Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Psicohistoria (Coordenadas antropológicas de la):
El concepto de "conflicto de normas irresuelto personalmente"
Juan B. Fuentes Ortega
Universidad Complutense de Madrid

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En la presente entrada pretendemos ensayarla construcción de la idea de "campo antropológico", con la vista puesta en discutir la cuestión de la modalidad que el psiquismo (por tanto, ya el "psiquisimo humano") pueda adoptar en semejante contexto. 

1.1. Desde la metología de construcción filosófica que asumimos, la idea de "campo antropológico" brotará - constructivamente - del entretejido (dialéctico: por tanto no siempre armónico, sino conflictivo) de los contenidos de aquellas disciplinas que, no ya antes ni después, sino en el curso mismo de la construcción, nos muestren su posible significado específicamente antropológico. Se precisa, pues, movilizar una compleja variedad de disciplinas, cuyos ámbitos temáticos (categoriales) se mueven a escalas muy distintas, no siempre conmensurables entre sí, como podrían ser: para empezar, ciertamente,la antropología biológica (y en particular,la paleontología de los restos homínidas); pero también, desde luego, la arqueología prehistórica yla etnología, así como otras disciplinas ya propiamente históricas (las que versan sobre los contenidos socio-culturales de las sociedades históricas o civilizadas).

Ahora bien, la cuestión más nuclear e inexcusable por la que ha de comenzar la construcción de la idea de "campo antropológico" es sin duda la cuestión del "origen", es decir, la cuestión de la génesis y constitución de dicho campo a partir del ámbito zoológico del que proviene por evolución biológica. Y a este respecto, las disciplinas críticascuyo entretejido debe ensayarse son, sin duda,ante todo, la paleontología homínida y la arqueología prehistórica. Y son, en efecto, básicamente estas dos disciplinas aquéllas cuyo entretejido nos llevaa preservar, en todo momento de la construcción, como principio metodológico irrenunicabley básico de la misma,aquél que pideconjugarel reconocimiento de la procedencia íntegra del orden derealidad antrolopológica a partir de sus fuenteszoológicas con la posible diferencia específica de estructura de dicho orden de realidad respecto del ámbito zoológico del que sin embargo procede. 

Y es éste el sentido en que la génesis y constitución del campo antropológico se nos muestracomo un caso ejemplar de "anamórfosis"(1)), esto es, de aquel tipo de situaciones (ontológicas)en las que determinado orden estructural de realidad cristaliza por confluencia o convergencia de cursos o procesos diversos y heterogéneos, de suerte que la estructuraespecífica resultante no resulta reductible (su "especie" lógica desborda "trans-genéricamente") a ninguno de los cursos genéricos a partir de los cuales sin embargo se ha formado, por confluencia,íntegramente.

En el caso que nos ocupa, los cursos o procesos a partir de los cuales ha debido formarse inicialmente el campo antropológico no pueden ser otros, desde luego,que los de índole zoológica, como es sin duda obligado reconocer al menos a partir del evolucionismo darwinista, esto es, ese tipo de procesos que nos ofrece ordenados evolutivamente lapaleontologíahomínida, a saber,las (trans)formaciones evolutivas de las morfologías orgánicas de los hómínidos en sus respectivos hábitats naturales - pongamos (por tomar como referencia la familia hominoidea), desde las especies del género australopitecino, hace unos cuatro millones de años, hasta la especie sapiens sapiens del género homo (la nuestra), aparecida hace unos cuarenta mil años -. Peropuede, a su vez, que, como apuntábamos, en el seno de este proceso biológico evolutivo nos sea dado reconocer la formación, por convergencia de ciertos cursos biológicos en él generados,de ciertas estructuras que no resulten ya reductibles a los cursos de donde por convergencia proceden: nos referimos, ante todo, a los objetos fabricados porlas técnicas productivas de estos organismos - y, como ahora veremos, a todo lo que esto conlleva-, es decir, a esos contenidos que, por su parte, nos ofrece asimismo cronológicamente ordenados la arqueología prehistórica ("cultura de los cantos rodados", cultura "achelense", "musteriense", "magdaleniense"...), y ordenados según una escala que no resulta ya formalmente reductible (que no es conmensurable) con la escala de ordenación paleontológica, sin perjuicio de formarse a partir de los contenidos de esta última última e intercalada entre ellos.

Por lo que toca a los contenidos paleontológicos, proponemos caracterizarles como componentes somáticos, para referirnos a las morfologías orgánicas de los individuos de las diversas especies de los géneros de la familia hominoidea, y en cuanto que dichas morfologías son morfologías operatorias, esto es, morfologías dotadasde efectores y receptores capaces de desenvolverse operatoria o conductualmente en sus hábitats respectivos. Quiere ello decir que las conductas de estos organismos deberán considerarse como formando parte de su propia evolución orgánica: y no ya porque a estas conductas se las entienda comohereditarias, puesto que en cuanto que conductas deberán ser genuinamente aprendidas; pero sí en cuanto que - si entendemos el darwinismo ampliado o desarrollado por la "teoría de la selección orgánica" enel sentido que hemos precisado en la entrada  Condiciones biológicas de la Psicohistoria - determinadas transformaciones conductuales del hábitat podrán reconocerse como la ocasión respectodel cual nuevas variaciones morfológicas (azarosas) podrán converger en el desarrollo o "perfeccionamiento" de las propias morfologías operatorias en curso. Y éste es elsentido en el que se han de entender las (trans)formaciones evolutivas de las morfologías homínidas que la paleontología nos muestra justamente como críticas en el proceso de hominización: nos referimos, ante todo, a las (trans)formaciones morfológicas que tienen que ver con el bipedismo, la morfología manual (incluyendo especialmente la forma oponible entre el pulgar y el índice) y la disposición anatómica de la faringe respecto de la laringe que permite modular sonidos con la musculatura laríngea (2). Así, por ejemplo, el bipedismo no debería ser visto sólo como una variación útil en el contexto del paso del bosque tropical al bosque abierto, y de éste a la sabana, sino también como la condición que hizo posible que las conductas de desplazamiento y/o exploración por él facilitadas pudieran precisamente efectuar estos "pasos" o cambios ecológicos, de suerte que respecto de dichos cambios pudieran convergen nuevas variaciones en la propia dirección ya en curso del bipedismo (3).

