Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Percepción
Carlos J. Blanco Martín
Universidad Complutense de Madrid

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 El estudio de la percepción fue uno de los flancos por los que la psicología se abrió a las temáticas propias de una "ciencia del conocimiento". El cognitivismo pretendió ser el estudio de procesos básicos en la adquisición y manejo de la información (o conocimiento) por parte del organismo. Y este tratamiento experimental hacia uno de las ideas clásicas de la Epistemología, la percepción, quiso presentarse como un revolucionario "cambio del objeto" de la ciencia psicológica: desde las conductas --"simples"-- hacia las cogniciones -- actividad "compleja". No obstante, no parece justificado deslindar la conducta perceptiva de la conducta en general. Nuestro mensaje central será este: no entendemos cómo se puede dar la una sin la otra.

 (a)Teorías constructivistas-computacionales. El punto de vista computacional , p. e. el influente trabajo de Marr (1985) -- de entre los enfoques cognoscitivos-- lejos de contradecir las teorías tradicionales de la percepción, se reafirma en ellas, aunque emplea nuevos tecnicismos extraidos de la jerga informática. Marr defendió un enfoque "constructivista" de la percepción basado en el ascenso de los datos, ganando en elaboración, (i) desde un esbozo primario ("1D", una individualización de unos "primitivos" representacionales), nivel donde se procesan bordes y barras que componen una imagen "en bruto", sin apelación a niveles superiores. En segundo lugar, (ii) a esta fase temprana se le añade el nivel "2 1/2 D", o representación centrada en el receptor. Este es el nivel que Marr consideró próximo a la psicología ecológica de J.J. Gibson, es decir, una extracción de invariantes del medio sin apelación de ninguna clase a los contenidos superiores o memorísticos del conocimiento. El nivel 2 1/2 D todavía es un procesamiento de abajo a arriba). Hasta aquí, en las fases tempranas, tanto en el enfoque de Gibson como en el de Marr parecen existir coincidencias. Pero Marr exigía la intervención de un tercer nivel "3D", o representación centrada en el objeto, donde los contenidos de nivel alto, almacenados en una memoria, interfieren sobre los datos que van entrando en el sistema, proceso que suele entenderse en términos de "actividad" o "contribución" del sujeto. De modo que el modelo de Marr contiene un sentido abajo-arriba, en las fases tempranas, pero también recoge una fase estrictamente cognitiva (y no sólo computacional-simbólica) en el sentido arriba-abajo.  Por nuestra parte diremos que "arriba" y "abajo" tan sólo son términos de localización en el espacio, y no tienen la menor utilidad a la hora de entender como se puede "saltar" desde la recepción unos meros rasgos visuales --lineas, bordes, etc., factorizados desde la retina o por un ordenador dotado de interface--, hasta un nivel de comprensión de escenas naturales suficiente como para que organismo pueda comportarse congruentemente con sus percepciones.

 Creemos que sólo se puede dilucidar un sentido materialista (filosófico) del término percepción, contrastando y tomando partida de entre las alternativas empíricas en curso en nuestros días: constructivistas (procesamiento de la información), al estilo de Marr, y  realistas (ambientalistas, ecologistas), al estilo de Gibson. Cada una de ellas nos parece insatisfactoria en su conjunto, y sin prejuiciar ningún avance empírico en el porvenir --en psicología, en fisiología-- que suponga una "ruptura" de esta distinción (simplificadora) de familias teóricas en el tema de la percepción. Antes al contrario, la epistemología filosófica sólo podrá seguir su trayecto transformando sus términos típicos (percepción, concepto, imagen) a tenor de los desarrollos empiricos de las ciencias biológicas y conductuales, así como de las tecnologías cibernéticas. No obstante, esta afirmación no debe entenderse en el sentido de una "naturalización" o "psicologización" de la epistemología filosofica. Esta disciplina se sitúa siempre en otro plano distinto, de segundo orden por referencia a los desarrollos empíricos. Esta "receptividad" de la epistemología filosófica con referencia a las ciencias y tecnologías del conocimiento no debe comportar ningún género de subordinación (o recorte) en su potencia y misión de crítica de estas ciencias y tecnologías.

