Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Problemas sociales / Desorden social
Minerva Donald Rivera
Universidad Complutense de Madrid

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I.- INTRODUCCIÓN
 

La droga es tan antigua como el hombre. En culturas como las de China o Centroamérica el opio y la coca han juzgado un papel tan importante que resulta casi imposible comprender el pasado de estos pueblos sin contemplar el tema de las drogas y su función social.

Durante siglos la coca y el opio se emplearon en su estado original, en sus países de origen, sin que ello significara ningún problema de salud para los consumidores o el organismo social. El consumo de opio y la hoja de coca no constituyeron un problema político, económico o social en China y países andinos porque su uso era de carácter privado, casi siempre con fines curativos del cuerpo y el espíritu.

Buena prueba de ello es que a finales del siglo pasado había en China más de 16 millones de fumadores de opio. En sus orígenes el opio, materia prima de la morfina, sólo se empleaba para curar el dolor y, al igual que la coca en Centroamérica, también se usaba para mitigar el hambre y los pesares del alma por los aborígenes.

?Cuándo se convierten las drogas en un problema de dimensión internacional con implicaciones de índoles política, económica y sociocultural?. Cuando Occidente descubre sus propiedades alucinógenas. Cuando los científicos descubren que con ella pueden modificar o alterar la conciencia de los individuos y así someter su voluntad a los designios del poder o poderes establecidos.
 
 
II.- LAS DROGAS, INSTRUMENTO Y ARMA POLÍTICA

Con el progreso de occidente llega la heroína a Europa procedente de China para curar dolores infantiles y problemas dentales de reyes y burgueses. Con el paso del tiempo se descubren sus propiedades alucinógenas y deja de ser un analgésico para convertirse en un instrumento de poder y alienación del hombre.

La cocaína acelera la ansiedad y produce un estado de hiperactividad. La heroína, por el contrario, sumerge al individuo en un estado contemplativo."Es una sustancia que induce al estatismo, que rompe las amarras físicas y psíquicas y separa al individuo de las sombras y las amenazas que le cercan para sumirle en una especie de nirvana, donde el dolor no existe".

Gracias a estas propiedades, las drogas, en principio medicinales, se convierten en arma de poder político y económico al poder emplearse para controlar, doblegar o disminuir la capacidad de acción y pensamiento de los hombres.

El descubrimiento por científicos occidentales de las propiedades del opio y la coca es lo que ha convertido estos productos -todos procedentes de países subdesarrollados económicamente-, en el arma social y política más eficaz de todos los tiempos y en el negocio más rentable y lucrativo del mundo postmoderno.

Las drogas se emplean para huir de la realidad, para olvidar problemas existenciales irresolubles; pero también para olvidar las normas que nos obligan a señirnos a unas reglas, a unas pautas de conductas, a unos patrones o modelos sociales inalcanzables. Se acude a las drogas para aminorar el dolor y frustración, el fracaso. Pues las drogas logran que la vida se convierta en maravillosa por unos instantes y, así lo artificial ocupe el lugar de lo verdadero, de lo real.

Los hombres de ciencia fueron conscientes del peligro que encerraba el consumo de drogas y alertarón sobre las consecuencias que suponía para la vida humana y la estabilidad política y social de los pueblos. Intuian que, a través de la modificación o alteración de la consciencia humana mediante sustancias química, por los que buscan el poder político y económico podía convertirse en un arma muy peligrosa para la humanidad. Y, ciertamente, así ha sido, la droga es hoy el arma más empleada en el combate de la vida.

De acuerdo con documentos del Pentágonos, hasta hace cinco años secretos, antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial los norteamericanos iniciaron la búsqueda de la "drogas de la verdad" con el fin de poder anular el entendimiento, la voluntad de sus enemigos. La Oficina de Servicios Estratégicos, origen de la CIA, ensayó con ecopolamina, mescalina y un extracto líquido de cáñamo, dentro de un programa diseñado para detectar comunistas en las fuerzas armadas de entonces.
 

2.1.- LA LEY DEL MAS FUERTE

Las leyes que tipifican la represión y persecución del consumo y tráfico de estupefacientes son las mismas en todos los países del mundo. Están elaboradas siguiendo el diseño estadounidenses. Sin embargo, los Estados Unidos no aplican las mismas leyes para sus ciudadanos que para los de otros países. La Cuarta enmienda de la Constitución americana garantiza la inviolabilidad de las personas y de sus propiedades. Pero, al mismo tiempo autoriza la violación de estos derechos fuera de sus fronteras.

