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Ya son varios los pasajeros del vuelo 253 a Detroit que lo dicen: �Las autoridades mienten sobre lo que realmente pas�"
Por
Aaron Foley

Cuaderno de Crisis / 14
Por Albert Recio

El mundo diez a�os despu�s de Seattle
Por
Esther Vivas

Vic: nueva etapa de la xenofobia institucional
Por Albert Recio

Elecciones chilenas: Una opini�n
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N�mero 77
Febrero de 2010

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Ya son varios los pasajeros del vuelo 253 a Detroit que lo dicen: �Las autoridades mienten sobre lo que realmente pas�"

Aaron Foley

 

Ya se han presentado otros pasajeros del vuelo 253 a Detroit en defensa del matrimonio de abogados Kurt y Lori Haskell, que viajaban en el avi�n y que han declarado que el joven de �los calzoncillos bomba� actu� con dos c�mplices por lo menos. La versi�n de los acontecimientos que dan las autoridades y los medios corporativos contradicen la de los Haskell y ahora la de otros de sus compa�eros de viaje.

Lo que sigue es la entrevista que el abogado de Detroit Kurt Haskell dio a un programa de radio de la cadena MLive, de Detroit.

�Hoy, en la tranquilidad de mi casa, estoy mucho m�s asustado que estaba en el momento del ataque. Porque hoy me he dado cuenta de que mi pa�s me est� mintiendo a mi, a todos mis conciudadanos y a todo el mundo. Desde que me baj� del vuelo 253, no he dejado de repetir lo que vi en la sala de embarque del aeropuerto de �msterdam, en el avi�n y en el puesto de Aduanas del aeropuerto de Detroit.

Comencemos desde el principio, en la sala de embarque de �msterdam. Mientras mi mujer, nuestra hija y yo esper�bamos embarcar en el avi�n, echamos una partida de p�quer. Est�bamos sentados en el suelo, al lado del mostrador de bordaje, porque no hab�a asientos libres. Apareci� el joven Abdulmutallab, con un aspecto de pobre, acompa�ado por un hombre hind� de unos cincuenta a�os de edad, muy bien vestido con un traje algo parecido a la toga que llevar�a un juez. La pareja nos llam� la atenci�n a m� y a mi esposa por parecernos algo raro. Se presentaron en el mostrador y el hombre hind� le dijo a la azafata que el joven necesitaba volar pero que no ten�a pasaporte. La azafata respondi� que si no ten�a pasaporte no pod�a volar. Entonces el hombre le dijo �es un refugiado sudan�s, esto lo hacemos siempre.� La azafata respondi� que tendr�an que hablar con los agentes de seguridad y les acompa�� hasta una puerta al otro lado del mostrador. Entonces abordamos el avi�n y no volvimos a ver al joven Abdulmutallab hasta que se prendi� fuego en el avi�n sobre Detroit.

Ahora sabemos que Abdulmutallab consigui� pasar los controles de pasaporte y de embarque y subir en el avi�n sin ninguno de los documentos requeridos. Y sabemos que no lo consigui� solo, sino con la ayuda de c�mplices.

Estamos hablando de un hombre que ya estaba fichado en las listas negras estadounidenses. Adem�s, su padre y las autoridades de Nigeria hab�an alertado a las autoridades de EE.UU. sobre los planes del joven. Y �ste acababa de proveerse de una bomba en Yemen, llev�ndola encima a trav�s de varios aeropuertos sin ser detectado.

Lo que est� claro es que Abdulmutallab s� ten�a pasaporte. Pero no lo quiso usar porque hubiera hecho saltar la alarma. Pero eso no importaba porque ten�a ayuda para volar sin siquiera tener que presentar un pasaporte a nadie.

Por qu� no muestran los v�deos de la sala de embarque de �msterdam? As� podr�an demostrar que mi testimonio es falso y se acab�. Pero no lo hacen porque mi testimonio es cierto. Si el v�deo hubiera desmentido mis declaraciones, seguramente ya lo habr�a visto el mundo entero. Pero, en lugar de mostrar el v�deo, nos dicen que �ste ha sido analizado y que confirma que el terrorista s� se present� con su pasaporte.

Durante todo el vuelo hab�a un hombre, tambi�n hind�, sentado al otro lado del pasillo donde est�bamos nosotros, que cada dos por tres grababa con una c�mara digital la parte delantera del avi�n donde estaba sentado Abdulmutallab (no supimos que Abdulmutallab estaba a bordo hasta despu�s del incendio, cuando lo reconocimos). Y cuando Abdulmutallab se prendi� fuego, el hombre de la c�mara estaba de pie grab�ndolo todo. A llegar a Detroit, este hombre abandon� el avi�n, desapareci� y nunca m�s lo volvimos a ver.

A la llegada a Detroit, las cosas fueron de mal en peor. En concreto: una hora despu�s de haber bajado del avi�n, llegaron perros adiestrados rastreadores de explosivos. Hasta ese momento, todos los pasajeros del vuelo 253 hab�amos permanecido de pie con nuestros equipajes de mano, en una parte aislada de la sala de recogida de maletas. Cuando llegaron los perros rastreadores, uno de ellos r�pidamente localiz� algo en la maleta de un hombre de unos treinta a�os de edad, tambi�n hind�, vestido de color naranja. Estuvo todo el rato a seis o siete metros de m�. Inmediatamente le llevaron a un cuarto colindante para ser interrogado. Seguidamente salieron del cuarto y se fueron con el hombre esposado. Entonces un agente del FBI se acerc� a los pasajeros y dijo lo siguiente: "Todos est�n siendo trasladados a otra zona porque esta zona no es segura. S� que han visto lo que acaba de pasar (en referencia al hombre de naranja) y son lo suficientemente inteligentes como para leer entre l�neas y darse cuenta.� Su comentario no me pareci� profesional en absoluto, pero por lo menos el agente fue sincero. Entonces nos trasladaron por un largo pasillo hasta otra sala desde la sala de reclamo de equipaje.

