mientrastanto.e
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB

Tras el referéndum:
Eppure si muove

Desde su impulso
inicial en la Declaración
de Laeken de 2001

Los euros del sí
Datos de la financiación
de la campaña
del referéndum

El Carmel: política
y economía
de la irresponsabilidad

El hundimiento del túnel
del metro en el barrio barcelonés

Elecciones en Iraq
El principal objetivo
que persiguen los americanos

Pequeña guía bibliográfica
para comprender mejor
la política exterior
de George W. Bush

Desde el final de la segunda guerra mundial, la política exterior norteamericana

Bush y su reforma
de la responsabilidad civil,
o la clemencia del Ejecutivo
con los ejecutivos homicidas

Greg Palast

La biblioteca de Babel
· Elfriede Jelineck, Deseo
· Anthony D. Smith, Nacionalismo y modernidad

Memoria y vitalidad
Patricia Ferreira, Para que no
me olvides

Revista mientras tanto
· Contenido del número 91-92
· Avance del número 93

Número 23 · Març de 2005
Crèdits
· Correu-e ·
Suscripcions i desuscripcions

mt.e mientras tanto mt.e bitartean mt.e mientras tanto mt.e mentrestant

 

Tras el referéndum: Eppure si muove

Desde su impulso inicial en la Declaración de Laeken de 2001, el "proceso constituyente" europeo se ha movido más en el plano simbólico que real. La invocación de palabras como "Convención" o "Constitución" no ha supuesto una voluntad sincera de modificar las formas y el fondo del proceso de construcción europea. La larga sombra de los ejecutivos estatales nunca dejó de planear sobre el proceso de elaboración del Tratado constitucional y el texto resultante, tras más de medio siglo de integración, no hace sino consolidar la estructura elitista y la orientación mercantilista asumidas por la Unión sobre todo desde Maastricht.

El gobierno español, con todo, hubiera podido aprovechar el proceso de ratificación del Tratado para abrir un debate más amplio, no sólo acerca de su contenido, sino sobre el sentido general de la propia integración. Pero no lo hizo. A pesar de que ni en 1986, con ocasión de la adhesión, ni con la ratificación de los Tratados sucesivos (Maastricht, Ámsterdam y Niza) se había convocado una consulta popular, actuó en sentido diametralmente opuesto.

Con dos años de margen por delante, se apresuró a convocar un referéndum consultivo cuando la mayoría de la ciudadanía desconocía lo que habían tramado Giscard d'Estaign, los miembros de la Convención y los jefes de Estado. La inminencia de la convocatoria forzó a su vez el pronunciamiento del Tribunal Constitucional acerca de las posibles incompatibilidades entre el Tratado constitucional y la Constitución española. El cambio de opinión de algún magistrado, que se había manifestado con claridad a favor de la necesidad de reformar previamente el texto de 1978, hizo patente la "presión política" que supuso la ansiedad del gobierno por ser "los primeros con Europa".

El compromiso inicial del presidente del Gobierno con la "democracia deliberativa" y el "republicanismo cívico" pronto se desvaneció en una exhibición propia de los peores regímenes plebiscitarios. Lejos de fomentar un debate público, plural, informado y de calidad, se impulsó una campaña superficial, que acabó por contagiar al resto de las fuerzas políticas (de todas ellas, sólo Iniciativa per Catalunya y Convergencia Democrática de Catalunya, siquiera sea de manera forzada, propugnaron el debate interno, con ponencias alternativas a favor del sí y del no). El aparato mediático y los recursos puestos al servicio de la defensa del sí fueron imponentes (un botón de muestra: vid. infra "Los euros del sí"). Tras el escaparate de una autodenominada "Plataforma Cívica por Europa", hasta entonces desconocida, grandes empresas como el BSCH, Telefónica, Iberdrola, Unión Fenosa, Iberia, Fiat o Auna recordaron, casi diariamente, la necesidad de apoyar una Unión basada en la "solidaridad, la justicia y la paz". La televisión basura y los rostros de algunos famosos sirvieron para difundir los aspectos más amables del texto, ofendiendo la inteligencia de los espectadores y ocultando, en cambio, sus perfiles militaristas o su núcleo duro neoliberal. En cambio, las voces críticas con el Tratado fueron borradas o minimizadas en las pantallas y en la prensa. Muchas Plataformas del no tuvieron problemas para reunirse e incluso para manifestarse. Ante la evidencia de la asimetría, la propia Junta Electoral Central se vio obligada a amonestar a un gobierno que, en su prepotencia propagandística, no dudó en tantear el terreno de la ilegalidad.

Y sin embargo no fue suficiente. A pesar del férreo consenso exhibido por los valedores del Tratado, el índice de participación en el referéndum -el 42,3%- ha sido el más bajo desde la caída del franquismo y uno de los más pobres en el ámbito de las consultas europeas (sólo el primer referéndum irlandés en torno al Tratado Niza registró una participación menor: el 34,7%). Las posiciones críticas partidarias de "otra Europa", por su parte, han conseguido abrirse un espacio digno que servirá para apuntalar sensibilidades similares no sólo en el resto de la Unión, sino también fuera de ella. En Euskadi, Navarra y Catalunya, donde a las razones "sociales" de oposición al Tratado se sumaron las demandas a favor de una Europa plurinacional, el porcentaje de votos en contra, en blanco y de abstenciones, resultó bastante superior a la media estatal. Todo ello a pesar de que el PNV o CiU reforzaron la "pinza" de los partidos mayoritarios.

En realidad, de cara a las elites de la Unión, y sobre todo de cara a consultas más problemáticas, como la francesa, el expediente que los defensores del Tratado constitucional pueden mostrar es poco convincente. El sí ha obtenido la mayoría de los votos, pero nada justifica las euforias verbales desplegadas por el gobierno y algunos de sus aliados. Pretendían imponer un Tratado que se limitara a blindar, para los próximos treinta o cincuenta años, un modelo de integración neoliberal y tecnocrático. Sin embargo, como un aprendiz de brujo, han desatado fuerzas y temas "onstituyentes" que acaso ya no puedan controlar. Algo se mueve en Europa.

