Artículo 16), el conflicto con el superior rango legal del Artículo 27 de la Constitución ha venido impidiendo que esas competencias se ejerzan.

Así las cosas, ni el Decreto sobre Bilingüismo de 1979, ni la normativa para la titularidad pública de las ikastolas de 24 de Enero de 1980 serán suficientes para saciar las necesidades propias de la enseñanza vasca. A partir de entonces las ikastolas serán consideradas como "centros con vocación pública y no estatales", y firmarán el acuerdo del 4 de Octubre de 1980, por medio del cual, y a costa de asegurar el cobro de distintas subvenciones, la Administración estatal tenderá a "normalizar" y "regularizar" los aspectos más diferenciales de su práctica educativa (preparación del profesorado, contenidos programáticos, matrícula...), mientras se imponen los criterios de la inspección institucional.

El 27 de Junio de 1983 se aprueba el Decreto para la organización de las ikastolas (BOPV, 6-8-1983), que provocó un recurso del Estado ante el Tribunal Constitucional, quien, finalmente, falló a favor de dicho Decreto (6-11-1986), consolidando el estatus "privado" de las ikastolas.

El acuerdo firmado entre el Departamento de Educación del Gobierno vasco y la Confederación de Ikastolas (18-12-1987), aparte de concretar las relaciones entre ambos entes cara a la promoción de la lengua y las consiguientes ayudas presupuestarias, no modificó esta calificación; las ikastolas siguieron considerándose privadas.

El 29 de Junio de 1988 se plantea la necesidad de una "ley de confluencia" para regular el panorama escolar en el País Vasco. En las mismas fechas (8-5-1989), sin embargo, la Confederación de Ikastolas y el Gobierno vasco volverán a firmar un nuevo convenio de colaboración, mientras este último prepara lo que será una fuerte operación de imagen que le permita legitimar la red escolar estatal cara a una posterior Ley de Ordenación Educativa. Esta operación se dará en llamar Primer Congreso de la Escuela Pública Vasca y se realizará entre el 12 y el 20 de Mayo de ese mismo año (1989).

¿Cuál es la razón por la que afirmamos que dicho Congreso no fue sino un montaje político-publicitario que poco tuvo que ver con lo educativo? En realidad, razones hay más de una (15) ya que este tipo de Congresos no tenía precedentes, ni de hecho se ha vuelto a repetir después. Más bien nos encontramos con una singular iniciativa de la entonces Consejería de Educación, a la sazón en manos del PSOE, que, sin plantearse el mover ni un ápice las características funcionales de las escuelas estatales administradas por el Gobierno autónomo de la Comunidad (no se planteó ni la necesaria remodelación de los modelos lingüísticos, ni la reorganización del profesorado, ni tan siquiera las posibles modificaciones a la aplicación de la LODE que de una lectura automática mínimamente posibilista pudiesen derivarse...), sí se plantearon una serie de actividades (informes de expertos internacionales, etc.) para buscar la legitimación social que la escuela estatal española había perdido en Euskal Herria por su pasado franquista.

A partir de entonces puede decirse que se socializó, así mismo, el uso del binomio público/privado para referirse a las alternativas Escuela estatal/Ikastola. Es más, puede decirse que desde esa base legitimadora empezó a plantearse por primera vez con visos de verosimilitud la integración de las ikastolas en la preexistente red pública educativa. Es decir, dicho Congreso vino a desplazar el antiguo debate en el que se planteaba la creación de una nueva red pública educativa derivada de la confluencia en la misma tanto del modelo ikastola como del modelo escuela española transferida, para resituarlo en las coordenadas de un único modelo educativo público preexistente. A partir de entonces se hace difícil hablar de unificación o de integración, en un sentido simétrico y aditivo al menos, y se pasa a ejecutar la anexión de todas las ikastolas posibles al modelo estatal estandar, que será finalmente el que rentabilice para sí la denominación de "centro público". Sin embargo, esto último requiere el conocer algunos datos más, precisamente los que vienen a continuación.

 

3.- Claves para la comprensión de los flujos que han estructurado en el ámbito de la educación formal la construción de ciudadanos españoles y franceses o de identidades vascas.

Según lo expuesto hasta ahora, parece claro que pueden adivinarse en la historia reciente de la educación en el País Vasco dos flujos de prácticas sociales enfrentadas entre lo que Hobsbawm llamaría la "ingeniería para la construcción de ciudadanos" españoles, por un lado, y lo que Bourdieu denominaría "los mecanismos de distinción" del identitario vasco, por otro.

A nivel educativo, pues, conviene subrayar cómo un fuerte movimiento popular de apoyo a la lengua va construyendo desde el franquismo hasta nuestros días una alternativa de enseñanza lingüística, pedagógica y organizativamente tan diferenciada como paralela a la red de escuelas estatales (16) Una alternativa que, sin ser enseñanza pública reafirma su vocación de tal. La tendencia de la Administración estatal, por su parte, será la de "normalizar" y reconducir esas prácticas distintivas. Para ello, primero a nivel ideológico, después políticamente y, para finalizar, al nivel legislativo de la producción de textos, se trata de legitimar la opción educativa "pública" frente a la reivindicación de lo, supuestamente, "privado". Se identifica lo "público" con lo estatal, y, es más, se bloquean las otras posibles lecturas comparativas sobre esa esfera de ":lo público (17). Se utilizan los argumentos democráticos de igualdad de oportunidades para reconducir los elementos que configuran esa red educativa paralela a la estatal, cuyas características son, simplemente, las de la escuela española transferida, hacia la que se orienta la preparada anexión (18). Se configura en el área de la red privada, con el mismo tratamiento que las opciones religiosas y/o meramente tecnocráticas, todo un colectivo estructurado y alternativo que, habiendo sido fundamental en la recuperación y escolarización "para todos" de la lengua vasca, había manifestado reiteradamente su vocación pública, llegando a ofrecer, incluso, modelos legales posibilistas para su integración y/o tratamiento financiero público.

