NOMADAS.1 | REVISTA CRITICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS | ISSN 1578-6730

Pleno empleo, solidaridad y sostenibilidad en Europa
[Economistas Europeos por una Política Económica Alternativa]

PLENO EMPLEO, SOLIDARIDAD Y SOSTENIBILIDAD EN EUROPA
Viejos desafíos y Nuevas oportunidades de Política Económica
Memorandum, Noviembre de 1998



1. Introducción: Peligrosa fragilidad financiera pero mejores perspectivas para una Nueva Política Económica
2. Medidas inmediatas para lograr más empleo, estabilidad financiera y crecimiento sostenible en Europa
    2.1. Política de empleo en Europa
        a. Especificaciones para una política de empleo
        b. Coordinación de las políticas de cada estado para generar empleo
        c. Iniciativas a nivel europeo
    2.2. La protección contra los trastornos financieros
    2.3. La contribución europea para una economía mundial estable
3. Una reorientación completa de la política económica en Europa. Hacia una Constitución Social Europea
    3.1. Reorientación macroeconómica: El camino hacia el pleno empleo
        a. Política económica: Objetivos más amplios y mayor cooperación
        b. Política monetaria: integración del BCE en la estrategia general
        c. Política fiscal: aumento de las opciones y ampliación de la base de ingresos
    3.2. Eje central del nuevo paradigma: Una constitución social para Europa
    3.3. Hacia la sostenibilidad ambiental: salvaguardando la base para el desarrollo
    3.4. Mayor apoyo para el proceso de expansión:
        se presenta de nuevo en la agenda histórica de Europa (la posibilidad) de un orden integrado de paz,
        libertad y progreso social.
    3.5. La participación democrática en Europa: desafíos y perspectivas



1. Introducción: Peligrosa fragilidad financiera pero mejores perspectivas para una Nueva Política Económica

En los últimos dos años la situación económica y social en Europa ha estado marcada por dos aspectos de muy distinto signo. Ambos presentan un desafío a la teoría y política económica predominante, de caracter neoliberal. Ambas pueden ofrecer una perspectiva de nuevas pautas para más empleo y bienestar en Europa.

Primero, la profunda crisis financiera en Asia y Rusia y sus efectos de contagio mundial muestran de forma cada vez más clara que la estructura del sistema financiero global actual es una amenaza para el crecimiento, el bienestar y el empleo en la mayor parte del mundo y necesita importantes reformas, aunque haya grandes empresas y un reducido número de individuos que se beneficien de esta situación. La economía europea hasta ahora se ha visto menos afectada que la de Estados Unidos, pero incluso en Europa, el gran declive de las bolsas y las pérdidas de créditos internacionales ponen en peligro la estabilidad financiera y con ello el crecimiento y el empleo, en una situación en la que el desempleo es ya carácter alto. La obvia fragilidad del sistema financiero internacional ha producido peticiones para su reforma incluso entre los gobiernos conservadores y las instituciones internacionales.

Segundo, en la mayoría de los países miembros de la UE se ha producido en años recientes un cambio notable en el debate público y en el equilibrio de fuerzas políticas. El espíritu invariable del 'pensamiento único' en el cual se concluyeron el Tratado de Maastricht y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento esta siendo criticado de forma creciente. Sus fundamentos teóricos son deficientes y su aplicación genera el peligro de una espiral deflacionaria con efectos ruinosos para el conjunto de la economía y consecuencias sociales todavía más ruinosas. Estas consecuencias han dado lugar a movimientos sociales de protesta y resistencia contra la política económica neoliberal. En el espacio de unos pocos años, la mayoría de gobiernos conservadores han sido rechazados en las urnas y los partidos social demócratas o de centro-izquierda han ocupado su lugar. La derrota del gobierno conservador en Alemania remueve un obstáculo principal al cambio. Las perspectivas para una nueva política económica, social y ambiental en Europa son mejores que en cualquier otro momento desde los primeros setenta.

No obstante, todavía hay obstáculos muy importantes para este proceso de renovación. Primero, está el legado de los pasados 20 años: estas décadas han reforzado la posición del capital financiero contra el capital industrial y la del capital contra el trabajo y han degradado el ambiente legal y social- cortes en la política social y exclusión, reducción de la protección a los trabajadores, etc-. Segundo, las doctrinas neoliberales, así como la necesidad de subordinar la política económica a las necesidades de lo que se presenta como ilimitada globalización, la búsqueda de la privatización como un objetivo en si mismo y el incontrolado dominio del mercado, han sido asimismo incorporados hasta cierto punto en los conceptos socialdemócratas de política económica. Tercero, un cambio radical de política económica se encontrara con poderosas resistencias de aquellos que se benefician de las políticas económicas neoliberales. Por lo tanto, ni las crisis financieras, ni los nuevos gobiernos garantizan cambios de política profundos y sostenibles, sino que éstos requerirán gran fuerza política y apoyo continuo de los movimientos sociales.

De todos modos, se pueden tomar inmediatamente algunas medidas importantes. Estas pueden dar lugar a una considerable mejora de la situación del empleo en la UE, pueden proteger mejor a Europa de los choques y disrupciones externas, y pueden prevenir que la crisis del sistema financiero internacional cause más y mayores crisis economicas y sociales.