Los jueces estadounidense han establecido que los federales tienen jurisdicción para detener fuera de sus fronteras a todo extranjero que cometiese un delito en los Estados Unidos, aunque ya no resida en el país y, además, sin tener que pedir permiso a los correspondientes Gobiernos de aquellos países que visiten los perseguidos por la justicia norteamericana.

Es decir, con las drogas como pretexto amplios sectores sociales norteamericanos -negros, chicanos,latinos y marginados-, están viendo, de hecho, cómo se suprimen sus derechos fundamentales sin que el conjunto social haya dado muestra de la más mínima señal de preocupación.

Al amparo de esta nueva moral se están estableciendo leyes claramente antidemocrática. Leyes en franca contradicción con el espíritu de lo que ha sido el concepto de "libertad" del pueblo americano y los países desarrollados. Leyes tales como:

a) Pruebas para la detección de drogas en el lugar de trabajo. Gracias a esta ley pueden realizarse análisis de detección de consumo de drogas a empleados o candidatos a un empleo. Según la lista de las 500 empresas más importantes del país, publicada por la revista "Fortune", el 80% de las principales empresas y el 43% de las compañías con 1000 empleados o más someten a los cuidados a estas pruebas.

b) Registros y detenciones. El Tribunal Supremo de los Estados Unidos refrendó una ley del gobierno por la cual se puede detener, arrestar y examinar a las personas y sus equipajes o pertenencias sin orden de registro ni causa probable. A partir de la confidencia de un informador anónimo la policía puede entrar en las viviendas particulares, registrar sin autorización una granja vallada y un cobertizo adyacentes a una vivienda, así como vigilar una propiedad privada desde el aire sin orden judicial.

c) Control de la correspondencia. Los investigadores del servicio Postal tienen amplia autoridad para abrir los paquetes que les parezcan sospechosos y hacer que los huelan perros adiestrados para detectar drogas.

d) Incautación y confiscación de bienes. La incautación y embargo de coches, aviones, barcos, casas, dinero o propiedades de cualquier otra clase en los que se encuentre alguna cantidad, por diminuta que sea, de drogas ilegales, puede realizarse sin ningún problema legal.

Esto se hace al amparo de una ley que sostiene que cuando una propiedad esta "involucrada de algún modo" en una transacción de drogas, el gobierno estadounidense puede encautarse de ella y confiscarla, amparándose en una antigua ley que dice que también la propiedad es "culpable"

A la vista de estas reformas legales puede decirse que la persecución de la droga se ha convertido en una nueva inquisición, una modalidad reformada de lo que significó esta en la Edad Media. Ya que, hoy, igual que ayer, se incita al pueblo a regocijarse con cada ejecución (detención de pequeños distribuidores o vendedor). La caza de bruja de los tiempos de Mackarting reaparece en forma de "miedo a las drogas ilegales". Mientras, amparados por la ley del silencio y la complicidad de algunos políticos y hombres de negocios, los grandes traficantes se ennoblecen social y económicamente.
 
 
III.- EL FIN DE LA GUERRA FRÍA Y EL NARCOTRAFICO

Si hasta finales de los 80 se invadían pueblos, promocionaban revoluciones y contrarrevoluciones para combatir el comunismo, ahora se hace para combatir el narcotráfico. Desde 1989, fin de la guerra fría y, en especial después de la guerra del Golfo Persico, los Estados Unidos han diseñado una nueva estrategia de intervención en los países de tercer mundo. El "Nuevo Orden Internacional" contempla intervenciones, unas veces directas y otras indirectas, con la justificación de perseguir a los narcotraficantes que operan en las zonas de interés estratégicos o comercial estadounidense. Narcotraficante es todo aquel que se interponga en el camino de los intereses estadounidense.

Para los Estados Unidos y su nuevo orden internacional, al igual que en el pasado lo fue la defensa de los valores democráticos y la lucha contra la amenaza comunista, la lucha contra el cultivo, tráfico y consumo de drogas han servido como justificación de todas sus acciones e intervenciones militares en los países del tercer mundo.

