Ya
son varios los pasajeros del vuelo 253 a Detroit que lo dicen: �Las
autoridades mienten sobre lo que realmente pas�"
Aaron Foley
Ya se
han
presentado
otros pasajeros del vuelo 253 a Detroit en defensa del matrimonio de
abogados Kurt y Lori Haskell, que viajaban en el avi�n y que han
declarado que el joven de �los calzoncillos bomba� actu� con dos
c�mplices por lo
menos.
La versi�n de los acontecimientos que dan las autoridades y los medios
corporativos contradicen la de los Haskell y ahora la de otros de sus
compa�eros de viaje.
Lo que
sigue
es la entrevista que el abogado de Detroit Kurt Haskell dio a un
programa de radio de la cadena MLive, de Detroit.
�Hoy,
en la
tranquilidad
de mi casa, estoy mucho m�s asustado que estaba en el momento del
ataque. Porque hoy me he dado cuenta de que mi pa�s me est� mintiendo a
mi, a todos mis conciudadanos y a todo el mundo. Desde que me baj� del
vuelo 253, no he dejado de repetir lo que vi en la sala de embarque del
aeropuerto de �msterdam, en el avi�n y en el puesto de Aduanas del
aeropuerto de Detroit.
Comencemos
desde el principio, en la sala de embarque de �msterdam. Mientras mi
mujer, nuestra hija y yo esper�bamos embarcar en el avi�n, echamos una
partida de p�quer. Est�bamos sentados en el suelo, al lado del mostrador
de bordaje, porque no hab�a asientos libres. Apareci� el joven
Abdulmutallab, con un aspecto de pobre, acompa�ado por un hombre hind�
de unos cincuenta a�os de edad, muy bien vestido con un traje algo
parecido a la toga que llevar�a un juez. La pareja nos llam� la atenci�n
a m� y a mi esposa por parecernos algo raro. Se presentaron en el
mostrador y el hombre hind� le dijo a la azafata que el joven necesitaba
volar pero que no ten�a pasaporte. La azafata respondi� que si no ten�a
pasaporte no pod�a volar. Entonces el hombre le dijo �es un refugiado
sudan�s, esto lo hacemos siempre.� La azafata respondi� que tendr�an que
hablar con los agentes de seguridad y les acompa�� hasta una puerta al
otro lado del mostrador. Entonces abordamos el avi�n y no volvimos a ver
al joven Abdulmutallab hasta que se prendi� fuego en el avi�n sobre
Detroit.
Ahora
sabemos que Abdulmutallab consigui� pasar los controles de pasaporte y
de embarque y subir en el avi�n sin ninguno de los documentos
requeridos. Y sabemos que no lo consigui� solo, sino con la ayuda de
c�mplices.
Estamos
hablando de un hombre que ya estaba fichado en las listas negras
estadounidenses. Adem�s, su padre y las autoridades de Nigeria hab�an
alertado a las autoridades de EE.UU. sobre los planes del joven. Y �ste
acababa de proveerse de una bomba en Yemen, llev�ndola encima a trav�s
de varios aeropuertos sin ser detectado.
Lo que
est� claro es que Abdulmutallab s� ten�a pasaporte. Pero no lo quiso
usar
porque hubiera hecho saltar la alarma. Pero eso no importaba porque
ten�a ayuda para volar sin siquiera tener que presentar un pasaporte a
nadie.
�Por
qu� no muestran los v�deos de la sala de embarque de �msterdam? As�
podr�an demostrar que mi testimonio es falso y se acab�. Pero no lo
hacen porque mi testimonio es cierto. Si el v�deo hubiera desmentido mis
declaraciones, seguramente ya lo habr�a visto el mundo entero. Pero, en
lugar de mostrar el v�deo, nos dicen que �ste ha sido analizado y que
confirma que el terrorista s� se present� con su pasaporte.
Durante
todo el vuelo hab�a un hombre, tambi�n hind�, sentado al otro lado del
pasillo
donde est�bamos nosotros, que cada dos por tres grababa con una c�mara
digital la parte delantera del avi�n donde estaba sentado Abdulmutallab
(no supimos que Abdulmutallab estaba a bordo hasta despu�s del incendio,
cuando lo reconocimos). Y cuando Abdulmutallab se prendi� fuego, el
hombre de la c�mara estaba de pie grab�ndolo todo. A llegar a Detroit,
este hombre abandon� el avi�n, desapareci� y nunca m�s lo volvimos a
ver.
A la
llegada
a Detroit, las cosas fueron de mal en peor. En concreto: una hora
despu�s de haber bajado del avi�n, llegaron perros adiestrados
rastreadores de explosivos. Hasta ese momento, todos los pasajeros del
vuelo 253 hab�amos permanecido de pie con nuestros equipajes de mano, en
una parte aislada de la sala de recogida de maletas. Cuando llegaron los
perros rastreadores, uno de ellos r�pidamente localiz� algo en la maleta
de un hombre de unos treinta a�os de edad, tambi�n hind�, vestido de
color naranja. Estuvo todo el rato a seis o siete metros de m�.
Inmediatamente le llevaron a un cuarto colindante para ser interrogado.
Seguidamente salieron del cuarto y se fueron con el hombre esposado.
Entonces un agente del FBI se acerc� a los pasajeros y dijo lo
siguiente: "Todos est�n siendo trasladados a otra zona porque esta zona
no es segura. S� que han visto lo que acaba de pasar (en referencia al
hombre de naranja) y son lo suficientemente inteligentes como para leer
entre l�neas y darse cuenta.� Su comentario no me pareci� profesional en
absoluto, pero por lo menos el agente fue sincero. Entonces nos
trasladaron por un largo pasillo hasta otra sala desde la sala de
reclamo de equipaje.
Durante
todo ese tiempo, desde que aterrizamos hasta pasar por fin el control de
Aduanas, seis horas en total, ninguna persona que no fuese personal del
FBI o un pasajero del vuelo 253 estuvo en la zona acordonada de la
terminal. Nunca nadie hizo contacto con nadie. Los agentes de la FBI no
nos permit�an ir al
ba�o a menos que fu�semos solos y acompa�ados por un agente. No nos
permit�an comer, beber, llamar por el m�vil o enviar un mensaje SMS.