Durante todo ese tiempo, desde que aterrizamos hasta pasar por fin el control de Aduanas, seis horas en total, ninguna persona que no fuese personal del FBI o un pasajero del vuelo 253 estuvo en la zona acordonada de la terminal. Nunca nadie hizo contacto con nadie. Los agentes de la FBI no nos permit�an ir al ba�o a menos que fu�semos solos y acompa�ados por un agente. No nos permit�an comer, beber, llamar por el m�vil o enviar un mensaje SMS.

Llevo ya cinco d�as repitiendo lo mismo y el FBI sigue contradici�ndome a m� y a mi mujer e hija, insistiendo en que el �nico hombre detenido por lo sucedido ha sido el joven Abdulmutallab. Sin embargo, en los �ltimos d�as, varios pasajeros del vuelo se han presentado para corroborar mi versi�n y ejercer presi�n sobre el FBI y Aduanas para que digan la verdad.

A primeras horas de hoy he o�do decir a dos periodistas que el FBI o Aduanas admite que hubo otro hombre �confinado� por razones de inmigraci�n, y adem�s de manera indefinida. Dicen �confinado� en lugar de �detenido� porque llev�bamos cinco d�as diciendo que hubo un hombre detenido. As� que ha sido culpa m�a por usar la palabra �detenido� en lugar de �confinado�. Un truco sem�ntico muy lindo por parte del FBI

Una pregunta: �fue el hombre detenido, perd�n �confinado�, porque no ten�a pasaporte? Pues no est� claro, porque unas horas m�s tarde Aduanas cambi� su historia de nuevo. Esta vez el Sr. Ron Smith de Aduanas dijo que s�, que efectivamente el hombre fue detenido. Pero, aqu� otro truco, la noticia que dio a la prensa es que iba en otro avi�n. El Sr. Ron Smith nos est� tom�ndome a m� y a todo el p�blico estadounidense por tontos. Echemos un vistazo a la historia que cuentan (despu�s de que la hayan cambiado dos veces, con lo cual �sta es su tercera versi�n).

Para que su historia sea ver�dica, usted tiene que creerse que los agentes de la FBI y la Aduana permitieron a los pasajeros de otro vuelo mezclarse con los pasajeros del vuelo 253, mientras que la investigaci�n m�s importante de los �ltimos a�os se estaba llevando a cabo. Ya he dicho que no nos dejaron ni ir al ba�o y que en ning�n momento nadie entr� ni sali� del grupo. Es decir, est�bamos detenidos y se nos prohibi� beber, comer, llamar por tel�fono, etc�tera. Sin embargo, ahora dicen que dejaron entrar inadvertidamente a otro pasajero u otros pasajeros de otro vuelo u otros vuelos.

Y esto lo tienen que creer a pesar de que ni siquiera permitieron a los pasajeros de todos los dem�s vuelos bajar de los aviones durante, por lo menos, la primera hora de nuestra detenci�n, es decir, hasta despu�s de que se llevaran esposado al hombre.

Tienen que creer que el hombre que entr� en las dependencias de Aduanas conmigo y el resto del grupo, y que permaneci� a seis metros de m� todo el tiempo, hab�a salido de alg�n avi�n misterioso, que nunca aterriz� y nunca dej� desembarcar a sus pasajeros. Pero �l s� lo logr�, consigui� colarse en nuestro grupo que estaba absolutamente controlado y restringido.

Quisiera animar al Sr. Ron Smith a un debate conmigo en cualquier momento y en cualquier lugar, pero que sea EN P�BLICO para que el pueblo estadounidense vea lo que es cre�ble y lo que no lo es.

�No ser�a lo siguiente la historia m�s plausible?: los agentes de la FBI y Aduanas se dieron cuenta de que metieron la pata y no quieren admitir que obligaron a m�s de 200 pasajeros a permanecer en un avi�n con un hombre con una bomba durante 20 minutos, y despu�s en las dependencias de Aduanas durante otra hora. Evidentemente, el hombre detenido apunta a que el joven Abdulmutallab no actuaba solo y que no conviene a las fuerzas del orden que el p�blico lo sepa. Por la raz�n de �Seguridad de Estado� que sea.

Recomendar�a al estimado Sr. Smith que la versi�n n�mero 4 sea, si no m�s posible, por lo menos m�s cre�ble.

Publicado en MLive.com, el jueves 31 de Diciembre de 2009. Traducido por Greg Grisham, el �j�,  consultable en:
http://www.investigar11s.org

Versi�n original consultable en:
http://www.prisonplanet.com/flight-253-eyewitness-authorities-are-lying-about-terror-attack.html
http://www.mlive.com/news/detroit/index.ssf/2009/12/flight_253_passenger_kurt_hask.html]

 

Cuaderno de crisis/ 11

Albert Recio

ECONOM�A DE LA USURA

I

Habitualmente entendemos la usura como la fijaci�n de un tipo de inter�s excesivo cuando se presta dinero. Una especie de precio monopol�stico. Pero si nos limitamos a esta percepci�n, perdemos de vista algunos de los rasgos m�s importantes de la cuesti�n. Muchos de los pr�stamos usurarios son en verdad impagables. Por ejemplo, esto es lo que ha ocurrido en muchas sociedades agrarias donde agricultores pobres toman pr�stamos de usureros locales. Basta cualquier incidente imprevisto para que el pr�stamo no pueda retornarse. Ah� es donde se pone en marcha el verdadero mecanismo de la usura, el que convierte un cr�dito temporal en una obligaci�n vitalicia del prestatario respecto al prestamista. En la antig�edad cl�sica este camino pod�a llegar a la esclavitud. En la sociedad feudal y en otras muchas sociedades precapitalistas este ha sido uno de los mecanismos b�sicos en el sometimiento de los pobres a los intereses privados de una minor�a. Alguien sujeto a un pr�stamo irretornable deber� pasar toda su vida transfiriendo una parte de su renta al prestamista y/o oblig�ndose a otro tipo de prestaci�n (trabajo gratuito, sometimiento pol�tico, dependencia personal...). Tan importante es el nivel del tipo de inter�s como la incapacidad de liberar el cr�dito en un plazo razonable. La usura se sostiene asimismo en un r�gimen institucional en el que el prestamista tiene m�s poder para imponer sus intereses e impedir que la deuda se salde por la v�a del impago.

