NOMADAS.0 | REVISTA CRITICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS | ISSN 1578-6730

Conjuro para decir mentiras y construir verdades
[Chantal Maillard] (*)


 
"Si a alguien es lícito faltar a la verdad
será únicamente a los que gobiernan la ciudad,
autorizados para hacerlo
con respecto a sus enemigos y conciudadanos.
Nadie más podrá hacerlo."

[Platón, Rsp. III)

Cuando cumplí seis años, a cambio de su amor,
mi madre me arrancó la terrible promesa
de no mentir jamás.
Así, igual que un soberano controla
al pueblo al que gobierna,
ella me dió la libertad que al necio se le otorga:
actuarás dentro del margen
que yo-mis leyes establecen.
No había escapatoria:
su ministro de asuntos interiores
tenía su despacho montado en mi conciencia.
Yo la echaba de menos,
por eso no traicioné su confianza;
fui fiel a mi promesa.
Pero también, y con el tiempo,
fui fiel a mis instintos;
extensiva se hizo la verdad
al deseo que impulsa nuestros actos
Creo que confundí aquella instancia,
el orden imperioso del sentir
con el orden común de los Estados,
pues provoqué una guerra.
Después del gran naufragio, ella me preguntó:
¿no podrías acaso haber mentido?
En ese instante, entonces, usurpé la corona.
Ser libre no es un don, es una reconquista,
y es preciso callar para construir
aquella historia que se guarda
como un largo secreto del que nadie es testigo.
Ser libre es tener cuidado de un misterio
sobre el cual se construye nuestra vida.
Hay seres que comprenden temprano este principio;
me produce ternura descubrir sus engaños
y comprobar la paz que de ellos resulta;
admiro las mentiras bien trabadas,
la coherencia del engarce, el arte dirigido
hacia un fin; me conmueve
la soledad de aquel que las inventa
y consiente al imperio de su lógica.
El que miente edifica el mundo que conviene
para salvaguardar la ficción de los otros,
la legítima ficción que necesitan para evitar
la angustia de sentirse tan solos sin leyes,
sin verdades, sin ese amor
que creen recibir a cambio de su alma.
Aprendo del que calla, del que miente y engaña
el fuego soterrado que aún gime en mi pecho,
aprendo a dirigir su grito en mis infiernos
para el mejor gobierno de los mundos.
Desde ahora mi mano es la que guía
el fiel de la balanza: la verdad y su opuesto
son las onzas que pongo en los platillos
según el juego lo requiera.

CHANTAL MAILLARD es profesora de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Málaga. Publicaciones

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