[Xavier Pedrol y Gerardo Pisarello]

Los euros del sí

Información difundida el pasado mes sobre la financiación estatal
de la campaña para el referéndum del 20 de febrero de 2005
Labored.org

El Consejo de Ministros aprobó el pasado 14 de enero distintas disposiciones relativas a la convocatoria del referéndum sobre la Constitución europea del próximo día 20 de febrero, entre las cuales destaca la concesión de ayudas extraordinarias a los grupos políticos con representación parlamentaria en el Congreso, con el fin de sufragar la campaña de explicación y divulgación del Tratado de la Constitución europea.

El importe de estas ayudas asciende a nueve millones de euros (mil quinientos millones de las antiguas pesetas). Esta cuantía se distribuirá en función del número de escaños y votos conseguidos en las últimas elecciones generales. En concreto, los partidos recibirán 8.571 euros (algo menos de millón y medio de las antiguas pesetas) por cada escaño obtenido y 0,2442 euros por cada voto conseguido por cada candidatura al Congreso.

Resumen de datos de la financiación
de la campaña del referéndum

Coste de la campaña del Gobierno denunciada por parcial: 9 millones de euros

  • Los partidos del SÍ recibirán 8.287.587 millones de euros, distribuidos
    de la siguiente forma:
  •  PSOE  4.098.233 euros
     PP  3.653.668 euros
     CIU  289.732 euros
     EAJ-PNV  162.800 euros
     CC  83.154 euros

  • Los Partidos del NO recibirán 735.758 euros, distribuidos de la siguiente forma:
  •  IU  356.428 euros
     ERC  227.834 euros
     BNG  68.103 euros
     CHA  31.587 euros
     EA  28.328 euros
     NA-BAI  23.478 euros

  • Financiación del resto de partidos (sin representación en el Congreso
    de Diputados): 0 euros
  • Financiación pública directa a la sociedad civil: 0 euros
  • Financiación de la Coordinadora Estatal de plataformas y organizaciones
    por el "NO a la Constitución Europea" (que agrupa a más de cuatrocientas organizaciones políticas, sindicales y sociales del Estado Español): 0 euros
  •  

    El Carmel: política
    y economía de la irresponsabilidad

    El hundimiento del túnel del metro en el barrio barcelonés del Carmel, que ha obligado al derribo de tres edificios (de momento), el desalojo de casi mil vecinos y la paralización de actividades comerciales y educativas, es uno más de los graves accidentes que periódicamente nos depara nuestra boyante industria de la construcción. No es un caso aislado, como lo recuerdan las graves rupturas de presas (Ricobayo, Tous) o, en la misma Barcelona de los prodigios, el problema de la aluminosis. Sólo un mes antes del percance del Carmel, se había tenido que derribar de urgencia un bloque de pisos aluminosos en Turó de la Peira, el barrio que generó la alarma al caer un edificio en 1991. Y transcurridos catorce años (con Olimpiada, Forum y reconstrucción del Liceo incluidos) aún quedan 4065 viviendas pendientes de demolición o rehabilitación. Este nuevo desastre no hace sino mostrar la urgencia que tiene la ciudad en resolver los graves problemas de vivienda que genera un cúmulo de actuaciones dominadas por el lucro.

    Los actuales gestores de Ayuntamiento y Generalitat pueden aducir que se trata de problemas heredados de anteriores gestiones. La aluminosis se generó hace muchos años, en la década de los cincuentas o sesentas, cuando Cementos Molins (una empresa familiar que ha dado insignes políticos a CiU) comercializó un producto que permitía construir más deprisa (aunque ya en Francia se sabía que tenía problemas). Se prohibió a principios de los setenta cuando se hundió una fábrica textil construida con este material, pero no se hizo nada con los miles de pisos de clase obrera edificados con la misma tecnología, hasta el desastre de 1991. Ciertamente era una herencia del franquismo, pero nadie hizo nada para evitar los posibles efectos, y las élites políticas se cerraron en banda a la hora de exigir responsabilidades a los Molins y a los Sanahuja promotores del barrio afectado (y con otras numerosas patologías edilicias). Ambos siguen figurando entre la élite económica catalana, al mando de su emporio cementero los primeros y de sus inmobiliarias los segundos (promotores de la emblemática Illa Diagonal, del centro lúdico de las Arenas, del especulativo proyecto Porta Diagonal y socios de Metrovacesa).

    Ahora, con otras características, la historia se repite. El túnel del Carmel lo proyectó el anterior Gobierno de CiU, alterando el proyecto inicial sin demasiados estudios técnicos. Y lo asumió el nuevo Gobierno de la misma forma que ha aceptado la continuidad de muchas otras políticas. Sin replantearse en serio los métodos de trabajo y organización con que se impulsaban los proyectos y sin revaluar los riesgos que los mismos generaban. Y es que lo que resulta más chocante de la cuestión es la forma cómo se toman las decisiones y se ejecutan los proyectos. El cliente de la obra no es la Generalitat sino la empresa pública GISA, creada por CiU para eludir los límites presupuestarios legales (GISA puede endeudarse sin que se contabilice como deuda pública). Pero GISA no hace más que encargar y pagar. El proyecto, y el control de obra, lo llevan a cabo dos ingenierías (Tec-Cuatro y Geocontrol), las obras se contratan a una unión temporal de empresas: FCC (la de Esther Koplowitz y amigos, la empresa que desde siempre ha tenido una gran participación en la obra y la gestión de servicios públicos barceloneses), Comsa (de la familia Miarnau, con importante presencia en obra ferroviaria y con periódicas apariciones en prensa por "affaires diversos") y Copisa (otra importante empresa local que ha experimentado diversos cambios accionariales hasta pasar a manos de la familia Cornadó). Pero el control de todo este entramado no lo realiza GISA sino que lo tiene subcontratado de forma habitual a otra consultora (Payma). Falta aún por conocer la lista de subcontratistas que seguramente deben trabajar para las tres que figuran como responsables del proyecto. No parece difícil que entre tanto intermediario el control público de la obra sea algo bastante etéreo y que no se pueda establecer con facilidad quién es el responsable del desaguisado.

