RESUMEN.- Este artículo se centra
en analizar la mirada weberiana en la obra de Thomas Mann "La muerte en
Venecia" (1913) a partir de ciertas perspectivas que recoge Max Weber en
"El político y el científico" (1919). Pero va más allá,
recupera las líneas maestras del pensamiento alemán del que
ambos comulgan.
Nada descubriré diciendo que Max Weber y Thomas Mann fueron figuras
principales de la Sociología y de la Literatura a nivel mundial.
Por eso lo que emprendo ahora no es una tarea de reconocimiento de su importancia
individual sino de reconocimiento del pensamiento que comparten.
Para
ello me serviré de dos de sus obras entre las que encuentro especial
afinidad, "La muerte en Venecia"(1913) de Thomas Mann y "El político
y el científico" (1919) de Max Weber.
Weber y Mann se conocieron personalmente. Alemanes y coetáneos,
compartían un acervo cultural que se reflejaría en sus obras.
Un sentimiento análogo atraviesa sus creaciones, la preocupación
ante el contexto alemán de principios del siglo XX y la influencia
de autores como Nietzsche y Goethe marcarán sus visiones del mundo.
Como reconocerá Mann, él mismo (y nosotros podríamos
añadir que también Weber) se considera hijo y heredero de
un siglo XIX alemán empapado de, "
En primer término, el
amor a la verdad, un sentido de la verdad, una sensibilidad y receptividad
para los encantos y amarguras de ésta, el amor a la verdad que se
expresa sobre todo como sensibilidad y como clarividencia psicológicas,
hasta tal punto que el concepto de verdad queda casi absorbido en el concepto
de percepción y de conocimiento psicológicos. Y en segundo
término el sentido de la enfermedad, una cierta afinidad -compensada
por la salud- con la enfermedad, así como la vivencia de su importancia
para la productividad."
(1) (pp.171-172) El pulso "romántico"
entre la voluntad y el espíritu que se juega en esos años
de la mano de un Schopenhauer o un Nietzsche, y que reflejará Freud
en su teoría psicoanalítica al dibujar las tensiones entre
el ello y el yo, será una constante de ese poso cultural común,
que Mann reconoce como tal al subrayar la coincidencia de ideas entre estos
autores a pesar del desconocimiento de Freud de estos filósofos.
Pero abandonemos por un momento el contexto, que no dejaremos de vislumbrar
como telón de fondo a lo largo del análisis, para centrarnos
en las obras a tratar en esta ocasión.
La novela "La muerte en Venecia" trata del viaje realizado en verano
de 1911 por el escritor Gustav Aschenbach en donde descubrirá la
fascinación que le produce la idea de la Belleza personificada
en el objeto amado, Tadzio, un joven de 14 años. La ciudad de Venecia,
destino del insigne artista, se convierte en testigo de la pasión
perturbadora que literalmente destruye al protagonista.
No resulta fácil dejar pasar el paralelismo de la vida del protagonista
de la novela Gustav Aschenbach y el propio Weber. Ambos, en medio de una
crisis creativa, dejan su mundo en suspenso y emprenden un viaje a Italia.
Se produce un creciente desgaste de las fuerzas en Aschenbach por culpa
de su trabajo metódico y continuado. El laureado escritor se presenta
como "
Excesivamente ocupado con las tareas que le imponían su
Yo y el alma europea, gravado en exceso por el imperativo de producir, y
demasiado reacio a la distracción para enamorarse del abigarramiento
del mundo exterior (...)"
(2) (pp.13). Esta situación
le hace dar un paseo en el que surge la idea de un viaje higiénico
en el que el aire y el movimiento le ayudarían a calmarse y a recuperarse.
Weber también sufrirá un colapso debido a su excesiva labor
intelectual y a sus problemas personales (con su padre sobre todo) que le
supondrán la incapacidad para dedicarse a la labor docente e investigadora
durante un período de varios años. Los dos, ejemplo del trabajador
seguidor de la ética protestante, tienen una sexualidad problemática
(homosexualidad reprimida). Incluso, según la última biografía
de Mann "Thomas Mann. La vida como obra de arte" de Hermann Kurzke, podríamos
llegar a considerar que este escritor de rígida formación
prusiana y protestante dejaría traslucir en los desasosiegos de Gustav
Aschenbach sus propias cuitas. El autor alemán, a través de
los personajes de su producción literaria, no duda en "
cantar,
con ese deje neoplatónico tan propio del escritor, las excelencias
del cuerpo juvenil masculino como emblema universal de una belleza absoluta,
puramente estética, ajena a la reproducción y en cierto modo
extraña a la propia sexualidad."
(3) Además
en Mann/ Aschenbach, cuyas madres "habían aportado a la familia una
sangre más cálida y sensual"
(4) (pp. 18),
"la fusión de un sentido del deber austero y escrupuloso con impulsos
más oscuros y fogosos, dio origen a un artista, a ese peculiar artista."