Ahora bien, semejante proceso de evolución "somática", en principio enteramente biológico - que incluye, como decimos,a las conductas -, acaso pueda percibirse, como apuntábamos, como el contexto en cuyo seno veamos generarse, por convergencia de determinados cursos heterogéneos suyos, ciertas configuraciones que, sin perjuico de su procedencia íntegra de (la convergencia de) dichos cursos, se nos muestrenya como no reductibles precisamente a cada uno de dichos cursos por separado: se trata, según proponemos, de los componentes normativos (4) del campo antropológico. Auqellos cursos tendrían que ver, ante todo, precisamente con los tres tipos de (trans)formaciones orgánicas (morfológico-operatorias) anteriormente referidas (esto es: el bipedismo, la morfología manual y la morfología laríngea), en cuanto que incluyen precisamente unasmuydeterminadas operaciones o conductas - de "desplazamiento en un horizonte abierto", de "manipulación" y de "modulación de sonidos" -, justamente aquéllas decuya convergencia, en las condiciones catalizadoras adecuadas,creemos que podemos ver generase a las configuraciones normativas. Cuando hablamos de "condiciones catalizadoras adecuadas" (de la mencionada convergencia) nos referimos, ante todo, desde luego, al que nos parece que constituye el hilo bioecológico crítico recurrente de la evoluciónal menos del género homo, esto es, a la caza (inducida en su origen porel cambio de régimen trófico experimentado por los simios arborícolas que fue exigiendo las sucesivos cambios de hábitats consistentes en el desplazamiento de los árboles tropicales al suelo firme, y luego del bosque cerradoal bosque abierto y muy especialmente de éste a la sabana), y muy en particular a la caza mayor en la sabana de los grandes animales prehistóricos: pues será, en efecto, ante todoel contexto (bio-ecológico) de la caza mayor, el que exigirá(precipitará, catalizará) una eclosióntal de conductas co-operatorias (y no cualesquiera, sino precisamente, como decíamos, delas conductas de desplazamiento en un horizonte abierto, de manipulación y de emisión de sonidos modulados) de cuya multiplicación convergente puedan surgir el que consideramos que constituye el núcleo crítico o específico del campo antropológico, esto es, las configuraciones normativas (5).

Las normas serían, pues, en principio, el resultante genético dela eclosiónco-operativa de determinadasoperaciones de estos organismos; ahora bien, aquello que haría de las normas una estructura específica ya no reductible a sus componentes genéticos genéricos, habría que ponerlo, según proponemos, en esto: cuando en dichas co-operaciones, y como resultante suya,veamos abrirse paso una muy determinada estructura, a saber, aquélla que permite que los distintos individuos operatorios resulten en principio recíprocamente intercambiables respecto de cada una de las diversas posiciones operatorias contenidas por la estructura en cuestión.Las normas son, pues, en este sentido estructuras sintácticas (o sintáctico-algebraicas), es decir, un sistema de "posiciones (operatorias)" que funcionancomo las variables de una estructura algebraica resepcto de las que cada individuo operatorio figurará como un valor (o argumento) de las mismas. A su vez, la sintaxis que caracteriza a las operaciones normadas sólo podrá desenvolverse, desde luego, entre medias de materiales determinados a los cuales en cada caso las operaciones se aplican, y por tanto ya siempre a la escala de ciertas unidades morfológicas de la estructura relevantes en cada caso. 

Entendemos las normas, pues, como genuinas estructuras morfo-sintácticas, en un sentido enteramente análogo, sin duda, al de las estructuras morfosintácticas de los lenguajes estudiadospor la linguística; pero no ya, por cierto,porque veamos a las estructuras (morfosintácticas) lingüísticas como modelo o "primer analogado" del resto de las normas, puesto que dichas estructuras lingüísticas constituirían sólo una "especie" (lógica) más del "género" (lógico) definido como "estructura morfosintáctica" (una "especie" dotada, por su parte, de "doble articulación": la morfosintáctica y la fonológica), de suerte que tan primitivas, o básicas, o radicales,(en la formación del campo antropológico) como las estructuras morfosintácticas lingüísticas, resultarían ser esetipo deestructuras morfosintácticas que asimismo se deben destacar, a saber, las estructuras morfosintácticas resultantes de la producción o fabricación de objetos (6)

Destacamos así, en efecto, como núclero radical de la formación del campo antropológico, el concepto (de estirpe marxista) de "producción", pero precisamente en cuanto que entendemos ésta, no ya como cualquier género de "intervención" o "transformación" del medio entorno (como lastransformaciones conductuales del medio llevadas a cabo por otras especies animales), sinoespecífica y formalmente como un tipo de transformación del medio consistente en la fabricación (sin duda, operatoria, manual)de estructuras (fisicalistas) morfosintácticas. Por ello, sólo en el marcode la producción, en virtud del carácter morfosintáctico de las entidades producidas,podremos hablar, enrigor, de genuina "construcción", y no ya de mera transformación - genérica - (zoológica) del medio, y por ello de construcción de genuinos "objetos": pues objetos serán, en efecto, sólo aquellas realidades (fisicalistas) dotadas de una estructura tal (ínsita en su materialidad físico-corpórea) que las diversas posiciones operatorias de su fabricación (y/o ulterior uso) funcionen, como decíamos, como lugares-variables respecto de las cuales una multiplicidad (cardinal) de individuos operatorios resulten recíprocamente intercambiables. Y es justamente por ello por lo que estas realidades se presentan como "objetos para los sujetos" (que los producen y/o usan): la "distancia" u "oposición" (gnoseológica) que en efecto connota la idea de ob-jeto ("ob-jectum") respecto del sujeto debe entenerse, en efecto,no ya como una distancia entre un objeto tomadoglobalmente y un sujeto asimismo entendido globalmente, sino como la distancia entre cada individuo operatorio y los demás, o incluso entre cada individuo consigo mismo en las sucesivas posiciones operatorias ocupadasen la fabricación o uso de un objeto, precisamente en cuanto que dicha distancia viene generada por esa intercambiabilidad recíproca entre los individuos respecto de cada posición operatoria, así como entre las diversas posiciones operaorias resepcto de cada individuo, que la estructura morfosintáctica del objeto hace posible.

Los objetos de la técnica o fabricación homínida - los "humildes" ensereso cacharros que precisamente ordena la arqueología prehistórica: útiles, herramientas, indumentos - constituyen de este modo una muy específica forma de "hechos" - de realidades fácticas -: unos hechos ellos mismos normativos, por cuantocontienen,en su estructura (morfo-sintáctica), su regla de construcción (de fabricación y/o uso), y por tanto su propia legalidad de transmisión, no sólo entre los individuos, sino también entre las generaciones (biológicas de individuos).Es por ello por lo que estos objetos pueden "pasar de mano en mano",o acaso mejor, son las manos (de cada individuo) las que pueden "pasar" o "circular" entre las diversas "partes" o unidades morfológico-sintácticas de cada objeto, y no sólo las manos de los individuos de cada generaciónbiológica, sino precisamente también, como decíamos, de los individuos de diversas generaciones biológicas, puesto que son los objetos los que, por su carácter precisamente objetivo, instauran su propia vía de transmisión generacional, que ya no es hereditaria-biológica, como es el caso de las morfologías orgánicas - de los componentes somáticos del campo antropológico- , sino justamente objetivo-cultural (7)