    No se trata de una chapuza puntual sino de una forma entera de gestión. La que presupone que una enorme división del trabajo entre empresas privadas permite una gestión más eficiente de los proyectos, reduciendo la actividad pública al mero papel de demandante y pagano. La fascinación por la gestión privada que padece gran parte de la élite política (y aún más sus asesores áulicos) les lleva a olvidar la creciente experiencia cotidiana de lo que significa enfrentarse a los múltiples fallos de un modelo de gestión pensado especialmente para diluir la responsabilidad y permitir a los directivos de las grandes empresas quitarse de encima tanto el fatigoso trabajo de hacer funcionar las cosas como el de apechugar con sus fallos. Lo sabemos bien cuando experimentamos deficiencias en los más variados servicios y descubrimos que nuestro único interlocutor es alguien pagado para actuar como una pared de frontón. A esta política de la irresponsabilidad organizada es a la que debe achacarse este nuevo suceso que ensombrece la vida de un barrio obrero.

    Una irresponsabilidad de la que participan plenamente los técnicos. Siempre tan "profesionales", arrogantes y corporativos. Como tuvimos ocasión de ver en uno de los debates de la televisión catalana, donde los representantes de los colegios profesionales eran los que más insistían en la idea de accidente. Estos técnicos que han avalado (y se han enriquecido con ello) numerosos desastres urbanísticos y que utilizan sus organismos corporativos como lobbyes de opinión a favor de la continuidad de modelos urbanos basados en las grandes infraestructuras, la expansión urbanística y la competitividad.

    Evitar nuevos percances exige desarrollar una economía y una política de la responsabilidad. En la que los grandes proyectos que tienen importantes efectos potenciales para la ciudadanía sean debatidos públicamente de verdad. Y para ello se requieren cauces reales de participación y técnicos competentes que puedan aportar puntos de vista relevantes. La única forma de que esto último ocurra exige una combinación de activismo social (encaminado a generar una cultura del compromiso social) y medios adecuados (por ejemplo exigir que en los grandes proyectos las organizaciones populares cuenten con financiación para contratar técnicos). Y en la que las formas de gestión estén dominadas por una actuación real de control público y por una clara delimitación de los agentes privados.

    Para que esto sea posible hace falta que alguien lo demande. Y el drama del Carmel no es sólo el del accidente, sino también el de la ausencia de un movimiento social de oposición y participación real, que hubiera forzado a elaborar un proyecto diferente o que cuando el desastre se hizo público no se hubiera limitado a trabajar para encontrar salidas a los problemas de los afectados (totalmente justas), sino también a exigir un proceso público de esclarecimiento de responsabilidades y de elaboración de nuevas formas de actuación. Quizás es demasiado pedir a un movimiento vecinal claramente avejentado y culturalmente esclerotizado. Fácilmente presionable desde el poder (Maragall convocó a una reunión al presidente de la A.V. a la misma hora que unos jóvenes inexpertos convocaban una manifestación, y seguramente hubo presiones para que no hubieran movilizaciones). Pero las insuficiencias del movimiento vecinal del Carmel no son sólo responsabilidad de sus actuales representantes. Son el resultado de un crisis con muchos responsables. Empezando por la pléyade de izquierdistas de clase media que pulularon por el barrio en los años setenta y que hace mucho tiempo abandonaron en masa en busca de lugares y posiciones sociales más cómodas. Y de las políticas de cooptación de algunos líderes realizadas desde el Ayuntamiento. O de la incapacidad de los nuevos movimientos sociales de implantarse en la base y generar un nuevo impulso democrático mientras dedica enormes esfuerzos a peleas de alta política alejadas de su potencial base social.

    Restablecer una política de la responsabilidad es, a mi entender, una necesidad básica para la reconstrucción de un espacio alternativo. Y ello requiere gente dispuesta a trabajar allí donde se viven directamente los efectos de las políticas neoliberales. Capaz de dar alguna respuesta alternativa allí donde están los problemas cotidianos y de implicar los discursos más globales en los contextos locales. El agujero del Carmel delata algo más que un percance tecnológico, muestra sobre todo el peso de unas prácticas sociales irresponsables en las que todos tenemos nuestra contribución particular.

    [ARA]

    Elecciones en Iraq

    El principal objetivo que persiguen los americanos en Iraq es un gobierno vasallo, fiel y obediente. Este gobierno debe, entre otras cosas, permitir la instalación de bases militares norteamericanas que hagan de Iraq algo así como un "campamento base" desde el que poder llevar a cabo otras operaciones político-militares en la zona de Oriente Medio. Debe ser también un gobierno no hostil al Estado de Israel y, a poder ser, un aliado suyo. En ningún caso podrá derogar los muchos decretos de contenido económico que ha dictado el virrey Paul Bremer y que han convertido a Iraq en un verdadero paraíso terrenal para las grandes corporaciones multinacionales. Cualquier gobierno que se atreva a derogar esos decretos será depuesto, en última instancia por la fuerza de las armas. El gobierno vasallo que necesitan los americanos deberá, asimismo, seguir al pie de la letra los dictados de Washington en todo lo que se refiera a los precios del petróleo y a la OPEP (lo cual puede incluir provocar su disolución si eso es lo que interesa). Sólo si los norteamericanos consiguen todos estos objetivos podrán considerar exitosa la invasión y ocupación de Iraq. Si no los consiguen, habrán protagonizado la aventura político-militar más desastrosa desde la guerra de Vietnam.

