NOMADAS.1 | REVISTA CRITICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS | ISSN 1578-6730

El discurso de Europa: Los nacionalismos
[José María Laso Prieto] (*)

  Introducción
  Los nacionalismos y la crisis europea
  Las dos Europa: La Occidental y la Oriental
  Conclusiones


 

I. Introducción.- A pesar de constituir Europa el continente menos extenso, si se exceptúa a Australia, ha sido durante más de un milenio el más relevante en los aspectos político, económico y cultural. Europa está situada en el extremo N. O. del antiguo continente y forma con Asia un conjunto de tierras denominado genéricamente Eurasia. Pese a 1a imprecisión de los limites entre ambos continentes, razones de historia, población, clima y economía justifican considerar a Europa como entidad geográfica bien definida. Su posición geográfica es muy favorable: situada en el centro del hemisferio continental, toda ella en la zona templada, unida a Asia por una cordillera de escasa altitud (los montes Urales), frente a las cosí norte-americanas más pobladas, y separada sólo de África por los 14 kilómetros del estrecho de Gibraltar. Por otra parte, al extenderse la antigua URSS por Europa y Asia, hace difícil fijar la extensión exacta del continente europeo, pero se estima en 10.235.436 km1habitados por casi 600 millones de personas, lo que termina la mayor densidad continental (más de 56 habitantes por km cuadrado).

La individualidad, o especificidad de Europa no ha sido siempre clara para sus habitantes. Como subraya el profesor Grant, "uno de los rasgos más característicos de nuestro continente ha sido no sólo la influencia de los individuos y de los grupos europeos sobre el mundo exterior, sino su propia y extremada receptividad bajo las influencias extranjeras. Para griegos, romanos, bizantinos, musulmanes, etc. , no existía división entre Europa, Asia y África. El antiguo papel desempeñado por el Mediterráneo como puente, y no como barrera, se encuentra expresado en el mito de Europa trasportada de Asia a su nuevo hogar. Y así, actualmente, Europa está siendo trasladada a1 Nuevo Mundo a través del Atlántico" (1). Por ello, el concepto de Europa, como comunidad humana con rasgos específicos diferenciados, ha requerido todo un proceso de gestación histérica. En ese sentido, un factor decisivo ha estado constituido por la común herencia cultural greco-lana. La racionalidad helénica, y las concepciones políticas y jurídicas romanas se funden en una cultura común, suficientemente diferenciada de las culturas asiáticas y africanas que son sus contemporáneas. Algunas historiadores incluso encuentran antecedentes, de esa especificidad europea, en las contiendas bélicas que en la antigüedad enfrentaron a griegos y persas. Se trata también de una lucha ideológica y moral, ya que enfrentaría a los hombres libres de la Hélade con los servidores del despotismo asiático. En todo caso, conviene precisar que esa condición de hombres libres no abarcaría a toda la población griega, pues puede olvidarse el carácter esclavista de los Estados griegos, incluso en la democracia ateniense.

Otro elemento relevante conformador de la especificidad europea es el constituido por el cristianismo. Es, sobre todo, durante la Edad Media, cuando su influencia es mayor. En una sociedad que, como muy bien precisa el historiador Henri Pirenne, ha retrocedido a niveles casi exclusivamente rurales todas las relaciones se estructuran en función de la propiedad de la tierra. Como regla general, la servidumbre es la condición normal de la población agrícola; es decir, de casi todo el pueblo. En el mundo rigurosamente jerárquico, que así se estructura,"el lugar más importante y primero pertenece a la Iglesia Católica. Esta posee, a la vez que ascendiente económico, ascendiente moral. Sus innumerables dominios son tan superiores a los de la nobleza, por su extensión, como el misma es superior por su instrucción. Además, sólo ella puede disponer, merced las donaciones de los fieles y las limosnas de los peregrinos, de un fondo monetario que le permite, en tiempos de hambre, prestar el dinero a los laicos necesitados. En fin, en una sociedad que ha vuelto a caer en la ignorancia general, sólo ella posee aún los dos elementos indispensables para toda cultura: la lectura, y la escritura. Por ello, los príncipes y los reyes deben reclutar forzosamente en el clero a sus cancilleres ,a sus secretarios, a sus notarios; en una palabra, a todo el docto personal del que es imposible prescindir. Del siglo IX XI, toda la administración quedó de hecho entre sus manos. Su espíritu predominó en ella lo mismo que en las artes" (2).

Con el gradual desarrollo de la vida urbana, que después se va produciendo en diversas regiones de Europa (Italia, Francia, Países Bajos ,Alemania, etcétera) el espíritu renacentista pasa a constituir otro elemento importante la civilización europea. Sobre todo, en la medida que supone un reforzamiento la herencia cultura! greca-latina a través de un retorno a la antigüedad clásica. Tal fenómeno fue muy bien descrito por Jacob Burckhardt en su célebre obra "La cultura del Renacimiento en Italia": "La antigüedad despierta en Italia de do distinto que en el Norte. Tan pronto como la barbarie cesa, surge aquí, en este pueblo, aún semi-antiguo, el reconocimiento del propio pasado. Lo ensalza y desea retornar a él. Fuera de Italia se trata de la utilización seria, reflexiva, de determinados elementos de la antigüedad; en Italia, no sólo los sabios, sino también el pueblo, toman partido por la antigüedad de una manera objetiva, pues en ella hayan el recuerdo de su propia grandeza. La fácil comprensión del latín y la multitud de recursos y de monumentos existentes aún, favorecieron enormemente aquella tendencia (...) Este movimiento de retorno a la antigüedad puede decirse que, en gran escala y de una manera general. y decidida, sólo se inicia en los italianos en el siglo XIV. Requería un desarrollo de la vida urbana como sólo se decidió en Italia y en aquellos tiempos: convivencia e igualdad efectiva entre nobles y ciudadanos y constitución de una sociedad general que sintiera la necesidad de la cultura y que dispusiera de tiempo y medios para satisfacerla. Pero la cultura al pretender liberarse del mundo fantástico de la Edad Media, no podía llevar al súbdito, por simple empirismo, al conocimiento del mundo físico y espiritual. Necesitaba un guía y como tal se le ofreció la antigüedad clásica, con su abundancia de verdad objetiva y evidente en todas las esferas del espíritu. De ella se tomó forma y materia, con gratitud y con admiración y ella llegó a constituir, por lo pronto, el contenido principal de la cultura" (3).