Nosotros somos economistas europeos que, sobre la base de la paz y la libertad, perseguimos los objetivos de pleno empleo y de desarrollo del estado de bienestar en el contexto de una firme y sólida constitución social europea, así como relaciones económicas internacionales cooperativas y equitativas. Desde este punto de vista en las páginas siguientes pretendemos:

1. avanzar algunas propuestas de acción inmediata que puede tomar la UE para luchar contra el paro y la inestabilidad financiera, y para evitar una espiral deflacionaria mundial;

2. esbozar nuestra concepción básica de una reorientación completa y de largo plazo de la política económica y social dirigida a lograr el pleno empleo, la cohesión social, la sostenibilidad y la equidad en Europa.



2.- Medidas inmediatas para lograr más empleo, estabilidad financiera y crecimiento sostenible en Europa.

2.1. Política de empleo en Europa

La medida más importante que debiera tomar la UE para superar el impasse económico y social en Europa es una política de empleo integrada. El nuevo capítulo del Tratado de Amsterdam y la Guía para la Política de Empleo de 1998 adoptados en Diciembre de 1997 han abierto -aunque tímidamente- la puerta a tal política. Pero todavía está ausente una realización adecuada y coordinada de la misma. Supone un paso adelante en el sentido de que cada estado miembro tiene que establecer y presentar un Plan de Empleo Nacional, pero el contenido de la mayoría de estos planes permanecen esencialmente dentro de los límites del lado de la oferta del mercado de trabajo y, por lo tanto, muy por debajo de las necesidades de una política de empleo efectiva y sustancial que, en las circunstancias actuales, debe basarse en una estrategia macroeconómica expansiva común. Ni siquiera se han alcanzado los insuficientes objetivos de la cumbre sobre el empleo. Todavía peor, el borrador de la Guía para la Política de Empleo de 1999 en lugar de avanzar hacia compromisos mas amplios y obligatorios por parte de los estados miembros, permanece al mismo nivel de declaraciones de intención de carácter general y no obligatorias.

a. Especificaciones para una política de empleo

Para superar este estancamiento, el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) debería establecer directamente objetivos cuantitativos (de empleo), orientar las políticas nacionales dirigidas a lograrlos y ayudar a los países con problemas particulares. Se ha demostrado fehacientemente en los últimos años que los gobiernos comprometidos con objetivos precisos pueden hacer extraordinarios esfuerzos y encontrar los medios para alcanzarlos. En lugar de dedicarse a la reducción de los déficits públicos, requerimos que se dirija la misma energía a alcanzar objetivos concretos de empleo.

Como un sencillo objetivo general proponemos la reducción del desempleo en un 50% en tres años o-para proporcionar mejores condiciones de orientación y evaluación- de un 20% en cada año en los tres próximos años (lo que supone una reducción del 49%). Este objetivo debiera ser complementado por otros sub-objetivos igualmente cuantificados en relación con grupos particulares de parados y debieran ser incorporados con prioridad en 'las orientaciones generales de política económica para los estados miembro de la Comunidad' que deben establecerse y adoptarse como recomendaciones anuales del Consejo (art. 103 del Tratado de Maastricht) y en la Guía para la Política de Empleo para 1999 que se va a adoptar en Viena en Diciembre.

La UE puede adoptar inmediatamente dos métodos para perseguir este objetivo:

b. Coordinando las políticas de cada estado para generar empleo

En primer lugar, aunque éstas deben diseñarse de acuerdo con las distintas necesidades y prioridades concretas de cada estado, debe también haber una estrecha coordinación de las políticas de generación de empleo de cada estado. Hay dos razones para esta exigencia:

Primera, el mayor obstáculo para el aumento del crecimiento y el empleo es la insuficiencia de la demanda final interna (es decir, consumo privado y público e inversión autónoma), mientras que los factores de oferta como los salarios, impuestos y regulaciones nacionales juegan un papel menor. Por lo tanto, en primer lugar, las políticas para reducir el paro deben de generar un aumento en la demanda interna (europea). Tiene que ser demanda interna, porque el intento de aumentar la demanda general a través de exportaciones netas crearía déficits comerciales en otros países y a largo plazo llevaría a más desequilibrios internacionales. La concentración en la demanda interna proporciona, también, mejores oportunidades para un modelo de desarrollo autónomo, que incluya la ampliación de los servicios públicos.

Segundo, la coordinación a nivel europeo es crucial para todas las estrategias de estimulo de la demanda en Europa. Cada estado miembro es una economía abierta con un alto grado de dependencia en los mercados de exportación (principalmente de los demás estados miembro de la Unión), pero la UE como un todo esta caracterizada por una dependencia mucho menor respecto al resto del mundo. Las políticas aisladas de cada estado constituyen tareas extremadamente difíciles porque los efectos multiplicadores de una política expansiva serían absorbidos por los demás estados miembro. En caso de políticas contradictorias entre los estados de la Unión pueden hasta eliminarse entre sí. En caso de un esfuerzo expansivo coordinado, los efectos internacionales serían mucho menores y el multiplicador, y por lo tanto los efectos en la demanda, la producción y el empleo, considerablemente superiores.