El neoliberalismo ha generado un nuevo modelo de usura a una escala inimaginable. Hace muchos a�os que lo saben los habitantes de muchos pa�ses en desarrollo que han experimentado en sus carnes la crisis de la deuda. Una crisis que casi siempre ha tenido su origen en la llegada masiva de flujos financieros al pa�s, flujos con los que se ha financiado gastos p�blicos inadecuados (especialmente armamento) e inversiones privadas insensatas o meramente especulativas. Despu�s ha tenido lugar alg�n suceso catastr�fico (derrumbe del precio de los productos de exportaci�n, crisis pol�tica, etc.) que han generado una crisis de pagos. Y al final, �sta se ha saldado con la imposici�n de un plan de ajuste, casi siempre con un paquete de ingredientes parecidos: conversi�n de la deuda privada en obligaci�n p�blica, recortes dr�sticos del gasto p�blico y de los salarios, medidas de liberalizaci�n exterior, etc.. Es una historia harto conocida. Durante bastante tiempo se atribu�an todos los males a la corrupci�n y mala gesti�n de las �lites de estos pa�ses, una coartada moral que permit�a a las �lites bienpensantes de los pa�ses ricos desentenderse del sufrimiento y la injusticia ajena.

II

Culpar de sus males a los pa�ses pobres imped�a reconocer los mecanismos que, tambi�n en los pa�ses ricos, estaban conduciendo a la generaci�n de una situaci�n de usura global. A mi entender, en este proceso se han combinado diferentes factores que han generado una estructura econ�mica peculiar. En primer lugar, cambios importantes en la distribuci�n de la renta nacidos esencialmente de las mutaciones de la organizaci�n empresarial y de transformaciones en el mercado laboral. La fragmentaci�n de las grandes estructuras empresariales del pasado mediante los mecanismos estudiados de deslocalizaciones, externalizaciones, subcontrataci�n, etc., as� como el debilitamiento de las organizaciones sindicales (no s�lo en t�rminos de afiliaci�n, tambi�n en su capacidad de promover alternativas) ha jugado en ello un papel esencial. Tambi�n los cambios en la organizaci�n de muchos mercados laborales espec�ficos en los que la p�rdida de mecanismos de seguridad ha estado asociada al reforzamiento de incentivos para unos pocos. Las desigualdades han crecido sustancialmente entre capital y trabajo y entre una �lite de empleados de ��xito� y el conjunto de la masa laboral. En segundo lugar, la crisis fiscal del estado, especialmente ligada a la generalizaci�n de pol�ticas orientadas a contener o reducir el peso de los impuestos y el sector p�blico. Una situaci�n que se ha producido en casi todos los pa�ses desarrollados con independencia de sus niveles de impuestos (la misma tendencia anti-impuestos ha tenido lugar en pa�ses como Suecia, Espa�a o Estados  Unidos, con pesos muy inferiores de la fiscalidad). Esta presi�n constituye un freno a la expansi�n del sector p�blico, pero puede convertirse f�cilmente en endeudamiento cuando las mismas demandas sociales exigen mayor gasto p�blico, o cuando los gobiernos se embarcan en aventuras de elevado coste (como es el caso del sostenimiento de una guerra imperial en Oriente). En tercer lugar, los desequilibrios entre naciones como resultado de la globalizaci�n del comercio internacional han generado nuevas tendencias al endeudamiento perpetuo de aquellas econom�as caracterizadas por d�ficits persistentes en la balanza de pagos. Y, dominando todo ello, la desregulaci�n e hiperdesarrollo de un sistema financiero que ha sido el gran promotor y el gran beneficiado de esta econom�a del endeudamiento global. En parte ha permitido el funcionamiento de una econom�a donde proliferaban las personas, empresas y estados endeudados. En parte han actuados como promotores del endeudamiento con ofertas de todo tipo de cr�ditos (hipotecas, tarjetas de cr�dito, pr�stamos colectivos�). En la burbuja inmobiliaria, �sta es una de las cuestiones que m�s ha favorecido este nivel de endeudamiento, su papel de pir�manos parece fuera de dudas: no s�lo han sido generosos en la concesi�n de hipotecas a los compradores privados de vivienda sino que la suculenta financiaci�n a los promotores est� en la base del desaforado precio del suelo que alimentaba todo el proceso.

Sin duda, la b�veda de esta estructura se encuentra en el entramado de organismos internacionales y normas reguladoras que han acompa�ado todo el proceso. Un elemento crucial, puesto en evidencia en las primeras crisis de la deuda de los 80 era la introducci�n de un r�gimen que imped�a saldar las deudas con p�rdidas para los prestamistas. La conversi�n masiva de deuda privada en deuda p�blica que tuvo lugar en Latinoam�rica, dise�ada para evitar la quiebra de la banca prestamista, dejaba claro que, al igual que en la usura medieval, el poder estaba en manos del prestamista. Y, en consecuencia, que la crisis de la deuda tiende a perpetuar la dependencia.

III

Lo novedoso de la crisis actual es que su estallido ya no se ha producido en un pa�s remoto, presumiblemente controlado por un Gobierno y unas �lites corruptas, sino que ha tenido lugar en el centro mismo de las econom�as capitalistas. Y, a�n con plazos y f�rmulas espec�ficas, la pauta de respuesta parece seguir la l�gica de una econom�a usuraria. En la primera fase se ha tratado de evitar que la crisis de la deuda (esto y no otra cosa es la crisis de las �subprime� y de las empresas inmobiliarias incapaces de �colocar� en el mercado promociones a precios desorbitados) se ha tratado de salvar a los prestamistas mediante ayudas p�blicas directas y la asunci�n por el Estado de los �paquetes� de cr�ditos fallidos. Y tambi�n con una pol�tica de gasto p�blico orientada a mantener algo de la demanda evaporada con la crisis financiera.