Llevo
ya cinco d�as repitiendo lo mismo y el FBI sigue contradici�ndome a m� y
a mi mujer e
hija,
insistiendo en que el �nico hombre detenido por lo sucedido ha sido el
joven Abdulmutallab. Sin embargo, en los �ltimos d�as, varios pasajeros
del vuelo se han presentado para corroborar mi versi�n y ejercer presi�n
sobre el FBI y Aduanas para que digan la verdad.
A
primeras horas de hoy he o�do decir a dos periodistas que el FBI o
Aduanas admite que
hubo
otro hombre �confinado� por razones de inmigraci�n, y adem�s de manera
indefinida. Dicen �confinado� en lugar de �detenido� porque llev�bamos
cinco d�as diciendo que hubo un hombre detenido. As� que ha sido culpa
m�a por usar la palabra �detenido� en lugar de �confinado�. Un truco
sem�ntico muy lindo por parte del FBI
Una
pregunta: �fue
el hombre detenido, perd�n �confinado�, porque no ten�a pasaporte? Pues
no est� claro, porque unas horas m�s tarde Aduanas cambi� su historia de
nuevo. Esta vez el Sr. Ron Smith de Aduanas dijo que s�, que
efectivamente el hombre fue detenido. Pero, aqu� otro truco, la noticia
que dio a la prensa es que iba en otro avi�n. El Sr. Ron Smith nos est�
tom�ndome a m� y a todo el p�blico estadounidense por tontos. Echemos un
vistazo a la historia que cuentan (despu�s de que la hayan cambiado dos
veces, con lo cual �sta es su tercera versi�n).
Para
que su historia sea ver�dica, usted tiene que creerse que los agentes de
la FBI y la Aduana permitieron a los pasajeros de otro vuelo mezclarse
con los pasajeros del vuelo 253, mientras que la investigaci�n m�s
importante de los �ltimos a�os se estaba llevando a cabo. Ya he dicho
que no nos dejaron ni ir al ba�o y que en ning�n momento nadie entr� ni
sali� del grupo. Es decir, est�bamos detenidos y se nos prohibi� beber,
comer, llamar por tel�fono, etc�tera. Sin embargo, ahora dicen que
dejaron entrar inadvertidamente a
otro
pasajero u otros pasajeros de otro vuelo u otros vuelos.
Y esto
lo tienen que creer a pesar de que ni siquiera permitieron a los
pasajeros de todos
los
dem�s vuelos bajar de los aviones durante, por lo menos, la primera hora
de nuestra detenci�n, es decir, hasta despu�s de que se llevaran
esposado al hombre.
Tienen
que creer que el
hombre
que entr� en las dependencias de Aduanas conmigo y el resto del grupo, y
que permaneci� a seis metros de m� todo el tiempo, hab�a salido de alg�n
avi�n misterioso, que nunca aterriz� y nunca dej� desembarcar a sus
pasajeros. Pero �l s� lo logr�, consigui� colarse en nuestro grupo que
estaba absolutamente controlado y restringido.
Quisiera animar al Sr. Ron
Smith
a un debate conmigo en cualquier momento y en cualquier lugar, pero que
sea EN P�BLICO para que el pueblo
estadounidense
vea lo que es cre�ble y lo que no lo es.
�No
ser�a lo
siguiente
la historia m�s plausible?: los agentes de la FBI y Aduanas se dieron
cuenta de que metieron la pata y no quieren admitir que obligaron a m�s
de 200 pasajeros a permanecer en un avi�n con un hombre con una bomba
durante 20 minutos, y despu�s en las dependencias de Aduanas durante
otra hora. Evidentemente, el hombre detenido apunta a que el joven
Abdulmutallab no actuaba solo y que no conviene a las fuerzas del orden
que el p�blico lo sepa. Por la raz�n de �Seguridad de Estado� que sea.
Recomendar�a
al estimado Sr. Smith que la versi�n n�mero 4 sea, si no m�s posible,
por lo menos m�s cre�ble.
Publicado
en MLive.com, el jueves 31 de Diciembre de 2009. Traducido por Greg Grisham, el �j�, consultable en:
http://www.investigar11s.org
Versi�n original consultable en:
http://www.prisonplanet.com/flight-253-eyewitness-authorities-are-lying-about-terror-attack.html
http://www.mlive.com/news/detroit/index.ssf/2009/12/flight_253_passenger_kurt_hask.html]
Cuaderno
de
crisis/ 11
Albert Recio
ECONOM�A DE LA USURA
I
Habitualmente
entendemos la usura como la fijaci�n de un tipo de inter�s excesivo
cuando se presta dinero. Una especie de precio monopol�stico. Pero si
nos limitamos a esta percepci�n, perdemos de vista algunos de los rasgos
m�s importantes de la cuesti�n. Muchos de los pr�stamos usurarios son en
verdad impagables. Por ejemplo, esto es lo que ha ocurrido en muchas
sociedades agrarias donde agricultores pobres toman pr�stamos de
usureros locales. Basta cualquier incidente imprevisto para que el
pr�stamo no pueda retornarse. Ah� es donde se pone en marcha el
verdadero mecanismo de la usura, el que convierte un cr�dito temporal en
una obligaci�n vitalicia del prestatario respecto al prestamista. En la
antig�edad cl�sica este camino pod�a llegar a la esclavitud. En la
sociedad feudal y en otras muchas sociedades precapitalistas este ha
sido uno de los mecanismos b�sicos en el sometimiento de los pobres a
los intereses privados de una minor�a. Alguien sujeto a un pr�stamo
irretornable deber� pasar toda su vida transfiriendo una parte de su
renta al prestamista y/o oblig�ndose a otro tipo de prestaci�n (trabajo
gratuito, sometimiento pol�tico, dependencia personal...). Tan
importante es el nivel del tipo de inter�s como la incapacidad de
liberar el cr�dito en un plazo razonable. La usura
se
sostiene asimismo en un r�gimen institucional en el que el prestamista
tiene m�s poder para imponer sus intereses e impedir que la deuda se
salde por la v�a del impago.