 Un enfoque computacional suelen ofrecer una concepción inferencial de los procesos perceptivos, siguiendo una tradición que viene desde von Helmholtz, y que a veces también se llama "constructivismo", frente al realismo inmediato tradicional. Así, p e. el estudio de las ilusiones perceptivas es ofrecido como muestra del carácter inferencial de nuestras atribuciones acerca del material visual. A diferencia de los enfoques ecológicos-realistas, a tenor de los cuales la información simplemente es extraida desde el medio, los computacionalistas exigen un estudio de esos mismos mecanismos internos de extracción de la información. Pero tanto el enfoque ecológico, como el computacional definen lo oscuro por medio de lo más oscuro. ¿A qué llamamos, en concreto, información? Los psicólogos computacionalistas dicen que la información es aquello que un sujeto posee cuando conoce (percibe, comprende, recuerda...). Por el contrario, los ecologistas de la percepción dicen que la información es aquello que posee el medio (un medio físico) y que requiere ser "extraido" en orden a que el medio sea conocido. En este contexto, es muy frecuente que entre los psicólogos cognoscitivos se escuchen afirmaciones acerca del contacto intencional o significativo que un sujeto mantiene con su medio. Así las cosas, dicen que el conocimiento ha de ser significativo para que podamos hablar de un "comprensión" y no de una mera "sensibilidad". Pero no nos salimos de un círculo cerrado de sinónimos estipulados cuando tratamos de definir "conocimiento" en términos de "información" (información semántica, y no en el sentido de la teoría matemática de la comunicación), y viceversa. Tenemos a la vista, pues, una noción difusa y confundente de "información", de la que se hace un uso liberal (folk), no sujeta a su categorización rigurosa (la de la teoría matemática de Shannon y Weaver), y con respecto de la cual toda una muchedumbre de científicos cognitivos sólo suele concordar lo siguiente: "información" términos de "algo" que ingresa (input), y de "algo" que se retiene (memoria) a través de un procesamiento en alguna especie de depósito (la memoria).