El alcance (ontológico) de los objetos para generarel campo antropológico se pone de manifiesto en el hecho de que las relaciones sociales que contraen los individuos por la mediación de los objetos (de su producción y/o uso) no son ya cual género de realciones sociales, y en particular, las relaciones meramente inter-individuales, o inter-subjetivas del ámbito zoológico,sino precisamente unas relaciones supra-individuales, o supra-subjetivas, conformadas a la escala supra-individual de la forma objetiva de los objetos. Y esto es así hasta el punto en que a partir de los objetos, como núcleos radicales del campo antropológico,podremos contemplar el desarrollo del mismo como un campo articulado o coordinado, al menos, en torno a estas dos dimensiones o ejes básicos: el eje de las que podríamos denominar relaciones culturales (que se corresponde con las "fuerzas o medios de producción" de la tradición marxista), en el que se nos dibujan las relacionesentre las "partes" o "unidades" (morfo-sintácticas) de los objetos, o entre los objetos, en cuanto que mediados por las operaciones de los individuos, y el eje de las relaciones sociales (que se corresponde con las "relaciones sociales de producción" de la tradición marxista),que nos ofrece las relaciones inter-operatorias entre los individuos en cuanto que mediadas por los propios objetos, o partes suyas (8). Sin duda que cada uno de estos dos ejes o dimensiones pueden cobrar, con el desarrollo del campo antropológico, "ritmos" propios, es decir, cursos hasta cierto punto estructuralmente independientes entre sí (estructural o formalmente, que no causal o exitencialmente), de suerte que las partes de una serie dada en una dimensión puedan componerse entre sin necesaria vinculación a las partes de otra serie dada en la otra dimensión, si bien cada totalidad socio-cultural formada por cada sociedad de referencia deberá mantener a la postre la articulación o el engranaje (aunque sea alternativo, o sinecoidal) de las diversas series dadas en cada una de las dos dimensiones. 

Por lo demás, el propio desarrollo de las series del eje de las relaciones sociales acarreará por su parte el desarrolo asimismo de normas ya específicamente sociales, esto es, de normas aplicadas ahora sobre el ámbito de las propias relaciones sociales que los hombres contraen (en último término engrandas con la producción). La sintaxis característica deeste tipo de normas se aplicará ahora, ciertamente, sobre un tipo de "unidades morfológicas" que ya no serán las partes (fisicalistas) de los objetos de la producción (un hacha musteriense, una cabaña neolítica, un canal de ragadío, un templo o un aereoplano), sino las propias "unidades sociales" caracteríticas de las configuraciones pertenecientes al eje de las relaciones sociales; por lo general, sobre los propios individuos operatorios, pero en cuanto que ya no figuran socialmente aislados, sino enclasados enunidades morfológicas-sociales características: Así, por ejemplo, las unidades características de las relaciones sociales entre "cazadores"/"recolectoras" (en una horda paleolítica); o bien, las unidades características de las relaciones sociales de parentesco (en una aldea neolítica) tales como las constituídas por las figuras de "marido"/"esposa", "madre"/"hijos", "padre"/hijo", "madre"/hijos", "tíos/"sobrinos" u otras semejantes; o bien, las unidades características de determinadas relacionessociales (ya económico-políticas, en una sociedad histórica), tales como las constituídas por las figuras de "esclavos"/"propietarios libres", o "sacerdotes"/"escribas", o "empresarios"/"asalariados", o cualesquiera otras de esta índole; o, asimismo, las unidades morfológicas en que consisten los morfemas (lexemas y monemas) de los que se compone la morfosintaxis de una determinada lengua. 

Y así como a las normas que regulan la producción de los objetos conforman el ámbito de lo que podríamos llamar la "cultura técnica", las normas que regulan las relaciones sociales conforman el ámbito de lo que podríamos denominar la "cultura social",culturas ambas, desde luego, objetivas - en cuanto que supra-subjetivas -, y engranadas siempre entre sí, aunque pueda ser según articulaciones muy complejas y altenativas (sinecoidales) en cada totalidad social de referencia.

A este respecto, importa hacer una observación significativa: Cuando hablamos de los objetos, en el sentido indicado, como el núcleo radical del campo antropológico, no queremos decir, sin embargo, que allí donde la arqueología prehistórica nos permita rastrear la presencia de los primeros de estos enseres, (pongamos, "hachas achelenses", fabricadas por el Homo habilis) debamos suponer ya desarrollado o formado en su integridad el campo antropológico; por el contrario, deberemos reconocer que estos objetos o enseres (estas normas) pueden encontrarse "rodeados" de unainfinidad de conductas todavía genéricamente zoológicas (no normativizadas), de modo que en tales casossólo nos sería dado hablar, si se quiere, de "rudimentos antropológicos" dados entre medias de un campo zoológico genérico. En este sentido, ni siquiera a la altura del paleolítico superior (pogamos, de la cultura magdalenienese del Homo sapiens sapiens - nuestra misma especie biológica -) podríamos hablar de un campo antropológico ya plenamente formado - o integrado -, por la razón de que, en semejante contexto, si bien la práctica totalidad de las operaciones (de la cultura técnica)que satisfacen la función biológica de la alimentación están ya plenamente normativizadas (con toda la red de relaciones sociales - que ello genera: cazadores de caza menor, cazadoras de caza menor, recolectoras ...), las operaciones que tienen que ver con la reproducción biológica, al menos la cópula - ya que acaso no el cuidado de la progenie -, carecen todavía de normativización antropológica; en este sentido, no deja de ser una pura retroproyección metafísica hablar de "familia primitiva promiscua", para referirnos a las relaciones de progenie consanguíneas delclan paleolítico, puesto que precisamente la familia se alzará destruyendo normativamente la promiscuidad sólo a la altura de las primeras aldeas y/o tribus neolíticas, de suerte que acaso sólo sea en el este contexto - en el que la práctica totalidad de las operaciones con función biológica están ya normativizadas, y en donde por tanto la articulación entre las normas (técnicas y sociales) integra ya la totalidad social de referencia - donde nos sea dado reconocer al campo antropológico ya plenamenente desarrolado o conformado en su integridad.

Pero ello no quiere decir que debamos prescindir de la caracterización de los primeros objetos comonúcleos radicales del campo antropológico. Precisamente nos lo impediría entenderlo así el error (metafísico) consistente en suponer al "hombre", o a la "realidad humana", como una suerte de "unidad global" que surgiese "perfecta" (entera o acabada en su integridad) en algún momento determinado, y depositada además en los propios individuos somáticos; pero es justamente la idea de "objeto normativo" como núcleo específico del campo antropológico (de un campo, sin duda, en esta medida "in-fecto", inacabado, haciéndose) la que nos permite librarnos de semejante espejismo (metafísco), al permitirnos entender que, por así decirlo,al menos tan "humano" (con tanto contenido antropológico específico) como los individuossomáticos son los objetos que estos producen y/o usan, y que precisamente estos últimos lo son en algún sentido aún más, a saber, en el sentido de que los individuossólo se tornan "humanos" - sólo llegan a sercomponentes somáticos formalmente antropológicos - en la justa medida en que sus operaciones se subsumen en la producción de objetos normados - así como en las relaciones sociales por dicha producción generadas -, y sólo en esta justa medida, puesto que, como decíamos, muchas otras conductas suyas pueden seguir moviéndose al margen de la red normativa, enun ámbito todavía zoológico genérico.