Con ello se ha salvado del desastre al sector financiero y se ha reducido parte del desempleo potencial que se pod�a crear. A cambio se ha producido un elevado d�ficit fiscal en muchos pa�ses. Un d�ficit que genera una nueva fase de endeudamiento en la que los grupos financieros que lo han provocado (y los grupos sociales enriquecidos que representan) vuelven a estar en la posici�n fuerte de los prestamistas con los que la colectividad est� entrampada.

Estamos entrando en la segunda fase de la crisis. Si en la primera el principal coste social ha sido el desempleo masivo, en la actual a este factor se le sumar�n los intentos de recortes del gasto p�blico justificados por el elevado endeudamiento de muchos estados. No deja de ser sorprendente que las mismas entidades de evaluaci�n de riesgos (Standard & Poors, Fitch, Moodys) que tan laxas fueron en la evaluaci�n de los riesgos del sector financiero, se est�n erigiendo en los m�s acerados cr�ticos de la deuda p�blica. Y est�n consiguiendo que los Gobiernos reaccionen con propuestas de pol�ticas de austeridad que pueden significar tanto nuevos aumentos del desempleo como graves deterioros de servicios sociales b�sicos. Un proceso que ya est� afectando a los planes m�s dr�sticos de ajuste como el de Letonia o el que se est� elaborando en Grecia, pero que pronto llegar� a otras poblaciones atrapadas en el drama de la crisis fiscal y la econom�a de la usura. Espa�a tiene bastantes puntos acumulados para figurar en la pr�xima tanda de pa�ses sujetos a planes de ajuste. Si alguien dudaba de la persistencia del modelo de usura global, solo hay que prestar atenci�n al caso island�s, donde la poblaci�n va a ser sometida a indemnizaciones a los especuladores anglo-holandeses que creyeron las promesas de alta rentabilidad ofrecidas por Landsbanki. La quiebra de este banco se ha convertido en una deuda obligatoria para toda la ciudadan�a de su pa�s de origen. Y esto que se dec�a que en la �poca de la globalizaci�n el capital no ten�a patria. 

IV 

Est�n en el aire las posibles reformas del sistema financiero que cada dos por tres prometen algunos l�deres mundiales. Curiosamente Rodr�guez Zapatero, el palad�n de la socialdemocracia europea, es de los menos activos en este terreno. Quiz�s porque sabe del enorme poder que tiene la banca espa�ola y la capacidad de mecanismos en los que influye. Aunque la crisis ha dejado �tocada� la imagen del sistema financiero mundial, gran parte de su poder pol�tico, econ�mico y cultural sigue intacto y puede esperarse que desarrollen una resistencia feroz a los intentos serios de minar su poder. El endeudamiento p�blico y el desempleo van a ser argumentos que van a utilizar como defensa frente a un sector p�blico presentado como derrochador, incapaz o ineficiente. 

El deterioro de lo p�blico ha sido una de las grandes victorias del neoliberalismo. Que ha contado entre sus aliados a gran parte de las �lites pol�ticas e intelectuales. Casi nadie ha sido capaz, o siquiera lo ha intentado, de hacer una defensa razonada y una batalla cultural en defensa de lo p�blico. Ni siquiera en la actual crisis mundial, donde se ha puesto de manifiesto el fallo sist�mico del mercado, y especialmente del mercado financiero. Y donde lo �nico que ha evitado el desastre ha sido, con todas sus imprecisiones e incongruencias, la intervenci�n p�blica.  

Nadie ha discutido la econom�a de la usura en la que estamos inmersos. Puesto que para ello hace falta replantear muchos aspectos del modelo dominante. Y nadie, incluso en el mundo del espacio alternativo que trata de defender, organizar y mejorar la condici�n de la mayor�a de la poblaci�n, ha sido capaz de articular una respuesta en defensa de la p�blico audaz y efectiva. Pronto conoceremos los efectos de la econom�a de la usura cuando empiecen los recortes en serio de gastos p�blicos b�sicos. De momento ya ha empezado el goteo. Basta preguntar a cualquier gestor de entidades sociales para tener noticia de recortes de subvenciones, pagos que no llegan, servicios que se deterioran. Pero ni en los sindicatos, ni en las ONGs., ni en los partidos de izquierda nadie parece dispuesto a lanzar un movimiento social que para la gangrena. Que como menos sirva para enfrentar la predominante econom�a de la usura con la necesidad de una econom�a al servicio de la colectividad, donde lo p�blico debe jugar necesariamente un papel destacado.

 

El mundo diez a�os despu�s de Seattle

Esther Vivas

Diez a�os despu�s de �la batalla de Seattle�, las pol�ticas neoliberales se han generalizado e intensificado, pero el esp�ritu de quienes salieron entonces a la calle sigue vivo y sus reivindicaciones hoy, en el contexto de crisis global, se plantean como m�s urgentes que nunca.

A pesar de que en un primer momento los detractores del movimiento �antiglobalizaci�n� le auguraron un futuro sombr�o y epis�dico al considerarlo fruto de una alianza puntual de organizaciones sin proyecto coherente. La realidad fue otra. Las protestas en Seattle inauguraron un nuevo ciclo internacional de movilizaciones que ten�a como eje central la cr�tica a la globalizaci�n neoliberal.