(5) (pp. 18)
Veamos las características en esta novela que acercan a Mann
y a Weber.
La idea de
Destino aparece en ambos autores. De ello tratará
Weber a la hora de hablar de la jaula de hierro de la burocracia, aparente
futuro en el que desemboca la línea de desarrollo, de burocratización
y de la racionalización que parece observar en el mundo moderno.
Esta idea weberiana contrasta con el énfasis con que este autor se
opone a la interpretación de la historia que sujeta a esa historia
a una fuerza directora que no se puede eludir. La sociedad está compuesta
por un delicado equilibrio de fuerzas opuestas. Para Weber, es "
en el
desencantado mundo moderno donde el destino no nos viene inexorablemente
impuesto desde fuera, sino que cada uno elige dentro de ciertos límites
su propio destino: el sentido de su obrar y el sentido de su ser (...)Para
Weber la única salida posible es la búsqueda del daimon (destino)
aunque sólo nos quede tomar valientemente las riendas del carro de
nuestro destino y desviar las ruedas de piedras y caídas." (6)(pp.168) Ese Destino que según Séneca
"
conduce a quien se somete y arrastra a quien se resiste"
(7) atraviesa la obra de Mann
(8) para conducir
a Aschenbach a su desenlace final
(9). La aparición
del enigmático forastero en el cementerio será el punto de
arranque que le empujará hacia el renacimiento de "
ganas de viajar,
nada más; pero sentidas con una vehemencia que las potenciaba hasta
el ámbito de lo pasional y alucinatorio"
(10)(pp.11)
que encaminará sus pasos a la ciudad italiana, no sin antes realizar
un frustrado intento de establecerse en un lugar de vacaciones que en ese
momento estaba de moda. "
No tardó en enmendar el falso destino."
(11)(pp.31) El contacto visual con el otro despierta la
apetencia de lo exótico, desata el deseo de algo más. Premonitorias
resultan las palabras del grotesco viejo disfrazado de joven que le acompañará
en la travesía que se despide de Aschenbach con "¡cordiales
saludos a su amorcito, al más precioso y preciado de los amorcitos!"
(12) (pp.40) antes del primer encuentro con Tadzio.
Es un destino trágico que le llevará al destino de su viaje,
Venecia. La parada del tranvía desierta, al lado del cementerio
en donde el forastero se le presenta como un espectro, acerca la idea de
la muerte como preludio de lo que ha de venir. Escapa de la muerte para
ir a Venecia
(13) y encontrarla allí o que ésta
le encuentre allí. La siniestra sombra de enfermedad que se cierne
sobre la ciudad de los canales
(14), las advertencias
del peligro y el sentido común no bastan para alejarle del ser amado.
Sus frustrados intentos de abandonar la ciudad son abortados (por la casual
(¿?) pérdida de sus maletas) gracias a una afortunada intervención
del destino que alivia los irracionales remordimientos
(15)
que suscita la huida. "
Enmudeció ante la verdad de su corazón;
sintió el entusiasmo que latía en sus venas, la alegría
y el dolor que colmaban su alma, y comprendió que si la partida
le había resultado tan penosa, era debido a Tadzio."
(16)(pp.77)
El
Pesimismo y la
Decadencia, propios de la época
del fin de los Imperios en la que viven, laten en el fondo de su discurso.
Este sentimiento, Weber lo concentra en este augurio de futuro: "
Lo que
tenemos ante nosotros no es la alborada del estío, sino una noche
polar de una dureza y una oscuridad heladas, cualesquiera que sean los grupos
que ahora triunfen"
(17). Para Weber, el destino de
nuestro tiempo, cargado de intelectualización y racionalización
retira los valores más sublimes a la esfera de lo íntimo y de
lo privado. El futuro se presenta lleno de incertidumbres pero el ambiente
de Munich en 1913 tampoco es en la novela de Mann precisamente halagüeño:
"
Era una tarde de primavera de aquel año de 19... que durante
meses mostró a nuestro continente un rostro tan amenazador y cargado
de peligros."
(18)(pp.7)
Mann convierte el viaje en un proceso degenerativo físico e intelectual
de Aschenbach desde el punto de vista inicial del protagonista. "
La
pasión paraliza el discernimiento y cede, con total seriedad, a
incentivos que una mente lúcida aceptaría sólo con
humor o bien rechazaría disgustada"
(19)(pp.111)
La vida como tragedia es un reflejo del alma torturada, el enfrentamiento
crítico nietzschiano con lo que se quiere y se respeta que serán
una constante en Aschenbach. Al principio éste se nos presenta como
un señor de porte elegante, de facciones distinguidas, ennoblecido,
de reconocida fama y prestigio. Pero terminará convirtiéndose
en el patético anciano perseguidor de la juventud que tanto le repugnaba
en el barco de ida a Venecia. Se transformará en ese falso joven
que tanta angustia le había suscitado al maquillarse, teñirse
el pelo y acicalarse para su amado Tadzio del que no se siente suficientemente
digno. Los iniciales temores a verse sorprendido en su estado de dependencia
amorosa con Tadzio se ven disipados a medida que avanza la novela, llegando
en su atrevimiento a acosarlo, a perseguirlo de forma descarada por las callejuelas
de la ciudad. "
Su cabeza y su corazón estaban ebrios, y sus pasos
seguían las indicaciones del demonio, que se complace en conculcar
la dignidad y la razón del ser humano"
(20)(pp.104)
y llega a considerar que "
ninguna humillación era tal si la infligía
el dios"
(21)(pp.108).