Por lo demás, la idea de objeto como núcleo germinal específico del campo antropológico no obsta para que hayan de ser, no ya sólo los objetos, sino en general las normas - tanto técnicas, como sociales - las que nos permitan perseguir el curso de la formaciónprogresivamente integral de dicho campo: sin duda, que allí donde nos sea dado encontrar la presencia de objetos, habremos de reconocer ya fraguadas las primerasanamórfosis específicamente antropológicas de conductas zoológicas anteriores (rodeadas todavía, como decíamos, de otras conductas zoológicas exentas de las normas), así como de las primeras relaciones sociales generadas por semejante producción de objetos; pero tambiénserá la red normativa conformada por la progresiva articulación de las normas tanto técnicas como sociales la que actúe como una suerte de torbellino centrípeto capaz de ir absorbiendo las restantesconductas zoológicas todavía exentas de las normas, y favoreciendo así nuevas confluencias anamórficas de dichas conductas en la red normativa cuya artilcuación llegará eeventualmente a constituir íntegramente el campo antropologico (una situación ésta que, como decíamos, acaso sea reconocible sólo en las primeras sociedades neolíticas).

1.2. Pues bien, nos parece que la discusión precedente tiene unos efectos muy determinados (y acaso sorprendentes) sobre lacuestión de la presencia y la modalidad del psiquismo en el campo antropológico. La cuestión es ésta: que si, como hemos visto, las normas, en cuanto que estructuras morfosintácticas, no son formalmente reductibles a sus componentes genéticos (genérico-zoológicos) conductuales - en cuanto que la transformación anamórficade dichos componentes, por su confluencia, cristaliza en una estructura formalmente no reductible a ellos - ¿qué razón puede haber entonces para seguir entendiendo como conductas (precisamente psicológicas) a las operaciones que están ya integradas y subsumidas en la forma (morfosintáctica) de las normas? Y ello valdría no sólo para las normas que rigen la producción y uso de objetos, sino también, desde luego, para las normas que regulan las relaciones sociales contraídasen dicha producción. Para caracterizar a semejantes operaciones normativizadas, acaso fuera,en efecto,el concepto (antropológico específico) de"praxis" precisamente el más apropiado, pero no ya el concepto (zoológico genérico) de "conducta".

Nuestra idea es, en efecto, que la conducta psicológica queda, en cuanto tal, al menos en principio, refundida y desactivada en el seno de las normas en las que se integra. No negamos, desde luego, que determinados márgenes de discriminación/generalización deban suguir funcionando en las perpeciones y operaciones de los individuos del campo antropológico (de las diversas especies homínidas, ytambién sin duda de la nuestra), márgenes sin duda acotados por las condiciones morfológicas orgánicas de la especiebiológica correspondiente ; discriminaciones/generalizaciones éstas que sin duda se ejercerán sobre las unidades morfológicas de cada norma (técnica o social). Ahora bien, lo que destacamos es que (i) son las virtuales interdependencias conductuales contingentes entre las situaciones (generalizadas/discriminadas) las que precisamente quedarán suspendidas o interrumpidas en el seno de cada norma, por efecto del carácter ya no precisamente contingente, sino sintáctico (algebráico) de la estructura de dichas normas, y que, por ello mismo, (ii)el posible significado o alcance de dichas discrminaciones/generalizaciones se verá acotado en el marco del significado que cada unidad morfolgica toma ahora en el seno de cada norma. Así pues, elpsiquismo (genético-genérico) quedará desactivado, en la medida en que quedarefundido o re-expuesto en la estructura (precisamente ya no psíquica, sino morfosintáctica) de cada norma (9). 

Y esto que decimos vale, no sólo para cada norma en particular, sino también, dada ya la articulación de algún torbellino o red inter-normativa, para las relaciones entre las normas. Pues también, en efecto, aquellas "ondas virtuales" de difusión de discriminaciones/generalizaciones contingentes a partir de las unidades de cada norma se verán, en la práctica totalidad de los casos, - dado ya, como decíamos, alguna red inter-normativa - desintegradas, al quedar reintegradas, bien en otras normas, bien en la red de relaciones entre ellas. Pues la cuestión es que tampoco las relaciones entre las normas son, al menos en principio,relacionespsicológicas (interdependencias contingentes), sino que se tratará, respecto del marco de alguna red internormativa característicamente antropológica - integre o no a la totalidadde las operaciones de los individuos del grupo biológico dereferencia -,o bien de relaciones "sociales"dadas a través de relaciones "culturales", o bien relaciones "culturales" dadas a ravés de las relaciones sociales, relaciones todas ellas objetivas (supra-subjetivas), y por tanto en modo alguno psicológicas. Y semejante situación se extenderá en su integridad, claro está, a aquellas totalidades sociales en donde las articulaciones internormativas hayan integrado la práctica totalidad de las operacionesde sus individuos - acaso en las primeras formaciones neolíticas, como sugeríamos -.

Quizás la siguiente situación tenga un alcance "ejemplar", respecto de lo que estamos diciendo. Consideremos, por un momento, la muerte vudú, una ceremonia de cuya eficacia letal hay fehacientes testiminios etnológicos, y que tiene lugar en sociedades ("etnológicas") que podemos considerar ya, sin duda, íntegramente antropológicas.Como se sabe, el sujeto sometido al embrujamiento vudú puede experimentar un síndrome neurovegetativo (visceral y humoral) ansioso de tal magnitud - disminución del volumen sanguíneo, caída de la tensión arterial, permeabilización de los capilares, deshidratación... - que le lleven a un desajuste homeostático mortal. La interpretación estándar (por ejemplo, la de W. B. Canon) es, como se sabe,que se trata de una muerte psico-somática inducida socialmente; pero puede, no obstante, que se trate de una muerte íntegra y exclusivamente "socio-somática", donde precisamente estaría ausente la presunta mediación psíquica, como cabe concluir si nos atenemos a la articulación inter-normativa característica de un tipo de sociedad como la que ejecuta esta clase de ceremonias. Pues se trata, en efecto, de un tipo de sociedadesque conforman unas "totalidades" socio-culturales en donde sus"partes" (esto es, los diversos arquetipos normativos - bien directamente productivos, bien sociales articulados con aquéllos -) mantienen entre sí unas relaciones característicamenteasimétricas, vale decir, unas relaciones de "adosamiento inmediato" de cuya mera reiteración cerrada depende funcionalmente la recurrencia transgeneracional del grupo o la totalidad social de referencia - de aquí, en efecto, la ausencia de dinámica histórica de estas sociedades "etnológicas" (su carácter "estacionario", "frío", "tradicional", "ahistórico) -. En semejante contexto se comprende, nos parece, el carácter estrictamente socio-genético, como decíamos, que no ya psicológico,de los efectos letales de la ceremonia vudú: pues debe recordarse que dicha ceremonia va acompañada de una supresión consistente y sistemática, por parte de los demás miembros del grupo,de todos y cada uno de los aquetipos normativos que constituyenla vida (las operaciones) del individuo afectado; en una sociedad cuyas partes (o arquetipos normativos) mantienen entre sí unas relacionesde estricto adosamiento inmediato, y en donde por ello tanto el curso recurrente de la totalidad social como el curso de la vida de cada uno de sus individuos componen un ciclo cerrado (de las mencionadas relaciones entre dichos arquetipos), la supresión de todos losarquetipos normativos de un individuo debe conducirle necesariamente a su propia destrucción somática. En semejante situación, lejos dehaber ningún componente psíquico, lo que hay justamente es el efecto inexorable de un ciclo cerrado de relaciones asimétricas entre los arquetipos normativos tal que, cuando todas éstos se suprimen, no cabe "margen" alguno para la prosecución de las operaciones del individuo - lo que debe conducirle al colapso orgánico al que de hecho le conduce -.