En el transcurso de estos a�os, el contexto internacional ha cambiado y las cr�ticas del movimiento han contribuido a ello. El ascenso de las protestas contra los art�fices de la globalizaci�n y las fuertes movilizaciones en el continente latinoamericano desgastaron la legitimidad de un modelo de globalizaci�n al servicio de los intereses corporativos. Asimismo, el fracaso evidente de las pol�ticas neoliberales y la situaci�n de crisis sist�mica del capitalismo, con sus m�ltiples facetas (econ�mica, clim�tica, alimentaria, energ�tica), ha puesto al descubierto las falacias de este modelo y su total incompatibilidad con la cobertura de las necesidades b�sicas de las personas y el respeto al planeta.

��xitos?

Sin embargo, el movimiento ha tenido muy pocos �xitos concretos y su capacidad para detener pol�ticas regresivas y arrancar demandas ha sido pr�cticamente nula, y cuando se han conseguido han sido �victorias� precarias o temporales. A pesar de las fuertes movilizaciones, alterar la correlaci�n de fuerzas y provocar un cambio de paradigma ha resultado ser una tarea mucho m�s dif�cil de lo que pod�an haber pensado los miles de manifestantes reunidos en Seattle.

Pero en cambio, el movimiento �antiglobalizaci�n� ha tenido un papel clave en la deslegitimaci�n del neoliberalismo y de las instituciones internacionales como el Banco Mundial, el G8... consiguiendo colocar a sus pol�ticas en el centro del debate y de la protesta. Despu�s de Seattle, cada una de las cumbres de estos organismos ser�a fuertemente contestada en las calles.

Una din�mica que oblig� a estas instituciones a realizar importantes campa�as de marketing, entonando alg�n mea culpa parcial y buscando legitimarse en operaciones de cooptaci�n de determinadas ONGs, algunas de las cuales al servicio de los mismos que defienden un �capitalismo de rostro humano� como los magnates empresariales George Soros o Bill Gates. El macro festival musical Live 8, coincidiendo con la cumbre del G8 en Gleneagles en 2005, fue buena prueba de ello, cuando centenares de estrellas de pop-rock participaron en conciertos en todo el planeta con el objetivo de �presionar al G8 para acabar con la pobreza en �frica�. Pero, �qu� inter�s pueden tener para acabar con la pobreza aquellos que se benefician de ella?

Promesas incumplidas

Y la misma din�mica hemos visto cumbre tras cumbre, palabras vac�as de contenido, promesas incumplidas y declaraciones de buenas intenciones que ocupan p�ginas de peri�dicos con presuntas voluntades de acabar �con el hambre en el mundo�, �condonar la deuda�, �poner fin al cambio clim�tico�... que el d�a despu�s quedan en el ba�l del olvido. Un ejemplo: en la cumbre de Colonia (1999), los jefes de estado de los pa�ses m�s ricos del planeta se comprometieron a anular el 90% de la deuda bilateral y multilateral de los 42 pa�ses m�s endeudados (en reuniones anteriores, y tambi�n posteriormente, los l�deres del G8 han realizado promesas en la misma direcci�n). Pero las cifras hablan por s� solas: desde 1999 la deuda global de los 42 Pa�ses Pobres Altamente Endeudados, lejos de reducirse, ha seguido aumentando. Los pa�ses del Sur han rembolsado casi diez veces el monto de la deuda de 1980 y a�n as� se encuentran cinco veces m�s endeudados.

Pero hoy nos encontramos ante una de las grandes crisis hist�ricas que pone en evidencia la cara m�s destructiva del capitalismo. Una crisis que da la raz�n a quienes se levantaron en Seattle, confirmando la pertinencia de sus cr�ticas. Frente a esta situaci�n, los l�deres del G8 y del G20 han optado por hacer un llamado a �moralizar el capitalismo�, �refundarlo�, aplicando una serie de retoques cosm�ticos que tan solo buscan apuntalar los cimientos del sistema.

Un a�o despu�s del derrumbe de Wall Street, nos quieren hacer creer que �lo peor de la crisis ya pas�, que �empezamos el camino de la recuperaci�n�... Todas estas afirmaciones de las �lites pol�ticas y econ�micas tienen en com�n negar el car�cter sist�mico de la crisis y evitar que la misma abone el cuestionamiento del actual modelo, enmascarando las causas de fondo y present�ndola como un problema estrictamente financiero resultado de cuatro banqueros y empresarios codiciosos. Sin embargo las graves consecuencias de la crisis, lejos de plantear la �refundaci�n del capitalismo�, lo que demuestran es la necesidad imperiosa de superarlo.

Esther Vivas es autora, junto con Josep M. Antentas, del libro Resistencias Globales. De Seattle a la crisis de Wall Street (Editorial Popular, 2009). 

Art�culo aparecido en el suplemento especial de Diagonal para el Foro Social Mundial en Madrid, 07/01/2010

 

Vic: nueva etapa de la xenofobia institucional

Albert Recio

Durante una semana, la ciudad de Vic ha estado en el centro del debate pol�tico nacional. La decisi�n del consistorio de bloquear el empadronamiento de nuevos inmigrantes ha vuelto a poner sobre el tapete el problema de la pol�tica migratoria. Precisamente en el momento en el que la informaci�n estad�stica indica una dr�stica reducci�n de nuevas entradas de inmigrantes. De un flujo de entrada que languidece cuando resulta evidente que cesan las oportunidades de empleo. Y que muestra que la gente viene en masa cuando tienen expectativas reales de empleo.

Lo que ha centrado el debate ha sido fundamentalmente una cuesti�n de pol�tica local. Seg�n esta versi�n, los partidos que rigen el Ayuntamiento de Vic (Converg�ncia i Uni�, Partit dels Socialistes de Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya) estar�an cada vez m�s presionados por el partido ultra �Plataforma per Catalunya� (con 4 concejales) y habr�an llevado a cabo la cl�sica maniobra defensiva que conduce a integrar las pol�ticas de extrema derecha en los programas de los partidos de centro. Y esto es sin duda parte de la verdad. Vic ha sido siempre un n�cleo de conservadurismo social. La novela de Miquel Llor �Laura a la ciutat dels sants� (1931) mostraba el reaccionarismo de sus clases dominantes (El autor escribi� una segunda parte en 1947 �El somriure del Sants� que toda la cr�tica consider� una revisi�n forzada de la anterior para eludir la represi�n franquista que padeci� por su pasado republicano). Este conservadurismo social ha continuado presente y forma el poso sobre el que ara�a votos Plataforma per Catalunya, con propuestas e ideas que coinciden con las ideas de una parte de los electores de alguno de los partidos presentes en el Gobierno municipal. No es casualidad que Plataforma per Catalunya haya conseguido implantarse en algunas ciudades medias de la Catalunya extra-metropolitana en la que la xenofobia frente al de fuera y las ideas conservadoras tienen una fuerte base social.