Una consecuencia relevante de1nuevo humanismo, engendrado por e Renacimiento, es la reforma protestante. En ella se encuentra otra de las raíces que ha configurado la actual especificidad europea. Empero, como bien precisa Delio Cantimori,"suele hablarse en general de Renacimiento y Reforma y nade Humanismo y Reforma. Pero el problema ,de este modo, está mal planteado: en primer lugar, se puede negar incluso la cuestión, porque no hubo un sólo "Renacimiento" y una sola "reforma",sino muchos Renacimientos (el italiano, el francés, el inglés, el alemán; o bien, el pagano, el cristiano, el artístico, el literario, el filosófico, todos diferentes por la cualidad y las características, y en el tiempo y en el espacio), y, del mismo modo, muchas Reformas (luterana, zuingliana, calvinista, anglicana) (...) Esta complejidad de fenómenos diferentes, que acostumbra a mancomunar se bajo las dos etiquetas de Renacimiento y Reforma es al motivo por el que todo los tratados que sitúan el uno frente a1 otro resultan insatisfactorios. Si de hecho se afirma, con Benda, un origen común de los dos movimientos que más tarde, en el decurso de la historiase escinden, puede hablarse realmente de las concepto de reformatio y de renovatio, que surgen juntos del misticismo franciscano y "espiritual" de Dante, de Petrarca y de Cola di Rienzo, para quienes la renovación política y culturales es inseparable de la reforma religiosa; pero no debe olvidarse que el verdadero problema surge cuando este movimiento originario se divide en dos movimientos alejados en el espacio y en el espíritu informador, como el que tiene sus representantes en Lutero, Melachton, Calvino, Zuinglo, etc. y el que tiene a sus principales exponentes en Valla, en Pico de la Mirándola, en Poliziano, en Beanato Renatn, en Ulrico ven Hutten y en Erasmo de Rótterdam, (...) Por el contrario, si hablamos de Humanismo y Reforma, nos acercamos más a la realidad, al mundo de los hombres vivos, concretos, distintos entre sí, y de sus no menos concretas Esperanzas, aspiraciones, sentimientos, a menudo contradictorios y de sus pasiones encontradas" (4). En definitiva, mediante ese entrelazamiento del Renacimiento, la Reforma y el Humanismo, Europa se hizo más pluralista no sólo en el campo religioso, sino también en el filosófico e ideológico.

Un nuevo enriquecimiento del pluralismo ideológico europeo, es el constituido por ese amplio movimiento renovador que con las denominaciones de Iluminismo, Enciclopedismo e Ilustración, constituye el preámbulo necesario para la gran ec1osión democrática que se inicia con la gran Revolución Francesa (1789-1794), y cuyos principios son difundidos después por todo el continente a través de las guerras napoleónicas. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, realizada por la Convención revolucionaria francesa, desarrolla en esE sentido los principios de la Declaración de Independencia norteamericana, también de inspiración europea ,mediante el impulso de las concepciones de la Ilustración. A su vez, en las guerras napoleónicas se observa ya el fenómeno del desarrollo de los nacionalismos que iban a acabar produciendo la primera gran crisis europea.
 

II. Los nacionalismos y la crisis europea

E1 desarrollo de los nacionalismos en Europa está claramente vinculado con la necesidad, que ya abiertamente se planteaba desde el siglo XVIII, de abolir las restricciones que el régimen semi-feudal existente en muchos de sus Estados integrantes, imponía al desarrollo de sus fuerzas productivas. La burguesía que se había ido desarrollando en algunos de esos Estado, inicialmente como burguesía comercial y después como incipiente burguesía industrial, necesitaba abolir las limitaciones que todavía subsistían al libre comercio inter-estatal. Todo ello, constituía una condición indispensable para que cada burguesía nacional pudiese crear y desarrollar su propio mercado. Esa función de abolir las trabas semifeudal, al desarrollo de las fuerzas productivas, la desempeñó en Francia la gran revolución de 1789-1794 y en el resto de Europa, en diferentes grados, las guerras napoleónicas. Las distintas burguesías nacionales asumieron así, en unos casos con éxito y en otros con fracasos momentáneos el papel de abanderadas de los intereses nacionales respectivos. Este interés nacional desempeñó también una gran función ideológica mediante los llamamientos que suscitaba la patria en peligro, cuando ésta era invadida por ejércitos extranjeros. Así el ejército revolucionario francés derrotó, en la batalla de Valmy, a los ejércitos de la Europa semifeudal al grito de ¡Viva la nación!. A su vez, las invasiones napoleónicas de países extranjeros despertaron en estos sentimientos nacionales que después encontraron formas de expresión en diversos nacionalismos. Muy significativas son en ese sentido las "Cartas a la nación alemana" del filósofo Fichte y el impulso que proporcionó al nacionalismo alemán el auge del romanticismo. En ese impulso nacionalista,, originado por las causas citadas, se encuentra también el origen de los proceso de unificación de Alemania e Italia que se iban a desarrollar a lo largo del siglo XIX.

En la primera década del siglo XX, Europa parecía haber: alcanzado el limite de su plenitud. Con el desarrollo desigual; desigual, pero generalizado de sus diversos países, se iba elevando el nivel de vida de sus poblaciones y e de educación de sus ciudadanos. Muchos de sus Estados disponían de amplios

territorios coloniales que les proporcionaban materias primas baratas y mercados para sus productos. Los grandes beneficios que de ellas se obtenían permitían, a sus respectivas burguesías realizar concesiones a sus trabajadores que mejoraban su nivel de vida. Así se neutralizaba en parte la conflictividad social y se integraba en el sistema a un sector relevante de la clase obrera. El creciente desarrollo de la ciencia y la técnica parecían asegurar un progreso económico y social ininterrumpido. Es cierto que ese progreso no alcanzaba en toda Europa la misma homogeneidad. Existían diferencias económicas y sociales entre el norte y el sur de Europa y entre la Europa Occidental y la Oriental. La región sudoriental del continente, constituida por la península balcánica, era cor mucho la más atrasada. Era un fenómeno que se explicaba por su tardía incorporación a la especificidad europea, a causa del prolongado dominio otomano que había sufrido durante siglos. Por ello no puede sorprender que en esa etapa se calificase a los Balcanes de "avispero de Europa". En consecuencia, pudo considerarse natural que en una de sus ciudades - la serbia de Sarajevo -se iniciase la ignición de la mecha nacionalista que iba a hacer detonar los explosivos que se habían ido acumulando en Europa.