Se trata de tensionar y romper este colectivo diferenciado para vehiculizar su integración en la red estatal de forma individualizada, es decir, centro por centro.

Se potencia la creación de movimientos sociales a favor de la escuela pública que, así mismo, se enfrentan ideológicamente a aquellos otros movimientos que sigan reivindicando en la actualidad el modelo ikastola (Kilometroak, Ibilaldia, Nafarroa Oinez, etc) (19)

Pero, a pesar de todo, no puede decirse que la"integración" sea total, ya que estructuras de coordinación como la ya citada Ikasbatuaz en Vascongadas o Sortzen en la Navarra del Sur pirenaico, mantienen el contacto y la viabilidad del modelo ikastola.

La euskaldunización de la enseñanza pública es un proceso progresivo que, a pesar de amenazas involucionistas siempre posibles, parece cada vez más consolidado.

Y, en definitiva, podría decirse que los flujos aquí comentados perviven en la actual coyuntura, ya que, a pesar de la normalización derivada de la aplicación de la Ley de la Escuela Pública Vasca de 1993, el ámbito de la enseñanza formal no universitaria en el País Vasco puede decirse que es hoy, todavía, distinto y difícilmente homologable al de los Estados español y francés.


NOTAS

1.- Michelena, Luis (1960). Historia de la Literatura vasca. Minotauro. Madrid. Pag. 11.
2.- Lekuona, J.M. (1985). UNESCOko Albistaraia, núm. 1. Pag. 459-467.
3-.Arrien. G. (1983) La generación del exilio. Génesis de las escuelas vascas y las colonias escolares. 1932-1940. Onura.Bilbo.
    -Arrien.G,(1987). Educación y escuelas de Barriada de Vizcaya. (Escuela y Autonomía 1898-1936). Diputacion Foral de Bizkaia.
    Bilbao.
4- Citado por Azurmendi, J. (1995). Españolak eta euskaldunak. Elkar, Donostia.
5- Halimi G. (1971). Le procès de Burgos, Galimard, Paris. Prólogo de Jean Paul Sartre.
6- VV.AA. (1984) Anthropologie de l'ecriture. Centre Georges Pompidou, París. Cipolla, C. (1970). Educación y desarrollo en
    Occidente. Ariel, Barcelona.
7.- Viñao, A. Historia de la Alfabetización versus Historia del Pensamiento, o sea, de la mente humana. Revista de Educación núm.
    288. Pág. 35-44.
8- Olaizola, J.M. (1993). Historia del protestantismo en el País Vasco. Pamiela. Iruñea.
9.- La Bula Pastor ille coelestis estaba fechada en Roma el 21 de Julio de 1512, por el papa Julio II. Campión, A. Navarra en su
    vida histórica. (1925). Ed. Pamplona. Reedición Ed. Ekin, Buenos Aires 1971.
10.- VV.AA. (1988). Euskara batuak 20 urte bete ditu, baina... , en Argiako Euskal Kultur Urtekaria. Donostia, pág. 162.
11.- Davant, J.L. (1997). Lore jokoen ingurumenaz. Bat Soziolinguistika Aldizkaria. Págs. 65-76.
12- Davant, J.L. (1977). Discours d'entrée à L'Académie Basque, en Euslera. Núm. XXII. Bilbo.
13.- Rodriguez F. en XV Congresso International de Historia da Educaçao. A Educaçao no encontro dos povos e culturas: A
    experiencia colonial (Seculos XVI-XX). Trópico: Processos de independencia e accao educativa/A educaçao e as questoes da
    léngua. Unidad de la lengua vasca y unidad política de los vascos.
14- No debe ni mucho menos obviarse la aportación a la unificación lingüística del vizcaíno afincado en Nafarroa Oskillaso, ni, en
    sentido contrario, los trabajos del padre Lafitte y la revista Herria en el País Vasco Norte.
15.- Rodriguez F. (1990) Egungo Sistema Eskolarraren eraikuntza eta Euskal Eskola Publikoari buruzko poriektuak direla-ta,
    egin beharreko oharpenak, en Tanttak nº 4 Pags.15-23.(Revista de Educación de la Universidad del País Vasco).
16.- Conviene recordar que las primeras ikastolas ya ofertan su enseñanza en euskara desde 1945, mientras que el euskara
    empieza a hacerse tímidamente presente en la enseñanza pública desde 19802.-
17.- Gorostiaga, K. (1993), en Euskal Eskola Publiko Berria.(Nueva Escuela Pública Vasca). Universidad del País Vasco.
    Departamento de Teoría e Historia de la Educación.
18.- Fernandez Engita,M.(1999). ¿Es pública la escuela pública?. Cuadernos de Pedagogia nº 284. Págs. 76-81.
19.- Atxa, J. (1999). Historia txiki baten haria. Pamiela. Iruñea.


THEORIA  | Proyecto Crítico de Ciencias Sociales - Universidad Complutense de Madrid