    Como se puede ver, la victoria de los americanos depende de que no haya en Iraq un gobierno soberano que libremente pueda decidir su política económica, su política exterior y su capacidad de influencia en las políticas de la OPEP. Claro está que también debe ser un gobierno reconocido como legítimo por la propia población o, al menos, por una parte significativa de ella. Asimismo, debe ser reconocido como legítimo por la "comunidad internacional". La celebración de unas elecciones en unas condiciones que ningún dirigente político occidental aceptaría calificar de "libres" si se dieran en su propio país (en especial si tuviesen como resultado su derrota electoral), únicamente persiguen dichos objetivos. ¿Qué tienen que ver, por tanto, dichas elecciones con una concepción mínimamente decente de "democracia"?

    Pero lo más grave es que se supone que quienes nos seguimos oponiendo a la ocupación de Iraq debemos dedicarnos ahora a discutir y rebatir ese nuevo motto propagandístico. Y a lo mejor no tendremos más remedio que hacerlo dada la gran cantidad de "analistas" y de "expertos" dispuestos a tomarse en serio semejante rueda de molino. Si es así, los planificadores de las campañas de marketing del Pentágono habrán conseguido una victoria importante, ya que nuevamente habrán impedido que no se discuta sobre las motivaciones reales que han propiciado la invasión de Iraq y, en especial, que no se reflexione sobre las implicaciones del final de la era del petróleo y del inicio de la era de la lucha por la apropiación de los recursos escasos y no renovables.

    [JLG]

    Pequeña guía bibliográfica para comprender mejor
    la política exterior de George W. Bush

    Desde el final de la segunda guerra mundial, la política exterior norteamericana ha sido un factor decisivo en la historia universal. Como es sabido, Estados Unidos gozó en los tiempos de la "guerra fría" de un enorme poder para incidir en la política de los gobiernos europeos y no europeos alineados de grado o por la fuerza con el bloque estadounidense. Los más de cuarenta años de duración de la "guerra fría" llevaron erróneamente a pensar a mucha gente que la política "imperial" norteamericana era un mero subproducto de la política de bloques destinado a contrarrestar el expansionismo soviético y sus pretendidos ideales comunistas. Por esta razón, la mayor parte de la opinión pública en Occidente aplicó ilusoria y precipitadamente el dicho popular conforme al cual "una vez muerto el perro, se acabó la rabia": desaparecida la Unión Soviética y, con ella, la "guerra fría", Estados Unidos dejaría de practicar su característica política exterior agresiva e intervencionista.

    Tras el engañoso intermedio de la Administración Clinton, la política exterior del presidente George W. Bush y su grupo de académicos-burócratas de la derecha radical norteamericana, amparados por el estado de opinión generado por los atentados terroristas islamistas del 11 de septiembre de 2001, ha desvanecido en este último lustro semejante espejismo. Los gobernantes de Estados Unidos han estado pugnando desde los años cuarenta por alcanzar un liderazgo universal indiscutido y una posición hegemónica mundial única, han creído logrados esos objetivos con el hundimiento de la Unión Soviética y, finalmente, a partir de la ascensión de Bush II al poder, han juzgado necesario proyectar y llevar a cabo una política exterior agresiva que revalide una vez tras otra y asegure frente a posibles amenazas futuras esa posición hegemónica mundial supuestamente alcanzada en la década de los noventa.

    En resumidas cuentas, la política exterior del gobierno Bush es manifestación de una extrema ambición o hybris "imperial", si bien sus materializaciones sean muy distintas a las del imperialismo colonial europeo de los siglos XIX y XX. Comprender con cierto detalle esa hybris "imperial" y sus portadores es importante porque puede afectar intensamente a nuestras vidas: a fin de cuentas, dicha hybris o ambición desmesurada puede conducir a la correspondiente nemesis, o catástrofe político-social en la que todos nos veamos envueltos en mayor o menor medida. Para ilustrarse acerca de las actuales ambiciones "imperiales" norteamericanas y acerca de sus protagonistas resulta conveniente la consulta de la abundante bibliografía sobre la reciente política exterior de Estados Unidos existente en las librerías. A continuación se va a ofrecer una pequeña selección de esta bibliografía, agrupada según las áreas temáticas que es preciso tener presente para entender esa política exterior.

    1 Antecedentes históricos No es posible entender la política de la Administración Bush sin atender a su trasfondo histórico, que, como mínimo, hay que remontar a la intervención de Estados Unidos en la primera guerra mundial (wilsonismo). De entre los muchos libros que se ocupan de este trasfondo histórico, quisiera destacar los siguientes:

  • Garcés, Joan E., Soberanos e intervenidos: estrategias globales, americanos y españoles, Madrid, Siglo XXI Editores, 1996. Aunque está centrado en el influjo de la política exterior norteamericana en los gobiernos españoles e iberoamericanos, resulta muy útil para informarse del alcance de las distintas "doctrinas" sobre política exterior de las administraciones estadounidenses desde Franklin D. Roosevelt.
  • Lens, S., The Forging of the American Empire, Pluto Press, Londres, 2003. Se trata de la reedición de un libro algo antiguo (1971), pero que tiene el interés de sostener con gran riqueza documental la tesis de que una pretensión "imperial" norteamericana vestida con un discurso universalista está en los mismos orígenes de Estados Unidos y recorre toda su historia.
  • Powasky, R.E., La guerra fría. Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, Crítica, Barcelona, 2000. Una completa y equilibrada historia de la guerra fría centrada (a pesar del título) en el análisis de la política exterior norteamericana y sus sucesivas "doctrinas".
  • Neale, J., La otra historia de la guerra de Vietnam, El Viejo Topo, Barcelona, 2003. Una magnífica historia de la guerra de Vietnam. La inclusión de una monografía sobre la guerra de Vietnam en esta selección bibliográfica obedece al hecho de que dicha guerra supone un punto de inflexión en la historia norteamericana que está en el origen del actual movimiento neocon.
  • 2 Sobre las elites dominantes en la Administración Bush, responsables de la agenda del presidente en política interior y exterior, destacan, a nuestro juicio, las siguientes obras:

  • Tortosa, J.M., Democracia made in USA. Un modelo político en cuestión, Icaria, Barcelona, 2004. Los capítulos 4 y 5 contienen una visión muy sucinta de dos de esas elites más influyentes: los fundamentalistas cristianos y los neocons.
  • Roszak, Th., ¡Alerta, Mundo! El nuevo imperialismo norteamericano, Kairós, Barcelona, 2004. La mejor síntesis, a nuestro juicio, de las elites en el poder durante el primer mandato de Bush II.
  • Halper, S. / Clarke, J., America Alone. The neo-conservatives and the global order, Cambridge, Nueva York, 2004. Aunque escrita desde una perspectiva conservadora opuesta, eso sí, al presidente Bush, es la monografía más completa en la actualidad sobre los neocons influyentes en la presidencia de George W. Bush de la que tengamos noticia.
  • 3 En cuanto a los objetivos propiamente dichos y al despliegue de la política exterior del gobierno norteamericano en lo que llevamos de siglo, son de mucha utilidad los siguientes estudios:

    • Callinicos, A., Los nuevos mandarines del poder americano, Alianza Editorial, Madrid, 2004. No obstante el reductivismo con que el autor trata en ocasiones el objeto de su análisis, es un libro recomendable por su sencillez, por recordarnos cosas obvias, pero importantes, y por contar con un interesante prólogo-introducción del conocido ensayista Joaquín Estefanía.
    • Halper / Clarke, America Alone... La ya citada obra de Halper y Clarke se ocupa por extenso de la invasión de Irak (naturalmente, centrándose en el papel jugado por los neocons en dicha invasión).
    • Mann, M., El imperio incoherente. Estados Unidos y el nuevo orden internacional, Paidós, Barcelona, 2004. El prestigioso sociólogo norteamericano aplica las categorías sobre el fenómeno del poder acuñadas en su obra capital, Las fuentes del poder social, a la política exterior de Bush II. Es la obra más sistemática y alejada del ensayo periodístico en torno a la actual política "imperial" norteamericana. Contiene extensos capítulos sobre las guerras de Afganistán e Irak, además de sobre temas poco tratados como las relaciones con Corea del Norte.
    • Johnson, Ch., Las amenazas del imperio. Militarismo, secretismo y el fin de la república, Crítica, Barcelona, 2004. Un buen complemento a las anteriores obras. Destacan los análisis sobre el complejo militar-industrial estadounidense.

    4 Documentos oficiales clave de la Administración Bush.

    • No podemos dejar de señalar la existencia de una recopilación de los documentos más relevantes en materia de seguridad interior y política exterior producidos en el primer mandato del presidente George W. Bush, ya se trate de textos legales, discursos presidenciales o informes de think tanks. Nos estamos refiriendo a la obra de los profesores de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Carlos Alarcón y Ramón Soriano, El nuevo orden americano. Textos básicos, Almuzara, Córdoba, 2004. Su consulta es obligada para toda aquella persona que desee saber en qué mundo le ha tocado vivir.

    5 Visión general de la actual pretensión "imperial" norteamericana, de sus posibles vías de futura evolución y de sus posibilidades de éxito a largo plazo.

    • Finalmente, se deben indicar dos ensayos que proporcionan esa visión de conjunto. Uno de estos ensayos es el ya citado de Michael Mann, El imperio incoherente. El otro es el libro de Luis de Sebastián que lleva por título Pies de barro. La decadencia de Estados Unidos, Península, Barcelona, 2004. Estos libros demuestran la debilidad de las bases sociales, económicas, ideológicas y político-internacionales del "imperio" americano, lo cual, hasta cierto punto, puede ser un signo de esperanza para el futuro. Pero nos advierten también de las terribles consecuencias que puede tener la combinación de esas debilidades con unas elites muy ambiciosas inconscientes de las mismas y sólo interesadas en el corto plazo.

    [Ramón Campderrich Bravo]

    Bush y su reforma de la responsabilidad civil,
    o la clemencia del ejecutivo con los ejecutivos homicidas
    Greg Palast*

    Viernes, 18 de febrero de 2005

    Hoy es un gran día para los Eichmann del empresariado norteamericano. Hace pocos minutos que el presidente Bush firmó el proyecto de ley mal llamado "Reforma de la responsabilidad civil", por el que se limitan las posibilidades de presentar ante los tribunales demandas por acción popular. No hay duda de que Ken Lay, antiguo presidente del consejo de administración de Enron, estará sonriendo de oreja a oreja, igual que los encausados empresarios homicidas de la empresa farmacéutica Merck, que a partir de ahora estarán más a salvo de las viudas y los huérfanos de las víctimas de Vioxx. Cerrar las puertas de la justicia para las familias destrozadas por los sinvergüenza de la sala de juntas no es otra cosa que clemencia del Ejecutivo con los ejecutivos ejecutores.

    ¿Cree usted que mi acusación está pasada de rosca? Muy bien: hable con Elaine Levenson, por favor.

    Levenson, un ama de casa de Cincinnati, ha estado esperando que su corazón explotara de un momento a otro. En 1981, los cirujanos le implantaron en el corazón una válvula mecánica Bjork-Shiley, "el Rolls-Royce de las válvulas", le dijo su médico. Lo que ni ella ni su médico sabían es que varias válvulas de esa marca se habían roto en la fase de prueba, unos años antes de que le implantaran la suya. La empresa fabricante de la válvula, una dependencia del gigante farmacéutico Pfizer, con sede en Nueva York, nunca lo comunicó a las autoridades.