Hay otras cuestiones que no han salido a la luz y que a mi entender explican tambi�n la cuesti�n. Para entender por qu� en Vic se produce tal concentraci�n de inmigrantes hay que analizar su base econ�mica. La geograf�a de la inmigraci�n es, al mismo tiempo, una geograf�a econ�mica. Todos los �estallidos de xenofobia� han tendido a producirse en �reas de elevada concentraci�n de inmigrantes, y �stas han estado asociadas a la preponderancia de una determinada actividad econ�mica, como result� patente en el caso del Ejido (una econom�a y una crisis social que guarda enormes paralelismos con la reciente de Rosarno, en Calabria). Una pista que tambi�n est� presente en Vic. Si la ciudad fue uno de los n�cleos de atracci�n de inmigraci�n, inicialmente magreb� y posteriormente africana, ello se debe al predominio de la industria c�rnica en su floreciente econom�a.

En todo el mundo la industria c�rnica se caracteriza por el predominio de bajos salarios y duras condiciones de trabajo: posiciones forzadas que generan accidentes y lesiones, sangre y v�sceras, fr�o y, a menudo, trabajo nocturno para satisfacer las particulares l�gicas horarias de los mercados. En muchos pa�ses, por ejemplo en los U.S.A, el sector es propicio a emplear inmigraci�n reciente. Gente dispuesta a trabajar duro y a cobrar poco. La concentraci�n de inmigrantes es frecuente en las zonas c�rnicas. Y Vic es uno de los grandes centros c�rnicos del pa�s. Tambi�n de una extensa red de granjas porcinas que han generado uno de los mayores problemas de contaminaci�n de las aguas de Catalunya. Y la industria c�rnica no ha dudado en desarrollar su propio ej�rcito de reserva para garantizar el control de esta mano de obra barata. Por esto, cuando los inmigrantes marroqu�es ya estaban asentados, muchas empresas locales aprovecharon la peste porcina para despedir gente y contratar posteriormente nuevas oleadas de inmigrantes. Hace unos cinco a�os estaba realizando una investigaci�n en otras ciudades de la comarca y la preocupaci�n de los t�cnicos locales era qu� hacer con los desempleados marroqu�es residentes en su localidad (donde la vivienda era m�s barata) que hab�an sido sustituidos por nuevos migrantes. Y es que industrias como la c�rnica o la agricultura intensiva han basado parte de su actividad en la producci�n de un excedente persistente de mano de obra, de un ej�rcito de reserva local que evita presiones en demanda de m�s salarios y mejores condiciones de empleo. Seguramente ahora el ej�rcito de parados est� ya suficientemente nutrido para que no resulte atractivo atraer a m�s personas. Y, en este contexto, se temen los efectos de una concentraci�n �excesiva� de gente sin empleo que demande servicios sociales.

Tambi�n es posible, y esto debe entenderse como una hip�tesis interptretativa no probada, que est� produci�ndose otro fen�meno: el del reagupamiento de inmigrantes provocado por la crisis econ�mica. Mientras la econom�a ha generado empleo, los inmigrantes se han movido detr�s del mismo. Viviendo en precario all� donde pueden. Cuando el empleo se acaba y llegan los muy malos tiempos, lo �nico que queda es el recurso a la solidaridad familiar, grupal, etc. Y es evidente que estos lazos solidarios son mucho m�s fuertes entre los reci�n llegados que entre la poblaci�n aut�ctona. Y es posible que algunos sectores acudan a buscar solidaridad all� donde tienen paisanos que los pueden acoger. En Vic, la presencia de inmigrantes, especialmente marroqu�es, es antigua y consolidada. Bien podr�a ser que persistiera un flujo de gente que busca refugio all� donde tiene lazos. En este caso, la acusaci�n de pisos-patera tratar�a simplemente de impedir lo que no es m�s que la aplicaci�n de una solidaridad primaria. La presi�n que, quiz� de buena fe, perciben las autoridades de Vic no es mas que otro reflejo de los efectos de un sistema econ�mico que ha basado su crecimiento en la atracci�n de una masa de mano de obra sin desarrollar pol�ticas sociales, de vivienda y bienestar adecuadas para hacer frente a las demandas generadas por este plus de poblaci�n ni dotarse de buenos mecanismos de respuesta frente a los fallos del mercado.

Hay que combatir la xenofobia en sus propios t�rminos. Por una vez, la respuesta del Gobierno ha sido r�pida y precisa. Pero esta barrera puede resultar una defensa d�bil sin una pol�tica de largo alcance. No s�lo en el plano ideol�gico de lucha contra la xenofobia y el racismo, sino, especialmente, en el plano de las pol�ticas econ�micas y sociales, luchando por empleos decentes y pol�ticas de vivienda y servicios p�blicos suficientes. Vic es solo un atisbo de los costes sociales que genera el modelo econ�mico que resiste a ser transformado.

 

Elecciones chilenas: Una opini�n

�scar Soto Guzm�n

�scar Soto Guzm�n fue el m�dico personal de Allende y testigo de excepci�n de los acontecimientos que se desarrollaron en el Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, cuando un golpe de Estado dirigido por los militares derroc� al leg�timo gobierno chileno. Es autor de "El �ltimo d�a de Salvador Allende" (RBA Libros, 2008), donde narra todo lo sucedido aqu�l nefasto d�a.