E1 explosivo de las contradicciones económicas, engendradas por el desarrolla desigual de sus países, que impulsaba a algunos de estos a tratar de obtener por la fuerza un nuevo reparto territorial del mundo. E1 reparto realizado en el Congreso de Berlín (1885) había quedado ya obsoleto. El explosivo de las contradicciones políticas nacionalistas, que se había exacerbado por el creciente desarrollo del chovinismo de gran potencia, y de la necesidad de defenderse contra él que tenían las pequeñas naciones y las minorías nacionales. El explosivo de las contradicciones militaristas, desarrollado mediante una creciente carrera de armamentos en la que estaban empeñadas las principales potencias europeas. Ese conjunto detonante, de nacionalismos y contradicciones económicas, explotó en 1914 con el pueril pretexto del atentado de Sarajevo. Se inicia así la contienda, que primero se denominó "guerra europea", y, finalmente, primera guerra mundial, una vez qué con el desarrollo dé la segunda fue posible tal numeración. De hecho, en esta gran contienda europea radica el comienzo del proceso que acabaría fragmentando a Europa. Lejos de solucionar los problemas pendientes en el continente--como se pretendió por la propaganda de los beligerantes-la exacerbación de los nacionalismos hizo imposible que una auténtica paz se iniciase con el final de la fase bélica. Los sugestivos principios, para resolver el problema de las nacionalidades, plasmados en los "catorce puntos" del presidente Wilson, quedaron reducidos a "papel mojado" por las duras condiciones impuestas a los vencidos mediante los tratados de Versalles, Trianon y Saint--Germain.

En esas duras condiciones encontró el incipiente movimiento nazi el mejor caldo de cultivo para su desarrollo. con su posterior ascenso al poder en Alemania (1933), y 1a formación del Eje nazi-fascista, Europa se fracciona de hecho entre los que poco después serán los contendientes de la segunda guerra mundial, utilizando la coacción militar, o la afinidad política con muchos de sus regímenes fascistas o semi-fascistas, la Alemania nazi consiguió que la mayoría de los países de Europa oriental participasen en la "cruzada" anticomunista contra la URSS. Par ello no puede sorprender que, cuando los ejércitos soviéticos, después de vencer a las tropas nazis en las decisivas batallas de Stalingrado y el arco de Kursk, penetrasen en Europa central y oriental, derrocasen a los regímenes nazis impuestos en esas países. Ese es el caso de Rumania, Bulgaria y Hungría. Por el contrario, Polonia-y Checoslovaquia, disponían de gobiernos en el exilia ,que participaran en el campo aliado, y Yugoslavia y Albania fueron liberadas por sus respectivos movimientos guerrilleros. Empero, tales particularidades no modifican el hecho de que todos esos países de Europa Central y oriental fueron integrados en el denominado "bloque socialista" que adoptó el modelo conocida de "socialismo real".

El profesor García de Cortázar, en su "Historia del mundo actual, 1945-89", describe así el proceso que integró a esos países en el "bloque socialista": "En el corto espacio de tiempo que media entre 1945 y 1948, en la mayoría de estos países se produjo un fulgurante ascenso de los partidos marxistas aprovechando bien la presencia del Ejército Rojo a el enorme prestigio de los militantes de los partidos comunistas bien arropados por la aureola de vencedor que exhibía la URSS. Las comunistas, que habían popularizado durante los años de lucha los aspectos sociales de sus programas y habían combatido. generosamente al invasor alemán, no iban a desperdiciar la ocasión que les brindaron los convulsos años de posguerra. Eliminando a sus adversarios, en algunos casos obteniendo victorias electorales en otros, pero siempre marchando delante de los programas de reforma, hicieron posible la constitucí6n de frentes de resistencia nacionales, en los que obtenían la hegemonía suficiente para dominar sus decisiones políticas. La particular posición geopolítica del bloque, formando una barrera natural entre Centroeuropa y la URSS, sería determinante para señalar el futuro inmediato de los regímenes constituidas al terminar la guerra. La versión que admite el famoso reparto de zonas de influencia entre los aliados, durante las conferencias de Teherán, Yaltd y Postdam, indica también la aquiescencia anglo-norteamericana a la creación de ese cordón protector ante la Unión Soviética. Los argumentos defendidos por Stalin y su ministro Molotov a favor de impedir un futuro avance alemán hacia la URSS, con esta oposición permanente, encontraron el beneplácito de Roosevelt y Churchill, más preocupados entonces por asegurar la paz que por impedir la penetración comunista en Europa oriental" (5).

Cristaliza así un bloque de "países socialistas", aliados de la URSS, que posteriormente se entrelazarían por la organización militar del Pacto de Varsovia (1955),constituida en respuesta de la fuerza bélica de la OTAN (1949) y por el organismo de cooperación económica denominado CAME. Fueron enormes los obstáculos y dificultades que sus gobiernos y partidos dirigentes tuvieron que afrontar para que tales países iniciasen procesos de transición a un socialismo basado en el modelo soviético. A tal fin, el impulso no provenía de una gran revolución social propia --como la realizada en Rusia en Octubre de 1917-- sino de procesos que Adam Schaff calificó de "exportación de la revolución". En ellos ,salvo la excepción que constituía Checoslovaquia, no se daban, ni remotamente, las condiciones objetivas y subjetivas necesarias para asegurar el éxito de un procese de transición al socialismo. Incluso, actualmente, con la perspectiva histórica alcanzada y la documentación disponible, muchos historiadores consideran que el objetivo fundamental que Stalin trataba de alcanzar en Europa central y oriental no era tanto desarrollar un bloque de Estados socialistas, como, por razones geoestratégicas, asegurar a la URSS un glacis defensivo frente a eventuales agresiones procedentes de Occidente. En todo caso, a partir de 1948,con el desarrollo abierto de la "guerra fría", Europa quedó dividida en dos mitades más o menos di limitadas por el reparto en zonas de influencia acordado en la Conferencia de Yalta. Desde entonces se ha desarrollado la tendencia a hablar de Europa como si ésta se circunscribiese sólo a las limites propias de su porción occidental. Se trata de un grave reduccionismo, pues no solo por razones geográficas e históricas sino también por razones culturales, Praga, Budapest, Berlin, Varsovia, etcétera son ciudades tan europeas como pueden serlo Londres, Paris, Bruselas, Roma, Madrid, etcétera.
 

III. Las dos Europas: la Occidental y la Oriental

Durante décadas, antes incluso de la construcción del muro de Berlín, se trató de simbolizar con la expresión "Te1ón de Acero" 1a división de Europa. Se trataba de una frase afortunada del famoso discurso de Winston Churchill de Fulton (Missouri), que en 1946 se consideró como la proclamación oficial de la "guerra fría". Empero no se trataba sólo de un símbolo, sino del hecho real de que, como consecuencia del antagonismo entre ambos bloques --simplificadoramente calificados de "socialistas" y "capitalistas'— ambas Europas se situaron espalda contra espalda para desarrollarse en direcciones opuestas.