    En la planta de producción de Pfizer en el Caribe, los inspectores de la empresa descubrieron que se utilizaba un equipo de mala calidad que hacía soldaduras deficientes. En lugar de tirar las válvulas defectuosas, la administración de Pfizer ordenó limar los defectos, con lo que se debilitó aún más las válvulas, aunque dándoles una apariencia lisa y perfecta. A continuación, Pfizer las vendió por todo el mundo.

    Cuando los armazones de la válvula se rompen y el corazón efectúa una sístole, explota. Dos tercios de las víctimas mueren, por lo general en cuestión de minutos. En 1980, el doctor Viking Bjork, cuyo prestigio contribuía a la venta de los productos, escribió a Pfizer exigiendo que se tomaran medidas correctoras. Amenazó con hacer públicos los casos de rotura de los armazones de las válvulas.

    Un aterrado directivo de Pfizer envió un télex diciendo: "A la atención del profesor Bjork, preferiríamos que no hiciera Vd. públicos los datos sobre fracturas de válvulas". El representante de la empresa expuso la siguiente razón para no dar al público la información sobre los fatales fallos de las válvulas: "Esperamos unos cuantos casos más". Sus expectativas se vieron satisfechas. La lista llega ya a los ochocientos casos de fractura, en total quinientos muertos (por ahora). El doctor Bjork lo calificó de asesinato, pero guardó silencio en público.

    Ocho meses después del "no lo haga público", se le implantó una válvula a la señora Levenson. En 1994, el ministerio de Justicia de Estados Unidos fue finalmente a por Pfizer. Para evitar la vía penal, la empresa pagó multas y unos doscientos millones de dólares en indemnizaciones a las víctimas. Sin las pruebas condenatorias arrancadas a Pfizer por una turba de abogados, el ministerio de Justicia nunca habría llevado adelante el caso.

    Pfizer se queja de que los abogados todavía están persiguiendo a la empresa con más demandas. Pero ello se debe en parte a que Pfizer admitió la devolución sólo de las válvulas usadas. La empresa se negó a pagar para sustituir las válvulas de los asustados receptores.

    Tal como hemos comprobado todos mirando los episodios de la serie televisiva "LA Law" ("La ley de Los Ángeles"), en los tribunales de Norteamérica los ricos se libran de las condenas por asesinato. Pero, independientemente de las posibilidades de ganar que se le ofrezcan al hombre medio, tener un acceso fácil a los tribunales es un derecho mucho más valioso que el privilegio quatrienal de votar por el Pretendiente en Jefe. Ese insignificante retazo de justicia, cuando la víctima David puede exigir que le paren los pies al Goliat empresarial, ha hecho que Estados Unidos se haya sentido como una democracia hasta hoy, en que nuestro Presidente ha bloqueado la puerta de los tribunales con sus leyes de reforma de la responsabilidad civil.

    Podemos incluso descargar nuestra furia sobre el "führer". Tengo en mi libro la copia de una carta de Adolf Hitler. En ella accede a la petición de Volkswagen de que se le suministren más trabajadores esclavos sacados de los campos de concentración. Este dato nunca habría salido a la luz de no ser por las demandas presentadas por unos abogados sanguijuela ávidos de sangre, como al clan empresarial le gustaría caracterizar a los procuradores que actúan en casos de acción popular. En este caso, la firma de abogados Cohen, Milstein, Hausfeld & Toll, de Washington, DC, echó mano de ese documento en una querella presentada en nombre de unos trabajadores esclavos cuyos hijos murieron en "guarderías" mortales gestionadas por las empresas automovilísticas Volkswagen, Ford, Daimler y otras. (Si Hitler hubiera sido capturado, podría haber alegado en su defensa: "Me limité a cumplir órdenes de Volkswagen".)

    Pero los explotadores nazis tienen a sus amigos en el clan empresarial. Los derechos de las víctimas están siendo atacados. Ondeando la bandera de la "reforma de la responsabilidad civil", el empresariado norteamericano ha financiado una campaña en la que se presenta a los empresarios como rehenes de frívolos picapleitos. Pero los remedios propuestos apestan a privilegios ante la justicia. Uno de ellos autorizaría a Pfizer a seguir adelante con sus mortales máquinas de ataque cardíaco. Una prohibición de demandar a los fabricantes de piezas para implantes, incluso de aquellas que tienen efectos mortales, se deslizó en la legislación sobre derechos de los pacientes por iniciativa del jefe del grupo republicano del Senado. La cláusula, muerta por exposición excesiva, contó a su favor con las presiones de la Asociación de Fabricantes de la Industria de la Salud, que a su vez cuenta con el apoyo -¡lo adivinó usted!- de Pfizer.

    En el caso óptimo, los abogados que actúan en casos de responsabilidad civil son agentes que vigilan posibles delitos civiles. Así como una ola de robos en domicilios lleva a exigir más agentes de policía, el masivo aumento del número de pleitos sólo tiene una causa: una ola de delitos civiles cometidos por empresarios.

    Y hoy el empresariado homicida acaba de beneficiarse de la clemencia del Ejecutivo de la mano de nuestro Presidente. Y es que no le llaman "Jefe del Ejecutivo" porque sí.

    Hace diez años, después de que estallaran dieciocho edificios en Chicago y mataran a cuatro personas, inspeccioné por encargo de los supervivientes los archivos de la empresa privada local de suministro de gas. Lo que encontré pondría enfermo a cualquiera. Leí informes de los ingenieros, emitidos años antes, con mapas donde estaban marcados los puntos donde probablemente tendrían lugar las explosiones. La empresa, People's Gas, podría haber encargado los ataúdes con antelación.

    La administración de la empresa de gas había rechazado toda reparación por "no entrar en el plan estratégico". No es que actúe aquí un mal planificado, sino las enormes estructuras empresariales, en cuyo seno las consecuencias para el hombre de las actuaciones financieras resultan distantes e inimaginables.