En una elecci�n binominal, uno gana y el otro pierde. En Chile el 17 de enero, la Derecha (Pi�era) obtuvo una estrecha victoria sobre el Centro- Izquierda (Frei); sin embargo, m�s que ganar, quienes han hecho todos los m�ritos para perder han sido los Partidos pol�ticos de la Concertaci�n por la Democracia que durante 20 a�os han recibido el apoyo de los chilenos. Son demasiadas las asignaturas que esta coalici�n ha dejado pendientes. Sin pol�tica decidida por los Derechos Humanos, han sido las organizaciones de base quienes han impulsado los juicios y condenas de los responsables de sus violaciones, con t�mido y vergonzante apoyo del centro izquierda gobernante; han sido incapaces de cambiar los elementos esenciales de la Constituci�n pinochetista de 1980, que todav�a permite un sistema electoral binominal que garantiza el statu quo, otorg�ndole a la Derecha con s�lo el 36% de los sufragios la paridad en el Congreso y Senado, en una manifiesta tergiversaci�n de la voluntad popular; igualmente los qu�rum que la Constituci�n especifica impiden que el Estado, ya reducido a su m�nima expresi�n, pueda impulsar iniciativas econ�mico-empresariales. Todo est� entregado por ley a la iniciativa privada. No hay pa�s en el mundo con disposiciones semejantes. Teniendo, en estos �ltimos 20 a�os, varias oportunidades legales para derogar el decreto de amnist�a de 1978, con el que Pinochet dejaba sin culpa todos los cr�menes cometidos a partir del 11 de septiembre de 1973, ning�n l�der o Partido hizo suya esta iniciativa reclamada por todos los Organismos Internacionales de Derechos Humanos. A �ltima hora Bachelet envi� proyectos para que las Fuerzas Armadas no se beneficiaran de la venta del Cobre de Codelco, y para que los tribunales civiles se encargaran de los juicios en que alg�n militar estaba comprometido. Tard�a y poco cre�ble iniciativa, que dados los resultados electorales conocidos hoy dormir�n el sue�o de los justos.

Chile mantiene, en la regi�n, una macroeconom�a optima, con excepci�n del 2009 su PIB ha crecido todos los a�os en forma importante. Sin embargo tambi�n mantiene uno de los peores �ndices de distribuci�n de la riqueza. La tremenda falta de credibilidad de los pol�ticos, lleva a un escepticismo enorme. Frei proclamaba �Estado y m�s Estado�, pero su anterior gobierno privatiz� el agua y los puertos. Todo este panorama se refleja en un padr�n electoral de 8.285.186 personas, rest�ndose la posibilidad de opinar a m�s de 2.500.000 electores que no se inscriben en los Registros. Solo el 9,2% de los electores registrados tiene entre 18 y 30 a�os. No hay inter�s, no hay motivaci�n para participar, en particular entre los j�venes que se auto marginan.

Los medios escritos de comunicaci�n est�n en manos de dos grupos empresariales de categ�rica definici�n ideol�gica de Derechas, el Mercurio y la Tercera. Estos grupos forman la opini�n p�blica y definen los temas a tratar. La Concertaci�n no solamente ha sido incapaz de oponer alguna alternativa democr�tica a esta situaci�n, sino que ha torpedeado cualquier iniciativa tendente a un �rgano independiente y critico, al margen de esta dualidad. Lo ocurrido con el Diario El Clar�n, que no logra aparecer despu�s de 36 a�os de expropiaci�n por la dictadura militar, lo ejemplifica con claridad.

La Concertaci�n ha perdido la elecci�n por su falta de iniciativa, querellas internas, incapacidad para renovarse y despertar en la juventud esperanza en un pa�s mejor. Ahora deber� hacer su autocr�tica, asumiendo la responsabilidad de entregar la Presidencia de la Rep�blica a la Derecha, que por v�a electoral no lo lograba desde 1958.

�scar Soto Guzm�n es cardi�logo y fue el m�dico personal de Salvador Allende.

Texto publicado en NUEVATRIBUNA.ES - 18/01/2010

 

Empiezan las rebajas

Albert Recio

Con el cuaderno ya cerrado se acumulan las noticias que dan cuenta de lo que nos va a ocurrir si no acabamos con la �econom�a de la usura�. El gobierno ya ha filtrado su propuesta de reforma de la Seguridad Social con la cuesti�n estrella del alargamiento de la edad de jubilaci�n. Como en la misma nota informativa se incluye Espa�a sigue siendo uno de los pa�ses con una retirada m�s tard�a del mercado laboral, si bien existen enormes desigualdades seg�n g�nero o grupo social. Lo que la informaci�n no incluye es que Espa�a sigue siendo uno de los pa�ses europeos que menos gasta en pensiones y donde una parte de las mismas se sit�an bajo �ndices de pobreza. Tampoco nadie sabe explicar como se va a imponer a las empresas que retengan a sus empleados hasta los sesenta y siete a�os. Sin cambios en la situaci�n actual, esto es una mera medida de recorte de unas pensiones ya de por s� muy bajas.