La lucha contra la droga ha sustituido a la "lucha contra la penetración comunista de los 60". Granada, Panamá, Perú, Colombia, Bolivia, Nicaragua y el Salvador, son vivo ejemplo de la nueva estrategia norteamericana en el control de su área de influencia.

En Nicaragua tenemos el caso del célebre coronel Oliver North, condenado en el escándalo "Watergate" y responsable directo del tráfico de drogas para subvencionar la guerra sucia contra la revolución sandinista. La Contra nicaragüense fue financiada con el producto del tráfico de cocaína realizado por los Estados Unidos, así como la venta de alma a Irán.

Asimismo tenemos la invasión de Panamá que culminó con la detención del general Noriega, presidente del país tras la muerte, en extrañas circunstancias de Osmar Torrijos, y de quien

se asegura recibió pagos de la CIA e incluso que fue reclutado como informador de la agencia norteamericana cuando inició su instrucción en Perú.

Este personaje también fue vinculado al blanqueo de dinero procedente del narcotráfico promovido por los Estados Unidos para la compra de arma destinadas a Irak y países en conflictos en centroamérica. Precisamente por esta acusación se encuentra en la cárcel americana después de que los Estados Unidos invadieran el país matando a más de 50.000 peruanos y destruyendo pueblos enteros.

Curiosamente un ex-veterano de Vietnam, el piloto Barry Seal, fue quien informó de la implicación del general Noriega en el tráfico de drogas. El poder de este general y su influencia en los círculos políticos norteamericanos, antes de caer en desgracia, nos lo muestra el estrecho contacto que mantenía con el propio presidente estadounidense. El 18 de Agosto de 1993, el general visitó la Casa Blanca para entrevistarse con Ronal Reagan, donde viajó en su avión particular, regalo de un traficante. Iba a discutir con Reagan problemas del narcotráfico en el país del canal.

Otro caso paradigmático es el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, héroes de la revolución cubana. Fue acusado de estar relacionado con el narcotráfico y fusilado. Este fusilamiento forma parte de una acusación contra 16 personas, cuyos nombres se mantienen en secreto, pero que han de incluirse en la nueva táctica política diseñada por los Estados Unidos para desacreditar a personajes carismáticos y de gran prestigio dentro y fuera de países en conflictos.

El 11 de Junio de 1990 las autoridades norteamericanas aseguraron poseer pruebas de la participación directa de Cuba en el narcotráfico. Si esta acusación prende en la opinión pública internacional ya no se rechazará al régimen de Fidel Castro por comunista, sino por su relación con el narcotráfico, con lo cual, el poco crédito que todavía conserva la revolución cubana se verá barrido por su supuesta implicación o complicidad con el tráfico de drogas.

A partir de ahí la muerte de millones de jóvenes en el mundo, la corrupción política, económica y moral de los partidos

políticos, jueces e instituciones democráticas se justificará como la consecuencia lógica del apoyo a sistemas políticos de ideología "izquierdistas". A sistemas que, como el de Castro, utilizan las drogas para socavar los cimientos del sistema democrática y para adormecer la conciencia de la juventud en beneficio de sus ideas e intereses ideológicos.

El primer paso de esta campaña de descrédito se ha iniciado a través de los medios de comunicación social que han preparando a la opinión pública para que vean en las drogas la raíz de todos los males de la sociedad moderna: el paro, la corrupción política y moral, el sida, el florecimiento de movimientos racistas o fundamentalistas, las sectas religiosas, el edonismo.... En definitiva, el rechazo de los valores democráticos del mundo civilizado.

Para erradicar el cultivo y transformación de la coca en los países productores: Colombia, Bolivia y Perú los Estados Unidos han lanzado una ofensiva combinada de fuerzas militares terrestres y aéreas tácticas, acompañada de una "guerra química" de desforestación sin tener en cuenta que en el país andino la producción de coca representa el 35% del producto interior bruto y proporciona trabajo alrededor de 60.000 familias, unas 300.000 personas de entre los siete millones de habitantes del país. En nombre de la prevención del tráfico ilícito de estupefacientes, las leyes equiparan comportamientos de muy diversas entidad, tendiendo a sancionarlos con penas que, en muchos casos, superan a las previstas para los delitos contra la vida o la integridad personal.
 