Existen diversos instrumentos de políticas estatales de empleo que se pueden combinar en una estrategia integrada:

- programas de inversión pública en áreas de necesidades específicas tales como la infraestructura industrial en las áreas y países menos desarrollados, en limpiezas ecológicas, en la reestructuración de las aglomeraciones urbanas principales, en las telecomunicaciones, en infraestructuras de transporte sostenibles, en sistemas de energía renovables (tales como el proyecto de un millón de tejados con energía solar, etc), así como la inversión en capital humano

- extensión de los servicios públicos y creación de empleo en nuevas actividades con financiación pública, como servicios locales y de vecindario (ayudas domesticas, asesoramiento y orientación para la gente con dificultades particulares, provisión de actividades culturales y de esparcimiento, protección ambiental en el marco de la 'Agenda 21' local, etc). La UE estimó en el Libro Blanco de 1993 que había capacidad para unos 3 millones de empleos adicionales en la Comunidad en estas áreas. Por supuesto tales empleos deben corresponder al nivel educacional y la preparación de quienes los ejerzan, deben de ser remunerados a nivel profesional y libremente aceptados.

- esquemas de empleo cuantificado y especialmente dirigido a grupos especiales como los jóvenes, los mayores, los parados de larga duración, personas con minusvalías, similares al exitoso programa francés 'emploi jeunes'

- formas de reducción del tiempo de trabajo variadas y bien dirigidas tales como la reducción de la jornada semanal, mensual o anual, sabáticos y permisos por maternidad/paternidad, acuerdos negociados de tiempo parcial y reparto del trabajo, mejor separación del tiempo de trabajo y del tiempo de operación de las empresas y los negocios, etc.

- esfuerzos para establecer esquemas de educación y preparación profesional para mejorar la calidad del trabajo para aumentar la actividad empresarial y cubrir las necesidades de adaptación de los parados de larga duración.

Los estados miembro deben de tener la libertad de incurrir en déficits públicos en tanto en cuanto éstos sean necesarios para alcanzar los objetivos de empleo. Esto debe aplicarse no solo a las medidas contra-cíclicas sino también a la inversión a largo plazo en infraestructuras. Las restricciones del Tratado de Maastricht y del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que en el largo plazo deben de ser eliminadas, deberían- por acuerdo mutuo- ser suspendidas a corto plazo.

c. Iniciativas a nivel europeo

El segundo componente de una política de empleo europea es una iniciativa de empleo a nivel europeo. Tal iniciativa fue formulada por la Comisión en el Libro Blanco de 1993, donde se proponía un volumen de inversión de 574 Bn. ECU (en seis años) para el establecimiento y mejora de las Redes Transeuropeas para la provisión de energía, telecomunicaciones, trasporte y protección ambiental. La Comisión propuso financiar parcialmente este programa- hay que decir que en una parte muy modesta- desde el presupuesto europeo y por bonos europeos emitidos por el Banco Europeo Inversión (BEI). Apoyamos la última parte y recomendamos que el BEI emita 50 bn. de ECU en el mercado de capitales y los gaste en iniciar y promover programas de empleo y de inversión que mejoren la infraestructura europea de forma ecológicamente sostenible, es decir, teniendo en cuenta las críticas que se han realizado sobre los daños ecológicos de algunas propuestas del Libro Blanco.

Este recurso al BEI es necesario dado que el presupuesto de la UE es demasiado reducido para permitir una intervención efectiva que estimule el crecimiento y el empleo a nivel europeo. Se debería considerar también la financiación del programa europeo de empleo parcialmente a través de los excedentes de reservas de los bancos centrales que se liberarán con el nacimiento del Banco Central Europeo. Incluso antes de realizar la necesaria profunda reforma de la estructura fiscal de la UE, los recursos disponibles pueden aumentar mediante la introducción de un impuesto sobre las transacciones en moneda extranjera y de un impuesto ecológico sobre el consumo de energía ya discutido, pero no adoptado, en el Consejo de Ministros. Estos dos impuestos no disminuirían los ingresos de los estados miembro y harían posible el aumentar el presupuesto de la UE casi inmediatamente al 2% del PIB de la Unión y, de esta forma, crear cierta capacidad financiera de maniobra para las tareas más urgentes. Estos impuestos señalan también la dirección que debería tomar una reorientación integral de la política económica y social de la UE en el futuro.

La situación actual de la política monetaria en Europa representa un obstáculo particular a una rápida reorientación de la política económica. La estructura de completa independencia y la concepción de la política del BCE como exclusivamente desinflacionaria son negativas para el estimulo del crecimiento y el empleo y contradicen los principios básicos de la democracia que exigen que las personas tengan control sobre uno de los aspectos más importantes que puede afectar su bienestar. A pesar de ello, incluso dentro del actual marco institucional y legal, la rígida política del BCE puede ser discutida y puede ser requerida una política más cooperativa. Hay espacio para una definición menos rígida de los objetivos inflacionarios. Incluso el presidente del BCE reconoce que actualmente no hay peligro inflacionario en la UE y que no hay riesgo de nueva inflación en el futuro previsible. Además, las estimaciones oficiales de la inflación probablemente sobreestiman seriamente la verdadera inflación, porque las estadísticas no tienen en cuenta suficientemente las mejoras en los productos. En estas circunstancias el BCE debe 'Sin perjuicio del objetivo de la estabilidad de precios... apoyar las políticas económicas generales de la Comunidad...' (art. 105, sec 1, parrafo 2).