Se produce un
Desencantamiento del mundo. Porque, aunque según
González García el mundo mágico y encantado corresponda
a Thomas Mann (al que llamaban El Mago) y el mundo desencantado y desmitificado
sea propio de Max Weber, hay que reconocer que los universos de Mann siempre
terminan chocando brutalmente con la cruda realidad (sólo nos basta
recordar el terrible punto y final que supone la Guerra Mundial en su novela
La Montaña Mágica).
Si bien es cierto que
Aschenbach vive en un mundo onírico (la vida en Venecia le parece
un sueño, es "
la ciudad mitad fábula y mitad trampa de
forasteros"
(22)(pp.105-106)), salpicado de visiones
exóticas y de sentimientos y pensamientos fantásticos
(23), a lo largo de la narración se impone una violenta
vuelta al mundo real que sirve de contrapunto a todas sus ensoñaciones.
Parece entonces que la racionalidad se impone pero sólo por un efímero
instante, pues la voluntad de vivir o de amar en este caso (que sin duda
son lo mismo), este impulso interior le impele a seguir a su deseo.
Weber, por su parte, considera que la modernidad ha desterrado a los
dioses del mundo. La racionalidad, el cálculo y la predicción
se han apropiado de lo que antes había sido gobernado por el destino,
la pasión y el sentimiento.
Tanto la idea de Destino como la de Pesimismo tienen relación
con las
Consecuencias no queridas de la acción (de lo bueno
no siempre resulta el bien y de lo malo sólo el mal). "
La historia
es la tragedia de una humanidad que hace su historia, pero no sabe la historia
que hace."
(24)(pp.35) Esto es resultado de las complejas
relaciones entre el bien y el mal, entre los vicios y las virtudes. Es,
sin duda, fruto de las distintas consideraciones de los medios y de los
fines y de su utilización.
"
El mismo acto resulta bueno o malo según el sentido que el
actor dé a su vida"
(25)(pp.73), considerará
Weber, que opina que el individuo ha de crear sus valores y adopta la postura
última de realizar una síntesis entre convicción y
responsabilidad. "
Desde este punto de vista la ética de la responsabilidad
y la ética de la convicción no son términos absolutamente
opuestos, sino elementos complementarios que han de concurrir para formar
al hombre auténtico, al hombre que puede tener `vocación política´."
(26)(pp.177), concluirá Weber. Raymond Aron recogerá
este pensamiento en su prólogo de
El Político y el Científico:
"
El peligro es tanto más real cuanto que Max Weber parece proponer
como ideal, como suprema realización de su propia elección,
la obediencia de cada cual a su propio dios o a su propio demonio."
(27)(pp.55-56)
(28). Esta ética
personal, en parte es lo que hará el superhombre de Nietzsche: "
Mientras
que el hombre aristocrático, el hombre trágico, el hombre heroico
pisotea esos valores vulgares y débiles; ese hombre es necesariamente
un guerrero, un guerrero duro para consigo mismo y para con los demás,
dispuesto a sacrificarse a sí mismo y a los demás." (29)(pp.117) Podríamos observar en el comportamiento
de Aschenbach un cierto cambio de una
Ética de la responsabilidad
inicial hacia una
Ética de la convicción (analizas
por Weber)
(30). Esta traslación cambia el sentido
de su existencia "
La infamia más monstruosa le parecía llena
de promesas y encontraba caduca la ley moral"
(31)(pp.131),
concluirá Aschenbach. Así, inmerso en la esfera del sentimiento
amoroso, una especie de mundo al revés, Aschenbach considera que
"
acciones que, de haber obedecido a otros fines, hubieran sido censuradas
como muestras de cobardía -genuflexiones, juramentos, súplicas
fervientes y gestos serviles-, no sólo no le resultaban oprobiosas
al amante, sino que hasta le valían elogios"
(32)
(pp.108) y se desinteresa por las consecuencias de su acción.