 (b)Teorías mnémicas de la percepción. El hiato entre "percepción" y "memoria" fue salvado por Gibson mediante una actitud claramente eliminacionista en lo que atañe a esta segunda entidad, harto tradicional en la psicología. La diferencia más radical entre el enfoque computacional y el ecológico consiste en el locus donde albergamos esas "invarianzas" o "constancias" involucradas en todo acto cognoscitivo. Gibson denunció la teoría tradicional que consistía en apelar a la memoria (o la conciencia, o las creencias) para completar o auxiliar la pobreza de los datos visuales. La teoría mnémica sitúa las invariantes en el organismo (reificadas en forma de trazas, engramas y almacenes). Gibson sabía que la percepción, como acto de conocimiento, requiere de invariantes, pero ellas están fuera del organismo. La doctrina tradicional (podemos denominarla "teoría del auxilio mnémico de la percepción") viene a consistir, por el  contrario, en una suma o agregado de dos colecciones de entidades que se llegan a mezclar en un tiempo dado. Se supone, de acuerdo con esta concepción mnémica (y tradicional) de la percepción, que los elementos de la clase co-presentes, las sensaciones S, en ciertas combinaciones, van siendo transferidos a la clase de elementos M (trazas mnémicas), formándose combinados o configuraciones de sucesos pasados. Debe haber una regla (o conjunto de reglas, o leyes) que precisen los combinados S, así como unas reglas que determinen cuáles elementos S quedan trasferidos al banco de conocimientos M (y en los modelos constructivistas o esquematistas de la memoria esta actividad de M es determinante). Gibson llamó a esas "reglas" o patrones de S, patrones de adyacencia (adjacent arrangement), mientras que los fundados en la sucesión (M), "patrones de sucesividad" (sucesive arrangement). Pues bien, frente a la concepción tradicional, que primero separa la adyacencia de la sucesividad, para luego tener que entremezclarlas en la mente en forma de agregado o procesado en dirección arriba-abajo, desde el ecologismo perceptivo se habla de una disposición física (physical array) en la cual ya coexisten inseparablemente los patrones S y los patrones M en la "experiencia" de un sujeto. La memoria no es más que sucesión de sensopercepciones. Los problemas de la entidad psicológica denominada "memoria" en su interferencia con la percepción residen en cuestiones ajenas a las categorías propias de la psicología, a saber, en la categoría general (a la que se fijan los organismos como cualquier otra entidad) que es el tiempo. Así, según Gibson (1966), interponer entidades intermedias fijadas según el tiempo --memoria a corto y largo plazo, memoria sensorial, etc.-- resulta fraudulento. La información invariante se funda en un mecanismo de "sintonización" al ambiente (attunement), inherente a la propia acumulación de experiencias sucesivas. El enfoque del auxilio mnémico, por su parte, ha criticado este "periferialismo" reduccionista de la ecología perceptiva sosteniendo la tesis de que, en realidad, esa sintonización directa no es cognoscitiva, y no da cuenta del hecho de que el hombre y muchos vertebrados son seres capaces de comprensión intencional o significativa. Nos parece que el enfoque gibsoniano no merece ser tildado de "reduccionista" por ensayar un campo de investigación "desde los ojos hacia fuera", ajeno a la intencionalidad (o causalidad final): el medio ecológico presenta muchas propiedades interesantes para la indagación psicológica, en cuanto que esas propiedades quedan organizadas de una forma legal ante cada sujeto perceptor universal. Recalcamos la palabra "universal" por cuanto que ese sujeto empírico, dentro de una especie animal dada, no es otra cosa que una determinada forma de organizar la experiencia, incluso la experiencia de las cualidades primarias (extensión, figura, movimiento) --y también de las secundarias-- en el momento de ser percibidas objetivamente por alguien. La ecología perceptiva se diferencia de la física (y por ello no es una indagación "reduccionista") en cuanto que no "abstrae las percepciones", antes al contrario, estudia el modo con el que un mundo físico, el de las cualidades primarias, ha de ser percibido por un perceptor u observador universal (dentro de una especie animal dada) cuya sensibilidad es constante y fiable, no caótica ni desorganizada. Este ámbito de estudio no sólo es legítimo en su ámbito sino que se desentiende intrínsecamente de los "constructos" mentales, incluyendo la "memoria" o el "significado", al mismo tiempo que no queda anclado en un reduccionismo físico (o neurofisiológico). La crítica de los partidarios del enfoque computacional a la ecología perceptiva gibsoniana no debe descansar en una apelación a misteriosas nociones de "alto nivel" o "centralidad" porque esos conceptos o constructos, en caso de ser legítimos, actuarían en otro nivel de experiencias bien distinto de las experiencias psicofísicas genéricas (es decir, cuando la indagación psicológica es, sensu stricto, una indagación de las cualidades primarias y de gran parte de las cualidades secundarias de la epistemología) y no una percepción específicamente considerada, en la que entrasen en juego otras distorsiones biográficas, personales, culturales, interferencias o especificidades de las que se ocuparon escuelas influyentes. p. e.  el New Look.

 (c) Teorías teoreticistas ("top-down"). Dentro de los enfoques que aquí llamamos "tradicionales", Gregory (1977) hizo uso de la metáfora del perceptor "científico". Todos  somos científicos que confirmamos hipótesis según los datos. Se trata de un teoricismo aplicado a la psicología, aplicación que se practica mediante la incorporación a esta disciplina de ciertos conceptos con solera (pero muy ambiguos) procedentes de la epistemología de las ciencias ("hipótesis", "datos", "teoría", etc.). Las ilusiones perceptivas, los objetos ambiguos, etc. se explican por mecanismos de formación y selección de hipótesis. Estos dispositivos "altos" o "centrales" guian el procesamiento de los datos primarios (es decir, un enfoque arriba-abajo). El cubo de Necker, por ejemplo, es una figura que no tiene por qué variar ella misma, es decir, se trata de un material estático, una configuración (fisicalista) de lineas impresas sobre una superficie. La observación que del mismo cubo realiza el perceptor no varía ya que incluso la retina puede estabilizarse. Y sin embargo, nos explica Gregory, el sujeto se debate entre dos o más hipótesis en torno a la proximidad y la profundidad de cada una de las caras. Según este enfoque el cerebro va "lanzando" sus hipótesis en una dirección descendente, para ver por cuál de ellas se decide (un proceso de confirmación). Precisamente la "ambigüedad" de la figura de Necker consiste en que el organismo no se puede decidir por ninguna, y así se van alternando las hipótesis. Sin embargo, la respuesta gibsoniana a este tipo de explicaciones consiste en aferrarse a las experiencias naturales de la vida perceptual, que --mayoritariamente-- no son ambiguas. Gibson podía, legítimamente, hacer abstracción de las distorsiones (causadas por las razones que fueren), al interesarse por el perceptor psicofísico universal.