2.2. La protección contra los trastornos financieros

La fragilidad del sistema financiero internacional ha tenido hasta ahora sólo efectos limitados en la economía europea, a pesar de que las estimaciones de crecimiento han debido revisarse hacia abajo. Sin embargo, esto puede cambiar y el peligro de un contagio más severo no ha sido superado todavía. Bajo tales circunstancias la unión monetaria puede ser un factor estabilizador. Pero ello no se produce automáticamente. Requiere acuerdo, consenso y coordinación de las políticas de los estados más importantes- Estados Unidos, la UE y Japón- acerca de la moneda y el crédito con el objetivo de promover el empleo y el crecimiento sostenible.

Si esta primera solución óptima de coordinación global no es viable en el corto plazo, la UE tiene que protegerse contra la amenaza de trastornos financieros con consecuencias dañinas para el empleo y el bienestar. Por ello, proponemos las siguientes medidas, tanto como medidas protectoras por la UE y, al mismo tiempo, como etapas hacia una cooperación global más estrecha y hacia el establecimiento de un nuevo sistema financiero mundial.

- Introducción de un impuesto del 1% en todas las transacciones en moneda extranjera (spot y de futuro). Tal impuesto, que actualmente está siendo ampliamente debatido como un instrumento contra la inestabilidad financiera, puede disminuir los flujos financieros a corto plazo que juegan con pequeñas diferencias en los tipos de cambio en un corto período de tiempo (y proporcionaría unos ingresos considerables a la UE).

- Establecimiento, tan rápido como sea posible, de reglas europeas comunes y globales para los depósitos colaterales en el caso de derivados monetarios de todo tipo.

- La especulación monetaria de tipo más fundamental no puede tratarse adecuadamente con un impuesto sobre las transacciones necesariamente bajo. No se puede ignorar el riesgo que la transición al EURO venga acompañada por una considerable inestabilidad del tipo de cambio a corto plazo entre el dolar y el EURO, y la UE debe estar preparada para enfrentar estos riesgos. Si los flujos especulativos desde los países terceros o la huida de capital hacia ellos se convierten en peligrosos, la UE puede, -de acuerdo con el art. 59- tomar todas las medidas necesarias para dominar la situación. Lo que implica establecer restricciones administrativas sobre las importaciones o exportaciones de capitales, si bien sólo para períodos limitados de seis meses (que se pueden repetir). La UE debería manifestar al mundo financiero, con inequívoca claridad, que esta firmemente determinada a aplicar controles estrictos de capital si es necesario.

- La UE puede y debería adoptar rápidamente una regulación que convierta los negocios de las ramas off shore o las subsidiarias de las instituciones financieras europeas totalmente sujetas a las reglas de sus países base y a las de la UE. Este objetivo se puede lograr haciendo depender las licencias para las instituciones financieras de un compromiso de cumplimiento de dichas regulaciones.

- El BCE debe manifestar claramente que actuará para asegurar la estabilidad del sistema financiero europeo y que actuará cuando sea necesario como prestamista de última instancia. Pero el BCE debe también actuar para minimizar la socialización de las perdidas privadas que ello puede suponer, y llevar a cabo una firme política contra la mala conducta de los bancos y otras instituciones financieras. A este respecto, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York ha establecido un ejemplo notorio al organizar e imponer que los bancos privados paguen por el salvamento del "hedge fund" del Long Term Capital Management (LTCM) después de su peligroso desastre especulativo.

2.3. La contribución europea para una economía mundial estable

Es obvio que una región tan grande e importante como la UE tiene una gran responsabilidad por la restauración y mantenimiento de la estabilidad económica y financiera a escala global. La UE debe aceptar esta responsabilidad y actuar en consecuencia. Las medidas para estimular el crecimiento sostenible y el empleo en Europa y para proteger el sistema financiero europeo contra los choques externos deberían también tener en cuenta la necesidad de la estabilización económica y la promoción del desarrollo y el bienestar en otras partes del mundo, particularmente los países en desarrollo.

Estas medidas deberían completarse con la estrecha cooperación y coordinación con Estados Unidos y Japón en la gestión del sistema internacional de pagos y tasas de cambio, incluyendo la posibilidad de la introducción de intervalos fijos para las tasas de cambio, con compromisos firmes hacia la intervención en los mercados y a los reajustes -desdramatizados-de tipos cuando sean necesarios.

Respecto a las relaciones con los países del tercer mundo hay que señalar que el enfoque progresista correspondiente a las primera y segunda convenciones de Lomé ha sido gradualmente abandonado durante la última década y podría desaparecer completamente con el próximo acuerdo que se programa para el año 2000. El enfoque progresista original debería ser revitalizado y tendría que servir como un eje de actuación para la promoción del desarrollo en los países ACP.