El
neoliberalismo
ha generado un nuevo modelo de usura a una escala inimaginable. Hace
muchos a�os que lo saben los habitantes de muchos pa�ses en desarrollo
que han experimentado en sus carnes la crisis de la deuda. Una crisis
que casi siempre ha tenido su origen en la llegada masiva de flujos
financieros al pa�s, flujos con los que se ha financiado gastos p�blicos
inadecuados (especialmente armamento) e inversiones privadas insensatas
o meramente especulativas. Despu�s ha tenido lugar alg�n suceso
catastr�fico (derrumbe del precio de los productos de exportaci�n,
crisis pol�tica, etc.) que han generado una crisis de pagos. Y al final,
�sta se ha saldado con la imposici�n de un plan de ajuste, casi siempre
con un paquete de ingredientes parecidos: conversi�n de la deuda privada
en obligaci�n p�blica, recortes dr�sticos del gasto p�blico y de los
salarios, medidas de liberalizaci�n exterior, etc.. Es una historia
harto conocida. Durante bastante tiempo se atribu�an
todos
los males a la corrupci�n y mala gesti�n de las �lites de estos pa�ses,
una coartada moral que permit�a a las �lites bienpensantes de los pa�ses
ricos desentenderse del sufrimiento y la injusticia ajena.
II
Culpar de sus males a los pa�ses pobres imped�a reconocer los mecanismos
que, tambi�n en los pa�ses ricos, estaban conduciendo a la generaci�n de
una situaci�n de usura global. A mi entender, en este proceso se han
combinado diferentes factores que han generado una estructura econ�mica
peculiar. En primer lugar, cambios importantes en la distribuci�n de la
renta nacidos esencialmente de las mutaciones de la organizaci�n
empresarial y de transformaciones en el mercado laboral. La
fragmentaci�n de las grandes estructuras empresariales
del
pasado mediante los mecanismos estudiados de deslocalizaciones,
externalizaciones, subcontrataci�n, etc., as� como el debilitamiento de
las organizaciones sindicales (no s�lo en t�rminos de afiliaci�n,
tambi�n en su capacidad de promover alternativas) ha jugado en ello un
papel esencial. Tambi�n los cambios en la organizaci�n de muchos
mercados laborales espec�ficos en los que la p�rdida de mecanismos de
seguridad ha estado asociada al reforzamiento de incentivos para unos
pocos. Las desigualdades han crecido sustancialmente entre capital y
trabajo y entre una �lite de empleados de ��xito� y el conjunto de la
masa laboral. En segundo lugar, la crisis fiscal del estado,
especialmente ligada a la generalizaci�n de pol�ticas orientadas a
contener o reducir el peso de los impuestos y el sector p�blico. Una
situaci�n que se ha producido en casi todos los pa�ses desarrollados con
independencia de sus niveles de impuestos (la misma tendencia anti-impuestos
ha tenido lugar en pa�ses como Suecia, Espa�a o Estados Unidos, con
pesos muy inferiores de la fiscalidad). Esta presi�n constituye un freno
a la expansi�n del sector p�blico, pero puede convertirse f�cilmente en
endeudamiento cuando
las
mismas demandas sociales exigen mayor gasto p�blico, o cuando los
gobiernos se embarcan en aventuras de elevado coste (como es el caso del
sostenimiento de una guerra imperial en Oriente). En tercer lugar, los
desequilibrios entre naciones como resultado de la globalizaci�n del
comercio internacional han generado nuevas tendencias al endeudamiento
perpetuo de aquellas econom�as caracterizadas por d�ficits persistentes
en la balanza de pagos. Y, dominando todo ello, la desregulaci�n e
hiperdesarrollo de un sistema financiero que ha sido el gran promotor y
el gran beneficiado de esta econom�a del endeudamiento global. En parte
ha permitido el funcionamiento de una econom�a donde proliferaban las
personas, empresas y estados endeudados. En parte han actuados como
promotores del endeudamiento con ofertas de todo tipo de cr�ditos
(hipotecas, tarjetas de cr�dito, pr�stamos colectivos�). En la burbuja
inmobiliaria, �sta es una de las cuestiones que m�s ha favorecido este
nivel de endeudamiento, su papel de pir�manos parece fuera de dudas: no
s�lo han sido generosos en la concesi�n de hipotecas a los compradores
privados de vivienda sino que la suculenta financiaci�n a los promotores
est� en la base del desaforado precio del suelo que alimentaba todo el
proceso.
Sin duda, la b�veda
de esta estructura se encuentra en el entramado de organismos
internacionales y normas reguladoras que han acompa�ado todo el proceso.
Un elemento crucial, puesto en evidencia en las primeras crisis de la
deuda de los 80 era la introducci�n de un r�gimen que imped�a saldar las
deudas con p�rdidas para los prestamistas. La conversi�n masiva de deuda
privada en deuda p�blica que tuvo lugar en Latinoam�rica, dise�ada para
evitar la quiebra de la banca prestamista, dejaba claro que, al igual
que en la usura medieval, el poder estaba en manos del prestamista. Y,
en consecuencia, que la crisis de la deuda tiende a perpetuar la
dependencia.
III
Lo novedoso
de la crisis actual es que su estallido ya no se ha producido en un pa�s
remoto, presumiblemente controlado por un Gobierno y unas �lites
corruptas, sino que ha tenido lugar en el centro mismo de las econom�as
capitalistas. Y, a�n con plazos y f�rmulas espec�ficas, la pauta de
respuesta parece seguir la l�gica de una econom�a usuraria. En la
primera fase se ha tratado de evitar que la crisis de la deuda (esto y
no otra cosa es la crisis de las �subprime� y de las empresas
inmobiliarias incapaces de �colocar� en el mercado promociones a precios
desorbitados) se ha tratado de salvar a los prestamistas mediante ayudas
p�blicas directas y la asunci�n por el Estado de los �paquetes� de
cr�ditos fallidos. Y tambi�n con una pol�tica de gasto p�blico orientada
a mantener algo de la demanda evaporada con la crisis financiera.
Con ello
se
ha salvado del desastre al sector financiero y se ha reducido parte del
desempleo potencial que se pod�a crear. A cambio se ha producido un
elevado d�ficit fiscal en muchos pa�ses. Un d�ficit que genera una nueva
fase de endeudamiento en la que los grupos financieros que lo han
provocado (y los grupos sociales enriquecidos que representan) vuelven a
estar en la posici�n fuerte de los prestamistas con los que la
colectividad est� entrampada.