A pesar de ser un artista, nuestro protagonista, al comienzo de la narración,
sigue la ética ascética de trabajo duro y riguroso que caracteriza
la
Ética protestante de Weber. "
Vive el destino de su
estamento", que dirá Freud. Lepenies señala: "
Gustav
Aschenbach, en quien el poeta se describió a si mismo, encaja mejor
que cualquier otra de sus figuras en el universo de Max Weber; enemigo de
toda ociosidad, marcado por el servicio y el autocontrol, `perseverar´
es su palabra favorita: `Gustav Aschenbach era el poeta de todos aquellos
que trabajan al borde del agotamiento, de los recargados de trabajo, de los
ya extenuados, de los que aún se mantienen en pie, de todos esos
moralistas del rendimiento que, delgaduchos en crecimiento y esquivos de
medios, se ganan mediante éxtasis de la voluntad y sabia administración,
por lo menos durante algún tiempo, los resultados de la grandeza.
De ellos hay muchos, son los héroes de la época.´"
(33) Con su viaje/viraje vital recupera la pasión,
la sensualidad
(34), se lía la manta a la cabeza
y sigue a su corazón de un modo enfermizo hasta las últimas
consecuencias.
La lucha de la
Voluntad o el instinto y el
Espíritu
o intelecto ocupa un lugar destacado a la hora de explicar la represión
que sufren los dos autores alemanes en su vida personal
(35)
y que toma cuerpo en Aschenbach que asume que "
aquel capricho que tan
tardía y súbitamente acababa de asaltarlo no tardó
en ser morigerado y rectificado por la razón y una autodisciplina
practicada desde sus años juveniles"
(36) (pp.13)
La tentación aparece a la vuelta de cada esquina, impidiendo proseguir
el trabajo, la obra para la cual vivía. "
Afán impetuoso
de huida -¿Por qué no confesárselo?- era esa apetencia
de lejanía y cosas nuevas, ese deseo de liberación, descarga
y olvido, ese impulso de alejarse de la obra, del escenario cotidiano de
una entrega inflexible, apasionada y fría. Cierto es que la amaba,
como también amaba –o casi- esa enervante lucha, diariamente renovada,
entre su orgullosa y tenaz voluntad (37), tantas veces
puesta a prueba, y una creciente lasitud que nadie debía sospechar
en él y que nada, ningún síntoma de flaqueza o de incuria,
debía dejar traslucir en el producto de su labor"
(38) (pp. 14).
Animado por la influencia del pensamiento de Schopenhauer y Nietzsche,
Mann introduce en el discurso inicial de Aschenbach una especie de oda
a la voluntad de vivir que contrasta con su comportamiento racional en
un principio. Pero siguiendo la concepción pesimista de Schopenhauer
"
La voluntad, que es lo contrario de una satisfacción en reposo,
es en sí misma algo fundamentalmente desdichado; es inquietud, es
apetencia de algo, es ansia, es nostalgia, es avidez, es anhelo, es padecimiento."
(39)(pp.32-33) La contraposición schopenhaueriana,
excluyente, torturante y hostil entre instinto y espíritu, pasión
y conocimiento, voluntad y representación es pesimista porque es
bipolar. "¿
Qué habría ocurrido si Schopenhauer hubiera
encontrado la unidad de esas cosas en su naturaleza de artista, en su genialidad?¿Si
hubiera comprendido que el genio no es en modo alguno sensualidad en reposo
y voluntad en suspenso?¿Qué el arte no significa objetividad
espiritual, sino que es la unión, la mutua penetración, productora
y elevadora de la vida, de las dos esferas, algo más fascinante que
pueda serlo cada una de esas dos esferas, el sexo y el espíritu,
por sí solas?" (40)(pp.75)
Es una forma
de reconocer la cuerda floja sobre la que anda el artista atormentado, que,
en este caso está fuertemente influenciado por una férrea educación
protestante pero a la vez es un creador, en quien la sensibilidad ha de
jugar un gran papel. Nos cuenta el autor alemán que Aschenbach en
su juventud estaba "
entregado por completo al espíritu, había
agotado el conocimiento, molido la simiente y revelado secretos, poniendo
en duda el talento y traicionando al arte; sí, mientras sus obras
distraían, exaltaban y animaban a un grupo de crédulos admiradores,
el joven artista había embelesado sin tregua a los lectores de veinte
años con sus cinismos sobre la dudosa esencia del arte y del quehacer
artístico mismo. Pero se diría que nada embota tan rápida
y radicalmente las capacidades de un espíritu noble como la amarga
y sutil fascinación del conocimiento; y es un hecho que, por melancólica
y concienzuda que sea, la escrupulosidad del adolescente queda minimizada
si se la compara con la sólida resolución del hombre que, dueño
al fin de sí mismo, decide negar el saber y lo rechaza, prescindiendo
altivamente de él en la medida en que amenace con paralizar, entorpecer
y deshonrar la voluntad, la acción, el sentimiento e incluso la pasión."