3. Una reorientación completa de la política económica en Europa. Hacia una Constitución Social Europea.

Consideramos las medidas propuestas en el capítulo anterior como una primera etapa en un proceso de cambio completo de la política económica hacia un nuevo tipo de desarrollo económico y social. Históricamente, su importancia tendría que ser comparable con el establecimiento del consenso de Bretton Woods con su acuerdo por una prioridad de política económica hacia estrategias de pleno empleo y crecimiento en un marco de cooperación internacional. En un sentido negativo, es comparable al reemplazo gradual de la política de la postguerra por el paradigma neoliberal del dominio sin límites del mercado y la incontrolable competencia internacional, que ha resultado en la subordinación de todas las aspiraciones económicas y sociales de nuestras sociedades al imperativo supremo de la competitividad internacional. Las ruinosas consecuencias de la regla del neoliberalismo durante las dos últimas décadas han preparado el terreno para un nuevo cambio fundamental y para la evolución de un nuevo paradigma que contenga objetivos explícitos de bienestar individual y colectivo así como los valores superiores de solidaridad, equidad y sostenibilidad ecológica. Si esto tiene que ser más que un mero cambio de palabras y medidas instrumentales aisladas requiere el rehacer y reestructurar toda la estructura institucional y la fabrica de la UE y de Europa, llegando mucho más lejos que la economía e incluyendo problemas más amplios de democracia y emancipación social.

Incluso en el ámbito de la economía, este cambio de paradigma no es posible sin un amplio e intenso debate publico en el cual el objetivo final de la economía, la mejora del bienestar de la población, tiene que presentarse en el centro de la escena y concretarse de tal forma que sus ejes básicos y las decisiones necesarias para lograrlos puedan decidirse de forma democrática, que supone que sea también, informada y competente. La actuación de los mercados tiene que integrarse en el contexto de estas decisiones, como posibles instrumentos eficientes para lograr los objetivos de bienestar que los propios mercados nu pueden definir nunca. Donde los mercados no producen los resultados satisfactorios tienen que realizarse otras formas de actividad y coordinación económica. Es obvio que los cambios en esta dirección requieren un intenso debate público por dos razones: primera, la resistencia que presentan aquellos que se benefician de la situación actual solo puede ser vencida por los movimientos sociales y políticos; segunda, el concretar los objetivos básicos económicos y sociales requiere la participación continua y el debate que es la sustancia de la democracia económica.

Como una contribución a tal debate democrático, intentamos definir a continuación algunos elementos básicos para un tipo alternativo de desarrollo económico y de política económica en Europa.

3.1. Reorientación macroeconómica: El camino hacia el pleno empleo.

Europa tiene que enfrentarse en algún momento con el enorme problema del paro masivo y la subutilización de los recursos productivos potenciales, un problema que persiste desde hace años. Ha generado, además, serios problemas secundarios, como el paro de larga duración, ha empeorado las perspectivas para las generaciones jóvenes, generado exclusión social y la degradación en la salud y el bienestar. Criticamos este desarrollo, en primer lugar, desde el punto de vista de la justicia. Millones de ciudadanos/as no pueden tener un trabajo para alcanzar un nivel de vida y la independencia por su propio trabajo. Al contrario, se les han cortado las oportunidades y desafíos del avance profesional y el desarrollo personal.

A pesar de que aceptamos que han existido factores externos que han contribuido al aumento del paro, insistimos en que la responsabilidad principal por el nivel y la persistencia del paro masivo en la Unión Europea reside principalmente en una política económica dañina y contraproducente llevada a cabo durante más de una generación por los gobiernos y los ministros de economía e influida por poderosos intereses económicos y asesores políticos y económicos neoliberales. El resultado es el sistema macroeconómico actual de la UE que consiste en una política monetaria centralizada y muy restrictiva, con unas políticas fiscales europeas y de los diversos estados fuertemente restringidas y la ausencia de coordinación de las políticas fiscales o de una estrategia efectiva de empleo de la Unión. La reorientación de la política económica tiene que establecer un equilibrio mayor entre estos tres ámbitos de acción y darles un contenido más integrado con el énfasis en el empleo. Este cambio debe reflejarse también en nuevos sistemas institucionales.

a. Política económica: Objetivos más amplios y cooperación más estrecha

Los objetivos de política económica deberían ampliarse para incluir el pleno empleo, un desarrollo ambientalmente sostenible, una distribución de la renta y la riqueza justa y equitativa, unas relaciones internacionales equilibradas y la estabilidad de precios (con la seguridad social y de bienestar como objetivos de la política social europea). Debería ser obligatorio formular objetivos concretos para estos objetivos, en la perspectiva del corto y medio plazo, tanto a nivel estatal como europeo. Tales metas, por ejemplo, pueden consistir en la reducción del paro en un 20% cada año, la reducción anual de las diferencias regionales en el 10% y la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero en el 15% para el año 2005.

A nivel institucional la responsabilidad por la planificación macroeconómica y la coordinación a nivel europeo debería estar centralizada en una institución dedicada a la política económica, que pueda actuar en situación de igualdad y contrapartida al centralizado Banco Central Europeo.