Esta misma semana el F.M.I. ha dicho que Espa�a debe reducir salarios para recuperar la productividad. Ins�lito, basta con consultar el fondo estad�stico Eurostat y comprobar que Espa�a es, con Alemania, el pa�s europeo que en la �ltima d�cada m�s ha reducido los costes salariales sin que esta estrategia haya tenido efectos beneficiosos. Pero pedir al F.M.I. que incluya en sus predicciones un an�lisis profundo de los problemas de la estructura productiva y empresarial, o que considere el impacto de la cotizaci�n del euro, es lo mismo que pedir a un testigo de Jehov� que se olvide de la Biblia al expresar una opini�n. Nadie sabe adem�s explicar �cu�nto deber�an reducirse los salarios� ni qu� impactos sociales tendr�a esta medida para el sostenimiento de la demanda interior y la equidad social. Por no convencer no lo han hecho ni a los dirigentes de instituciones financieras como Caixa de Catalunya o Banesto que esta misma semana se han autoconcedido suculentos aumentos salariales y planes de incentivos. Aunque m�s que desobediencia, estos aumentos reflejan mejor que nada el talante social de las �lites dirigentes. A ver si de una vez por todas los lideres sindicales y sociales responden a esta nueva tomadura de pelo y empiezan a articular una respuesta seria, argumentada, convincente y contundente a lo que no es m�s que otra vuelta de tuerca de unas pol�ticas que primero provocaron la crisis y ahora tratan de sacar rentabilidad de la misma 

 

La biblioteca de Babel

Leonid Mlecin
Perch� Stalin cre� Israele
Prefacio de Luciano Canfora. Introducci�n de Enrico Mentana
Sandro Teti Editore, Roma, 2008.

El t�tulo del libro enga�a: Stalin no cre� Israel. Pero sin �l no se habr�a creado este estado que tanta importancia ha tenido en los acontecimientos mundiales de los �ltimos sesenta a�os. �sta es la conclusi�n a la que ha llegado el periodista ruso Leonid Mlecin despu�s de una larga investigaci�n durante la cual pudo consultar numerosos documentos desclasificados procedentes de los archivos del KGB, del Ministerio de Exteriores de la URSS y del Politbur� del PCUS.

Es cosa sabida que la URSS fue el factor fundamental para que en 1947 la ONU aprobara la formaci�n del estado de Israel en contra de la opini�n de ingleses y norteamericanos; pero no lo es tanto que los sovi�ticos, violando el embargo propugnado por el Reino Unido, le proporcionaran armas a Jerusal�n desde el mismo a�o 1948 trav�s de Checoslovaquia; armas sin las que, como reconoci� posteriormente Golda Mayer, los israel�s no hubieran ganado la guerra de 1948 contra los palestinos y sus aliados. Una colaboraci�n que termin� a ra�z de la violenta campa�a antisemita que desencaden� Stalin en su pa�s y del asunto del �complot de los m�dicos�, cuyas consecuencias contribuyeron al definitivo acercamiento de Israel a las potencias occidentales.

Sobre aquellos sucesos, y m�s en general sobre la relaci�n URSS-Israel en la segunda posguerra mundial, vuelve Mlecin con una obra bien escrita y metodol�gicamente rigurosa. Un libro que, como afirma en la introducci�n el reputado periodista italiano Enrico Mentana (jud�o y, por cierto, nada sospechoso de antisionismo), recuerda el -hoy silenciado- apoyo ruso a la causa israel� y redimensiona la opini�n seg�n la cual la creaci�n de Israel se debi� sobre todo a la mala conciencia de las naciones occidentales por la tragedia de la Shoah.

[G.P.]

 

P�GINAS-AMIGAS

Centre de Treball i Documentaci� (CTD)
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Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas

El Viejo Topo
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La Insignia-
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Sin permiso
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Revista mientras tanto

N�mero 110-111

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Primavera-Verano 2009

110-111

NOTAS EDITORIALES
La crisis para quien la trabaja
[A.R.]

La prueba pericial [J.L.G.]

Un tribunal constitucional plurinacional y elegido por sufragio universal [J.A.E.]

Marx, Einsenstein, Kluge [J.T.]

La Europa de la exclusi�n [A.M.]

ART�CULOS
Los designios neoliberales para la Universidad

LA UNIVERSIDAD EN EL SIGLO XXI
Boaventura de Sousa Santos

LA CRISIS UNIVERSITARIA Y BOLONIA
Juan-Ram�n Capella

LA EVALUACI�N UNIVERSITARIA EN EL CONTEXTO DEL PENSAMIENTO NEOLIBERAL
�ngel D�az Barriga

LA EVALUACI�N UNIVERSITARIA �TOYOTISMO EN LA UNIVERSIDAD?
Jos� A. Est�vez

Otros art�culos
OJEADA SOBRE LA CRISIS ENERG�TICA
Alfons Barcel�

LA ECONOM�A POL�TICA DEL CASTIGO
Elena Larrauri

LA CRISIS PALESTINA DESMONTANDO ALGUNOS MITOS
Javier Honorato

F. VIDARTE Y LOS OR�GENES DE LA TEOR�A QUEER EN ESPA�A
Laurentino V�llez-Pellegrini

Sobre cine
UNA PO�TICA DEL CINE
Pere Portabella

UN TRABAJO CULTURAL EN EL CINE
Josep Torrell

CUESTI�N DE PALABRAS
(nueva secci�n de poes�a)
Antonio Jim�nez Mill�n

RESE�A
DE LA LOCURA MAO�STA AL DESENFRENO NEOLIBERAL
(Ram�n Campderrich)

CITA
LA OBRA DE LOS PASAJES, (anotaci�n N 9 a, 1)
Walter Benjamin

 
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Avance del n�mero 112

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Oto�o 2009

112

NOTAS EDITORIALES
Sobre Israel y la Universidad [JLG]

La militarizaci�n de Am�rica Latina [JAE]

Sobre Afganist�n [JRC]

TEXTOS
�Existi� el socialismo alguna vez y tiene porvenir?. Presentaci�n de Alfons Barcel�

Mario Bunge

Invitaci�n a un debate: el sorteo y las c�maras sorteadas como mejoras institucionales a la democracia
Jorge Cancio

Solidaridad interterritorial y financiaci�n
Ramon Franquesa y Antoni Montserrat

�C�mo salir de la trampa?
Pierre Larrouturou

C�mo rodar El Capital (nota previa de Josep Torrell)
Serguei Mijailovich Eisenstein

�En construcci� i �Com a �ntim� (Miguel Hern�ndez)
Pere Comes i Miralles

CUESTI�N DE PALABRAS

Javier Rodr�guez Marcos

RESE�A

Edgardo Logiudice: Marxismo, �hip�tesis o teor�a?
 

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