Aunque la Europa Occidental no sufrió, durante la II Guerra Mundial, devastaciones comparables a las que padecieron la URSS y otros países de Europa oriental, no por ello podía considerarse satisfactoria su situación económica al finalizar la gran contienda bélica. Grandes zonas de Francia, Holanda,

Bélgica y Alemania, acusaban los efectos de la devastación. Aunque Varsovia era la capital europea más destruida, otras como Berlín no le iban a la zaga. Centros fabriles como Milán o Turín, Lyon, Dusseldorf, Colonia, etc.,junto a las zonas costeras del norte de Francia, presentaban asimismo grandes destrucciones. Entre los países occidentales, sería Francia la más perjudicada ,al ser el escenario de las peores batallas. En especial, los nudos de comunicaciones y sobre todo los puentes que la unían a centroeuropa quedaron inservibles. En total, no menos de 6.000 puentes franceses fueron volados o inutilizados. Además los principales puertos: Tolón, Calaís, Boulogne, Burdeos y Dunkerque - permanecían bloqueados o gravemente dañados. Los centros urbanos galos padecieron la destrucción de al menos dos millones de casas. Holanda, por su parte, se había convertido tras la guerra en un país semi-sumergido, con todas las tierras al sur del Zuiderzee bajo el agua y dos los puentes fluviales que la unían a Bélgica en ruinas. Los canales belgas y holandeses no pudieron ser utilizados antes de seis meses.

Alemania, que sufrió los peores ataques en la fase final del conflicto, parecía un paisaje lunar en el que se mezclaban los cráteres de las bombas, con los hierros retorcidos de casas, ferrocarriles y puentes. En la parte occiden1 alemana, fueron destruidos 740 de los 958 puentes que mantenían la comunicación con otros países y entre los landers regionales. En general, el impacto sobre medios de comunicación seria el principal obstáculo para tratar de normaliza] la vida europea, mayor incluso que las propias pérdidas humanas o la destrucción de viviendas. En su conjunto, los gastos de reconstrucción superaban las posibilidades financieras de los países europeos. Además 1947 fue el peor año de L década para la agricultura, cerrándose con la pérdida de la cosecha un periodo de grandes dificultades. En tales circunstancias fue inevitable tener que recurrir a 1a ayuda norteamericana. EE.UU. se había beneficiado de una guerra rezada en su totalidad fuera de su territorio y con grandes ganancias para su industria de armamentos. Por ello, los EE.UU. eran, junto a Canadá y en menor medida algunas naciones sudamericanas, los únicos países con capacidad económica y logística para remediar las necesidades más acuciantes de la empobrecida Europa. De ahí que aunque el organismo encargado de materializar la ayuda, la United Nations Relief and Rehabilitión Administration (UNRRA) estaba bajo el control o oficial de las Naciones Unidas, fuera de hecho una plataforma propagandística de EE.UU. Empero, como bien precisa el profesor García de Cortázar, la ayuda norteamericana no sólo servia a ese fin, ya que también fue muy útil para la coloca de grandes excedentes agrícolas, procedentes del enorme desarrollo que habían experimentado las producciones norteamericanas por impulso de la demanda europea. El envío hacia las hambrientas poblaciones europeas de esa superproducción evitó el derrumbe de la agricultura norteamericana que pudo vender al gobierno sus bienes de salida más difícil.

Ahora bien, no se trotaba sólo de que las poblaciones europeas pudiesen subsistir, sino de que reconstruyesen sus economías. Y no sólo por razone económicas sino también políticas. En una Europa Occidental depauperada y hambrienta podían abrirse paso fuerzas políticas que preconizasen la transformación revolucionaria de sus sociedades. E1 riesgo que ello suponía para el sistema capitalista, impulsó al presidente de los EE.UU. a formular el 12 de Marzo de 1947 la declaración conocida como "Doctrina Truman" que ha justificado el intervencionismo norteamericano en el exterior hasta nuestros días. La doctrina que justifica desde entonces !a política exterior de los EE.UU. se adelantaba así unos meses al Plan Marshall, del que sin embargo no puede disociarse y con el que forma las dos caras de una misma moneda política. Así, según el profesor García de Cortázar,"Si la doctrina Truman resultaba válida Rara cualquier lugar del globo y por tiempo indefinido, el plan Marshall era un programa concreto de ayuda a los países europeos hasta que lograran afianzar su reconstrucción económica y social. No obstante, esa intención suponía también el deseo de recomposición política bajo el molde de la homologación. Y ese factor se iba a convertir en elemento de la estrategia internacional USA, incluso por encima de cualquier otra consideración, una vez que desaparecieran los factores desestabilizadores como la pobreza, el desempleo, el hambre, etc. (6)

El proyecto, que se pondría en marcha en la primavera de 1948, fue dado a conocer por el general Marshall, secretario de Estado norteamericano, en un discurso en la Universidad de Harvard. En él expresaba la necesidad de un salto cualitativo en la ayuda norteamericana a Europa, no limitándose a la mera ayuda subsidiaria, sino tratando de recomponer la misma estructura económica y financiera de las naciones europeas arruinadas. La justificación del plan descansaba y era tributaria, por tanto, de la precedente doctrina Truman con la que formaría un bloque ideológico de contención y evitación de "graves problemas económicos, sociales y políticos": Durante los años que, en sentido amplio, pueden considerarse de aplicación del Plan Marshall, entre 1948"y 1961,el importe total de las entregas, prestamos y donaciones superó los 30.000 millones de dólares. Del cuadro estadístico correspondiente, se deduce que fueron cuatro países -Gran Bretaña, Francia, Alemanfa e Italia-- los que en mayor medida fueron apoyados por los préstamos USA. Ellos sólo recibieron casi 20.400 millones de dólares, lo que supone más del 67% del total. Para muchos historiadores, esa des proporción explica de modo contundente las diferencias económicas entre esos cuatro grandes países europeos y el resto de sus vecinos menores y también sus inquebrantables fidelidades hacia los EE.UU. Por otra parte, la precaria situación económica y social de Europa no propiciaba entonces el aislamiento nacionalista. Por ello sólo la izquierda revolucionara -comunistas y socialistas de izquierda-- se opusieron a la pérdida de soberanía nacional que suponía la dependencia de los EE.UU. que creaba la conjunción de la doctrina Truman con el Plan Marshall.