Estamos entrando en la segunda fase de la crisis. Si en la primera el
principal coste
social
ha sido el desempleo masivo, en la actual a este factor se le sumar�n
los intentos de recortes del gasto p�blico justificados por el elevado
endeudamiento de muchos estados. No deja de ser sorprendente que las
mismas entidades de evaluaci�n de riesgos (Standard & Poors, Fitch,
Moodys) que tan laxas fueron en la evaluaci�n de los riesgos del sector
financiero, se est�n erigiendo en los m�s acerados cr�ticos de la deuda
p�blica. Y est�n consiguiendo que los Gobiernos reaccionen con
propuestas de pol�ticas de austeridad que pueden significar tanto nuevos
aumentos del desempleo como graves deterioros de servicios sociales
b�sicos. Un proceso que ya est� afectando a los planes m�s dr�sticos de
ajuste como el de Letonia o el que se est� elaborando en Grecia, pero
que pronto llegar� a otras poblaciones atrapadas en el drama de la
crisis fiscal y la econom�a de la usura. Espa�a tiene bastantes puntos
acumulados para figurar en la pr�xima tanda de pa�ses sujetos a planes
de ajuste. Si alguien dudaba de la persistencia del modelo de usura
global, solo hay que prestar atenci�n al caso island�s, donde la
poblaci�n va a ser sometida a indemnizaciones a los especuladores
anglo-holandeses que creyeron las promesas de alta rentabilidad
ofrecidas por Landsbanki. La quiebra de este banco se ha convertido en
una deuda obligatoria para toda la ciudadan�a de su pa�s de origen. Y
esto que se dec�a que en la �poca de la globalizaci�n el capital no
ten�a patria.
IV
Est�n en el
aire
las posibles reformas del sistema financiero que cada dos por tres
prometen algunos l�deres mundiales. Curiosamente Rodr�guez Zapatero, el
palad�n de la socialdemocracia europea, es de los menos activos en este
terreno. Quiz�s porque sabe del enorme poder que tiene la banca espa�ola
y la capacidad de mecanismos en los que influye. Aunque la crisis ha
dejado �tocada� la imagen del sistema financiero mundial, gran parte de
su poder pol�tico, econ�mico y cultural sigue intacto y puede esperarse
que desarrollen una resistencia feroz a los intentos serios de minar su
poder. El endeudamiento p�blico y el desempleo van a ser argumentos que
van a utilizar como defensa frente a un sector p�blico presentado como
derrochador, incapaz o ineficiente.
El
deterioro
de lo p�blico ha sido una de las grandes victorias del neoliberalismo.
Que ha contado entre sus aliados a gran parte de las �lites pol�ticas e
intelectuales. Casi nadie ha sido capaz, o siquiera lo ha intentado, de
hacer una defensa razonada y una batalla cultural en defensa de lo
p�blico. Ni siquiera en la actual crisis mundial, donde se ha puesto de
manifiesto el fallo sist�mico del mercado, y especialmente del mercado
financiero. Y donde lo �nico que ha evitado el desastre ha sido, con
todas sus imprecisiones e incongruencias, la intervenci�n p�blica.
Nadie
ha discutido la econom�a de la usura en la que estamos inmersos. Puesto
que para ello hace falta replantear muchos aspectos del modelo
dominante. Y nadie, incluso en el mundo del espacio alternativo que
trata de defender, organizar y mejorar la condici�n de la mayor�a de la
poblaci�n, ha sido capaz de articular una respuesta en defensa de la
p�blico audaz y efectiva. Pronto conoceremos los efectos de la econom�a
de la usura cuando empiecen los recortes en serio de gastos p�blicos
b�sicos. De momento ya ha empezado el goteo. Basta preguntar a cualquier
gestor de entidades sociales para tener noticia de recortes de
subvenciones, pagos que no llegan, servicios que se deterioran. Pero ni
en los sindicatos, ni en las ONGs., ni en los partidos de izquierda
nadie parece dispuesto a lanzar un movimiento social que para la
gangrena. Que como menos sirva para enfrentar la predominante econom�a
de la usura con la necesidad de una econom�a al servicio de la
colectividad, donde lo p�blico debe jugar necesariamente un papel
destacado.
El
mundo diez a�os despu�s de Seattle
Esther Vivas
Diez a�os despu�s de �la batalla de Seattle�, las pol�ticas neoliberales
se han generalizado e intensificado, pero el esp�ritu de quienes
salieron entonces a la calle sigue vivo y sus reivindicaciones hoy, en
el contexto de crisis global, se plantean como m�s urgentes que nunca.
A pesar de que en un primer momento los detractores del movimiento
�antiglobalizaci�n� le auguraron un futuro sombr�o y epis�dico al
considerarlo fruto de una alianza puntual de organizaciones sin proyecto
coherente. La realidad fue otra. Las protestas en Seattle inauguraron un
nuevo ciclo internacional de movilizaciones que ten�a como eje central
la cr�tica a la globalizaci�n neoliberal.
En el transcurso de estos a�os, el contexto internacional ha cambiado y
las cr�ticas del movimiento han contribuido a ello. El ascenso de las
protestas contra los art�fices de la globalizaci�n y las fuertes
movilizaciones en el continente latinoamericano desgastaron la
legitimidad de un modelo de globalizaci�n al servicio de los intereses
corporativos. Asimismo, el fracaso evidente de las pol�ticas
neoliberales y la situaci�n de crisis sist�mica del capitalismo, con sus
m�ltiples facetas (econ�mica, clim�tica, alimentaria, energ�tica), ha
puesto al descubierto las falacias de este modelo y su total
incompatibilidad con la cobertura de las necesidades b�sicas de las
personas y el respeto al planeta.
��xitos?
Sin embargo, el movimiento ha tenido muy pocos �xitos concretos y su
capacidad para detener pol�ticas regresivas y arrancar demandas ha sido
pr�cticamente nula, y cuando se han conseguido han sido �victorias�
precarias o temporales. A pesar de las fuertes movilizaciones, alterar
la correlaci�n de fuerzas y provocar un cambio de paradigma ha resultado
ser una tarea mucho m�s dif�cil de lo que pod�an haber pensado los miles
de manifestantes reunidos en Seattle.