Precisamente los componentes psíquicos sólo podrían re-fluir, nos parece,asociados al contexto de esos (hipotéticos) "márgenes" que justamente un tipo de sociedad como la considerada hace inviables, pero que acaso se abran pasoen otro tipo de sociedad en donde las relaciones entre las normas adquieran ya otra configuración diferente: nos estamos refiriendo a las sociedades históricas o civilizadas, en donde puede que la configuración adoptada por las relacionesentre las normas sí abran un margen singular para la re-fluencia de un psiquismo ya característicao específicamenbte antropológico. 

2. Nuestra propuesta, en efecto, es ésta: Que hemos de situarnos en aquel "momento" crítico del desarrollo del campo antropológico en el que se generan las sociedades denominadas civilizadas, o históricas, y por tanto las sociedades propiamente políticas (con Estado) - y en particular en el contexto geo-político de dicha genésis, que no es otro que la ciudad (en su origen, las ciudades-estado de las primeras sociedades históricas) -, para que nos sea dado reconocer la re-fluencia de unpsiquismo (ya específicamente antropológico) que se presenta como una singular modulación de una muydeterminada figura generada por dichas sociedades, que es la figura de la persona humana.

2.1. Es, en efecto, en el seno de las sociedades civilizadas donde se hará posible la génesis y formación de la figura de la persona humana, como resultado de un segundo tipo de anamórfosis - que, en cierto respecto, distancia (ontológicamente) a las personas respecto de los individuos antropológicos de las sociedades no civilizadas (bárbaras y salvajes) al menos tanto como estos individuos antropológicos puedan estarlo respecto de los simiosu otras criaturas del campo zoológico (9) -. Porque sólo en dicho marco, en efecto,se haráposible una confluencia de grupos humanos pertenecientes en principio a círculos socio-culturales normativos diferentes (en su génesis, los círculos humanos provenientes de las aldeas neolíticas), y por tanto un enfrentamiento entre estos círculos diferentes, de modo que sea a través de dicho enfrentamientocomo los individuos, inicialmente insertos en sus círculos socio-culturales respectivos, puedan irse sometiendo a la propagaciónde un modo recurrente e indefinido de relaciones transitivas y simétricas entre ellos, de suerte que puedan irse liberando o desprendiendo de sus iniciales círculos o submundos culturales respectivos, a la par que resituándose en nuevo tipo de ámbito normativo, que ahora será ya virtualmente universal (o in-finito) en virtud de dicha propagación o recurrencia in-definida de relaciones transitivas y simétricas entre ellos. Y es la instalación del individuo en dicho nuevo tipo de ámbito normativo lo que sostenemos que constituye la contextura de la persona humana.

Lapersona es, en efecto,una figura específicamente generada en las sociedades históricas. Pues lo que caracteriza a estas sociedades es que sus "partes" (sus arquetipos o colectivos normativos, que desde luego no desaparecen, sino que precisamente su multiplican) confluyen según unas relacionesde enfrentamiento que conlleva la necesariarectificación o destruccción recíprocaincesante - recurrente - de las mismas (una destrucción siempre parcial, en el sentido de que no puede abarcar íntegramente a la totalidad de las partes), de modo queseaa través de semejante destrucción como se hace posible la reconstrucción asimismo incesante (y, de nuevo, siempre parcial, en el sentido de que la totalidad de las nuevas partes y relaciones no puede ser íntegramente nueva) de la totalidad social de referencia, en un proceso que precisamente se torna in-definido o in-finito - y en esta medida crecientemente universal - precisamente en virtud de esta dialéctica in-finita (o abierta) de la recurrencia de la destrucción/reconstrucción . Secomprende entonces que el carácter histórico de dichas sociedades consista precisamente endicha recurrencia incesante de la mencionada dialéctica de lareconstrucción/destrucción. 

Cuando el esquema, desde luego genérico, que acabamos de dibujar lo contemplamos discurriendo sobre todo en el eje (antropológico) de las "relaciones sociales" (sin perjuicio de las articulaciones - que pueden ser muy complejas - entre éstasy las relaciones dadas en el eje de la producción), aquéllo que ante todo se nos dibuja como efecto de esta dialéctica de la reconstrucción/destrucción esprecisamente el proceso de la propagación o recurrencia indefinida de las relaciones transitivasde simetrización entre las normasde dicho eje, unas normas que serán ahora siemprede índole socio-política (esto es, unas normas que serán todas ellas de alcance o contenido político,aun cuando no siempre políticas en su integridad - totum, sed non totaliter -): pues la destrucción de la que hablamos supondrá - al menos la posibilidad de - la destrucción de "asimetrías" preexistentes y laeventual reconstrucción de "simetrías" - entre los arquetipos (socio-políticos) enfrentados - sobre la base de semejantes destrucciones, de suerte que será la propagación indefinida de relaciones transitivas y simétricas entre las normas socio-políticas aquello que - al menos en principio - estará siempre abierto como una posibilidad en el seno de una sociedad histórica (o civilizada).

En semejante contexto, la formación de la persona - la transformación, y eventual permanencia,de los individuos en personas - será el resultado, en principio, de la instalación ocirculaciónde los individuos en semejante circuito de propagación indefinida de relaciones transistivas y simétricas entre los arquetipos normativos socio-políticos de su horizonte social de referencia. Según la dialéctica, pues, de la formación de la persona, el individuo sólo culmina como persona a través del enfrentamiento entre los contextos normativos definidos - socio-políticos -en los que ("regresiva", destructivamente) siempre se mueve, delcual enfrentamiento y destrucción brota en principio la posibilidad de instalarse (constructiva, "progresivamente") en el ámbito de propagación de relaciones transitivas y simétricas que lo enderezan hacia su culminación como persona (10). Y semejante situación (dialéctica) queda muy bien recogida por la doble connotación que la palabra "persona"tiene en el uso ordinario (mundano) de nuestra lengua, pues por un lado esta palabra connota - en la dirección del "regreso"- una exterioridad social respecto del individuo somático que en cierto sentido "transciende"su mera individualidad somática (la persona como "máscara", rol social, o arquetipo colectivo en el que el individuo se instala), a la par que asimismo connota- en la dirección del "progreso"- una apropiación o identidad personal propia que precisamente tambiém, si bien en otro sentido, va "más allá" de dicha individualidad somática.