(41)(pp.24-25) El equilibrio lo consigue advirtiendo la
moralidad de la forma como resultado de una disciplina pero también
su inmoralidad, al implicar una indiferencia ética y una aspiración
a sojuzgar la moral bajo su mirada. "
La impetuosidad verbal con que se
condenaba allí lo condenable, proclamaba el rechazo de cualquier
equívoco en el plano moral, de cualquier simpatía por el abismo,
la renuncia a ese relajamiento condensado en la indulgente divisa `comprenderlo
todo es perdonarlo todo.´"
(42)(pp.25) Consigue
en la satisfacción estética, introducir un orden que le brinda
una metafísica con lógica.
Una visión freudiana también puede resultar esclarecedora.
La represión, las pulsiones, los deseos, los sueños... son
palabras del vocabulario psicoanalítico que usa Mann y que el propio
Mitzman, en su obra
La jaula de hierro: una interpretación histórica
de Max Weber, también tiene en cuenta al analizar la figura
del propio Weber. La tensión constante y el rendimiento al máximo
que produce la ética protestante del trabajo seguida en un principio
por Aschenbach, se traduce en una insatisfacción interna que mantiene
esclavizada su sensibilidad. El autodominio y la contención son
la fórmula de su vida hasta que libera sus demonios interiores.
El punto de inflexión es el primer encuentro con Tadzio. A partir
de ese momento un Aschenbach hechizado tendrá que lidiar una lucha
interna (un querer y no querer simultáneo) por un deseo imposible
que le obsesiona, le llena de angustia y lo transforma en un pelele. La
represión en su comportamiento inicial ante la presencia de Tadzio
se va disipando a medida que el argumento avanza. "
Pues la pasión,
al igual que el crimen, se aviene mal con el orden establecido y el bienestar
de la vida cotidiana, y cualquier dislocación del sistema burgués,
cualquier confusión o calamidad que amenace al mundo le resultarán
forzosamente gratas, porque conserva una vaga esperanza de sacar provecho
de ellas."
(43)(pp.102) Del amor al orden pasa al amor
al caos
(44). Su oscuro secreto sirve de pretexto para
no descubrir el de la ciudad, porque la posibilidad de la marcha de Tadzio
le infunde el temor de no poder seguir viviendo. Así resuelve el
dilema de desvelar el secreto de Venecia a la madre del joven polaco: "
Pero
al mismo tiempo se sabía infinitamente lejos de querer dar ese paso
en serio, un paso que lo haría retroceder, que lo devolvería
a sí mismo. Pues quien esta fuera de sí nada aborrece tanto
como volver a sí mismo."
(45)(pp.125-126)
Lo onírico y el mundo de los sueños son utilizados por
Mann para recrear el estado de ánimo de su protagonista. Es enormemente
gráfico el sueño terrible de barbarie que anuncia El dios
extranjero. "
En su corazón retumbaban los redobles del timbal,
el cerebro le daba vueltas, y, presa de la furia, la ceguera y una voluptuosidad
embriagadora, su alma ansió integrarse al corro del dios."
(46)(pp.129),
"Lo animalmente primitivo penetra en su
espíritu (¿o simplemente es elevado a la conciencia algo que
estaba soterrado?) a pesar de que "grande era su repugnancia, grande también
su miedo, y sincera su voluntad de proteger, hasta el final, lo suyo contra
lo de fuera (47), contra el enemigo del espíritu
digno y sereno."
(48)(pp.129) En relación con
su posición intermedia entre la naturaleza (animal) y el espíritu,
se producen intensas tensiones internas del hombre, que por ello es llamado
"el animal enfermo" por Nietzsche. Son las luchas entre las pulsiones
y deseos del ello y la represión que sobre ellas ejerce el yo y el
superyo en palabras de Freud.
Por su parte, menos artista y más científico("
algo
puede ser verdadero aunque no sea ni bello, ni sagrado, ni bueno." (49)(pp.218)), Weber resuelve de otra manera el dilema
de lo racional versus lo emocional. El propio libro
El Político
y el Científico, es, en su conjunto, una consideración
sobre esta idea, tiene en cuenta este planteamiento. La de Weber es una
sociología comprensiva- explicativa que indaga sobre los significados
subjetivos que los actores humanos dan a sus acciones, en las orientaciones
mutuas en contextos específicos sociohistóricos. Incluso
llega a hablar de cuatro tipos fundamentales de acción social que
pasan de la acción orientada por la razón a la emocional-afectiva,
reconociendo al existencia de la dualidad razón-sentimiento en el
hombre
(50). "
No dejó jamás de subrayar
que la política no tenía nada que hacer en las aulas, repitió
continuamente que las virtudes del político son incompatibles con
las del hombre de ciencia; pero su preocupación por separa ambas
actividades no era más aguda que su conciencia del vínculo
que entre ellas existe." (51)(pp.10) La problemática
surgida en este aspecto la trata Weber separando la figura del científico
de la del político, delimitando la ética propia de cada actividad
(52):
"El vínculo entre la ciencia y la política
de Max Weber aparece igualmente estrecho si se considera el otro aspecto;
no ya la relación causal, sino los valores: referencia a los valores
en el caso de la ciencia (53), afirmación de los
valores en el de la acción." (54)(pp.12)
Curiosamente, Aschenbach pasa de tener un alto concepto de si mismo a
detestarse físicamente y considerarse indigno de Tadzio. De ser reconocido
y laureado a ser el portador de un oscuro secreto
(55)
que le hace autodenominarse el solitario, el que se oculta y huye del mundo.