Pero en cambio, el movimiento �antiglobalizaci�n� ha tenido un papel
clave en la deslegitimaci�n del neoliberalismo y de las instituciones
internacionales como el Banco Mundial, el G8... consiguiendo colocar a
sus pol�ticas en el centro del debate y de la protesta. Despu�s de
Seattle, cada una de las cumbres de estos organismos ser�a fuertemente
contestada en las calles.
Una din�mica que oblig� a estas instituciones a realizar importantes
campa�as de marketing, entonando alg�n mea culpa parcial y
buscando legitimarse en operaciones de cooptaci�n de determinadas ONGs,
algunas de las cuales al servicio de los mismos que defienden un
�capitalismo de rostro humano� como los magnates empresariales George
Soros o Bill Gates. El macro festival musical Live 8, coincidiendo con
la cumbre del G8 en Gleneagles en 2005, fue buena prueba de ello, cuando
centenares de estrellas de pop-rock participaron en conciertos en todo
el planeta con el objetivo de �presionar al G8 para acabar con la
pobreza en �frica�. Pero, �qu� inter�s pueden tener para acabar con la
pobreza aquellos que se benefician de ella?
Promesas incumplidas
Y la misma din�mica hemos visto cumbre tras cumbre, palabras vac�as de
contenido, promesas incumplidas y declaraciones de buenas intenciones
que ocupan p�ginas de peri�dicos con presuntas voluntades de acabar �con
el hambre en el mundo�, �condonar la deuda�, �poner fin al cambio
clim�tico�... que el d�a despu�s quedan en el ba�l del olvido. Un
ejemplo: en la cumbre de Colonia (1999), los jefes de estado de los
pa�ses m�s ricos del planeta se comprometieron a anular el 90% de la
deuda bilateral y multilateral de los 42 pa�ses m�s endeudados (en
reuniones anteriores, y tambi�n posteriormente, los l�deres del G8 han
realizado promesas en la misma direcci�n). Pero las cifras hablan por s�
solas: desde 1999 la deuda global de los 42 Pa�ses Pobres Altamente
Endeudados, lejos de reducirse, ha seguido aumentando. Los pa�ses del
Sur han rembolsado casi diez veces el monto de la deuda de 1980 y a�n
as� se encuentran cinco veces m�s endeudados.
Pero hoy nos encontramos ante una de las grandes crisis hist�ricas que
pone en evidencia la cara m�s destructiva del capitalismo. Una crisis
que da la raz�n a quienes se levantaron en Seattle, confirmando la
pertinencia de sus cr�ticas. Frente a esta situaci�n, los l�deres del G8
y del G20 han optado por hacer un llamado a �moralizar el capitalismo�,
�refundarlo�, aplicando una serie de retoques cosm�ticos que tan solo
buscan apuntalar los cimientos del sistema.
Un a�o despu�s del derrumbe de Wall Street, nos quieren hacer creer que
�lo peor de la crisis ya pas�, que �empezamos el camino de la
recuperaci�n�... Todas estas afirmaciones de las �lites pol�ticas y
econ�micas tienen en com�n negar el car�cter sist�mico de la crisis y
evitar que la misma abone el cuestionamiento del actual modelo,
enmascarando las causas de fondo y present�ndola como un problema
estrictamente financiero resultado de cuatro banqueros y empresarios
codiciosos. Sin embargo las graves consecuencias de la crisis, lejos de
plantear la �refundaci�n del capitalismo�, lo que demuestran es la
necesidad imperiosa de superarlo.
Esther Vivas es
autora, junto con Josep M. Antentas, del libro Resistencias Globales.
De Seattle a la crisis de Wall Street (Editorial Popular, 2009).
Art�culo
aparecido en el suplemento especial de Diagonal para el Foro Social
Mundial en Madrid, 07/01/2010
Vic:
nueva etapa de la xenofobia institucional
Albert Recio
Durante una semana, la ciudad de Vic ha estado en el centro del debate
pol�tico nacional. La decisi�n del consistorio de bloquear el
empadronamiento de nuevos inmigrantes ha vuelto a poner sobre el tapete
el problema de la pol�tica migratoria. Precisamente en el momento en el
que la informaci�n estad�stica indica una dr�stica reducci�n de nuevas
entradas de inmigrantes. De un flujo de entrada que languidece cuando
resulta evidente que cesan las oportunidades de empleo. Y que muestra
que la gente viene en masa cuando tienen expectativas reales de empleo.
Lo que ha centrado el debate ha sido fundamentalmente una cuesti�n de
pol�tica local. Seg�n esta versi�n, los partidos que rigen el
Ayuntamiento de Vic (Converg�ncia i Uni�, Partit dels Socialistes de
Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya) estar�an cada vez m�s
presionados por el partido ultra �Plataforma per Catalunya� (con 4
concejales) y habr�an llevado a cabo la cl�sica maniobra defensiva que
conduce a integrar las pol�ticas de extrema derecha en los programas de
los partidos de centro. Y esto es sin duda parte de la verdad. Vic ha
sido siempre un n�cleo de conservadurismo social. La novela de Miquel
Llor �Laura a la ciutat dels sants� (1931) mostraba el reaccionarismo de
sus clases dominantes (El autor escribi� una segunda parte en 1947 �El
somriure del Sants� que toda la cr�tica consider� una revisi�n forzada
de la anterior para eludir la represi�n franquista que padeci� por su
pasado republicano). Este conservadurismo social ha continuado presente
y forma el poso sobre el que ara�a votos Plataforma per Catalunya, con
propuestas e ideas que coinciden con las ideas de una parte de los
electores de alguno de los partidos presentes en el Gobierno municipal.
No es casualidad que Plataforma per Catalunya haya conseguido
implantarse en algunas ciudades medias de la Catalunya
extra-metropolitana en la que la xenofobia frente al de fuera y las
ideas conservadoras tienen una fuerte base social.