 (d) Teorías sensualistas y fisiologistas (versus teorías reflexivas). La distinción que se establece frecuentemente entre sensación y percepción suele cobrar un carácter estipulativo. Según las teorías cognitivas arriba-abajo (top-down), a veces, los órganos de los sentidos son impresionados sin que dicha impresionabilidad comporte una captación de sentido o significado de la escena, y estaríamos en el ámbito de la (mera) sensación. Sin embargo, en otros casos el cerebro se vuelve hacia esas impresiones, completándolas o trasformándolas y aquí, según esta estipulación, cabe hablar de "cognición", "entendimiento", "alto nivel", etc.. En todo caso parece como si la distinción entre sensación y percepción quisiera emplearse como distinción (ontológica) entre lo físico y lo mental, o como una demarcación --fundada empíricamente-- entre la fisiología y la psicología. Así, la psicología de los actos perceptivos se debate entre una fisiología de la sensación o una investigación completamente mentalista, y a veces, bajo el cómodo rótulo de la "integración", los entremezcla. En la segunda clase de investigaciones los juicios o  cómputos descendentes también aparecen como una suerte de impresión sensorial aunque originada desde un sentido inverso, desde las propias "ideas"-- la "reflexión" en el sentido de Hume o Hartley, por ejemplo. Una mente no se limita a dejarse impresionar sino que --en estas fases "reflexivas"-- el espíritu se vuelve hacia lo que le llega del exterior y lo con-forma (psicología organocéntrica o top-down). La sensación aparece en la ciencia psicológica como una entidad que cae más bien dentro de lo fisiológico para que, de acuerdo con la doctrina de la copia, esas cosas extensas se dejen luego envolver por la mente. Dado que la sensación es una distribución de superficies y colores en la retina, se dirá que estamos todavía en un campo de lo (¿meramente?) fisiológico en cuanto que aún debe haber alguien --un sujeto, un observador-- que interprete esa distribución en la retina. Se supone que pasan muchas cosas en el trayecto que va desde el ojo, el nervio óptico, los cuerpos geniculados hasta llegar al córtex occipital (y aquí, en el córtex, especialmente). También se creerá que algo parecido a ese observador debería emerger en el procesamiento de nivel superior porque la receptividad de la retina es un hecho meramente periférico, un puente o antesala entre la luz y los órganos receptores. Y esa antesala entre lo físico y lo psíquico suele denominarse "sensorial" en tanto que opuesto a "perceptivo". La actitud prevalente en el punto de vista computacional es, desde luego, la propia de un mentalismo que acepta la existencia de una dirección top-down (desde la que interviene la memoria, es decir el banco que contiene las creencias, las expectativas, etc.) pero requiriendo previamente las fases tempranas de una transducción y de unos análisis literales de rasgos. La hipótesis inferencial de la percepción exige este doble sentido en el flujo de información. La fisiología (superficial) de la sensación no es desechada, sino "integrada" como un nivel previo y necesario para que acontezcan luego los juicios sobre esos materiales recibidos. Así se pretenden armonizar los dos sentidos de un proceso perceptivo completo: una descripción "literal" de los datos recogidos en los órganos de superficie, primeramente, ciertos análisis de datos, y finalmente una ulterior interpretación de esos datos a los moldes, esquemas, o formatos que ya alberga a priori la mente (vid. Marr, 1985).