3.2.- PENAS POR CONSUMO Y TRAFICO DE DROGAS EN EL MUNDO

De acuerdo con informenes de distintas organizaciones nacionales e internacionales más del 80 por ciento de la población penitenciaria en el mundo lo está a consecuencia de las drogas. Sin embargo, los responsables de evaluar y cuantificar las consecuencias del consumo y tráfico de estas sustancias se niegan a hablar de su legalización.

En Francia han fracasado tres intentos de llevar el tema de la despenalización al Parlamento; en Grecia ha sido derrotada una moción para borrar la acusación de "parásito social" a todo aquel que es detenido con cualquier cantidad de droga en su poder; en Japón, ser asociado a la droga puede arruinar la carrera profesional y política del personajes más prestigioso de la vida pública.

Las condenas van desde perder las libertades civiles (Polonia), ver confiscadas las propiedades (Checoslovaquia), tener que abonar el equivalente al salario mínimo de un año (Brasil), tener que pagar multas de un millón (Egipto) o de diez millones (Marruecos), ir a prisión veinticinco años (Sudáfrica); penal diez años de trabajos forzados (Corea) o ser condenado a la pena capital (Irak).

Sin embargo, según especialistas en la materia, los efectos de la cocaína y la heroína, socialmente no son más perjudiciales para el individuo y la sociedad en su conjunto que la de las drogas "legales". Al alcohol se atribuyen de 80 a 100.000 muertos anuales (como factor influye en otros 100.000 más), y cerca de 300.000 se atribuyen a efectos del tabaco, mientras que sólo 3.572 personas mueren al año por causas imputables a todas las drogas ilegales.
 

3.3.- FACTORES SOCIOECONÓMICOS EN LA GUERRA DEL NARCOTRAFICO

De acuerdo con informenes de organismos internacionales la única materia prima latinoamericana que mantiene su precio de mercado o lo aumenta, es la droga. La economía de países como Perú, Bolivia o Colombia no puede subsistir sin los ingresos del narcotráfico. Los más de 700 millones de dólares que ingresa Perú por la venta de pasta de coca son muy superior a los ingresos por el cobre, el grano de café o la harina. Y, aún así, los beneficios de las drogas que se quedan o llegan a los países productores son insignificantes si se los compara con los de los países receptores: Estados Unidos y Europa.

Una encuesta oficial realizada en los EE.UU. indica que al menos cincuenta millones de estadounidenses admiten haber probado la marihuana y veinte millones afirma consumirla regularmente. En 1988, 14,5 millones de norteamericanos utilizaba diariamente la heroína; 2,9 cocaína, 11,6 marihuana y, 1,1 el crack. El 1,9 de los consumidores diario son adolescentes, el resto se sitúa entre los dieciocho y los veinticinco años de edad.

El Gobierno americano, cifra en seis billones de dólares anuales el dinero que sólo en EE.UU. mueve la marihuana, sin contar otras drogas blandas. De ahí que las drogas sea uno de los principales problemas sociales en este macro país de 250 millones de habitantes. Y, a pesar de estas cifras de consumidores habituales los Estados Unidos piensan que la drogadicción es un problema individual y que, como tal, la desintoxicación no puede depender del dinero federal.

La dimensión del problema y de la desigualdad entre países productores y consumidores, en lo que respecta a los beneficios del negocio de las drogas, nos los muestra el valor del producto en sus puntos de origen y su convertibilidad en el mercado internacional. Unos 330 kilos de hojas de coca cuesta en Bolivia 110 dólares, una vez convertida en cocaína del 54 por ciento de pureza, la nueva sustancia alcanza un precio en las calles norteamericanas de 300.000 dólares kilo.
 

3.4.- NUEVA DEPENDENCIA DE AMÉRICA LATINA

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial los países latinoamericanos han sido vigilados y controlados para evitar su caída en la órbita soviética, ahora lo son a causa de las drogas. La mayoría de ellos son obligados no sólo a modificar sus leyes, sino a producir lo que el mundo desarrollado les impone. Su dependencia económica y política se justifica ahora en razón del narcotráfico.

Con lo cual tradiciones milenarias, como el cultivo de la coca en zonas del Altiplano, tienen que desaparecer. Durante siglos los campesinos de esas zonas se han dedicado al cultivo de estas plantas como una forma de trabajo indisolublemente unida a su cultura, sus tradiciones, forma de sentir y compartir sus dolores, vivencias y sentido de cosmo. Hoy esas poblaciones contemplan indefensas e impotentes la desaparición de su modo de vida tradicional, sus habituales sistemas de interacción con el entorno natural.