Hay otras cuestiones que no han salido a la luz y que a mi entender
explican tambi�n la cuesti�n. Para entender por qu� en Vic se produce
tal concentraci�n de inmigrantes hay que analizar su base econ�mica. La
geograf�a de la inmigraci�n es, al mismo tiempo, una geograf�a
econ�mica. Todos los �estallidos de xenofobia� han tendido a producirse
en �reas de elevada concentraci�n de inmigrantes, y �stas han estado
asociadas a la preponderancia de una determinada actividad econ�mica,
como result� patente en el caso del Ejido (una econom�a y una crisis
social que guarda enormes paralelismos con la reciente de Rosarno, en
Calabria). Una pista que tambi�n est� presente en Vic. Si la ciudad fue
uno de los n�cleos de atracci�n de inmigraci�n, inicialmente magreb� y
posteriormente africana, ello se debe al predominio de la industria
c�rnica en su floreciente econom�a.
En todo el mundo la industria c�rnica se caracteriza por el predominio
de bajos salarios y duras condiciones de trabajo: posiciones forzadas
que generan accidentes y lesiones, sangre y v�sceras, fr�o y, a menudo,
trabajo nocturno para satisfacer las particulares l�gicas horarias de
los mercados. En muchos pa�ses, por ejemplo en los U.S.A, el sector es
propicio a emplear inmigraci�n reciente. Gente dispuesta a trabajar duro
y a cobrar poco. La concentraci�n de inmigrantes es frecuente en las
zonas c�rnicas. Y Vic es uno de los grandes centros c�rnicos del pa�s.
Tambi�n de una extensa red de granjas porcinas que han generado uno de
los mayores problemas de contaminaci�n de las aguas de Catalunya. Y la
industria c�rnica no ha dudado en desarrollar su propio ej�rcito de
reserva para garantizar el control de esta mano de obra barata. Por
esto, cuando los inmigrantes marroqu�es ya estaban asentados, muchas
empresas locales aprovecharon la peste porcina para despedir gente y
contratar posteriormente nuevas oleadas de inmigrantes. Hace unos cinco
a�os estaba realizando una investigaci�n en otras ciudades de la comarca
y la preocupaci�n de los t�cnicos locales era qu� hacer con los
desempleados marroqu�es residentes en su localidad (donde la vivienda
era m�s barata) que hab�an sido sustituidos por nuevos migrantes. Y es
que industrias como la c�rnica o la agricultura intensiva han basado
parte de su actividad en la producci�n de un excedente persistente de
mano de obra, de un ej�rcito de reserva local que evita presiones en
demanda de m�s salarios y mejores condiciones de empleo. Seguramente
ahora el ej�rcito de parados est� ya suficientemente nutrido para que no
resulte atractivo atraer a m�s personas. Y, en este contexto, se temen
los efectos de una concentraci�n �excesiva� de gente sin empleo que
demande servicios sociales.
Tambi�n es posible, y esto debe entenderse como una hip�tesis
interptretativa no probada, que est� produci�ndose otro fen�meno: el del
reagupamiento de inmigrantes provocado por la crisis econ�mica. Mientras
la econom�a ha generado empleo, los inmigrantes se han movido detr�s del
mismo. Viviendo en precario all� donde pueden. Cuando el empleo se acaba
y llegan los muy malos tiempos, lo �nico que queda es el recurso a la
solidaridad familiar, grupal, etc. Y es evidente que estos lazos
solidarios son mucho m�s fuertes entre los reci�n llegados que entre la
poblaci�n aut�ctona. Y es posible que algunos sectores acudan a buscar
solidaridad all� donde tienen paisanos que los pueden acoger. En Vic, la
presencia de inmigrantes, especialmente marroqu�es, es antigua y
consolidada. Bien podr�a ser que persistiera un flujo de gente que busca
refugio all� donde tiene lazos. En este caso, la acusaci�n de
pisos-patera tratar�a simplemente de impedir lo que no es m�s que la
aplicaci�n de una solidaridad primaria. La presi�n que, quiz� de buena
fe, perciben las autoridades de Vic no es mas que otro reflejo de los
efectos de un sistema econ�mico que ha basado su crecimiento en la
atracci�n de una masa de mano de obra sin desarrollar pol�ticas
sociales, de vivienda y bienestar adecuadas para hacer frente a las
demandas generadas por este plus de poblaci�n ni dotarse de buenos
mecanismos de respuesta frente a los fallos del mercado.
Hay que combatir la xenofobia en sus propios t�rminos. Por una vez, la
respuesta del Gobierno ha sido r�pida y precisa. Pero esta barrera puede
resultar una defensa d�bil sin una pol�tica de largo alcance. No s�lo en
el plano ideol�gico de lucha contra la xenofobia y el racismo, sino,
especialmente, en el plano de las pol�ticas econ�micas y sociales,
luchando por empleos decentes y pol�ticas de vivienda y servicios
p�blicos suficientes. Vic es solo un atisbo de los costes sociales que
genera el modelo econ�mico que resiste a ser transformado.
Elecciones
chilenas: Una opini�n
�scar Soto Guzm�n
�scar Soto Guzm�n fue el m�dico personal de Allende y testigo de
excepci�n de los acontecimientos que se desarrollaron en el Palacio de
La Moneda el 11 de septiembre de 1973, cuando un golpe de Estado
dirigido por los militares derroc� al leg�timo gobierno chileno. Es
autor de "El �ltimo d�a de Salvador Allende" (RBA Libros, 2008), donde
narra todo lo sucedido aqu�l nefasto d�a.