 (e) Teoría ecológica frente a teorías tradicionales y computacionales. Las diferencias entre las dos escuelas, pues, estriban en el modo de concebir la actividad del sujeto. En el enfoque de Gibson, el sujeto es un explorador de las características de su medio, y no sólo los ojos y la mente, sino todo su cuerpo concurre en la actividad perceptual (locomoción, sentido de la gravedad, ejes espaciales, aprendizajes). La mente se limita a "extraer información", pero esa extracción es la conducta misma. La conducta entendida como un conjunto de procesos en forma de sistema de operaciones que desbordan la percepción pero que la requieren internamente. La conducta exige de percepciones para poder hablar de una "conducta", y no de movimientos "ciegos". Los computacionalistas, en cambio, introducen la actividad del sujeto en la comprensión (intencional, teórica, mnémica, semántica) que le falta a un sujeto con respecto de unos datos. Estos datos, una vez codificados, no significan nada por sí mismos, a no ser que sean integrados por todo un dinamismo cognitivo que los complementa. El enfoque gibsoniano pasa por completar esta óptica ecologica mediante operatoriedad etológica (no de la mente, sino del cuerpo y los procesos conductuales enteros del perceptor). El enfoque del procesamiento de la información, por el contrario, exige adición y recombinación simbólica para fabricar significado allí donde no había salvo una inicial impresión asignificativa. La teoría de Gibson,  exige la acción de un organismo sobre un medio, mientras que el enfoque del procesamiento exige una sucesión de juicios sobre los datos procedentes del medio. Pero ¿qué pueden ser esas codificaciones --la "reflexión"-- salvo una especie de inspección o percepción en un sentido inverso? Toda codificación, de acuerdo con la metáfora del ordenador, es una traducción a un lenguaje simbólico. Pero hay mucha diferencia entre "leer" una ristra de símbolos y "comprender" lo que esos símbolos indican. No es lo mismo sacar una placa fotográfica que comprender el sentido de la escena representada. Según Gibson, la percepción de los animales (y, en general, toda su actividad vital) es coextensiva con una serie de transformaciones ópticas que se van sucediendo como resultado de sus viajes y locomociones. Este flujo de transformaciones es continuo. La "integración" entre las percepciones es idéntica a la "integración" de la conducta en general.

 Habría, según las metáforas de los "niveles" (metáforas no sólo informáticas sino geológicas, histológicas) al menos dos niveles tanto para el procesamiento perceptivo como para el acceso ulterior a los datos: (1) un nivel superficial (las características externas del material, o "modular" en el sentido de J.A. Fodor) y (2), otro nivel profundo, rebosante de significación, así como de interferencias mnémicas). Pero percepción y actividad corpórea-manual se piden recíprocamente, y sólo se entiende aquella a la luz de ésta. La locomoción del animal, propia y ajena, se da en la luz, y por tanto entra de lleno en el conjunto del material estimular. La conducta es una conducta observada, percibida. El animal se mueve, y al moverse se da una serie continua de transformaciones ópticas. Como resultado de la locomoción conjuntada con percepción y viceversa, el animal hace frente a los obstáculos del terreno y elementos del entorno (percibidos como texturas diferenciales de la luz), busca alimentos o pareja, explora territorio, etc. En otras palabras, la psicofísica (no en el sentido clásico, sino en el sentido "ecológico") debe caer en brazos de la Etología.

 La percepción, pues, no puede seguir entendiéndose como una transducción, de energía física (luz) en "energía mental" (información simbólica, semántica), a través de la barrera del cuerpo. Es el mismo cuerpo del perceptor el que acciona la extracción de sus perceptos, el que despieza su entorno poniendo en relación sus configuraciones o aspectos. El medio lo concebimos no como una nube envolvente de energía ante la cual el material orgánico se deja impresionar. El medio o entorno no es una disposición de los objetos físicos mismos sino que es una disposición de aspectos que nos arrojan los objetos físicos, que lo son ante un observador precisamente en referencia a los desplazamientos, manipulaciones, posiciones y contrastes de un cuerpo que opera sobre aspectos de los objetos. La percepción se concibe, pues, internamente intercalada con la manipulación y la locomoción.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

GIBSON, J.J. (1950): The perception of visual world, Boston: Houghton Mifflin
GIBSON, J.J. (1966): The senses considered as perceptual systems. Boston: Houghton Mifflin.
GREGORY, R. (1977); Eye and brain, Londres: Weindefeld & Nicholson.
MARR, D. (1985): La visión. Madrid: Alianza.


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