Los procedimientos de coordinación que llevasen a las 'orientaciones generales' deberían intensificarse y hacerse más exigentes para los países miembros, incluyendo la adopción de directivas de política económica. Deberían consistir en una intensa orientación y discusión de las políticas económicas de los estados miembros en relación con los objetivos comunes. Donde éstos no se alcanzan, el Consejo debería discutir los remedios adecuados y establecer recomendaciones para los estados miembros. En caso de largas y severas violaciones de los objetivos acordados el Consejo podría adoptar decisiones que obligasen a los gobiernos estatales a actuar de forma dirigida a lograr dichos objetivos.

b. Política monetaria: integración del BCE en la estrategia general

Proponemos el ampliar los objetivos del BCE de forma que incluya la responsabilidad de la política monetaria por el pleno empleo, la reducción de las desigualdades y el crecimiento sostenible. De forma general, el banco central, aunque sea independiente en la elección de los instrumentos de política monetaria, debería ser reintegrado en el proceso de las decisiones de política económica y responsable ante las instituciones democráticas. Es decir, la política monetaria debe ser profundamente debatida ex ante y ex post entre el Parlamento Europeo y el BCE. La prohibición estricta de monetizar la deuda estatal o europea por el banco central debe ser flexibilizada y el papel de prestatario de ultima instancia debe ser incluido explícitamente en la misión del BE, aunque se deberían establecer previsiones para prevenir conductas peligrosas de las instituciones financieras.

c. Política fiscal: aumento de las opciones y ampliación de la base de ingresos

Primero, deberían abandonarse las restriciones disfuncionales de los déficits públicos de los estados miembro y los gobiernos nacionales deberían poder incurrir en los déficits que consideren apropiados, en tanto en cuanto acepten los objetivos comunes. En este contexto, los déficits planificados y realizados deberían discutirse y ser materia de coordinación entre los estados miembro en el marco de la institución de política económica europea.

Segundo, la UE en su conjunto debería tener poder para ejecutar de forma centralizada ciertas funciones de política fiscal que los gobiernos de los estados no pueden realizar. Debería ser capaz de actuar como una agencia estabilizadora en el caso de choques asimétricos en países y regiones específicos, y debería ocuparse de funciones redistributivas en relación con las disparidades persistentes en las rentas o el empleo en la Unión. A largo plazo es, por tanto, inevitable aumentar el presupuesto de la Unión por encima del nivel del 2% que proponemos como un aumento inmediato.

Tercero, la UE debe aumentar sus propios ingresos de base para poder cubrir las aspiraciones crecientes de una Europa unificada y evitar- o por lo menos minimizar- los conflictos permanentes acerca de las distribución de pagos e ingresos entre los estados miembro. Por lo tanto, además de la introducción a corto plazo de un impuesto sobre las transacciones en moneda extranjera y un impuesto sobre el consumo de energías primarias/o sobre la emisión de CO2 proponemos un impuesto uniforme sobre los ingresos por rendimientos del capital tal como esta estudiado por la Comisión pero cuyos ingresos fuesen directamente a la UE, así como un impuesto sobre los beneficios de capital (capital gain tax). En el muy largo plazo sería probablemente razonable basar los ingresos de la UE completamente en impuestos específicos europeos, lo que requeriría una reestructuración y armonización a largo plazo de los sistemas impositivos nacionales.

Cuarto, deberían tomarse medidas contra la competencia entre los diferentes países a través de los impuestos, porque la competencia impositiva tiende a erosionar la base de los ingresos de los estados y desestabilizar las economías. La primera propuesta de la UE en esta dirección - la imposición uniforme en los ingresos por intereses, o alternativamente, la transmisión de la información correspondiente a los países matrices de las empresas extranjeras- debería materializarse y ampliarse. Más generalmente, la ideología del federalismo competitivo que ha ganado mucho terreno durante la última década entre los científicos y los decisores de política económica debería rechazarse a favor de la estabilidad económica, la cohesión social y la solidaridad como guías para la política fiscal.

3.2. Eje central del nuevo paradigma: Una constitución social para Europa

Consideramos que uno de los objetivos más esenciales de la unificación europea debe consistir en una firme decisión por una sociedad del bienestar, en una especie de constitución social. Tal constitución debería basarse en, pero también ir más allá que el pleno empleo y el uso y desarrollo de las fuerzas productivas en nuestras sociedades. Debe comprender un sistema de bienestar amplio y no burocrático, una distribución equitativa de la renta, la riqueza y las oportunidades, así como estructuras democráticas y responsabilidades a todos los niveles de la sociedad. Durante las dos últimas décadas hemos visto una disminución sustancial del bienestar tanto por las presiones de la competencia como por resultado de la subordinación de grandes partes del sistema tradicional de bienestar a las reglas del beneficio privado. Como consecuencia, el sector de bienestar que queda, es crecientemente burocrático y autoritario. Esta tendencia tiene que invertirse.

Insistimos aquí en que no existe un conflicto entre el pleno empleo y el bienestar social en el sentido de que el pleno empleo solo puede lograrse si se tienen menores ingresos, bienestar social, protección en el trabajo y otros factores que inciden en la calidad de vida, como parecen sugerir algunos desarrollos en Estados Unidos. La relación es más bien al contrario: el pleno uso de las capacidades humanas, el conocimiento y la creatividad proporciona la base de riqueza que permite una mejora regular en los niveles de vida y la calidad de vida inmaterial para todos. Además, los desarrollos en Estados Unidos muestran que más bienestar y mayores ingresos no son el resultado automático de más empleo. Requieren intervención y control político.

Ha habido considerable progreso en la UE en unas pocas y limitadas áreas de política social, particularmente en el campo de la salud y seguridad en el trabajo. No obstante, en general, el progreso permanece considerablemente por debajo de las aspiraciones de la Carta de Derechos Sociales de 1989 y los subsiguientes programas europeos de acción. En muchos países, ha habido directamente regresión a través de cortes en los gastos sociales, desregulación de las condiciones de trabajo, la combinación de menos bienestar y más represión. El fundamentalismo neoliberal ha producido resultados ruinosos en muchos campos de la realidad social.