Y nos parece, en efecto, que los problemas filosóficos (y político-morales, como ahora veremos) más de fondo respecto de la realidad de la persona se plantean precisamente en torno a la cuestión de la conexión (dialéctica) entre los componentes progresivos y regresivos de la misma, y muy en particular en torno a los diferentes, a la vez que dialécticamente conectados, sentidos en los que ambos componentes "transcienden"la mera individualidad somática que, sin embargo, no por ello deja de incorporarse a la realidad de lapersona. 

Pues por un lado, en efecto, la persona no puede formarse al margen de determinados contextos normativos(socio-políticos): aquéllosen cada caso ofrece el horizonte histórico-social en el que discurra la biografía de cada individuo, y que desde luego serán, como decíamos,unos contextos definidos, es decir, numeralmente finitos - no infinitos - (11). Por así decirlo, éstosson los componentes positivos y regresivos de la persona, a partir de los cuales ésta debe siempre formarse. Y en este sentido, desde luego, dichos componentes - ya se tomen, cada uno de ellos por separado, ya se considere la suma numérica de todos ellos - ya transcienden, por su carácter social objetivo (supra-subjetivo),la mera individualidad somática subjetiva (orgánica-operatoria) de los individuos; pero es que, además, la estructura de la persona no se reduce, ni a ninguno de dichos componentes positivo-regresivos por separado, ni a la mera suma numérica de todos ellos, puesto que dicha estructura fragua o culmina, cuando, a través del enfrentamiento y rectificación recíproca de todos ellos, se abre paso la propagación recurrente e indefinida de relaciones transitivas y simétricas entre los mismos, de suerte que dicha estructura fragua, en el progreso, como una estructura característicamente abierta, es decir, virtualmente in-finita o i-limitada (y en esta medida crecientemente universal). La persona es, pues, como decíamos,un nuevo tipo de ámbito normativo (universal en cuanto que in-finito), que no se confina a ninguno de los contextos positivos normativos de los que sin embargo regresivamente debe alimentarse, puesto que en cierto modo los tritura o rectifica a todos ellos en su momento de culminación progresiva. 

Y en este sentido debe sin duda reconocerse que el núcleo más radical de la persona (resultante de su culminación progresiva) está constituída por una inexorable reflexividad moral. La "reflexividad moral" no es, desde luego,una relación "simple" u "originaria"que un individuo (supuesto como unidad global previa) guardase "consigo mismo", sino unarelación entre segmentos de las operaciones (de alcance socio-político) de un individuo con otros segmentos suyos, devenida entre medias de la propagación de relaciones simétricas y transitivascon las operaciones (de alcance socio-político) deotros individuos, de suerte que cada uno de los individuos sometidos a este proceso no puedeya dejar de contar, en el curso de las relaciones entre unos segmentos operatorios y otros de su hacer, con las normas (o intereses) de los otros (y no siempre para aceptarlas alas, sinotambién para criticarlas o rectificarlas),precisamente en la medida en que su hacer operatorio se encuentra ya constituído por la red (socio-política) de semejantes relaciones (transitivas y simétricas).

Y éste es justamenteel sentido en el que cada individuo puede alcanzar ahora una identidad personal propia . Si bien devenida y compleja, como hemos visto, la reflexividad moral acaba, una vez constituída - y/o en el proceso de constituirse -, trocándose en un núcleo de identidad individual inexorable (que precisamente actúa como responsabilidad o autoexigencia moral), pero precisamente de una identidad individual que transciende a la mera individualidad somática subjetiva, puesto que ni siquiera se reduce a la mera suma de los arquetipos normativos entre los que se forma. En este sentido, cuando hablamos de cosas tales como "personalidad", o de "individualidad" (sobre todo a partir, como ahora veremos, de las sociedades donde el psiquismo antropológico, y más aún la psicología, se han extendido) se impone aclarar y deshacer un equívoco tan insidioso como extendido: aquel que tiende a confundir la personalidad o la individualidad, entendida como mera suma de los arquetipos normativos por cuya intersección biográfica ha tenido que formarse sin duda la persona de cada cual (como mera "composición factorial" de tales arquetipos, que es como precisamente lo tratará la "psicología de la personalidad") con algo que, sin embargo, en modo alguno se reduce ya a esto, puesto que lo transciende enteramente, como es el modo moral (y por tanto genuinamente personal o infinto) de "resolver" semejante pluralidad (finita) de arquetipos: y es en semejante "modo moral" donde se debe cifrar la individualidad personalen su sentido más radical y constituvo, es decir, la genuina identidad personal como apropiación personal de la personalidad que, por así decirlo, a cada uno le haya podido tocar en suerte. Más, como ahora veremos, semejanteequívoco no es puramente lingüístico, sino que tiene su fundamento en las sociedades en donde han comenzado a tener lugar los "desprendimientos"de los arquetipos normativosrespectode su modo moral de resolución, y en donde precisamente por ello, cuando semejantes desprendimientos adquieran cierta "masa crítica", la psico-logía como disciplina puede comenzar a expandirse; lo cual es, como también veremos, síntoma inequívoco de que en semejantes sociedades comienzan a escasear, o a desfallecer, las genuinas individualidades personales (morales).

Ahora bien, que la identidad personal, entendida de este modo, transcienda a la mera individualidad somática subjetiva, no quiere decir que entendamos a ésta al margen de la persona.Más bien al contrario, nuestra idea de persona pide contemplar la integración del soma operatorio en el proceso de formación de la persona, de modo que precisamente en esta medida la propia "carnalidad operatoria" dejede ser ya una entidad meramente zoológico-genérica para trocarse en una realidad ya no sólo antropológico específica, sino personal específica: pues son, en efecto, los "somata" operatorios aquellos que circulan entre medias de las relaciones (simétricas y transitivas entre las normas) que abren paso a la formación de la persona, de suerte que serán los propios somata aquéllos que se troquen en realidades personales. Otra cosa es que, como también ahora veremos, los desprendemientos de los arquetipos normativos de su modo moral de integración puedan acarrear asimismo desprendimientos de la operatoriedad carnal respecto de su propia estructura personal y moral. Y serán precisamente estos desprendimientos aquellos que caracterizan la modalidad que la refluencia del psiquimso toma en el contexto de la persona. 

3. Pues proponemos, en efecto, que es sólo en el contexto de la persona antropológica, dado ya el proceso de su formación, donde puede generarse la refluencia de un psiquismo que, en virtud del contexto (antropológico y personal) de su genésis, no podrá ya ser entendido como un psiquismo zoológico-genérico, sino precisamente como antropológico-específico. 