En Colombia se han arrasado miles de hectáreas de tierras productivas con fumigaciones altamente perjudiciales para la salud humana y el ecosistema. Pero la salud de la población y la pérdida del entorno natural no es importante para los países consumidores. Ellos ya tienen la fórmula para obtener la materia prima imprescindible para avatecer las necesidades de hospitales y laboratorios farmacéuticos y, consecuentemente, tienen que impedir como sea que se produzcan estas materia prima fuera de su control.

La destrucción de cultivos, laboratorios de procesamiento de drogas y pistas de aterrizaje, todo ello importados desde los países consumidores, es costeado con dinero del arca pública. Es decir, los beneficios reales del negocio de los estupefacientes sólo beneficia realmente a las naciones desarrolladas. A los países subdesarrollados sólo les queda el estigma y el riesgo de ver arrasada poblaciones enteras, incluido sus campesinos y la destrucción medioambiental.

El fin de la guerra fría ha dejado a las grandes potencias, en especial a los Estados Unidos, sin justificación para seguir imponiendo su hegemonía en éstos países. El intervencionismo político y económico pierde sentido y, el hambre, la miseria, la falta de derecho de la inmensa mayoría de la población quedan sin justificación ideológica. Los grupos revolucionarios han de ser desacreditados, deslegitimados. El comunismo ya no sirve como pretexto ante la opinión pública nacional e internacional. Hay que buscar nuevas coartadas para legitimar el intervencionismo político y económico. Relacionar a los opositores con el narcotráfico de estupefacientes viene como anillo al dedo.

Vinculando a los opositores políticos y a cualquiera que cuestione la política norteamericana en la zona, con el narcotráfico, se les responsabiliza de la situación de miseria y desamparo de la población infantil y juvenil, del hambres, muertes y desapariciones de campesinos. Con lo cual, el rechazo de la población general hacia estos grupos está asegurado.

Los grandes núcleos de población marginal en Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, etc., no son el resultado de una mala política nacional y de las exigencias del FMI, sino de las acciones de los grupos guerrilleros que impiden el avance y desarrollo del país al emplear las drogas para embotar las mentes de los jóvenes y alienar a obreros y campesinos.

De ahí que movimientos políticos antes considerados como revolucionarios, pasen a ser vistos como grupos terroristas que se benefician, cuando no promueven ellos mismos, del cultivo, consumo y tráfico de estupefacientes. Sendero Luminoso, los Tupac Amaru (MRTA), por poner sólo dos ejemplos; movimientos revolucionarios de arraigado historial político en defensa del cambio sociopolítico y económico en sus respectivos países pasan a ser percibido como grupos terroristas de ayuda al narcotráfico.

Según la propaganda oficial son "los amos de la coca en Perú", y, de acuerdo con informenes de la DEA, el Alto Huallaga es un "territorio liberado", controlado por Sendero Luminoso y sus socios los narcotraficantes.

Estos grupos revolucionarios, una vez etiquetados de "guerrilleros terroristas" y ser asociados con el narcotráfico sólo pueden esperar el desprecio de la población autóctona y el repudio de la opinión pública internacional. Los medios de comunicación se encargarán de que esta idea prenda en la conciencia de la población internacional. De hecho ya ha prendido, para muchos los miembros de grupos como Sendero Luminoso son "las fuerzas armadas del narcotráfico", para otros, la revolución cubana ha degenerado hacia el narcotráfico hasta el punto de haber perdido su contenido social y reivindicativo de un estilo nuevo de hacer política. Pruebas, no son necesarias, basta con las noticias de las grandes agencias de información norteamericanas.

Por todo lo expuesto puede afirmarse que los grandes problemas sociales del mundo subdesarrollado: el hambre, el paro, la explotación infantil, la delincuencia juvenil, las enfermedades contagiosas e infecciosas como el sida, lejos de desaparecer en los próximos años se incrementarán, ya que, el nuevo orden internacional propicia el desorden social al ahondar las distancias entre países ricos y países pobres y, todo ello se explicará, ante la opinión pública del mundo desarrollado, como causa y efecto del consumo y tráfico de estupefacientes.



BIBLIOGRAFIA

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