Ahora bien, impulsada por la necesidad de la coordinación económica que requería la aplicación de Plan Marshall, pero también como reacción contra el hegemonismo norteamericano que aquel suponía al finalizar la década del cuarenta comenzó a desarrollarse en Europa Occidental el proceso de unificación europea. Sin embargo, no se puede olvidar que sus raíces son muy anteriores. A el ideal europeísta, y el ideario de unidad de los pueblos que componen el viejo continente tiene raíces históricas tan profundas como pueden ser las de un mis tronco político, cultural, espiritual, etc. cuyo origen habría de remontarnos, cuando menos a la Edad Media. No obstante, este criterio, más o menos intelectual y disperso, no pudo cuajar en una realidad institucional hasta que la situación posguerra, y una misma visión de intereses de futuro en común tomaron cuerpo entre los dirigentes europeos occidentales. El primer organismo que se puede citar como embrión del Mercado Común Europeo (MEC)es 1a organización Europea de Cooperación Económica (OECE), transformada en 1961 en OCDE, primer órgano de cooperación europea; una idea de unidad limitada a tres socios (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) tomaba cuerpo en forma de acuerdos monetarios y aduaneros. Se trataba del BENELUX, que en una primera etapa unificaba o suprimía aranceles, para pasar en 1949 a la eliminación de restricciones comerciales y trabas monetarias. Gracias a estas iniciativas, en 1957,cuando se constituye el Mercado Común Europeo, el BENELUX habían conseguido ya un grado considerable de liberalización de intercambios. El ensayo del BENELUX pasó así a la historia. como precedente y experimto de integración que facilitó el posterior rodaje comunitario. Al firmarse el Tratado de Roma --el 22 de Marzo de 1957; el organismo que así nacía (y que comprendía a Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Italia, Francia y Alemania) copiaba las estructuras arancelarias y los pasos dados por los tres pequeños países que se habían adelantado a la futura Europa unida.

En plena consolidación del programa del BENELUX, nacerá otro organismo de capital interés para la verdadera integración. La comunidad Europea Carbón y del Acero (CECA)fue constituida con carácter sectorial por el tratado de Paris de 1951, como un ambiciosa proyecto que hiciera posible la evitación de conflictos bélicos el e1 área industrial franco-alemana y preparara el camino hacia objetivos ulteriores más importantes. Con la CECA se ponían bajo administración conjunta las principales decisiones sobre producción carbonífera y fabricación en Alemania y Francia. Robert Schumann, ministro de Asuntos Exteriores francés, apadrinó el proyecto, en su deseo de controlar el potencial industrial germano. La CECA fue propuesta a todas los países europeos del área Marshall, y aunque Gran Bretaña ni aceptó participar, contaría con la adhesión de Italia y del BENELUX. En 1955,105 seis miembros de la CECA encargan a un comité, dirigido por Spaak, la redacción de texto definitivo, que servirá de base para la firma del Tratado de Roma. Nacía así la Comunidad Económica Europea (CEE),dentro de un marco ideológico de unificación pero todavía con ambiciones limitadas, en una primera fase... a la libre circulación de productos agrícolas e industriales y al establecimiento de un cerco arancelar frente a terceros.

Tras sufrir duramente los embates de la crisis económica iniciada en 1973, la CEE entró en una nueva fase. El proyecto de unidad de la Europa capitalista, la del Mercado Común, vería, en 1987 sumarse otros dos miembros, España y Portugal, con 1o que se completaba la Comunidad de los doce. A pesar de los distinto matices de cada país, el conjunto económico formado por los doce integrantes (CEE) se encontraba a finales de la década del ochenta en un ciclo de recuperación eco mica. Después de traumáticas reconversiones y de duros ajustes socioeconómicos, los indicadores de coyuntura registraban en 1988 una marcha favorable de la economía. De acuerdo con el informe anual de la Comisión Europea, la economía de la CEE había entrado en otro período de auge semejante al de la década del sesenta, con franca recuperación de la demanda y la, producción. El crecimiento medio del PIB comunitario se estimaba en un 3,5%,el más alto en diez años, al mismo tiempo que la tasa de inversión, en torno al 7%,representaba la mayor obtenida en las dos últimas décadas. Las tensiones inflacionistas, mayores entre los integrantes mediterráneos, se trataban de contrarrestar con controles saláriales y subidas de los tipos de interés, pero todo ello, no impedía una visión optimista del conjunto capitalista europeo.

En el camino que le había llevado a esta recuperación, la CEE habla tratado de resolver algunas controversias, como la de la Europa verde. problemas agrícolas dividieron a los miembros de la Comunidad hasta el primer semestre de 1988, en que se aprobó una importante reforma de la política común dirigida a las producciones agrarias. La limitación de la producción y el almacenamiento la reducción de subvenciones o el control de los precios a la baja, trataban de incentivar una reducción de los excedentes comunitarios en ese sector, aunque amenazaban con crear nuevos desajustes sociales. En el campo de la industria, los planes de reconversión afectaron más a los últimos incorporados y a los que, como España, habían mantenido una mayor tradición proteccionista. Astilleros y grandes siderúrgicas padecieron el choque de la incorporación en los convulsos años ochenta sufriendo en algunas casos un importante desmantelamiento. El reciclaje tecnológico del sector industrial constituye todavía un reto para los miembros menos de arrollados de la CEE, en una Europa que desde 1993`tratará de presentar un aspecto más homogéneo que hasta ahora. Para dicha fecha, la eliminación de barreras come cíales creará un mercado único comunitario, ahorrando más de 100.000 millones de pesetas en aranceles, otros tantos en gestiones fronterizas y no menos de un billón en costos de administración comercial.

La denominada Acta Única Europea, que entró en vigor el 1 de Julio de 1987,constituye la expresión jurídica del objetivo esencial de la década del 80 en la C.E.E. Es decir, el Mercado Interior Único, que se aprobó como la orientación política comunitaria para 1993, por los Jefes de Estado y Gobierno d los Estados miembros, en la Cumbre de Milán de 1985. E1 A.U.E. estableció tres fundamentales aportaciones:

1) E1 A.U.E. exige modificar el procedimiento de toma de decisiones en el Consejo Ministros europeo, permitiendo la mayoría cualificada para la aprobación de las directivas del mercado interior. Estaban previstas más de 300 directrices que debían ser aprobadas antes del 1 de Enero de 1993, en que entraba en vigor el A.U.E. y, en consecuencia, la plena libertad de circulación intracomunitaria de mercancias, capitales y mano de obra.

2)Introducir tres nuevas políticas sobre las que la Comunidad habla ya actuado incipientemente. Todas ellas suponían la cohesión económico-social, a través del instrumento de los fondas estructurales, como elemento de atracción e integración de los países menos desarrollados de la C.E.E.

3) Investigación, Desarrollo tecnológico y medio ambiente.