3.1. Como veíamos, según la dialéctica de la formación de la persona, el individuo sólo culmina como persona a través del enfrentamiento entrelos contextos normativos definidos entre los que - en el regreso - se mueve, del cual enfrentamiento brota la posibilidad de instalarse en el seno de las relaciones transitivas y simétricas que lo enderezan - en el progreso-hacia su culminación como persona. Pues bien, nos parece que es precisamente en el seno de dicho enfrentamiento donde, a la par que puede abrirse el proceso de generación de relaciones transitivas y simétricas entre los individuos, se abre también la posibilidad, dado ya el marco de la propagación de dichas relaciones, de que semejante propagación quede obturada o interferidaen algún grado. Estamos hgablando, pues, de alguna forma significativa de obturación o desfallecimiento del ciclo dialéctico de re-alimentación entre el regreso y el progreso que hace posible la formación de la persona; una obturación que, más precisamente, tendrá lugar cuando el regreso(siempre necesario) hacia los contextos normativos definidos - por cuyo enfrentamiento se abre la posibilidad de propagación de relaciones transitivas y simétricas - quede desconectado o desprendido, en alguna proporción significativa, del progreso hacia propia realización de la persona, esto es, del curso mismo por el cual se abre paso aquella propagación de relaciones simétricas y transitivas que dan lugar a la formación de la persona.

Y semejante obturación, o desfallecimiento, ocurrirá no por razones distintas, sino a la postre por las mismas razones (aunqueoperando ahora en un sentido contrario: disgregador, desintegrador) por las que en principio aquella propagación (que resulta obturada) tiene lugar, esto es, por razones en último término histórico-políticas: en función, en efecto, de las posibles fallas históricas de cada sociedad de referencia en la resolución en último término política de los problemas (de los enfrentamientos) socio-políticos que precisamente hacen posible la formación y propagación de las personas. Cuando hablamos de "resolución (en último término) política" (de problemas socio-políticos) no nos referimos, precisamente, a ninguna suerte de "sociedad perfecta", de "justicia total", o de "utopía social" (puesto que cualquiera de estas nociones utópicas, sin perjuicio de que hayan podido jugar papeles de legitimación ideológica de determinados proyectos políticos, son inaceptables desde nuestra concepción del carácter virtualmente in-finito de la propagación de relaciones que hacen posible la persona, esto es, del carácter históricamente in-finto de la propia política); nos referimos simplemente a algo inserto o inmanente en la materailidadhistórica (de las sociedades civilizadas), a saber, a la condición de que en semejantes sociedades siempre es posible, en algún grado o proporción, la prosecución, extensión o reinstauración de la propagación social de las relaciones (simétricas y transitivas) que hacen posible la persona. Mantenemos, pues, una concepción gradual o proporcional de la idea de "resolución política" (asociada a la concepcióndel carácter históricamente in-finito - o in-fecto -de la propia política); y es por ello por lo que podremos asociar a dicha idea, como su reverso correlativo asimismo gradual o proporcional, la idea de desfallecimiento de dichas resoluciones, como una modalidad inherente a las mismas, cuyo patrón de medida no podrá ser yaninguna utópica "sociedad perfecta", pero sí cada horizonte histórico-civilizatoriodeterminado. 

En la medida en que, como efecto de semejante desfallecimiento,el regreso a la pluralidad normativa quede, como decíamos,desconectado o desprendido del progreso a la culminación de la persona, son las normas (cada ámbito de normas sometidas a este desprendimiento) las que comenzarán a neutralizarse en el sentido de que empezarán a perder su capacidad para guiar como planes o proyectos colectivos laacción (transitivay simétrica)de unos colectivos de individuos respecto de otros, y en esta medida las operaciones de los individuos sometidos a este proceso comenzarán a quedar multi-fugadas (multi-fracturadas o multi-descompuestas)respecto de dichos planes.

En semejante tesitura, en efecto, las operaciones de los individuos quedan, si bien no al margen de cualquier norma, sí gravitando, en vez de en torno a las relaciones (simétricas) entre los planes colectivos, en torno a las operaciones de otros individuos particulares que a su vez se encuentran en el mismo proceso, y es en esta justa medida en la que los individuos van quedando sumidos en una atmósferade relaciones psicológicas. Pues ahora, en efecto, las operaciones de generalización/discriminación, que han debido seguir ejercitándose sobre las unidades morfológicas de las normas vigentes (sobre las unidades constituídas por las operaciones de los individuos en cuanto que enclasados normativamente), sí que encuentran margen para su expansión o difusión como relaciones contingentes precisamente en cuanto que sus "goznes" o "puntos de aplicación" (de realimentación) no van a ser ya tanto los planes colectivos (desvanecidos), cuanto las operaciones de otros individuos particulares que por su parte se encuentran en situación semejante (12). Y es ahora cuando estas relaciones operatorias interindividuales desprendidas de las relaciones entre los planes colectivos de acción comienana destacar, no ya al margen desde luego de cualquier norma, pero sí sobre el fondo delas normas vigentes, a modo de líneas de fuga respecto de dichas normas, las cuales ahora van quedando como materia ocasional de la secreción y/o acumulación de semejantes fugas psicológicas inter-individuales. A su vez, en la medida en que semejante multi-fugación normativa implica un desfallecimiento en el modo personal (y por ello moral) de resolución inter-normativa, debe reconocerse algo que no por (acaso) sorprendentedeja de imponerse como necesaria conclusión, a saber, que la presencia del psiquismo antropológico implica siempre una crisis en algún grado de la propia moralidad: el psiquismo específicamente antropológico supone, en efecto, siempre, constitutivamente,conflicto , y conflicto moral irresuelto, en cuanto que falla en la resolución personal y/o moral de los enfrentamientos normativos (de índole socio-política) (13).

Acaso fuera necesario, para terminar, realizar algunas puntualizaciones de importancia. La primera es que el psiquismo antropológico debe entenderse siempre comoun "estar des-haciéndose en algún grado aquéllo que a su vez debe suponerse a la par en algún grado ya haciéndose", esto es, la figura de la persona. Hay que contar ya, en efecto, con el marco (histórico y biográfico) de la persona como una figura "ya haciéndose", para contemplar al psiquismo (antropológico) como un proceso de desfallecimiento o multigugación inherente a la propia figura procesual de la persona en curso. La segunda es que semejante proceso no debería en cualquier caso contemplarse, digamos, de un modo políticamente ingénuo, esto es, como si cupiera suponer alguna clase de sociedad (civilizada) políticamante "ideal", ya fuese en el pasado (mitológico) o en el futuro (utópico),en donde el psiquismo (el desfallecimiento psíquico de la persona) quedase eliminado - o "superado" -: nuestra idea es que el psiquismo constituye un reverso correlativo siempre (en algún grado) inherente a la realidad de la persona, de modo que cabría decir que constituye un "sino" (y un sino trágico) de las personas (de las sociedades civilizadas) semejante desfallecimiento reversible (siempre en algún grado inexorable) de su propia personalidad moral. No obstante lo cual -y ésta sería la última observación-, tampoco el necesario reconocimiento del carácter inherente del psiquismo respecto de la personadebería llevarnos a entender como un contínuo indistinto el proceso histórico relativo a los grados de fugación psíquica de la persona moral: puesto que cabrámuy diversos grados de correlación reversible entre el psiquismo y la persona en los muy diferentes contextos históricos constituidos por las distintas sociedades histórico-civilizadas - y, dentro de ellas,por susdiferentes subsetores socio-culturales en cada caso -.