Cercano su final, Mann lo retrata así: "
Y allí, sentado,
estaba el maestro, el artista que accediera a la dignidad, el autor de El
miserable, que, en forma tan ejemplarmente pura, había abjurado de
la bohemia y las profundidades turbias, denegando su simpatía al abismo
y abominado de lo abominable; el escritor encumbrado que, superando su propio
saber y emancipándose de toda ironía, se había habituado
a los compromisos impuestos por la confianza de las masas; el artista de
fama oficial, cuyo nombre había sido ennoblecido y cuyo estilo servía
de modelo a los adolescentes: allí estaba sentado, entornando los
párpados, y sólo a ratos permitía que por debajo de
ellos se escurriera, para volver a ocultarla a toda prisa, una mirada
burlona y confusa, y sus fláccidos labios, realzados por el maquillaje,
modulaban palabras sueltas, extraídas de la extraña lógica
del sueño que su cerebro adormecido producía."
(56)(pp.136-137)
El augusto escritor termina siendo
víctima de su propio delirio, apareciendo en las últimas
páginas enloquecido y trastornado. Y es que es la palabra
perturbadora,
la que mejor define la belleza de Tadzio. De ser un
insider,
el famoso escritor pasa a convertirse en un
outsider (57). Trayectoria parecida a la que siguió
Weber pero en otro sentido. Weber, por la fidelidad que se tiene a si mismo
y por lo consecuente que era con sus ideas no duda en criticar y en señalar
lo mejorable de las posturas políticas de su tiempo (ya sean conservadoras,
liberales, nacionalistas o socialistas) sin despreciar lo positivo. Como
científico no se ata a unos valores que le conduzcan hacia el abismo.
No se casa a ciegas con nadie. De ese modo, Weber, reconocido desde temprana
edad como un reputado profesor, será blanco de las iras que su espíritu
crítico concita al final de su vida.
Para Thomas Mann, el ético del rendimiento era, en principio,
el
Héroe de la época moderna. En cambio Weber considera
que la racionalidad echa a los héroes del mundo, por eso clama por
una figura carismática que sea el líder que nos libere de
la burocratización. Según Weber, "
es completamente cierto,
y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca
lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez. Pero para ser capaz
de hacer esto no sólo hay que ser un caudillo, sino también
un héroe en el sentido más sencillo de la palabra."
(58) (pp.179) Aschenbach en cierto modo recupera el héroe
en la figura de Tadzio
(59). Él es el líder
de su grupo de amigos, es un prodigio, es un Eros, es la Belleza, es una
obra de arte
(60).
Primus inter pares Tadzio, el
objeto amado, sufre un doble proceso de mitificación/ mistificación
por parte de Aschenbach. Esto le produce temor ante unos sentimientos que
no puede y no quiere replegar. Además de recurrir a la mitología
clásica a la hora de calificar a Tadzio como Narciso, como Jacinto,
Aschenbach establece una comparación entre su relación con
el joven polaco y la que Sócrates estableció con Fedro, "
la
del sabio junto al digno de ser amado"
(61)(pp.86)
En un diálogo entre Sócrates y Fedro, aquel dirá:
"
Porque la Belleza, Fedro mío, y sólo ella, es a la vez
visible y digna de ser amada: es, tenlo muy presente, la única forma
de lo espiritual que podemos aprehender y tolerar con los sentidos. Pues,
¿qué sería de nosotros si las demás formas
de lo divino, si la Razón, la Virtud o la Verdad quisieran revelarse
a nuestros sentidos?¿Acaso no pereceríamos y nos consumiríamos
de amor como Semele al contemplar a Zeus? La Belleza es, pues, el camino
del hombre sensible hacia el espíritu... sólo el camino, un
simple medio, mi pequeño Fedro..."
(62)(pp.