4) La Cooperación Política Europea (CPE), denominación que se dio a la tímida política exterior comunitaria, que es una estructura intergubernamental, fuera de las instituciones comunitarias y no sometida a un sistema jurídico y judicial.

Esta estructura dual -Comunidad Europea y CPE-- está unida en la cúpula a través de la autoridad suprema del Consejo Europeo. Es decir,de un órgano que comprende a los Jefes de Estado o de Gobierno y al presidente de la Comisión de la C.E. La C.E. y la CPE tienen como objetivo, dice el articulo 1° de la A.U.E., "contribuir conjuntamente a hacer progresar de manera concreta la UNION EUROPEA. Es la primera vez que un texto jurídico comunitario habla de la "Unión Europea". E1 A.U.E. está aún desarrollándose, pero nada más ponerse en vigor se planteó una necesidad política. Los objetivos del A.U.E., en sus últimas consecuencias, solo podían llevarse a cabo dentro de unas estructuras políticas y económicas mucho más unitarias e integradas. Surgen así los dos mitos de la política de la C.E. para este fin de siglo: la Unión Política y la Unión Económica y Monetaria. Así en el año 1991 se asiste a una actividad trepidante en la C.E. Junto al desarrollo de las Conferencias intergubernamentales, hay un acontecimiento capital: el 13 de Mayo de 1991 se firma un acuerdo entre los siete países de la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio) y los doce países de la C.E.,para la creación de un furo Espacio Económico Europeo que rebasase los limites de la C.E. Como culminación de este proceso, y como consecuencia también de los cambios políticos, sociales y militares producidos en Europa central y oriental, así como del nulo papel que la C.E. desempeñó en el conflicto del Golfo Pérsico, por fin el 7 de Febrero de 1992 se firmó, en la ciudad holandesa de Maastricht un documento unificado de las conclusiones de la Conferencias previas. Es el tratado de la Unión Europea, que deberla haber sido ratificado antes de finalizar 1992. A su vez el Parlamente Europeo diá un si fuertemente critico a dicho tratado, a través de su resolución de 8 de Abril de 1992,pero no obstante solicito su ratificación por los respectivos parlamentos nacionales. En Dinamarca, Irlanda y Francia tuvieron lugar referéndums populares y en los demás integrantes de la C.E. ratificaciones parlamentarias. El rechazo danés constituye un fuerte golpe contra el tratado y no menor lo constituye la exigua mayoría conseguida en Francia en el reférendum y el retraso en la ratificación en el Parlamento británico. Ello obligó a que en la subsiguiente Conferencia de Edimburo, de los representantes de la C, E, se hiciesen relevantes concesiones a Dinamarca y Gran Bretaña que nacen que para esos países desigualdad con los demás integrantes; el Tratado de Maastricht se haya convertido en un "tratado a la Carta".

Caben distintos contenidos para la Europa integrada en la denomina da "Unión Europea". Fundamentalmente dos opciones:

1) Una Europa--parcial o total--unida política y económicamente, con un fuerte contenido social y progresista, que sea solidaria con los países del Tercer Mundo.

2) Una Europa casi exclusivamente económica, hegemonizada por el gran capital y los Estados centrales dominantes, erigida como una fortaleza dominante insolidaria con los países de la periferia.

O, dicho de otra forma, una Europa de los pueblos o de los mercaderes. Una Europa de los trabajadores o del gran capital. Lamentablemente, la Europa configurada en el Tratado de Maastricht, es la Europa de los mercaderes y de los monopolios del gran capital, así como una Europa totalmente insolidaria. Por ello muy acertadamente, el profesor Gustavo Bueno finalizaba su trabajo "La Europa de las naciones y la nación europea" así: "Convertidos en rompeolas de un Tercer Mundo en marea creciente hacia una Europa unida, podremos mantener mejor lo que creemos ser. Pero no hablemos en nombre de la Humanidad, de la Paz, de Democracia o del Socialismo. Hablemos en nombre de Europa, de la Pax romana, de la democracia europea y del socialismo europeo. ¿No es bastante?".

La Europa configurada en el Tratado de Maastricht es, básicamente, la de una integración económica, financiera y monetaria, carente de todo contened social efectivo y con un grave déficit democrático. Por lo tanto, rechazarla no es rechazar la necesidad de una integración europea, sino tratar de configurar otra Europa distinta de la que se nos quiere vender. Además, hay que tener en cuenta la perspectiva española. España--como país relativamente atrasado --necesita de la C.E. apoyo y tiempo para superar las diferencias de bienestar social que la separan del grueso de los miembros de la Unión Europea. Ello exige --aunque no es suficiente--crecer más rápidamente que nuestros socios comunitarios. Y aquí es donde entra en juego el Tratado de Maastricht al limite las posibilidades de crecimiento de nuestra economía. El desempleo es el desequilibrio más grave en el seno de la C.E. y deja bajo mínimos los efectos r distributivos entre países ,impidiendo también la aplicación de una política estratégica transformadora y consagrando la política liberal-conservadora de ajuste de los últimos años. Por ello, el Tratado de Maastricht no supone ninguna solución real de los problemas pendientes para los pueblos de los Estados integrados en la C.E. y tenderla a perpetuar las diferencias intracomunitarias, dicho de otra forma, el Tratado de Maastricht constituye una cobertura idónea para que las fuerzas conservadoras europeas impongan sus condiciones para sali de la actual crisis económica. En consecuencia, no se puede considerar que la senda trazada por el Tratado de Maastricht sea la adecuada para avanzar hacia una auténtica integración europea que no silo sea económica y financiera sir también social y política. Por consiguiente, rechazar el Tratado de Maastricht no supone renunciar a construir. una Europa unida sino reafirmar el proyecto europeísta desde una perspectiva más progresista.