En una elecci�n binominal, uno gana y el otro pierde. En Chile el 17 de
enero, la Derecha (Pi�era) obtuvo una estrecha victoria sobre el Centro-
Izquierda (Frei); sin embargo, m�s que ganar, quienes han hecho todos
los m�ritos para perder han sido los Partidos pol�ticos de la
Concertaci�n por la Democracia que durante 20 a�os han recibido el apoyo
de los chilenos. Son demasiadas las asignaturas que esta coalici�n ha
dejado pendientes. Sin pol�tica decidida por los Derechos Humanos, han
sido las organizaciones de base quienes han impulsado los juicios y
condenas de los responsables de sus violaciones, con t�mido y
vergonzante apoyo del centro izquierda gobernante; han sido incapaces de
cambiar los elementos esenciales de la Constituci�n pinochetista de
1980, que todav�a permite un sistema electoral binominal que garantiza
el statu quo, otorg�ndole a la Derecha con s�lo el 36% de los sufragios
la paridad en el Congreso y Senado, en una manifiesta tergiversaci�n de
la voluntad popular; igualmente los qu�rum que la Constituci�n
especifica impiden que el Estado, ya reducido a su m�nima expresi�n,
pueda impulsar iniciativas econ�mico-empresariales. Todo est� entregado
por ley a la iniciativa privada. No hay pa�s en el mundo con
disposiciones semejantes. Teniendo, en estos �ltimos 20 a�os, varias
oportunidades legales para derogar el decreto de amnist�a de 1978, con
el que Pinochet dejaba sin culpa todos los cr�menes cometidos a partir
del 11 de septiembre de 1973, ning�n l�der o Partido hizo suya esta
iniciativa reclamada por todos los Organismos Internacionales de
Derechos Humanos. A �ltima hora Bachelet envi� proyectos para que las
Fuerzas Armadas no se beneficiaran de la venta del Cobre de Codelco, y
para que los tribunales civiles se encargaran de los juicios en que
alg�n militar estaba comprometido. Tard�a y poco cre�ble iniciativa, que
dados los resultados electorales conocidos hoy dormir�n el sue�o de los
justos.
Chile mantiene, en la regi�n, una macroeconom�a optima, con excepci�n
del 2009 su PIB ha crecido todos los a�os en forma importante. Sin
embargo tambi�n mantiene uno de los peores �ndices de distribuci�n de la
riqueza. La tremenda falta de credibilidad de los pol�ticos, lleva a un
escepticismo enorme. Frei proclamaba �Estado y m�s Estado�, pero su
anterior gobierno privatiz� el agua y los puertos. Todo este panorama se
refleja en un padr�n electoral de 8.285.186 personas, rest�ndose la
posibilidad de opinar a m�s de 2.500.000 electores que no se inscriben
en los Registros. Solo el 9,2% de los electores registrados tiene entre
18 y 30 a�os. No hay inter�s, no hay motivaci�n para participar, en
particular entre los j�venes que se auto marginan.
Los medios escritos de comunicaci�n est�n en manos de dos grupos
empresariales de categ�rica definici�n ideol�gica de Derechas, el
Mercurio y la Tercera. Estos grupos forman la opini�n p�blica y definen
los temas a tratar. La Concertaci�n no solamente ha sido incapaz de
oponer alguna alternativa democr�tica a esta situaci�n, sino que ha
torpedeado cualquier iniciativa tendente a un �rgano independiente y
critico, al margen de esta dualidad. Lo ocurrido con el Diario El
Clar�n, que no logra aparecer despu�s de 36 a�os de expropiaci�n por la
dictadura militar, lo ejemplifica con claridad.
La Concertaci�n ha perdido la elecci�n por su falta de iniciativa,
querellas internas, incapacidad para renovarse y despertar en la
juventud esperanza en un pa�s mejor. Ahora deber� hacer su autocr�tica,
asumiendo la responsabilidad de entregar la Presidencia de la Rep�blica
a la Derecha, que por v�a electoral no lo lograba desde 1958.
�scar Soto Guzm�n es cardi�logo y fue el m�dico personal de Salvador
Allende.
Texto publicado en NUEVATRIBUNA.ES - 18/01/2010
Empiezan
las rebajas
Albert Recio
Con el cuaderno ya cerrado se acumulan las noticias que dan cuenta de lo
que nos va a ocurrir si no acabamos con la �econom�a de la usura�. El
gobierno ya ha filtrado su propuesta de reforma de la Seguridad Social
con la cuesti�n estrella del alargamiento de la edad de jubilaci�n. Como
en la misma nota informativa se incluye Espa�a sigue siendo uno de los
pa�ses con una retirada m�s tard�a del mercado laboral, si bien existen
enormes desigualdades seg�n g�nero o grupo social. Lo que la informaci�n
no incluye es que Espa�a sigue siendo uno de los pa�ses europeos que
menos gasta en pensiones y donde una parte de las mismas se sit�an bajo
�ndices de pobreza. Tampoco nadie sabe explicar como se va a imponer a
las empresas que retengan a sus empleados hasta los sesenta y siete
a�os. Sin cambios en la situaci�n actual, esto es una mera medida de
recorte de unas pensiones ya de por s� muy bajas.
Esta misma semana el F.M.I. ha dicho que Espa�a debe reducir salarios
para recuperar la productividad. Ins�lito, basta con consultar el fondo
estad�stico Eurostat y comprobar que Espa�a es, con Alemania, el pa�s
europeo que en la �ltima d�cada m�s ha reducido los costes salariales
sin que esta estrategia haya tenido efectos beneficiosos. Pero pedir al
F.M.I. que incluya en sus predicciones un an�lisis profundo de los
problemas de la estructura productiva y empresarial, o que considere el
impacto de la cotizaci�n del euro, es lo mismo que pedir a un testigo de
Jehov� que se olvide de la Biblia al expresar una opini�n. Nadie sabe
adem�s explicar �cu�nto deber�an reducirse los salarios� ni qu� impactos
sociales tendr�a esta medida para el sostenimiento de la demanda
interior y la equidad social. Por no convencer no lo han hecho ni a los
dirigentes de instituciones financieras como Caixa de Catalunya o
Banesto que esta misma semana se han autoconcedido suculentos aumentos
salariales y planes de incentivos. Aunque m�s que desobediencia, estos
aumentos reflejan mejor que nada el talante social de las �lites
dirigentes. A ver si de una vez por todas los lideres sindicales y
sociales responden a esta nueva tomadura de pelo y empiezan a articular
una respuesta seria, argumentada, convincente y contundente a lo que no
es m�s que otra vuelta de tuerca de unas pol�ticas que primero
provocaron la crisis y ahora tratan de sacar rentabilidad de la misma
La biblioteca de
Babel
Leonid Mlecin
Perch� Stalin cre� Israele
Prefacio de Luciano
Canfora. Introducci�n de Enrico Mentana
Sandro Teti Editore,
Roma, 2008.