87). El concepto de Verdad relacionado con la Belleza
(63),
el estado estético como conocimiento intuitivo de la verdad, tiene
que ver con el pensamiento platónico que nos eleva a lo ideal sobre
la realidad, enfatizando lo espiritual y lo eterno sobre lo sensible y lo
temporal. A través de lo bello se trasluce la Idea (aunque una cosa
puede ser bella precisamente porque no es buena, o porque es el fruto prohibido,
lo inalcanzable). Esta referencia a la filosofía de Schopenhauer
que considera al artista y al arte como intermediarios entre la Idea y la
realidad aparece también en las siguientes palabras:
"¡Qué
disciplina, qué precisión en las ideas se expresaban a través
de ese cuerpo cimbreño y juvenilmente perfecto! Pero la voluntad pura
y severa que, operando en la oscuridad, había logrado sacar a la
luz esa estatua divina ¿no le resultaba acaso a él, el artista,
algo ya familiar y conocido?¿No operaba también en él,
cuando impulsado por una sobria pasión, liberaba de la masa marmórea
del lenguaje la esbelta forma que había contemplado en su espíritu
y la ofrecía a los hombres como imagen y espejo de la belleza
espiritual? ¡Imagen y espejo! Sus ojos abarcaron la noble figura que
se erguía allá abajo, en las lindes del azul, y en un arrebato
de entusiasmo creyó abrazar la belleza misma con esa mirada, la
forma como pensamiento divino, la perfección pura y única
que vive en el espíritu y de la cual, para ser adorada, se había
erigido allí una copia, un símbolo lleno de gracia y ligereza"
(64)(pp.84)
Lo convierte en arte al compararlo con "Efebo sacándose una espina",
al recordarle a la estatuaria griega por su perfección y belleza
divina. La visión del joven efebo, que participa del esteticismo
dionisíaco, "
suscitó en su observador evocaciones míticas:
era como un mensaje poético llegado de tiempos arcaicos, desde el
origen de la forma y el nacimiento de los dioses"
(65)(pp.64).
Su carácter efímero ("
es probable que no llegue a viejo"
(66)(pp.66)) aporta fragilidad a su aura.
También Weber recurre a Platón para explicar el descubrimiento
griego del concepto, instrumento esencial del trabajo del científico.
De la vivencia de los discípulos de Sócrates "
parecía
necesariamente deducirse que una vez que se hubiese encontrado el concepto
de lo bello, de lo bueno, de la bravura, del alma o de cualquier otra cosa,
también podría encontrarse su verdadero ser, quedando así
abierto el camino que permitiría enseñar y aprender cuál
es el modo justo de comportarse en la vida y, sobre todo, de comportarse
como ciudadano."
(67)(pp. 205)
Como en un sueño, Aschenbach observa a su querido e inalcanzable
Tadzio en la playa. Sabe que el final está cerca porque le acaban
de comunicar la partida del joven polaco. Su fantasía se derrumba
y él con ella. Como último legado de su aprendizaje vital,
pone en boca de Sócrates un pequeño discurso que nos trae a
la mente el parentesco profundo entre sufrimiento y belleza: "
Porque la
Belleza, Fedro, tenlo muy presente, sólo la Belleza es a la vez visible
y divina, y por ello es también el camino de lo sensible, es, mi pequeño
Fedro, el camino del artista hacia el espíritu. Pero ¿crees
acaso, querido mío, que algún día pueda obtener la
sabiduría y verdadera dignidad humana aquel que se dirija hacia lo
espiritual a través de los sentidos?¿O crees más bien
(te dejo la libertad de decidirlo) que es éste un camino peligroso
y agradable al mismo tiempo, un auténtica vía de pecado y
perdición que necesariamente lleva al descarrío? Porque has
de saber que nosotros, los poetas, no podemos recorrer el camino hacia
la Belleza sin que Eros se nos una y se erija en nuestro guía; sí,
por más que a nuestro modo seamos héroes y guerreros virtuosos,
en el fondo somos como las mujeres, pues lo que nos enaltece es la pasión,
y nuestro deseo será siempre, forzosamente, amor: tal es nuestra
satisfacción y nuestro oprobio. ¿Comprendes ahora por qué
nosotros, los poetas, no podemos ser sabios ni dignos?¿Comprendes
por qué tenemos que extraviarnos necesariamente, y ser siempre disolutos,
aventureros del sentimiento."
(68)(pp. 137-138)
NOTAS
(1) Mann, Thomas: Schopenhauer, Nietzsche y Freud,
Madrid, Alianza, 2004
(2) Mann, Thomas: La muerte en Venecia,
Madrid, El País. Clásicos del siglo XX, 2002. A partir de
ahora, en las siguientes citas , nos referiremos a este libro como LMV
(3) Llovet, Jordi: "Un artista del disimulo", El País,
14 de febrero 2004.
(4) LMV.
(5) LMV.
(6) González García, José Mª:
Las huellas de Fausto, Madrid , Tecnos, 1992.
(7) González García, José Mª:
Las huellas de Fausto, Madrid , Tecnos, 1992.
(8) Las palabras destino y azar son recurrentes en esta
novela.
(9) Toda evolución es un destino, nos llega a
sugerir Mann. ¿Hasta que punto Aschenbach se resigna ante su destino
y deja que las cosas sigan su curso?
(10) LMV.
(11) LMV.
(12) LMV.