Establecer un modelo social europeo significa que cualquier persona viviendo permanentemente en la UE tendrá el derecho garantizado e incondicional a un nivel de renta, de protección social y de bienestar así como a la participación democrática en la vida social que es necesaria para llevar una vida independiente y digna. Este objetivo tiene que convertirse en una firme y central primera piedra de la constitución europea.

La diversidad actual en niveles de salarios, seguridad social y bienestar social así como los sistemas de participación de los trabajadores en los estados miembro de la UE presenta problemas difíciles para lograr este objetivo. No obstante, existe todavía capacidad de acción por lo menos de cinco tipos distintos:

Primero, la UE debería establecer unos niveles mínimos -gradualmente crecientes- en la mayoría de los ámbitos de la seguridad social y el bienestar.

Segundo, la UE, debería comprometerse en la promoción y financiación o cofinanciación de políticas dirigidas a grupos con particulares necesidades y dificultades,

Tercera, la UE debe organizar transferencias para aliviar la pobreza y estimular el desarrollo. Estas transferencias deberían ir dirigidas a aquellos con niveles particularmente bajos de bienestar para generar una mejora en sus circunstancias económicas,

Cuarto, para evitar el dumping social y la disminución de los standares actuales bajo la presión de la competencia, cada país miembro debería (como mínimo) mantener las regulaciones nacionales actuales que estén por encima de los niveles mínimos de la UE en relación con los salarios, beneficios sociales, etc. y aplicarlos a todas las personas que viven y/o trabajan en dicho país.

Quinto, cualquier tipo de trabajo involuntario u obligado debe ser prohibido. Los arreglos respecto al tiempo de trabajo (volumen y flexibilidad) no se deberían imponer unilateralmente por el empresario sino corresponder a los deseos y necesidades de los empleados.

3.3. Hacia la sostenibilidad ambiental: salvaguardando la base para el desarrollo

La protección ambiental es imprescindible para la sobrevivencia de cualquier sociedad. La continuidad de las pautas de consumo intensivo de energía y de generación de residuos de la dinámica industrial del mundo capitalista durante este siglo llevaría a la catástrofe ambiental y, por tanto, no es viable como estrategia de desarrollo. El uso de energías fósiles no renovables y la producción de residuos dañinos debe reducirse drásticamente en unas pocas próximas décadas. Incluso la explotación de los recursos naturales del tercer mundo y la exportación de residuos al tercer solo pospondría la quiebra de las pautas del desarrollo industrial y, además, se encontrará con una resistencia bien justificada y creciente de estos países.

En última instancia el cambio desde una pauta de desarrollo ambientalmente destructiva a una sostenible requiere una profunda reestructuración del modo de producción y del modo de consumo en Europa. La máxima prioridad hacia una estrategia de desarrollo sostenible se relaciona con la energía: las pautas de producción y consumo deben orientarse hacia la baja intensidad energética, y la provisión de energía debe estructurarse abandonando las energías fósiles y nucleares hacia el desarrollo y uso de energías renovables y favorables con el medio ambiente. Esta reestructuración supone tiempo y necesitará décadas para completarse. A pesar de ello, es de importancia vital que se tomen rápidamente decisiones importantes en esta dirección y que se arbitre una nueva política energética. Por lo tanto, proponemos

- la introducción de una ecotasa en todas las formas de consumo de energía que se originen en fuentes nucleares y fósiles. La UE debería anunciar que el tipo del impuesto aumentaría regularmente por un porcentaje fijo cada año.

- el crecimiento rápido de recursos para el desarrollo y aplicación de las energías renovables, particularmente la energía solar. Ha habido ya algún movimiento en esta dirección en años recientes, pero ha sido lento, insuficiente y desigualmente distribuido en la UE. Estamos de acuerdo con el Libro Blanco de 1997 sobre fuentes de energía renovables que establece, como objetivo inmediato, que aumente la participación de fuentes renovables del 6% al 12% del total del consumo interno bruto de energía para el año 2010, que además, resultaría en la creación de entre 500.000 y 900.000 nuevos empleos.

- la congelación y reducción de la investigación europea en la energía nuclear y el anuncio firme y establecimiento de objetivos responsables para el cierre de las plantas de energía nuclear en períodos que se fijen por los diferentes países según sus circunstancias específicas.

La UE puede y debe estimular y subsidiar, en mucha mayor medida que en el pasado, sistemas de transporte nacionales y regionales favorables al medio ambiente. A nivel europeo tales políticas deberían ser financiadas por impuestos especiales sobre el combustible para la aviación y el transporte por carretera. También se pueden reforzar a través de canales europeos los programas nacionales y regionales para el ahorro y reciclaje de residuos. Tales medidas son, en general, de trabajo intensivo. Por lo tanto, se les debería reservar una participación mayor en unos fondos estructurales considerablemente incrementados.

3.4. Mayor apoyo para el proceso de expansión: se presenta de nuevo en la agenda histórica de Europa (la posibilidad) de un orden integrado de paz, libertad y progreso social.