El t�tulo del libro
enga�a: Stalin no cre� Israel. Pero sin �l no se habr�a creado este
estado que tanta importancia ha tenido en los acontecimientos mundiales
de los �ltimos sesenta a�os. �sta es la conclusi�n a la que ha llegado
el periodista ruso Leonid Mlecin despu�s de una larga investigaci�n
durante la cual pudo consultar numerosos documentos desclasificados
procedentes de los archivos del KGB, del Ministerio de Exteriores de la
URSS y del Politbur� del PCUS.
Es cosa sabida que la URSS
fue el factor fundamental para que en 1947 la ONU aprobara la formaci�n
del estado de Israel en contra de la opini�n de ingleses y
norteamericanos; pero no lo es tanto que los sovi�ticos, violando el
embargo propugnado por el Reino Unido, le proporcionaran armas a
Jerusal�n desde el mismo a�o 1948 trav�s de Checoslovaquia; armas sin
las que, como reconoci� posteriormente Golda Mayer, los israel�s no
hubieran ganado la guerra de 1948 contra los palestinos y sus aliados.
Una colaboraci�n que termin� a ra�z de la violenta campa�a antisemita
que desencaden� Stalin en su pa�s y del asunto del �complot de los
m�dicos�, cuyas consecuencias contribuyeron al definitivo acercamiento
de Israel a las potencias occidentales.
Sobre aquellos sucesos, y
m�s en general sobre la relaci�n URSS-Israel en la segunda posguerra
mundial, vuelve Mlecin con una obra bien escrita y metodol�gicamente
rigurosa. Un libro que, como afirma en la introducci�n el reputado
periodista italiano Enrico Mentana (jud�o y, por cierto, nada sospechoso
de antisionismo), recuerda el -hoy silenciado- apoyo ruso a la causa
israel� y redimensiona la opini�n seg�n la cual la creaci�n de Israel se
debi� sobre todo a la mala conciencia de las naciones occidentales por
la tragedia de la Shoah.
[G.P.]
P�GINAS-AMIGAS
Centre de Treball
i Documentaci� (CTD)
http://www.cetede.org
Nómadas. Revista Crítica de
Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas
El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com
La Insignia-
http://www.lainsignia.org
Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/
Revista
mientras tanto
N�mero 110-111
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Primavera-Verano 2009
110-111
NOTAS EDITORIALES La crisis para quien la trabaja [A.R.]
La prueba pericial
[J.L.G.]
Un tribunal constitucional plurinacional y elegido por
sufragio universal [J.A.E.]
Marx, Einsenstein, Kluge
[J.T.]
La Europa de la exclusi�n
[A.M.]
ART�CULOS Los designios neoliberales para la Universidad LA UNIVERSIDAD EN EL SIGLO XXI
Boaventura de Sousa Santos
LA CRISIS UNIVERSITARIA Y BOLONIA
Juan-Ram�n Capella
LA EVALUACI�N UNIVERSITARIA EN EL CONTEXTO DEL
PENSAMIENTO NEOLIBERAL �ngel D�az Barriga
LA EVALUACI�N UNIVERSITARIA �TOYOTISMO EN LA
UNIVERSIDAD? Jos� A. Est�vez
Otros art�culos
OJEADA SOBRE LA CRISIS ENERG�TICA
Alfons Barcel�
LA ECONOM�A POL�TICA DEL CASTIGO
Elena Larrauri
LA CRISIS PALESTINA DESMONTANDO ALGUNOS MITOS
Javier Honorato
F. VIDARTE Y LOS OR�GENES DE LA TEOR�A QUEER EN ESPA�A
Laurentino V�llez-Pellegrini
Sobre cine UNA PO�TICA DEL CINE
Pere Portabella
UN TRABAJO CULTURAL EN EL CINE
Josep Torrell
CUESTI�N DE PALABRAS
(nueva secci�n de poes�a) Antonio Jim�nez Mill�n
RESE�A DE LA LOCURA MAO�STA AL DESENFRENO NEOLIBERAL
(Ram�n Campderrich)
CITA
LA OBRA DE LOS PASAJES, (anotaci�n N 9 a, 1) Walter Benjamin
|
mientras
tanto bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Avance del n�mero 112
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Oto�o 2009
112
NOTAS EDITORIALES
Sobre Israel y la Universidad [JLG]
La militarizaci�n de Am�rica Latina [JAE]
Sobre Afganist�n [JRC]
TEXTOS
�Existi� el socialismo alguna vez y tiene
porvenir?. Presentaci�n de Alfons Barcel�
Mario Bunge
Invitaci�n a un debate: el sorteo y las c�maras
sorteadas como mejoras institucionales a la
democracia
Jorge Cancio
Solidaridad interterritorial y financiaci�n
Ramon Franquesa y Antoni Montserrat
�C�mo salir de la trampa?
Pierre Larrouturou
C�mo rodar El Capital (nota previa de
Josep Torrell)
Serguei Mijailovich Eisenstein
�En construcci� i �Com a �ntim� (Miguel
Hern�ndez)
Pere Comes i Miralles
CUESTI�N DE PALABRAS
Javier Rodr�guez Marcos
RESE�A
Edgardo Logiudice:
Marxismo, �hip�tesis o teor�a?
|
mientras tanto
bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Contactar con la
Revista mientras tanto
Web
Icaria editorial:
http://www.icariaeditorial.com/colecciones2.php?id=22
Sugerencias: Apartado de
correos 30059, Barcelona
Suscripciones:
e-mail: comandes@icariaeditorial.com
, icaria@icariaeditorial.com.
Tel. (34) 301 17 23/26 (lunes a viernes de 9 a 17 h.). Fax (34) 93
317 82 42
Consulta de números atrasados:
http://www.icariaeditorial.com/colecciones2.php?id=22
Contactar con mientrastanto.e
Edita:
la redacción de mientras tanto, Fundación G. Adinolfi
- M. Sacrist�n
Coordina:
Antonio Giménez y Antonio Madrid
Producción:
Francisca Calder�n y Agustí Roig
Suscribirse y
desuscribirse:
http://www.grups.pangea.org/mailman/listinfo/mientrastanto.e,
o bien suscripciones@mientrastanto.org
Números atrasados:
http://www.ucm.es/info/nomadas/mientrastanto/
La suscripción a mientrastanto.e es gratuita.