(13) A la que identifica con los Campos Elíseos,
morada de los dioses donde siempre era primavera, pero lugar a donde van
los muertos.
(14) Las góndolas le parecerán a Aschenbach
ataúdes.
(15) Sufrimientos y angustias que él somatiza.
(16) LMV.
(17) Weber, Max: El político y el científico,
Madrid, Alianza, 1998. PC en adelante.
(18) LMV.
(19) LMV.
(20) LMV.
(21) LMV.
(22) LMV.
(23) Siente "ganas de viajar, nada más; pero
sentidas con una vehemencia que las potencia hasta el ámbito de lo
pasional y alucinatorio" (pp. 11 de La Muerte en Venecia)
(24) PC.
(25) PC.
(26) PC.
(27) PC.
(28) "La fórmula de la `guerra de los dioses´
es la transposición de una hecho indiscutible (el de que los hombres
se han hecho representaciones incompatibles del mundo) en una filosofía
que nadie vive ni piensa porque es contradictoria (la que sostiene que todas
las representaciones son equivalentes porque ninguna es verdadera ni falsa."
En El Político y el Científico, pp.75.
(29) Mann, Thomas: Schopenhauer, Nietzsche y Freud,
Madrid, Alianza, 2004
(30) "Pero sí hay una diferencia abismal
entre obrar según la máxima de una ética de la convicción,
tal como la que ordena (religiosamente hablando) `el cristiano obra bien
y deja el resultado en manos de Dios´, o según una máxima
de la ética de la responsabilidad, como la que ordena tener en cuenta
las consecuencias previsibles de la propia acción" En El Político
y el Científico, pp.165. Pero aquí volveríamos
a preguntarnos hasta dónde podemos controlar las consecuencias de
nuestras acciones.
(31) LMV.
(32) LMV.
(33) Lepenies, Wolf: Las tres culturas. La sociología
entre la literatura y la ciencia, México, FCE, 1994.
(34) Incluso el lenguaje de Mann pierde la formalidad
inicial para tomar cada vez un carácter más sensual.
(35) Y que en su vida intelectual se observa en su
crítica al excesivo intelectualismo.
(36) LMV.
(37) Aquí voluntad es capacidad de represión.
(38) LMV.
(39) Mann, Thomas: Schopenhauer, Nietzsche y Freud,
Madrid, Alianza, 2004.
(40) Mann, Thomas: Schopenhauer, Nietzsche y Freud,
Madrid, Alianza, 2004.
(41) LMV.
(42) LMV.
(43) LMV.
(44) Hay un proceso de desintegración de la
cultura de su vida.
(45) LMV.
(46) LMV.
(47) ¿O contra lo que él no sabía
que estaba en su interior? El concepto de la represión que nos brinda
Freud permite plantear estas preguntas.
(48) LMV.
(49) PC.
(50) No hay unicausalidad.
(51) PC.
(52) Ajustada esta ética propia a la finalidad
de cada actividad.
(53) ¿Pero hasta que punto se pueden limar los
juicios de valor en la ciencia?
(54) PC.
(55) La conversión en paria sería el
resultado de desvelar su amor prohibido.
(56) LMV.
(57) Pasa de la plena integración en su mundo
inicial al un progresivo desapego de éste y de sus valores.
(58) PC:
(59) Evoluciona su discurso en este sentido "Una
vida basada en el autodominio y en la obstinación, una vida ardua,
hecha de perseverancia y abstenciones, transformada por él en símbolo
de un heroísmo refinado y tempestivo, bien podría ser
calificada de viril y valerosa; y el Eros que se había posesionado
de él le empezó a parecer en cierto modo, particularmente
idóneo y afecto a semejante género de vida", pp. 107-108
de LMV.
(60) Responde aquí a esa preocupación
del pensamiento alemán sobre la forma y el arte.
(61) LMV.
(62) LMV.
(63) Lo bello y su contemplación como liberación
de la esclavitud de la voluntad.
(64) LMV.
(65) LMV.
(66) LMV.
(67) PC.
(68) LMV.
BIBLIOGRAFÍA
·
(1997)COSER, Lewis
A., Masters of Sociological Thought: ideas in historical and social context,
Harcourt Brace Jovanovich, New York
(1992)GONZÁLEZ
GARCÍA, José Mª, Las Huellas de Fausto, Tecnos,
Madrid.
(1994)LEPENIES, Wolf, Las Tres Culturas. La Sociología entre
la Literatura y la Ciencia, FCE, México.
(2002)MANN,
Thomas, La Muerte en Venecia, El País. Clásicos
del siglo XX, Madrid.
(2004)MANN, Thomas, Schopenhauer, Nietzsche y Freud, Alianza,
Madrid.
(1976)MITZMAN, Arthur, La Jaula de Hierro: una Interpretación
Histórica de Max Weber, Alianza, Madrid.·
(1998)WEBER, Max, El Político
y el Científico, Alianza, Madrid.