Con el final de la guerra fría surge de nuevo la posibilidad de un espacio europeo de paz, libertad y progreso social. Sin embargo, la accesión de los países del este a la UE, oficialmente contemplada desde los primeros noventa no esta progresando suficientemente. Debido, sobre todo a la UE que muestra grandes reservas acerca de la ampliación. Los antiguos países socialistas asociados con la UE han estado ajustando sus economías a un gran coste económico y social mientras que el proceso de acceso ha sido retrasado por el lado de la UE. La continuación de esta estrategia llevaría en última instancia a divisiones renovadas y polarización entre el este y el oeste y crearía conflictos políticos de difícil control. Por lo tanto el proceso de ampliación debería ser intensificado.

Esto requiere, en primer lugar, que el calendario para la accesión de los cinco primeros países se mantenga y se apoyen mejor las medidas preparatorias incluyendo más apoyo financiero en forma de ayudas y créditos a bajo interés. En este contexto se debería establecer un nuevo Fondo de Desarrollo para ayudar más efectivamente a superar la distancia en productividad y rentas entre la UE y los estados asociados. Debería abandonarse la aplicación de los criterios de Maastricht a los indicadores macroeconómicos de los países del este de Europa. Los nuevos países miembros deberían convertirse en miembros de un nuevo sistema monetario europeo (EMS2) con intervalos fijos para los tipos de cambio que debieran ser apoyados por el Banco Central Europeo (permitiendo realineaciones por acuerdo mutuo)

Por el lado de la UE actual, para garantizar una ampliación ordenada y la viabilidad de una UE ampliada debe continuar el proceso de reforma institucional - en relación con el tamaño y la estructura de la Comisión, el peso de los países individuales en los procesos de decisión, el status y funciones del Parlamento Europeo y otras cuestiones-. La reforma de la política agrícola común, que comenzó hace seis o siete años, debe acelerarse teniendo en cuenta la accesión pendiente de nuevos miembros con gran capacidad agraria. Asimismo, durante las negociaciones de acceso la UE debe ser generosa concediendo derogaciones transicionales a largo plazo del "acquis communautaire". Por otra parte, en relación a la plena integración de los mercados de trabajo tienen que negociarse arreglos transaccionales para evitar el aumento del paro en los actuales países miembro.

La posibilidad de ampliación alcanza más allá de la primera ronda de cinco países con los que ya se está negociando. Por lo tanto, la UE debería alcanzar acuerdos de cooperación concretos con los países del este de Europa bajo los auspicios de la Conferencia Europea Permanente. Finalmente, se debería crear un Código de Conducta para regular las operaciones de las empresas multinacionales y para sancionar la violación de los derechos sociales.

3.5. La participación democrática en Europa: desafíos y perspectivas

El debate sobre la democracia en Europa y la necesidad de una reestructuración democrática de la UE se ha reavivado como consecuencia de los movimientos sociales y los cambios políticos en los países miembro. Como economistas profesionales no podemos elaborar los detalles técnicos e institucionales de las propuestas en estas áreas. No obstante, insistimos que la reestructuración democrática es esencial para el éxito de la Unión Europea si se tiene que percibir como una unión de los pueblos. Es también esencial para una reorientación exitosa de la política económica en el corto y largo plazo, de la naturaleza que hemos expresado en los párrafos anteriores. Porque tales propuestas solo tienen la posibilidad de convertirse en parte de la agenda política de los gobiernos respectivos y de la UE si son asumidos, apropiados y apoyados por los movimientos sociales y si estos movimientos tienen acceso a los parlamentos y gobiernos. La reorientación de la política económica a lo largo de las líneas que proponemos no es sólo un tema de mejoras técnicas e instrumentales sino que debe suponer una reorientación completa hacia objetivos y perspectivas más sociales y será resistida por poderosos grupos de interés que se benefician de la situación y estructuras actuales. Vencer esta resistencia requiere energía política y movimientos sociales activos. Cuanta más democracia exista mayores serán las oportunidades de una política económica y social en interés de la mayoría de la población.

Más democracia en Europa requiere también reformas institucionales. En los últimos años se observa la emergencia de un creciente alejamiento entre las instituciones europeas tales como la Comisión y el Parlamento Europeo y los ciudadanos de los distintos países miembro. Se puede añadir que cuando la UE se convierte en un obstáculo a una política estatal efectiva, este alejamiento no aumenta sino que tiende a debilitar la legitimación de los gobiernos de los estados. La forma en que la unión monetaria se preparó y se introdujo, en la cual se justificaban los cortes en la política social, la desregulación y la redistribución permanente de los pobres a los ricos como necesarias para la unidad europea ha generado amplias críticas, escepticismo y hostilidad hacia la Unión. Nos encontramos en una fase en la cual podría cambiarse el enfoque restrictivo y dañino de la política económica en favor de una línea más orientada hacia el empleo y el bienestar. Esto podría formar una base mucho más sólida para una actitud más proeuropea entre la gente. Una Europa unida puede jugar un papel positivo para las personas, no como un superpoder militar y económico, sino como una unión democrática y de paz, donde los derechos políticos, sociales y ambientales son respetados y cumplidos.



Economistas Europeos por una Política Económica Alternativa en Europa
http://www.barkhof.uni-bremen.de/kua/memo/europe.htm
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