    Lo admito: de los cerca de un millón de abogados que hay en Estados Unidos, podríamos estrangular al 90 % y sólo sus madres lo lamentarían. Pero, como me dijo la señorita Levenson, de no ser por su abogado y por la amenaza de una acción popular de demanda de responsabilidad civil, Pfizer no le habría pagado ni un céntimo de indemnización.

    El planteamiento de los partidarios de la reforma de la responsabilidad civil estriba en decir que unos abogados ávidos de comisiones están despertando falsos temores, envenenando la fe de América en la honradez general de la comunidad empresarial, convirtiéndonos en una nación de individuos que ya no se fían unos de otros. Pero ¿de quién es la culpa? ¿De los abogados? Elaine Levenson puso su confianza en Pfizer Pharmaceutical. Y ellos le rompieron el corazón.

    * Greg Palast es autor del éxito de ventas en Nueva York titulado The Best Democracy Money Can Buy [hay traducción en castellano: La mejor democracia que se puede comprar con dinero, Editorial Crítica], de la que se ha extraído el presente texto. Para obtener más detalles, dirigirse por correo electrónico a http://www.gregpalast.com/.

    [Traducción de Miguel Candel
    Texto aportado por Agustí Roig]

    La biblioteca de Babel

    Elfriede Jelineck Deseo
    Destino, Barcelona, 2004, 234 págs.

    Es probable que la lectura de esta autora provoque desconcierto. La concesión del premio Nobel en el 2004 ha dado lugar a escasos comentarios, más bien centrados en su personalidad que en su extensa obra.

    Es cierto que su personalidad presenta rasgos excepcionales: ha pertenecido al partido comunista austríaco durante diecisiete años (se dio de baja en 1991). Pero da la impresión de que se pretende disolver la acidez de su discurso en un anecdotario sobre sus vivencias familiares y personales. En cualquier caso, ésta es la reacción sistemática de la derecha austríaca frente a esta autora: hablar de ella en lugar de argumentar o discutir sobre el contenido y valor de su creación literaria.

    La obra que aquí comentamos describe, de un modo descarnado y sin contemplaciones, la absoluta y absorbente sujeción de las mujeres a unas relaciones sexuales que las destruyen como personas. A través de un relato monocorde y obsesivo sobre el proceso de destrucción personal de la protagonista, comparecen otros personajes característicos del contexto: el director de la fábrica de un consorcio (su marido), las familias de los trabajadores, los deportes de invierno que atraen a turistas y estudiantes de la ciudad para consumir naturaleza, etc. Una pequeña población austríaca de idílico paisaje constituye el marco del relato que puntualmente alude a los mecanismos sutiles de la propaganda comercial y de la educación social y familiar. Pero en realidad, a lo largo de la lectura lo que aparece con toda nitidez es la estructura profunda de lo que solemos denominar la sociedad patriarcal, es decir, el

    tipo de poder que define la vida e impone sus brutales reglas en las relaciones sexuales entre hombre y mujer.

    El proceso de destrucción personal y sentimental de la protagonista de la obra es descrito de un modo despiadado e implacable como genérico destino de la mujer en la familia. No creo que sea el cinismo lo que caracteriza a Jelineck, como sostienen sus detractores austríacos con el neonazi Haider a la cabeza, sino más bien la valentía de enfrentarse a lo inhumano del patriarcalismo en toda su negatividad y potencia destructiva.

    Es una obra de difícil lectura porque provoca desasosiego e incomodidad por su lenguaje descarado y sus transgresiones constantes, hábilmente combinadas con un lenguaje magistralmente poético; pretende decir lo indecible desde la perspectiva de la mujer. No estamos acostumbrados. Sólo los hombres se descaran en sus íntimas sensaciones y vivencias de la sexualidad. Tal y como dice la autora en una entrevista, los hombres tienen el estatus de sujeto, tienen el poder definitorio en sus manos. Son dueños de la palabra y de la escritura. Dominan el mercado, establecen el discurso y fijan sus reglas. Pues bien, Jelineck rompe con ese discurso y denuncia lo que subyace propiamente a ese dominio: la violencia y opresión sexuales. Dudo de que muchos lectores (y lectoras sumisas) sean capaces de soportar la verdad sin paliativos; seguramente pensarán que ellos son diferentes, sin entender que la obra sencillamente está hablando de todos sin excepción. [María Rosa Borrás]

    Anthony D. Smith Nacionalismo y modernidad
    Istmo, Madrid, 2000, 431 págs.

    La manifiesta relevancia política de los nacionalismos y las dificultades que surgen al tratar de comprender este tipo de fenómenos hacen que resulte conveniente familiarizarse con los principales modelos analíticos elaborados para el estudio de tan compleja materia. Con ese propósito, Smith propone un exhaustivo repaso de las distintas teorías que han tratado de explicar la nación, el nacionalismo y el estado-nación.

    A través de un extenso recorrido por las tesis de Gellner, Tilly o Kedouri entre muchos otros, se exponen los puntos fuertes y las limitaciones conceptuales de los paradigmas primordialistas, perennialistas, etno-simbolistas y postmodernistas de la nación y el nacionalismo. Si bien el núcleo de la obra concede una atención mayor a las distintas versiones del paradigma modernista, que en líneas generales concibe a las naciones y los nacionalismos más como productos históricos de la modernidad -elementos de estructuración política en una etapa del proceso de expansión capitalista-, que como realidades orgánicas esenciales y de raíces inmemoriales.

    En la caracterización de la idea de nación como producto de una determinada ingeniería social -al servicio de las élites- para canalizar las energías y las emociones de las masas hacia una determinada forma de ordenación

    socio-política, destacan algunos autores procedentes de la tradición marxista. En ese sentido, el autor presta atención al evocador concepto de "tradición inventada" (de Hobsbawm), así como a las sugerentes nociones de "comunidad imaginaria" y "capitalismo de imprenta" (de Benedict Anderson).