3.2. Nos parece, en definitiva, que la idea del "conflicto de normas irresuelto personal (o moralmente)" que aquí hemos dibujado (en sus trazos más generales y esquématicos, sin duda) nos asegura una concepción bien determinada y específica (y crítica) de la "psico-historia" - de la propia realidad psico-histórica -, en cuanto semejante idea nos dibuja la figura antropológica específica del campo psicológico precisamente en cuanto que campo interna o constitutivamente psico-histórico - que refluye y se expande a partir de la propia historicidad de las sociedades antropológicas -. Entre los muy diversos estudios psico-históricos positivos que creemos que semejante ideahace posible, acaso no sea el menos interesante aquel que nos permita contemplar a la génesis y configuración de propia psico-logía como disciplina (especializada o académica) a partir deldesarrolo histórico del campo psico-histórico dadas ciertas condiciones de dicho desarrollo. En la entrada  Psicología mundana y Psicologías académicas se ofrece un esbozo de la configuración adoptada por el campo psico-histórico de las sociedades occidentales modernas como condición de la propia génesis y constitución de las psicologías académicas.


NOTAS Y REFERENCIAS:
(1) En el sentido en el que, en efecto, esta idea tiene en la filosofía de G. Bueno.
(2) Como se ve, no incluimos en esta consideración al rasgo morfológico consistente en el volumen encefálico; y no porque,claro está, dejemos de reconocer su presencia y su función (neurológica), sino porque lo que nos interesa es desatacar las morfologías operatorias (o conductuales), a cuya escala fraguará el tipo de mundo (normativo) construído por estos organimos - y la función de la morfología encefálica no es en modo alguno operatoria -.
(3) En este sentido - del condicionamiento ontogenético y conductual de la propia evolución filogenética de los homínidos -es sin duda muy relevante la reciente y notabilísma investigación realizada por Manuel Domínguez Rodrigo. Ver en: Manuel Domínguez-Rodrigo (1994): El origen del comportamiento humano, Madrid, Librería Tipo S.L.
(4) La distinción y relación entre los componentes "somáticos" y "normativos" del campo antropológico que aquí proponemos se corresponde, sin duda, con la distinción propuesta por G. Bueno entre componentes "físicos" y "pneumáticos" de dicho campo; pero la diferencia entre ambas propuestas es, creemos, no meramente nominal, sino que implica cierta reconstrucción (o desplazamiento) conceptual. Pues el "soma" del que nosotros hablamos incluye ya, en cuanto que"soma" zoológico-genérico, al "pneuma" - al um-welt perceptivo-operatorio de los animales-, mientras que las normas constituirían, en nuestra concepción, una forma ya específicamente antropológica de "pneuma" no reductible al ámbitoneumático zoológico-genérico. Ver a este resepcto en: Bueno G.
(5) También respecto del lugar de la caza en el proceso de hominización resulta sumamente iluminador el mencionado trabajo de M. Rodríguez-Domingo antes citado. 
(6) Y esto sin perjuicio de que, desde luego, la red de relaciones sociales que la producción de objetos acarrea exiga que entre ellas se intercalen esas otrassociales consistentetes enla comunicación mediante el lenguaje articulado, cuya doble articulación - y en particular, la fonológica - viene somáticamente posibilitada por la morfología orgánica operatoria capaz de emitir sonidos modulados (sin perjuicio de que, a su vez, los meros sonidos modulados no están todavía a la escala de los sonidos ya fonológicos, que son ya componentes formales de la doble articulación de las morfosintaxis lingúisticas). En este sentido, tuvo que ser crítica, desde luego, la confluencia entre estamorfología orgánica y las otras morfologías aquí mencionadas en la formación de los núcleos normativos (productivos) del campo antropológico. 
(7) En este sentido nos permitimos mostrar nuestras reservas ante la "arqueología" de útiles que pretende construir la primatología de los póngidos (por ejemplo, en los estudios realizados por sabater Pi al respecto); pues puede que se trate de una aqueología "ficción", dado que semejantes útiles están depositados en el museo precisamente por nosotros (por los primatólogos), pero no parece que circulen recurrentemente de mano en mano entre los póngidos, y menos aún entre los póngidos de diversas generaciones.
(8) El eje de las aquí denominadas ×relaciones "culturales" se corresponde con el denominado por G.Bueno eje "radial", y el de las caracterizadas como relaciones "sociales" se corresponde con el que Bueno caracteriza como ejer "circular"; la distinción, de nuevo, acaso no sea meramente terminológica, puesto que nuestra terminología va dirigida a poner el énfasis en la producción (de objetos) como núcleo radical del campo antropológico. Por lo demás, la antropología filosófica de Bueno ha destacado muy acertadamente, como eje asimismo esencial del campo antropológico, el que él denomina eje "angular", donde se dibujan las relaciones religiosas con los númenes (los animales); pero a los efectos de lo que nos es dado decir en los límites de este trabajo, preferimos ceñirnos a la sola consideración de los dos ejes mencionados. Ver, a este respecto,en Bueno:
(9) Respecto de los conceptos zoológico-conductualesde "discriminación/generalización" y de "interdependencia contingente", consultar en la entrada  Condiciones biológicas de la Psicohistoria.
(10) Lo cual, por cierto, constituye una muestra más, y ciertamente crítica,de la falta de unidad global (substancial, metafísica) de la realidad (procesual, infecta) del campo antropológico. 
(11) Utilzamos las expresiones "progreso" y "regreso" en el sentido dialéctico que tienen en la filosofía de G. Bueno.
(12) Aun cuando precisamente el legado histórico (facilitado, por antonomasia, por los textos escritos, justamentecaracterísticos de las sociedades histórico-civilizadas) pueda ir acumulando modelos normativos de creciente cantidad y espesor.
(13) Nuestra tesis, dicho escuetamente, es, pues, ésta: que allí donde desfallece la simetría refluye la contingencia. Por lo que respecta, de nuevo, a la idea de contingencia, ver la entrada  Condiciones biológicas de la psicohistoria.
(14) En este sentido nos parecen afortunadas las perspectivas psicológicas que de algún modo han sabido asociar al psiquismo (humano) con los conflictos, y en particular aquellas que no han disociado el funcionamiento psicológico (humano) de la "patología"; sólo que se trata, precisamente, de una "patología" no originariamente psicológica, sino constituvamente moral, cuyo efecto es elfuncionamiento psíquico mismo (normal).

THEORIA  | Proyecto Crítico de Ciencias Sociales - Universidad Complutense de Madrid