Con posterioridad al desarrollo oral de esta ponencia, en la Ur versidad Libre de Maspalomas, se ha producido la sentencia del Tribunal Constitucional de Karlsruhe que da luz verde en la República Federal Alemana al Tratado de Maastricht. Sin embargo la propia sentencia limita el alcance del tratado, al considerar en su texto que el Tratado de Maastricht fundamenta "una unión cada vez más próxima de pueblos europeos organizados como Estados, y no un único Estado basado en el pueblo europeo". Incluso, los jueces son todavía más específicas en el tema de la cesión de soberanía, al indicar que el Bundesbank "debe retener poderes y tareas de peso sustancial" y advirtiendo que el Tribunal Constitucional "considerará si los actos legales dictados por los órganos y instituciones europeas se enmarcan dentro de los derechos de soberanía que han sido cedidos o traspasan esos limites...". La sentencia descarta asimismo cualquier interpretación del tratado que suponga, de hecho, una expansión del misa que restase soberanía en mayor grado a los Estados integrantes, en cuyo caso "no tendrá ningún efecto legal en Alemania". En definitiva, al menos en este aspecto, --como en otros es la posición británica y danesa- los nacionalismos europeos conservan suficiente fuerza como para impedir que, mediante el Tratado de Maastricht, Europa se convierta en un Estado federal. De ahí que rebroten posiciones a favor de una "Europa de dos velocidades" e, incluso, de una "Europa de "geometría variable". Se avanzaría así en la preparación de una "Europa a la Carta", en la que sólo un grupo de países -el núcleo duro-- estaría dispuesto apuntarse a todos los platos, lo que facilitaría la incorporación de los países que están negociando la ampliación de la C.E.: Austria, Finlandia, Suecia y Noruega. Según, el corresponsal del diario "E1 País" en Bruselas, Lluis Bassets," tos países podrían renunciar a integrarse en las áreas de más difícil aceptación por sus opiniones publicas, hoy en día muy propensas a rechazar la entrada a 1a. C.E. en los referéndums que se organizarán el año próximo. Una opción similar podría abrir con mayor rapidez las puertas a los países de Europa central y oriental" (7).

La otra Europa, la Europa del Este, al tratar de desarrollarse en un sentido socialista, también paso por diversas fases a partir del final de la II Guerra Mundial. Las enormes pérdidas que sufrió la URSS como consecuencia de la agresión nazi de 1941,requirieron un gran esfuerzo de reconstrucción. La catástrofe demográfica fue tan grande --más de 20 millones de muertos-- que ha 1954 no se logró recuperar la cifra de 195 millones de habitantes que la URSS había alcanzado en 1941. De un total de 1,5 billones de dólares, estimados como pérdidas globales, la URSS reclamó como reparaciones un 50%,cantidad que fue aceptada por los aliados. Las destrucciones en suelo soviético afectaron a más de 1as ciudades, 70.000 pueblos, 32.000 fábricas, 84.000 escuelas...No menos de 65.000 kilómetros de vial de comunicación quedaron inservibles. Mientras la situación la vivienda era catastrófica, con casi 20 millones de personas sin hogar, la producción agrícola e industrial sólo llegaba al 60% de la de 1940. Bajo la impresión del desastre que para la URSS había supuesto la II Guerra Mundial, no les fue difícil a los dirigentes soviéticos justificar ante su pueblo la creación un bloque de países "socialistas", el mantenimiento de un clima de "guerra fría o la presión armamentística sobre las inversiones presupuestarias. En tales condiciones, las tareas de reconstrucción, y el posterior intento de crear unas me res condiciones de vida para el pueblo soviético, tuvo que afrontar el alto costo de un ejército y una industria militar desproporcionada. En realidad, esta carga ha agravado en toda momento las posibilidades reales del desarrollo soviético, incluso en los mejores años de la recuperación económica.

Para el periodo de posguerra, la planificación de la econonía se realizó a través del IV Plan Quinquenal (1946-50) que tenia como objetivo fundamental alcanzar la producción de anteguerra. E1 aislamiento financiera al que estuve sometida la URSS, tras rechazar el plan Marshall, y el conjunto de calamidades y destrucciones, no impidieron obtener las metas del IV Plan. En 1950,cuando se consideraba finalizado el periodo del plan, el índice de la producción industrial había pasado de 100 en 1941 a 171 en 1950. Se recuperó así con amplio el bache de postguerra y las producciones de carbón y acero se dispararon en relación con la década anterior. Del mismo modo, la fabricación de maquinaria y material industrial, junto a los productos químicos, se colocaron a la cabe del desarrollo soviético. Símbolos de la notable recuperación soviética de postguerra fueron la apertura del gigantesco canal Volga-Don (1952) y la puesta en funcionamiento de la primera central nuclear soviética en 1949. En el plano de la tecnología militar, la producción de bombas atómicas desde 1949 y de hidrógeno desde 1953. Pero, sobre todo, lo que dio relevancia internacional a los avances soviéticos, en la década del 50, fue el espectacular desarrollo de la investigación espacial que desde 1957, con la colocación en órbita del primer satélite artificial, conocería señalados éxitos.

Los métodos propios de una economía planificada y centraliza (al extremo, contribuyeron decisivamente al despegue económico soviético --no obstante las difíciles condiciones en que hubo de realizarse- y a la milagrosa recuperación de postguerra. Sin embargo, mediada la década del cincuenta, se requería en la URSS una reforma económica, social y política que posibilitase la necesaria descentralización de la economía y proporcionase mayor estimulo la participación popular en el proceso productivo. Ese fue el proyecto que encabezó Jrushov) a partir del XX Congreso del PCUS (1956),que inició una critica al "culto de la personalidad" y dio paso a un intento de des-estalinización política, económica y cultural. En el campo económico, además de diversas reorganizaciones de los ministerios industriales y de los organismos de planificación económica, se inició la denominada "reforma Liberman"-- del apellido del catedrático de economía ucraniano que la inspiró--, que pretendía la descentralización de la economía estatal y la autogestión de las empresas industriales por parte de los trabajadores. Jrushov fracasó, no sólo por el arbitrismo de algunas de sus actuaciones, sino también debido a que se coaligaron contra él determinados sectores privilegiados de la burocracia soviética que temían las consecuencias de sus reformas. Gradualmente, el nuevo equipo dirigente soviéticoo, dirigido por Brézhnev, abandonó la vía de las reformas emprendidas por Jrushov para caer en la autosatisfacci1n política y el estancamiento económico. Surge así lo que después los soviéticos calificaron de "mecanismo de frenado" del desarrollo económico, político, social y cultural del país.

Generalmente, se considera la política de "perestroika" como el factor desencadenante de los procesos de cambio que se han producido en los países de Europa central y oriental que habían adoptado e1 modelo de "socialismo real". Es evidente que tal política no surgió por azar o por el mero arbitrismo de algunos dirigentes soviéticos. Por el contrario, respondía a una necesidad histórica ineludible generada por la acumulación, a lo largo de décadas, de una serie de errores y deformaciones políticas tanto en el PCUS como en el Estado soviético. Como consecuencia de tales deformaciones surgió el "mecanismo de freno'' mencionado ,que no sólo originó una grave crisis económica en la URSS, sino también una degradación de las instituciones políticas, económicas y sociales soviéticas. Incluso una crisis de los valores morales propios de una sociedad socialista. Se imponía, en consecuencia, la adopción de enérgicas medidas correctoras que permitiesen superar la crisis general en la que se estaba sumiendo gradualmente la URSS. A pesar, y también en varios aspectos como consecuencia, de las reformas iniciadas bajo el impulso de la política de "perestroika",durante el otoño e invierno de 1990-91, se agudizó la compleja crisis que sufría la URSS. Las múltiples reformas en curso hicieron avanzar el proceso hasta un punto critico. El retraso en resolver el problema constitucional, de las formas que adoptaría la unión soviética -federación, confederación, etc-- entre las diversas naciones y nacionalidades que integraban la URSS, tuvo una fuerte repercusión en la situación económica general y en el problema de los abastecimientos básicos para la población. De hecho, cada república soviética (y, en algunos casos, cada región, comarca y localidad, etc) tendió a reservar las mercancías que producía, destinándolas exclusivamente a su propio consumo. Todo ello contribuyó a impulsar las reacciones insolidarias y el radicalismo nacionalista tanto en las repúblicas federativas, integrantes de la URSS, como en muchas repúblicas autónomas, regiones, territorios, etc.