    El variado conjunto de definiciones y enfoques comentados, la crítica a la potencialidad explicativa de algunas categorías excesivamente reduccionistas (como por ejemplo la dicotomía entre "nacionalismo cívico" y "nacionalismo étnico"), y la abundante muestra de casos históricos, reseñas de obras clásicas y tipologías, sirven para ilustrar el carácter multiforme y complejo de la nación y de sus fenómenos consubstanciales (el nacionalismo y el Estado-nación). Por otra parte, los interrogantes planteados en las conclusiones del libro (como las mutaciones en las identidades nacionales a causa de los movimientos migratorios, las tecnologías de la comunicación y la mundialización de la economía), aportan elementos para pensar en nuevos modelos teóricos que, sin obviar ningún factor -político, económico, religioso o cultural-, nos ayuden a obtener análisis más penetrantes sobre los movimientos nacionalistas y las ideologías que los sustentan. [Raúl Digón]

    Memoria y vitalidad

    Patricia Ferreira, Para que no me olvides
    España, 2005. Fecha de estreno: 18-II-2005

    En estos tiempos no es fácil encontrar en cartelera una película tan respetuosa con el espectador y de emoción tan perdurable como el tercer largometraje de Patricia Ferreira (Sé quién eres; El alquimista impaciente). En él se nos muestra el sufrimiento de unos personajes corrientes (magníficamente interpretados), y por tanto fácilmente reconocibles por el espectador, abocados a ayudarse a partir de un acontecimiento traumático que va a cambiar sus vidas. Y a este drama, del que emerge con fuerza la idea de que vivir no significa sólo verse, asiste silencioso un viejo olivo que acaba convirtiéndose en el verdadero protagonista del film. El árbol que evoca nuestro origen común nos lleva aquí al recuerdo de los que sufrieron represión durante la postguerra española. Un recuerdo que va a ser tomado por los protagonistas jóvenes del film que se desenvuelven en medio de un paisaje urbano hostil y actual. El juego generacional que construyen las guionistas (la propia directora y Virginia Yagüe) incentiva a reflexionar sobre la falta de curiosidad intelectual de las generaciones jóvenes y el consiguiente aplacamiento de su vitalidad consustancial en los justos términos de la adaptación pragmática por las generaciones adultas al presente que conocemos. Emocionante y absolutamente imprescindible.

    [Antonio Giménez]

     

    Páginas Web Amigas
    Rebelión-
    http://www.rebelion.org/
     La Insignia-
    http://www.lainsignia.org/

    Revista mientras tanto

    Contenido del número extraordinario 91-92: 25 años.
    Izquierda transformadora y movimientos sociales
    La redacción se ha propuesto recordar la historia de los principales movimientos sociales de este país tras la recuperación de sus libertades. Se trata de un número pensado especialmente para que las generaciones altermundistas más jóvenes conozcan las experiencias de quienes les precedieron. Los textos proceden de autores con algún tipo de vinculación con los movimientos sociales y/o con las organizaciones de la izquierda alternativa, y parten de enfoques diversos pero a la vez complementarios. Notas editoriales Ecosocialismo: vieja y nueva izquierda; Venezuela en el espejo; El polvorín palestino; ¿Auge de la prostitución? Monográfico ·Monográfico: Presentación de Enric Prat. Artículos de Jaime Pastor, "Evolución, crisis y mutaciones de la izquierda transformadora y alternativa"; Emili Cortapitarte, "Globalización, reformas laborales y conflictividad laboral"; Albert Recio y Andrés Naya, "Movimiento vecinal: Claroscuros de una lucha necesaria"; Ladislao Martínez, "El movimiento ecologista. La lucha antinuclear y contra el modelo energético en España"; Justa Montero, "Movimiento feminista. Una trayectoria singular"; Enric Prat, "Trayectoria y efectos del movimiento pacifista"; Rafael Ajangiz, "Objeción de conciencia, Insumisión, movimiento antimilitarista"; Carlos Vaquero, "El movimiento estudiantil universitario. De la Ley de Autonomía"; Robert González, "Los movimientos por la ocupación. 20 años liberando espacios de la especulación del capital"; Jordi Petit, "De la peligrosidad social a las siglas LGBT"; Marisa Revilla Blanco, "Las ONGD y la solidaridad internacional en España hoy. Campañas y movimientos".

    Avance del número 93
    Notas editoriales.
    Semimonográfico sobre el mundo del trabajo coordinado por Albert Recio. Artículos de Albert Recio, "¿Qué fue de la clase obrera?"; Fausto Miguélez, "Los veinte últimos años de las relaciones laborales"; Sònia Parella, "La interacción entre clase social, género y etnia: el reclutamiento de mujeres inmigrantes en el servicio doméstico"; Joaquim Sempere, "¿Cómo se socializan los futuros trabajadores asalariados? Notas sobre la cultura obrera"; Ernest Cano, "Formas, percepciones y consecuencias de la precariedad"; Pau Díaz, "La individualización de la relación laboral en las grandes empresas: El caso de Telefónica". Otros materiales: Thierry Meyssan, "La Liga anticomunista mundial, una internacional del crimen"; Pere Ortega, "La dialéctica contra la guerra en Bertold Brecht"; Josep Torrell, "La desmemoria del cine".

    Contactar
    Apartado de correos 30059, Barcelona. Suscripciones: Apartado de Correos 857 F.D., Barcelona.
    Correo-e icaria@icariaeditorial.com. Tel. (34) 301 17 23/26. Fax (34) 93 317 82 42.
    Consulta de números atrasados: http://www.icariaeditorial.com/cmientastanto.html.

    mientrastanto.e
    Edita la redacción de mientras tanto, Fundación G. Adinolfi - M. Sacristán
    Producció Agustí Roig i Neus Porta
    . Suscribirse y desuscribirse:
    web http://www.grups.pangea.org/mailman/listinfo/mientrastanto.e,
    o bien suscripciones@mientrastanto.org . La suscripción a mientrastanto.e es gratuita.