El contraste entre los proyectos iniciales de Gorbachov, acerca de los objetivos que se pretendían alcanzar con la política de "perestroika", y su culminación con la final desintegración de la URSS, no puede ser más brutal Sin duda, en ello ha influido la propia dinámica interna del proceso reformista, gravedad de la crisis producida por la política de estancamiento brezheneziana, retraso de las reformas, la complejidad del Estado soviético, lo brusco y radical del viraje corrector, etc. También los múltiples errores cometidos por Gorbdchov que se ha revelado como buen táctico pero pésimo estratega de la política. Es decir, que se puede considerar que faltó una adecuada visión estratégica del proceso de reforma iniciado por la política de "perestroika" y sobró espontaneismo y tacticismo. Como consecuencia de ello.-y de la torpeza de los golpistas del Comité de Emergencia que el 19 de Agosto de 1991 intentaron detener el desmoronamiento de la URSS- los pueblos de la exURSS corren el grave riesgo de sufrir un proceso de tercermundización y de que en las diversas repúblicas que formaban la Unión Soviética se instauren regímenes autoritarios lindantes, por su exacerbación nacionalista, con el fascismo. Premonitorios son, en esa dirección, los regímenes políticos instaurados en Georgia y Lituania bajo la férula de Zvia Gamsajurdia y Vytautas Landsbergis. Este último incluso rehabilitador de criminales de guerra lituanos que actuaron en los comandos exterminadores nazis de judíos y comunistas. Aunque ambos personajes fueron después derrotados, Gamsajurdia por las armas y Landsbergis en las urnas, no puede descartarse su ulterior retorno al poder.

Como en nuestro trabajo "La explosión de los nacionalismos" (8) en gran parte incorporado a la ponencia "La guerra en Europa" que también hemos desarrollado en esta Universidad --hemos desarrollado ampliamente los componente históricos, teóricos, ideológicos y políticos que explican los nacionalismos que han resurgido en los territorios de la Ex-URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia, etc. nos remitimos a ellos para evitar prolongarnos excesivamente.
 

IV. Conclusiones

Tanto en la Europa occidental como en la oriental, asistimos simultáneamente a un resurgimiento de los nacionalismos y a un intento de integración de Estados en unidades más amplias. En ambos procesos influyen causas económicas, ideológicas y políticas. En el plano económico, las crisis que se ha generado en los últimos años incitan a algunas nacionalidades al separatismo independentista como una fuga hacia adelante o como una manifestación de insolidaridad respecto a otras repúblicas, regiones etc.,,menos desarrolladas, que se consideran como una carga para el propio desarrollo. Otras naciones o nacionalidades tratan de construirse en Estados independientes para así conseguir un desarrollo propio en mejores condiciones que las que rigen en los Estados de los que forman parte. Sin embargo, en muchos casos, tales independencias no van a resultar viables económicamente. La creciente internacionalización de las fuerzas productivas, y el proceso en curso de mundializaci6n de la economia, hace cada vez más difícil que pueden ser viables los micro-Estados o muchos de los Estados que anteriormente se consideraban como Estados de dimensiones me dial. Ello hace que, aún admitiendo coma legitimo el derecho de las nacionalidades a la autodeterminación, la forma actual más racional de ejercerlo es decidiéndose por la libre unión en entidades territoriales de extensión y recursos viable para desarrollarse como Estados. Sin embargo, también es racional que en procesos de integración, como los que tienen lugar en la C.E.,no sea admisible abandonar totalmente la soberanía de las naciones integrantes del proyecto sin garantías de que el proceso integrador se realice en condicione equitativas para todos sus integrantes. En el caso concreto del proyecto que ahora pasa a denominarse Unión Europea ,ese riesgo se ha acentuado mediante los intentos de una Europa a "dos velocidades",o de "geometría variable",en los que el denominado "núcleo duro" de la misma acabe dominando a su sector más débil y sin que éste tenga auténticas posibilidades de alcanzar en el fu toro los niveles económicos de que goza actualmente ese núcleo duro. Ese riesgo, como es obvio, se acentúa todavía más para los países de Europa central y oriental que tratasen de integrarse en la Unión Europea procedentes del bloque anteriormente hegemonizado por la URSS.


N 0 T A S

(1) Michael Grant, "Historia de la Cultura Occidental". Ediciones Guadarrama Madrid,1968.
(2) Edgar Sanderson,"Historia de la Civilización" (Bosquejos de la historia del mundo), Editorial Ramón Sopena. Madrid,1934. pág.24 y sig.
(3) Henri Pirenne,"Historia económica y social de la Edad Media". Editorial del Fondo de Cultura Económica. México,1970.págs. 16 y 17.
(4) Jacob Burckhardt, "La cultura del Renacimiento en Italia". Biblioteca de la historia. Editorial SARPE. Madrid,1985. págs 150 y sig.
(5) Delio Cantimori, "Humnismo y religiones en el Renacimiento". Ediciones Peninsula. Barcelona,1984.Págs 151-153.
(6) Fernando García de Cortázar y José Maria Lorenzo Espinosa "Historia del mundo actual. 1945-1989". Alianza Editorial. Madrid,1989. Pág. 107:
(7) Fernando García de Cortázar, Op.. Cit. pág. 35
(8) Llluis Bassets, "E1 día después de Maastricht". Publicado en el diario "El País",de Madrid, el 17 de Octubre de 1993. Pág. 6. (9) José Maria Lasa Prieto, "La explosión de los nacionalismos".Revista "Nuestra Bandera". Número 152 Madrid,.I, Trimestre de 1992. Pág.26 y sig.


(*) Texto inédito, documento de trabajo presentado en la Universidad Libre de Maspalomas, Gran Canaria 1993
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